La infección de mi hija y la visita obligada al ginecólogo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Primero les contaré que quedé viudo hace 6 años, mi pequeña y única hija en aquel tiempo tenía solo 5 años y tanto para ella como para mí fue un duro golpe y yo eh tenido oportunidad de rehacer mi vida en pareja, pero mi hija y mi trabajo absorben todo mi tiempo y mi hermana en ocasiones tiene que cuidar a mi hija cuando yo estoy en el trabajo o salgo de viaje, entonces a veces mi hermana es la que cumple el rol de “madre”.
Dicho esto, las vacaciones de diciembre fueron el pretexto perfecto para ir mi hija y yo junto con mi hermana y su familia a un balneario, pues para mi Fer y mis 2 pequeños sobrinos sería un buen momento de diversión.
Una vez saliendo del balneario nos separamos, mi hermana se fue a pasar navidad con su suegra a otro estado y mi hija y yo regresamos a casa.
Al siguiente día, me levanté temprano y escuché a mi hija en el baño llorando y toqué la puerta preguntando si todo estaba bien.
Ella salió del baño con la cara roja y con lágrimas y me dijo que le dolía mucho cuando hacía pipí, yo no sabía qué hacer y lo primero que se me ocurrió fue llamarle a su pediatra, un amigo de confianza que siempre la había atendido desde que era bebé y le pedí que me asesorara, él estaba fuera de la ciudad por las vacaciones, pero me recomendó que la llevara con un amigo de él, un ginecólogo, no lo pensé más y esa misma tarde le hablé al doctor e hice cita para llevar a mi Fer a consulta.
Llegamos en la tarde al consultorio del doctor que era su misma casa, el Ginecólogo de nombre Roberto, era un señor de unos sesenta y tantos, alto y algo obeso, con lentes de fondo de botella que, al abrirnos su puerta, inmediatamente clavó sus grandes ojos en mi hija.
Nos saludó muy amable y nos hizo pasar a un pequeño cubículo donde hizo las preguntas de rigor, edad, altura, peso, alimentación, actividad física, si ya tenía su periodo y si conocía las posibles causas del dolor al orinar, yo respondí por ella y le comenté que quizá tenía que ver la visita al balneario.
El doctor hizo un gesto de alegría y me dijo que la única forma de saber era revisarla directamente.
Mi hija me miró con una expresión de miedo y le dije que no se preocupara, que así tenía que ser para saber la razón del dolor y que se pudiera curar.
El doctor le pidió a mi hijita que se metiera a una habitación que estaba junto y que se quitara su pantalón y sus calzoncitos y que se recostara en la camilla.
Mi hija se levantó muy lento, con timidez y se fue al cuarto, el doctor mientras me dijo que no me preocupara, que lo más seguro era una infección por el agua clorada del balneario y que con tratamiento en menos de una semana estaría como nueva.
Después el doctor se levantó de su silla y me preguntó si quería pasar y estar presente en la revisión.
Por un momento le iba a decir que si, pero después pensé que quizá para Fer sería muy incómodo que su papá estuviera viendo su “cosita” mientras la revisaban y supuse que ya con que un hombre la estuviera viendo, con eso sería mucha vergüenza para ella.
Así que decidí esperar afuera.
El doctor entonces entró solo al cuarto y dejó la puerta entreabierta.
Yo estaba sentado junto a la puerta y estaba muy nervioso pues era la primera vez que un hombre, aunque fuera doctor, vería la parte más íntima de mi hijita, sentía miedo, coraje, impotencia y hasta celos.
Y más al escuchar que el doctor le dijo: “Vamos a ver… pero que vaginita tan linda tienes preciosa”.
Eso me puso los pelos de punta y sentí que no era un comentario apropiado para un doctor.
Sin embargo, solo me quedaba apretar muy fuerte los descansabrazos de la silla.
Mientras el doctor le preguntaba a mi pequeña si se había sentado en el piso o en un baño sucio o si se había tocado con las manos sucias y mi hija respondía con una voz muy tímida y cortante.
Después de 5 minutos no aguanté más la ansiedad y me levanté de la silla, no escuchaba más ruido ni preguntas y la curiosidad me mataba, caminé por el cubículo un poco y decidí asomarme por la puerta y veía casi de perfil a mi hija acostada con sus piernitas abierta exponiendo su vaginita lampiña al doctor sentado frente a ella y con una lámpara alumbrando arriba de la vagina de mi hija.
Primero noté algo muy raro y era que el doctor estaba demasiado cerca de la “cosita” de mi nena, pero pensé que seguramente era por la miopía del doctor y este frotaba en círculos el pequeño clítoris de Fer, mientras ella tenía sus ojitos cerrados y se mordía el labio inferior y apretaba con sus manitas los costados de la camilla.
Al ver la reacción de mi hija, tuve inconscientemente una erección y un calor se apoderó de mí, me estaba excitando de ver como tocaban a mi hija, sin embargo, para ese momento yo ya estaba anclado a la escena y me trataba de estirar para alcanzar a ver un poco más, entonces empujé un poco la puerta y ésta rechinó y el doctor volteó y me vio y me dirigió una sonrisa y luego miró hacia mi entrepierna notando mi erección, entonces inclinó la mirada viendo por encima de sus lentes y me volvió a ver a los ojos y esta vez su sonrisa fue un poco maliciosa, llena de morbo y complicidad.
De pronto el buen galeno comenzó a quitarse los guantes de látex que traía puestos y con una mano abrió un poco los labios vaginales de mi hija y él se movió de tal forma que yo pudiera ver mejor, con la otra mano, pasaba un dedo por toda la vaginita de mi hija, de la nada paraba el movimiento de su dedo en la entradita de la vagina y hacía una leve presión como intentando meter su dedo y lo sacaba de inmediato y con la luz que tenía justo arriba de él, pude ver que la puntita del dedo estaba más brillosa, estaba mojado su dedo y el volteo a verme y me enseñó el dedo y luego lo llevó a su boca y lo chupó cerrando los ojos, yo estaba bloqueado, no podía moverme, solo quería masturbarme con lo que estaba viendo, entonces el doctor volvió a frotar el clítoris de mi niña, pero esta vez más rápido y fuerte, yo solo notaba que mi hija apretaba con más fuerza la camilla y levantaba un poco la caderita, no había duda, lo estaba disfrutando.
Ahora el doctor volvió a hacer la presión con su dedo en la entradita de la vagina, un poco más fuerte la presión, pero sin meter realmente el dedo y noté como comenzó a escurrir de ese hoyito un líquido que resbaló hasta el anito de mi hija, eso para mí fue el momento de explosión donde no pude más y me alejé de la puerta y entré a otra puerta donde estaba el letrero del baño, cerré con seguro y me bajé el pantalón y me masturbé cerrando los ojos, tratando de mantener esa imagen en mi cabeza.
Yo estaba demasiado excitado que ni siquiera pensaba que se trataba de mi hija.
Creo que pasaron como 5 minutos hasta que logré una eyaculación muy abundante.
Me limpié y me lavé las manos.
Escuché que el doctor le decía a Fer que ya se podía levantar y vestir, salí del baño y el doctor salió del cuarto y vi cómo se relamía los labios y se olía el dedo.
Entonces me sonrió y me dijo, si tiene una infección urinaria que se acabará con un sencillo tratamiento, se sentó en su silla y empezó a escribir la receta, me dijo que tenía que comprar unos óvulos, e insertárselos uno cada noche antes de dormir por una semana.
Y que volviera después de esa semana para ver el progreso, yo estaba nervioso y solo asentaba con la cabeza lo que me decía.
Salió Fer del cuarto vestida y tomé la receta y le pagué la consulta al doctor y salimos muy rápido de ahí.
En el camino a casa, ninguno de los 2 habló y ya a un par de calles de la casa me detuve en una farmacia a comprar el medicamento y cuando volví al auto Fer me dijo que le había gustado mucho la revisión del ginecólogo, que al principio sintió mucha vergüenza, pero después se sintió bien y que se le hizo muy raro que al final el doctor le diera un beso y un lengüetazo en su cosita.
Esas palabras me helaron y me excitaron a la vez.
Una vez en la casa, le dije que tenía que meter el óvulo en su cosita porque esa era la medicina, ella me dijo que no sabía cómo entonces le dije que yo lo haría y fuimos a su cuarto y bajé sus calzoncitos los cuales estaban mojados en el puente de algodón y supuse que mi hija seguía calientita de su revisión así que volví a tener una erección y abrí el paquete de óvulos y comencé a insertarlo muy despacio pues no quería lastimarla y no quería tocar nada más que no fuera el óvulo, pero quería admirar esa vista tan excitante y nueva que era la de ver la vagina de mi hija.
Después de varios intentos y quejidos de dolor de Fer, por fin logré insertar el óvulo y vi como volvían a salirse los juguitos de mi hija por su vagina, le pregunté si estaba bien y me respondió que sí, que sentía muy raro, pero estaba bien.
Y así fueron los siguientes 5 días, me puse muy nervioso al insertar el último óvulo y como después de los días anteriores, me iba al baño a masturbarme pensando en la hermosa vaginita de mi hija.
Mañana nos toca consulta con el ginecólogo pero estoy dudando si volver a llevarla con él o buscar otro doctor o doctora, la verdad es que me pone cachondo la idea de llevarla con el mismo doctor, pero también no quiero exponerla a que le vaya a hacer algo más de lo que le hizo esa vez y que yo no pueda hacer nada para evitarlo o que me gane la calentura, mañana decidiré y les contaré le que pase…
Llévala y disfruta
Que rico me encantaría estar en esa situación, que disfrutan de.mi hija