A ESTEBITA LE GUSTA QUE LO PREÑEN 6: MI PAPÁ ME DESCUBRE CON TRES HOMBRES CLAVADO.
Lo que no quería que pasara, pasó y en la forma que menos esperaba. Fui descubierto por mi padre..
Como todas las tardes, estaba en la terraza de mi casa sentado jugando con el celular de mi padre. Al rato veo pasar a mi marido Toño en su moto, haciéndome señas que me esperaba más adelante, en seguida le pido permiso a mi papá que voy a salir a jugar con unos amigos en el campo. Me dirijo donde mi marido que me esperaba una cuadra después de mi casa.
Toño: “Hola mamita, ¿Cómo estás?, Tengo ganas de comerte, vamos a culiar, ¡Súbete!”
Yo: “¡Hola! Bien gracias, Toño. Sí claro, para ti siempre estoy disponible”.
Me subí a la moto y arrancamos enseguida. Vi que me llevó a una casa abandonada que está al final del pueblo, para mi sorpresa la casa no estaba sola, había dos hombres ya maduros como de 40 y 45 años.
Toño: “Mira Esteban te presento dos amigos Edwin y Óscar. A ellos les hablé de ti, diciéndole que eres un chico bien caliente y querían conocerte más a fondo, salúdales chupándole sus vergas”.
Muy obediente a la orden de Toño, me acerco a ellos y les toco el paquete que tenían debajo del pantalón. Inmediatamente se desabrochan sus pantalones dejándolos caer al suelo, quedando al descubierto sus vergas paradas. No tenían vergas tan grandes como la de Toño, eran de unos 16 cm o 17 cm aproximadamente, pero a mi marido nunca le digo no, porque soy su perra y puta, además verga es verga no importando su tamaño, me agaché ante ellos para engullirme sus vergas al mismo tiempo.
Chupaba sin dificultad por la corta dimensión de sus vergas. Edwin: era un hombre de 165 cm de estatura, contextura gruesa con barriga, 45 años, color de piel trigueño, totalmente velludo parecía un oso, tenía poco pelo en la cabeza prácticamente es clavo, ojos color verdoso, su pene a pesar de ser corto era grueso; Óscar: tenía 180 cm de estatura, contextura gruesa con barriga, 40 años, color de piel moreno, lampiño(es decir sin pelos en el cuerpo), cabellos color negro, ojos negros, su pene era delgado, pero cabezona y debido a su color moreno se veía apetecible.
Después de un rato de chuparle las vergas, mientras Toño observaba la escena, masturbándose, todos nos desnudamos. Edwin y Óscar me montaron, boca arriba, sobre una mesa de cemento, colocando algo antes sobre ella para que no me raspara, quedándoles el borde a la altura de las rodillas. Óscar me daba por el culo, mientras yo le chupaba a Edwin, después se alternaban. Toño sólo observaba masturbándose, sabía que por tener la verga más grande necesitaba que ellos le dilataran el culo a su puta para después enterrármela sin esfuerzo.
Óscar: “¡Wau Toño! Tú si eres un suertudo al tener a tu disposición siempre este culito apretadito”.
Edwin: “Ahora sí puedo comprobar cada palabra que decías de tu putica, lo caliente que era y lo mucho que disfruta al devorar las vergas que le ponían en frente. Es como una motosierra, es decir no hay palo que la aguante, ja, ja, ja, ja”.
Toño: “¡Muchas gracias señores! Por los cumplidos que le hacen a mi perrita, ya que eso hace que se caliente más por saber que satisface a los machos. Óscar dame paso que ya quiero clavarla y agradecerle por abrirle el culo, dilatándoselo, para no tener problemas en enterrárselo”.
Óscar me saca la verga del culo para cedérselo a mi marido Toño, que era el que estaba esperando. Él me cambia de posición poniéndome como perrito, mientras estaba chupándoles las vergas a Edwin y Óscar, Toño me iba enterrando suavemente su gran chorizo, centímetro a centímetro, hasta llegar donde cuelgan sus bolas. Yo me arqueé, de sentir como iba abriendo mi culo, mientras entraba ese monstruo en mis entrañas. Cuando vio que la tenía toda adentro, Toño se quedó un rato quieto, haciendo movimientos circulares para que mi culo se adaptara a su tamaño, una vez obtenido esto, Toño se desata a darme verga violentamente como a mí me gusta. Eso hizo que gimiera de placer, Edwin y Óscar se dieron cuenta que gozaba porque veía que me metía más sus vergas chupándolas con más ganas.
El nombre de mi papá es Javier se encontraba todavía en la casa, mientras a mí me abrían el culo esos tres hombres, alguien del pueblo me reconoció cuando llegamos en la moto y entramos en la casa abandonada donde me esperaban los dos hombres, porque fue a mi casa a decírselo.
Habitante: “¡Buenas tardes señor Javier! ¿Cómo estás?”
Papá: “¡Buenas! Muy bien, gracias, dígame, ¿En qué puedo servirle señora?”
Habitante: “¡Mire! Lo que pasa es que vengo a decirle que vi a su hijo entrar en la casa abandonada que queda al final del pueblo con un hombre desconocido en una moto”.
Papá: “¡Un hombre desconocido! ¿Quién será?”
Habitante: “Yo me preocupé enseguida, porque usted sabe que ahora en los noticieros dicen que se están robando los niños para sacarles los órganos y venderlos”.
Papá: “Bueno me parece raro que mi hijo esté por esos lados porque él me dijo que salía a jugar con sus amigos en el campo, pero gracias por decírmelo. Enseguida voy a buscarlo”.
Habitante: “De nada señor Javier, sólo cumplo con mi deber ciudadano de avisarle para evitar futuras desgracias”.
Enseguida mi padre salió en su bicicleta directo a la casa abandonada. Era una casa grande, no tenía puerta en la entrada, pero al ingresar era como un laberinto que tenía muchos cuartos y corredores, parte de ella tiene techo todavía, tiene alrededor muchos árboles cuyas ramas la cubren totalmente dejando pasar pocos rayos de luz. Antes me decían los abuelos que era una fábrica de cítricos, pero debido a que mi pueblo es zona anegadiza, la fábrica fracasó debido a la gran pérdida de naranjas producto de la creciente que mató todos los árboles, abandonando la construcción. Hoy en día se le considera la casa de los espantos ya que la gente dice que escucha ruidos y gemidos de personas muertas que penan en este mundo. Al llegar a la casa mi papá mira los alrededores y descubre una moto que está en unos matorrales cubierta. Entra, pero no ve a nadie a simple vista, se interna más en la casa, en medio del silencio lograr escuchar unos gemidos interrumpidos como si fuera un alma en pena, guiándose por ellos a través de ese laberinto llega donde se escucha con mayor intensidad. El cuarto donde se escuchaban los gemidos tiene calados con agujeros en la pared de la parte exterior que queda junto a la puerta del mismo, en el interior, enfrente de esta pared, había una ventana sin puerta que dejaba entrar la luz del sol permitiendo ver lo que estaba adentro.
Mi padre, muy sigilosamente, se acerca acomodándose para ver a través de los calados, el alma en pena que estaba gimiendo y quejándose. Podía notar que había cuatro personas: tres de pie y otra sobre una mesa en posición de perrito. Dos hombres estaban en un extremo de la mesa de cemento, tenían chupando a alguien que no se le podía ver la cara porque se la tapaba uno de ellos con su cuerpo y no los conocía, el otro estaba en el lado contrario de la mesa, bombeándole el culo al que tenían y conocía que era Toño Tolamba. No podía quedarse sin saber quién era al que tenían en la mesa, ya que él creía que su hijo estaba jugando con sus amigos en el campo. Miró alrededor del cuarto, descubrió que tenía un callejoncito que lo conectaba, entrando por ahí lo ponía en frente de la persona que tenían los tres hombres. Al hacer eso, pudo descubrir al alma en pena que estaba gimiendo y quejándose. Para su gran sorpresa, vio ni más ni menos que era su propio hijo al que tenían embutiéndole la verga por detrás y por delante.
Mi padre sintió que le bajó una corriente de la cabeza a los pies del asombro, pero también sentía un fuego que le comía de la rabia al ver como tenían a su único hijo varón esos tres hombres. Iba a intervenir inmediatamente para que pararan, pero al ver la cara de gozo de su hijo, cuando Toño lo clavaba salvajemente, manifestándolo a través de sus quejidos y gemidos; también la forma como chupaba esas dos vergas, metiéndoselas con ansia en su boca lo más que podía y al ver su penecito que lubricaba en abundancia, inconcientemente se detuvo por un momento observando esa gran escena de cómo su único hijo varón le gustaba y disfrutaba las vergas de hombre mayores. Al poco rato, reaccionó, entró al cuarto con cara de furioso. Los dos que me tenían chupando se espantaron, pero Toño, sinvergüenza seguía dándome sin parar que mi padre me lo tuvo que quitar. Yo estaba en éxtasis que ni me di cuenta cuando entró mi padre, sólo reaccioné cuando los dos hombres me retiraron las vergas de la boca y mi padre apartó a Toño, sacándome la verga del culo bruscamente dejándome el culo bien abierto. Al verlo me puse blanco no sabía que decir.
Papá: “¡Toma, ponte la ropa y vámonos de aquí!”
Así lo hice, nos fuimos en la bicicleta hasta la casa. Al llegar me metió en su cuarto.
Papá: “¡Esteban, yo te quiero mucho, quiero que lo sepas! Ahora quiero que seas lo más sincero conmigo no te voy a pegar ni nada por el estilo. ¿Esos hombres te obligaron a hacer eso? ¿Ellos te llevaron en contra de tu voluntad a ese lugar para violarte?”
Yo: “No papá, ellos no me obligaron a hacer nada, ni me llevaron en contra de mi voluntad yo mismo fui porque quise”.
Papá: “¡Hijo! Entonces, ¿A ti te gusta la verga? ¿Te gustan que te coman hombres mayores que tienen vergas grandes y no chicos de tu edad?”
Yo: “Sí papá, a mí me gusta mucho la verga, me gustan de los hombres mayores porque la tienen más grandes y me gozar más. La de los chicos de mi edad no me hacen sentir nada como los mayores”.
Papá: “¡Esteban! El que te estaba clavando era Toño Tolamba es uno de los hombres del pueblo que tienen la fama de ser vergones. ¿Tú ya le aguantas la verga de Toño?”
Yo: “¡Ay, papá! Esa es la verga que me gusta y sí ya se la aguanto”.
Mi padre me pidió que fuera lo más sincero posible y ya que me encontró en esa situación, por qué no decirle casi todo. Él sólo escuchaba, quedándose con la boca abierta ante las respuestas que yo le daba. Pensaba que me iba a pegar, pero no lo hizo como lo prometió. Él hacía esas preguntas para ver si era en contra de mi voluntad y poder demandar a esos hombres por violación a un menor ante la ley. Él no le dijo a mamá de esto que había ocurrido conmigo esa tarde, sólo la convenció para que me fuera de viaje a Bucaramanga a pasar unos meses por allá donde mi tía Sofía, como desterrándome de mi pueblo para no ver más nunca a mi marido Toño. Allá me tenían más vigilado, puesto que no conocía a nadie e iba siempre acompañado para cualquier lado, no usaba celular ni computador si no estaba vigilado por alguien, así que ni modo.
Estuve por fuera como dos o tres meses, pensando papá, que me podía olvidar de Toño tan fácilmente, pero no fue así. Ya nadie me cambia, mi culo sólo es de Toño y puede hacer conmigo lo que quiera con tal de no perderlo. Por el hecho que mi padre me destierre no me hará cambiar mi forma de ser. Él tendrá que aceptarme como soy algún día y vaya que, si lo aceptó, si supieran de qué manera, pero eso se los cuento en otra historia.
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