Negros de buen corazón y buena verga III
El negro musculoso estaba respirando pesadamente, sus labios resecos tentaban a romperlos a besos, sudor mancho sus axilas mientras lentamente se recuperaba, debajo mío un charco de semen se escurría..
Al día siguiente fui llamado por la oficina central de la guardería, como había dicho Ryan, se me asignaría un hombre que se encargaría de ayudarme a adaptarme a las costumbres del lugar.
Pase por la entrada a una habitación lujosa, un hombre mayor de tez morena descansaba detrás de su escritorio, sus ojos brillantes le daban una vivacidad juvenil, pero era claro que los años le estaban pesando, me invitó a sentarme con un gesto.
«Escuche de Ryan que quieres unirte a nosotros, aprecio la iniciativa, siempre son bienvenidos jóvenes atrevidos, no obstante debo advertirte que esto es más que diversión, es un estilo de vida, si no puedes con ello, nadie te ayudará a salir ¿Comprendes?» Dijo levantándose, ahí me di cuenta que estaba desnudo de la cintura para abajo, una verga enorme y larga caía desde su entrepierna hasta su rodilla, media posiblemente 32 cm, sus dimensiones eran terroríficas, no podía imaginar que culo podría soportarla.
Él notó mi mirada y se rió.
«Tranquilo pequeño, no te haré daño con esto, solo quiero que hagas el pacto, chupala y seras uno de nosotros» demandó arrecostandose en su escritorio y exponiendo su hombría erecta en mi cara, respire su aroma amizclado, olía a orina con semen.
«¿Qué pasará después?» Pregunte curioso y excitado.
«Tendrás todas las vergas que quieras» me guiño el ojo, sin pensarlo más metí la cabeza enorme de su pene en mi boca, estiré lo mejor que pude los labios succionando el glande, escuche un jadeo mientras las manos arrugadas del mayor acariciaban mi cabello.
Apreté con inpetu la carne chupando con gula, la saliva se salía de mi boca lubricando el resto de aquella monstruosa verga, un gruñido me detuvo de continuar metiendo aquel pedazo de carne.
«Suficiente» regaño con la voz ronca el hombre, parecía afectado por lo que le hice.
«Los niños de ahora son demasiado para mi» murmuró sorprendido.
Abrió un cajón del escritorio y saco un álbum con fotos.
«Entre estos papeles encontrarás a miles de hombres para tu gusto, hay casados, solteros, gays, heterosexuales, de piel blanca, negra, latinos, chinos, incluso señores de mucho dinero, como verás aquí solo cuidamos de ustedes, son ellos los que se encargan de inculcarles este estilo de vida, ahora decide, cualquier duda la responderé» comentó abriendo la primera página del libro, miles de caras llamaron mi atención, algunos estaba bien vestidos, otros desnudos, pero a pesar de la variedad no sabía a cuál elegir.
«Me cuesta pensar en uno ¿Hay otra forma de elegirlo?» Consulte preocupado, el adulto se rasco las bolas y luego paso a oler sus dedos.
«Sí, dime el tipo de hombre que quieres y le pediré a mis trabajadores que lo busquen por ti, pero deberás pagarles por el esfuerzo» explicó con una sonrisa mórbida, asentí pensando en mis gustos.
Recordé a Ryan y sonreí.
«¿Qué tal Ryan? Adoro su cuerpo, es musculoso, alto, intimidante, tiene una verga enorme y me encanta como folla» hablé excitado, una carcajada me saco de mi ensoñación.
«Lo lamento, pero no puedes tenerlo, los trabajadores de aquí son solo míos, puedes divertirte con ellos, sin embargo jamás tendrán nenes a su disposición, al menos no fuera de esta casa, si quieres que él te enseñe cambiaré a Tobías por ti, con respecto a la descripción que diste tengo una idea del hombre que buscas» murmuró el adulto sacando una carpeta dorada del cajon.
Abrió el documento mostrando la foto de un hombre negro de 30 años vestido de militar, tenía una barba recortada, sus ojos grises eran gélidos mientras mantenía una postura estoica, sus brazos enormes, pectorales inflados, abdomen marcado, piernas musculosas y espalda magnánimas llamo mi atención de inmediato, aquellos labios me tentaban a besarlos, pero me fijé en su entrepierna, un bulto prominente se delineaba, casi como si de una bestia se tratara.
«Se llama Constantine, es mi hijo mayor, es el capitán general del ejército de Estados Unidos, es un cabezota, odia mis regalos, dice que ningún nene dura 5 minutos con el, ya se ha rendido de encontrar el culo indicado, veo talento en ti, casi devoras mi verga y ya vez que no es pequeña ¿Qué opinas? ¿Deseas a un hombre como él?» Cuestionó con la voz apacible, la tentación en su forma de hablar me hizo reenplantearme muchas cosas, no obstante solo deseaba conocer una de las respuestas.
«Aunque lo elija a el ¿Podré estar con más hombres después?» Pregunte en un murmullo, un brillo peligroso surco la mirada del adulto, acercó su rostro al mío remarcando sus palabras.
«Niño, si logras complacer a mi hijo, tendrás las vergas de todo el ejército de Estados Unidos a tu disposición» explayó el señor, respire hondo por la magnitud de sus palabras, daba miedo, pero no me importaba.
«Lo quiero» dije al fin, la determinación llenando cada poro de mi piel.
«Excelente, Ryan llegará a buscarte en la noche, prepara ese culo con esto, el lubricante anestésico y el desvirgador son objetos caros, hay que economizar» se burló el mayor tirándome un objeto de plástico, parecía un tapón con un falo ovalado en la punta, lo mire extrañado.
«Se llama plug anal, te ayudará a mantener abierto ese culo pomposo que tienes, la verga de mis hombres no son un juego, he tenido varios incidentes con desgarros anales» comentó con soltura, asentí entendiendo que debía hacer con el, me despedí con la mano buscando la salida, pero fui llamado de repente.
«En unos días serás enviado con mi hijo, asegúrate de disfrutar tu estancia todo lo que puedas» advirtió el adulto con una sonrisa tétrica, asentí abriendo la puerta.
Al salir mire a uno de los guardias y le sonreí.
«¿Puedes ayudarme a ponerme esto?» Pedí mostrando el objeto de plástico, él trago saliva antes de moverse, me bajo el short acariciando mis nalgas, las abrió dejando expuesto mi culo a través del hueco del boxer, metió en su boca la punta del plug llenándola de su saliva, luego lo introdujo de golpe, un ronroneo salió de mis labios ante el escozor de mi ano, me di la vuelta y bese los labios del negro, este se dejó llevar devorandome con su lengua, tuvo que soltarme al escuchar que lo llamaban en la oficina.
Me separé con un hilo de su saliva, hice un gesto de despedida viendolo entrar, lo último que escuche fue la voz demandante del jefe gritándole que se bajará los pantalones.
Regrese al comedor justo cuando estaban todos almorzando, noté que Ryan no estaba, pero Tobías si, encajado encima de un negro fornido de grandes pectorales, ignore el vaivén de sus caderas disfrutando de mi comida, escuche pasos pesados detrás mío, gire la cabeza encontrando un cuerpo musculoso enfundado en un uniforme.
«Dame espacio y siéntate, tengo hambre» demandó Ryan, hice caso viendo como se acomodaba con soltura en la silla, bajo un poco su pantalón sacando su verga erecta, luego me invitó a sentarme, hice lo pedido notando como me bajaba el short teniendo solo el boxer con el agujero en mi culo, en el estaba el plug anal.
Lo saco de una guardándolo en su bolsillo, luego alineó su hombría metiendola lentamente, hice lo posible por relajarme, pero fue imposible, la cara que tenía era de dolor.
Algunos se dieron cuenta preocupados, pero les sonreí, sabía que tenía que ser fuerte.
Con esfuerzo Ryan logro introducir la mitad de su verga en mi, lo escuché respirar hondo antes de tomar su plato con comida.
Tobías nos miraba desde lejos con celos mientras movía sus caderas con más fuerza de la que debería, su hombre lo sostuvo de las caderas con un gruñido.
«Muévete y come, no tengo todo el día» regaño Ryan, hice caso tratando de que aquella envergadura se deslizara en mi ano con soltura, era complicado no hacer una mueca, pero a pesar de todo me gustaba la sensación de aquella carne palpitante mientras devoraba un filete en la mesa.
Inconcientemente apreté las paredes de mi ano cada vez que sacaba su hombría, luego empujaba mi culo lo mejor que podía para meter más centímetros de su pene, Ryan dejo de comer de pronto, me miró con ojos afilados y apretó sus dedos en mis caderas, pensé que iba a detenerme como lo hicieron con Tobías, no obstante se limitó a mantener sus manos en el lugar mientras cerraba los párpados.
Disfrutando de todo termine el último bocado levantando la mirada, la atención de todos estaba fija en nosotros, curioso mire detrás mío, el negro musculado estaba respirando pesadamente, sus labios resecos tentaban a romperlos a besos, sudor mancho sus axilas mientras lentamente se recuperaba, debajo mío un charco de semen se escurría.
Apenas se dio cuenta de lo que había pasado me soltó, arreglo su ropa tirándome el plug y se fue a paso rápido.
La mayoría de hombres se rieron de el volviendo su atención a sus pequeños, Tobías frunció el ceño molesto, pero le ignore.
Tome el objeto de plástico y me fui al cuarto.
Después de una ducha volví a ponermelo, como estaba cansado decidí dormir toda la tarde, apenas siendo llamado para cenar.
Volviendo al comedor esta vez Ryan tenía ropa más casual, su semblante serio ahora era más armonioso, incluso su piel se veía tentadora.
Me puse al lado suyo para tomar asiento, el me ayudó a posicionarme con su verga erecta lista para mi, me quite el plug y de un senton tuve dentro la mitad de aquella hombría.
Ambos disfrutamos de la comida con normalidad, nadie parecía recordar el incidente del almuerzo, e incluso mi hombre estaba más receptivo a moverse conmigo, como si necesitara más contacto de nuestras pieles.
Rápido terminamos y me baje de su regazo, esta vez no me lleno de leche, pero su cara estoica me hizo entender que estuvo cerca de hacerlo.
«Llegaré más noche a buscarte» dijo con la voz ronca, acomodo su pene en el pantalón antes de irse.
Tobías paso a mi lado golpeando mi hombro, le mire mal.
Espere hasta que se diera la vuelta y le sonreí, luego caminé hacia los dormitorios de los hombres.
Su expresión fue de consternación, trato de de seguirme pero fui más rápido, corrí hasta el cuarto de Ryan, toque la puerta escuchando un pase, hice lo pedido justo cuando Tobías me alcanzó, ambos entramos encontrando al musculado con la verga erecta y limpiandose el cabello, por las gotas que recorrían su cuerpo había salido de bañarse.
«¿Qué hacen ustedes dos aquí? Vuelvan a donde deben antes de que me enoje» gruñó con la voz amenazante, el rubio asintió retrocediendo, yo ignore lo dicho por el adulto acercándome a el, arrodillado tome con delicadeza su hombría dándole unos besos, todo mientras fijaba mi mirada en sus ojos.
«Vete de una vez o lo pagarás» advirtió el adulto con el ceño fruncido, su iris se tornó afilado, como el de un felino.
«Sí me das tu leche lo haré» hablé con tono lastimero, la verga en mis dedos pálpito antes de que el hombre girará su cabeza a donde estaba Tobías.
«¡Vete sino vas a unirte!» vociferó el adulto tirando su toalla en una cesta, el rubio miró la salida antes de cerrar la puerta, luego camino con las manos en su pecho hasta donde estaba.
«Muy bien, chupen a su gusto, quién lo haga mejor tendrá mi semen» ordenó Ryan, hicimos lo pedido, Tobías saboreó con su lengua los huevos peludos del adulto mientras yo chupaba la cabeza del pene, gemidos roncos salieron de la boca del mayor mientras sus piernas se tensaban.
Metiendo casi la mitad de su hombría en mi boca empecé mover mi cabeza de atrás hacia adelante, apreté los labios en el contorno carnoso de su verga mientras lubricaba con mi lengua lo que faltaba por salir.
Tobías miró mi iniciativa mostrándose molesto, se puso detrás de Ryan abriéndole las nalgas, este le ayudo manteniendo su agujero expuesto para que el pequeño jugará con el.
La lengua del rubio se introdujo con fuerza en el ano fruncido del hombre, su verga pálpito en mi boca mientras soltaba un gemido ahogado, ambos nos miramos un momento antes de competir para sacarle la leche a nuestra verga favorita.
Mis felaciones se tornaron rudas mientras me obligaba a tragar más de aquel pedazo de carne, use mis dedos para estimular los testículos del adulto, lo cual le saco varios gemidos roncos, sin embargo Tobías no se quedó atrás, metió sus dedos estirando las paredes del ano lo más que pudo, luego con su lengua golpeó la próstata del mayor, este maldijo en voz baja ante la sobreestimulación.
Podíamos notar en su mandíbula apretaba, los párpados cerrados y la respiración errática que lo teníamos en el limbo del placer, cada mano estaba en nuestras cabezas forzandonos a seguir.
Hicimos lo pedido soltando gemidos obscenos, el ruido de la saliva con la piel, la respiración forzada en cada pausa, incluso un olor potente nos invadió a todos, era el aroma a macho que desprendía Ryan, tendría que volver a bañarse después de esto.
Perdido ante los estímulos Ryan apretó los dedos de sus pies, note ese gesto y sonreí.
Mientras con una mano seguía acariciando sus testículos con la otra hice un recorrido por su pierna musculosa hasta llegar a sus pies, tantie con mis dedos la zona notando escalofríos que hicieron palpitar la verga del mayor.
Entendiendo que era un lugar donde sentía placer deje de mamar su verga, la saqué de una escuchandose el ruido de algo descorchandose, Ryan abrió los párpados mirándome con hambre, baje hasta sus pies bajo su atenta mirada, mis labios se posaron en su tobillo iniciando unos besos suaves, luego saqué la lengua para lamer la piel hasta llegar a sus dedos.
«¡Suficiente!» grito de pronto, me sobresalte al igual que Tobias.
«He decidido al ganador» explicó mirándonos a ambos, el rubio tenía una expresión de anhelo mientras yo le sonreía confiado.
«Ven Tobías, mi leche es tuya» dijo el adulto, mi cara de consternación le saco una sonrisa mórbida al mayor, el rubio camino orgulloso hasta la verga negra, abrió la boca sacando la lengua.
«Largo, no lo volveré a decir» gruñó el mayor, su rostro amenazante me hizo fruncir el ceño, pero sin que Tobías lo notara me guiño el ojo.
«Bien» fue lo único que dije simulando estar enojado, salí del cuarto mientras escuchaba el jadeo ahogado del hombre, entendiendo que se estaba deslechando.
Al volver a mi cuarto me limité a esperar, jugue con los otros niños hasta que era hora de dormir.
Sin falta un hombre musculoso entro al cuarto buscándome, me hizo el ademán para que saliera llevándome hasta su cuarto, en el camino encontramos a otros adultos con niños o niñas, incluso algunos con bebés en brazos, todos iban a sus distintas habitaciones con ellos.
Entramos y cerró la puerta.
«Confío no tenga que explicar nada» fue lo primero que dijo, le ignore sacando su verga del pantalón, la agarre con mi mano antes de acercar mis labios a sus pies, les di un beso notando un escalofrío que le recorría el cuerpo, luego volví mi atención a su hombría, mientras la saboreaba con mi lengua hablé.
«Tranquilo, lose» murmuré en tono suave, un gruñido reverbero en su pecho mientras acariciaba mi cabello, ronronie ante el tacto.
«Buen chico» dijo sonriendo.
Continuará…
Gracias por haber leído hasta aquí.
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