Oliendo el calzoncillo de mi primo Jeff.
Tengo 18 años, y esto pasó hace algunos años atrás. Cuando yo tenía 15 y mi primo materno Jeff 13..
Jeff, mi primo futbolista, era popular entre las chicas de la ciudad. Su figura deportiva delgada, su abdomen semimarcado, su ropa deportiva, la piel blanca dorada, su cabello negro corto con un pequeño flequillo, su elegancia y su sonrisa de niño travieso hacía que mi imaginación vague por su cuerpo. Cuando venía de jugar fútbol siempre se daba un baño y salía oliendo a perfume de hombre mezclado con su aroma dulce de adolescente. Jeff actuaba un poco distante conmigo, su madurez estaba haciendo que se aleje de los juegos de niño y se concentre más en chicas y en el fútbol pero, como consuelo, me regalaba siempre una mirada tierna y una sonrisa sensual, como diciendo que el pasado nadie lo borría.
Un día de visita, en casa de mi tía la madre de jeff, mis primos empezaron a tomar refresco en vasos de cristal pero faltaba uno para mí. Dije que después yo tomaría. Los adultos estaban en la sala y nosotros en otro espacio comedor. Al terminar todos dejaron sus vasos, Jeff aún no terminaba, sus labios mojados seguían bebiendo ese líquido tan dulce como él. Yo contaba los segundos para que terminara y dejara el vaso. Quería, de alguna manera, besar esos labios y humedecerme con su saliva.
-¡Vamos toma!- Decía una prima.
Jeff por fin había terminado. Me acerqué y le dije que si podía coger su vaso. Me dijo que sí, sin dudarlo. Siempre amable.
Al servirme, busque el lado por dónde Jeff había tomado, el lado más mojado. Mi nerviosismo por beber por primera vez de su mismo vaso me hizo detener. Quise dejar el vaso pero Jeff volteo a verme. Cogí nuevamente el vaso y cuando todos estaban distraídos, me tope con el líquido que Jeff había dejado ¡Mis labios estaban besando a los suyos! Ese momento fue muy placentero, tomé todo el refresco y relamí discretamente esa parte, no quería perder ni una gota de su saliva. Me sentí excitado y satisfecho por lograr algo que siempre desee. Pero mi nerviosismo empezó nuevamente cuando Jeff me pidió el vaso devuelta. ¡¿Que?! ¿Acaso quiere revisar que hice con el vaso? O se dió cuenta?
Se lo entregue tímidamente. Jeff agradeció y se sirvió más refresco. Su actitud tranquila hizo que respirara aliviado. Entonces ví como Jeff bebía del mismo lado ¡Sus labios se estaban mojando con mi saliva! Me sentí mal por él, porque sin querer, nos estábamos besando. Aunque también me gustó esa escena porque nos enlazaba más a un deseo irremediable.
Pasando los minutos, sirvieron pan dulce, o panetón como algunos lo conocen. Jeff, que estaba sentado a mi lado, quitó todas las frutas de su pan y cuando en un bocado encontró una, la sacó de su boca y la puso en el mismo plato. Al ver esa escena, deseé comerme las sobras de mi primo pero me controlé.
De repente Jeff voltió a verme y me dijo tiernamente:
-¿Quieres las frutas? No me gustan.
¡Qué manera de hacer que lo desee cada vez más! ¿¿Acaso lee mis pensamientos?- pensé.
-Si, me gusta mucho lo dulce. Contesté.
-A mí casi no me gusta- sonrió.
Cogí su plato y lo traje hasta mí, en ese trayecto mi otro primo me preguntó:
-¡¿Quieres también las mías?! Tampoco me gustan.
-No gracias, con estas suficientes -Contesté un poco asqueado jajaja.
Jeff río, sin sospechar que solo lo deseaba a él.
Comí todas las frutas deseando encontrar la que el sacó de su boca. Cuando creí encontrarla la saborié en vez de masticarla. Estaba más dulce que las demás, parecía saber a hombre y sexo. Me vinieron ideas magníficas en mi mente. Lamer esa boquita, su cuello, su cuerpo, su pene largo erecto, sus nalguitas pequeñas pero paraditas.
Jeff, de pura casualidad, se puso de pie y al darse vuelta dirigiéndose a la cocina ví que su pantalón gris de algodón quedó metido entre sus nalgas. Ese culito de futbolista que tanto deseaba, se movía de derecha a izquierda sensualmente. Tragué la saliva y volví a la conversación del grupo.
Jeff volvió y al llegar a mi lado, para mí buena suerte, se le cayó una figura de su colección de fútbol debajo de la mesa. Jeff se agachó enseguida, en cuclillas para recoger su adorado juguete. Al hacerlo dejó ver su calzoncillo slip blanco y la entrada de su hermoso trasero. Su rajita limpia, dorada y sedosa estaba cerca a mí. El tono de su piel, el pantalón gris y su camiseta blanca; hacían una armonía magnífica, fresca y excitante.
-Jeff, como quisiera lamer esa entrada, que tus nalgas estén en mi cara y meterte mi dedo -pensaba.
Jeff se puso de pié, me regaló una sonrisa agradable e inocente para luego enseñarme su colección de figuras de fútbol. Mis pensamientos se dispersaron. En ese momento mi tío nos llamó para jugar al fútbol. Jeff dejó su colección y me preguntó si iba a jugar. Le dije que me dolía el pie.
Jeff se alejó con mis otros primos y empezaron a jugar, mientras yo me fuí al baño a arreglarme la verga, ya que con la erección por Jeff se me había desacomodado.
Cuando salí al patio Jeff tenía puesto unos shorts blancos. Toda esa tarde pasé contemplado ese tremendo paquete que se movía de un lado al otro y ese culito parado. Recordé la última vez que tuve esas partes tan de cerca. Jeff me estaba volviendo loco.
Cuando llegó la noche mamá decidió que dormiriamos allí. Estaba tan ilusionado por dormir con Jeff pero mi tía rompió mi ilusión cuando decidió que mis padres dormirían en el cuarto de Jeff y él dormiría con ella. mi otro primo, yo y primas en otra habitación.
Después de extrañar a Jeff toda la noche, llegó la mañana siguiente. Ya había perdido las esperanzas de disfrutar de mi primo, cuando de repente, al despertar escucho un silencio extraño.
Mis primas no estaban, mi primo tampoco. Salí de la habitación arreglandome por si veía a Jeff pero tampoco lo encontré. Todos se habían ido a comprar para el almuerzo y seguramente se fueron al parque, cómo se propusieron el día anterior.
Después de asegurarme que no había nadie, ingresé al cuarto de Jeff, busqué si tenía ropa usada pero todo estaba impecable. Sus cajones estaban con llave, seguramente su ropa interior estaba allí. -Si tan solo pudiera oler esa ropa -pensaba.
Desanimado me fuí al baño para darme un duchazo o al menos lavarme. Al llegar cerré con llave y ví un bulto que traslúcia la cortina de baño ¿Sería lo que estaba pensando?… Por favor, que sea de Jeff… Después de orinar y secar mi glande, decidí abrir la cortina para ver de qué se trataba. Grata fue mi sorpresa al saber que era el pantalón gris de Jeff con su camiseta tirada en el piso. Mi primo se había bañado y había olvidado su ropa, ya que el día anterior no pudo bañarse después de jugar al fútbol porque mis tíos lo mantenían ocupado y la noche se pasó rápida.
-dios, Jeff …
Cierto temor se apoderó de mí, por si alguien me descubría o por si su olor no había quedado en la ropa.
Su camiseta en el piso estaba mojada, la dejé allí y cogí su lindo pantalón gris de algodón, esperando encontrar adentro,eso que cubría lo que tanto deseaba…
-por favor, q esté allí.
Su calzoncillo blanco estaba intacto. Mi corazón empezó a agitarse.
Entonces tome suavemente su pantalón gris y por la parte exterior de él lo frote sobre mi cara, guardando por dentro su calzoncillo. Olfatié las zonas donde ceñían su verga y su culo pero solo tenían un olor sutil a perfume de hombre. Era el momento de abrir el tesoro y por fin tome con mis manos aquel hermoso calzoncillo de algodón blanco que llevaba puesto el día anterior. Mis latidos se iban acelerando, cada segundo eran más fuertes. Había esperado tanto este momento, era como tener su trasero y pito cerca de mí.
Miré su calzoncillo con mucha quietud. Estaba muy impecable, tenía el logo de talla s en él. Era suave y sedoso como su piel. Busqué alguna mancha. Deseaba tanto encontrar alguna… Después de ver la parte de su culo demasiado limpia revise el espacio donde habían estado esas bolas y pene. Una ligera mancha de precum se distinguía, brillaba entre un espacio de tela blanca, sí, era una pizca de semen y orín. No resistía más, necesitaba oler a mi primo, olerlo y hacerlo mío.
Llevé la parte donde habían estado sus bolas hacía mi nariz, su olor impregnó en mí, era un sutil olor a semen y orín adolescente. Aspiré más profundo. Seguramente pensó en alguna chica para botar ese líquido preseminal. Su olor a semen invadía en mi boca. Mientras aspiraba profundo, Imaginaba su verga dormida en la tela, sus pocos bellos púbicos con aroma a macho calentando sus testículos. Casi visualice como esa verga se ponía dura y botaba esa gota de leche.
-como te amo- susurré.
Solté mi mano izquierda y empecé a masturbarme imaginando mi cara en las bolas y verga erecta de mi primo.
Intempestivamente, me baje el pantalón hasta las rodillas, cogí nuevamente su adorado calzoncillo con mis dos manos y visualice el lugar donde estuvieron sus nalguitas. Esas redondas y paraditas nalgas que aparecieron muchas veces en mis sueños. Ese culo de macho arrogante que, seguramente, todas las chicas y chicos deseaban. Ahora yo lo tenía para mí, solo para mí.
No aguante más y llevé el olor de su culo hacía mi cara. Estaba en el cielo. Que delicioso le olía el culo a Jeff. El olor ligero a culo limpio, sexo y dulce hacían una mezcla perfecta para ganar el mejor aroma sexual del mundo. Aspiré muy profundo, quería que su olor invada todo mi cuerpo.
-Jeff, sigues oliendo delicioso.
Mi primo adolescente era tan limpio y cuidadoso que hasta su culo y seguramente sus pedos olían exquisito.
Imaginé esas nalguitas blanquitas y doradas, duras por el entrenamiento pero con la piel muy suave.
-Y pensar que este pedazo de tela rozó con su ano…
Su ano de mi primo ha de ser hermoso, esos pliegues rojitos y muy limpios. Lo imaginaba jugando el partido y ese calzoncillo rozando sus nalgas rosadas y sudadas.
Sin pensarlo ya me estaba masturbando. Mi excitación subió a mil y entonces me tiré en el piso y puse su calzoncillo en mi cara.
-Jeff eres mío -gemía con placer.
El aroma de su delicioso culo, de sus bolas, de su verga, de su leche. Nuevamente de su culo, su ano rojito de sudor por jugar fútbol. A ese hombre todo lo deseaban y yo estaba con sus calzoncillos en mi cara. Aspiraba, respiraba muy profundo. Mi pene quería penetrar ese culo, mi lengua quería lamer ese glande, esas bolas grandes y jugosas, con sudor de adolescente macho.
Mi masturbación iba en crecendo, más rápido más rápido.
Estaba llenándome de Jeff, mi primo, mi amor imposible.
Podía ver claramente su ano abriéndose y sus nalgas ahogando mi cara…. Mi leche salió estallando de mi verga.
-Jeff….
Vote muchos chorros de leche. Cayó en el piso, en mi pijama, en la tapa del váter, y en alguna pared.
Tirado sobre el piso, con el pantalón abajo, el calzoncillo de Jeff en la cara, mi verga dura que no dejaba de moverse; imaginaba que había tenido el mejor sexo de mi vida.
Estuve por un momento así hasta que escuché un ruido de celular que me alarmó.
Me levanté y puse el calzoncillo de Jeff dentro de su pantalón gris que había tirado en el piso. -menos mal no me corrí en él, pensé, por ser tan blanco seguro que lo notaría.
Dejé todo en su lugar, limpié y regué olor por todo el lugar.
Al dejar el baño, quise nuevamente oler ese calzoncillo, repetir todo lo que había hecho pero esta vez poner mi pene donde había estado su precioso culo… Pero la puerta del primer piso se abrió, y la bulla de mis primos y la voz de Jeff me detuvieron.
Regresé a mi cuarto para esperar aquella mirada dulce y arrogante del que había sido mío.
Uffff… Que morboooo…
🔥
Uff gran historia, quisiera tener el calzoncillo de un macho adolescente.
Gracias. No pierdas las esperanzas, siempre hay un descuidado 7u7
gran relato como sigue
Tengo varias anécdotas subidas con mi primo Jeff» búscalas así. Tiene un comienzo y subiré el desenlace.