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Gays

Carlos, Aníbal y Rafael, mis estudiantes sobresalientes 7.

Relato la experiencia que viví el año pasado, cuando empecé a trabajar de maestro en cierta unidad educativa con mis alumnos de ultimo año..

 

Me llamo Cristóbal, tengo 29 años, y muchos de los que me conocen piensan que soy mucho menor, que ando por los 20 recién. Mido 1.70, mi piel es clara, pero no soy blanco, tengo un buen físico; no hago mucho ejercicio, pero por mi trabajo ejecutivo siempre estuve bien cuidado. En abril se me dio la oportunidad de iniciar a trabajar como maestro.

 

Se me ocurrió buscar algo de comer en la refri para ofrecer a mi invitado. Encontré fruta helada que nos caía bien para el calor que hacía. Cuando regresé de la cocina, Carlos ya se había sentado en el suelo y arrimado al mueble, cubriendo su sexo con su pantaloneta, cosa que me causó gracia. Me pareció innecesario, pero era lo que había hecho; le ofrecí de comer y también de beber.

 

En medio de la charla, pregunté: «¿Te gusto? ¿Cómo estamos celebrando esos 17?» «Sí, está bueno, ya tenía un buen tiempo sin coger, esto está muy cabrón. Primero te me montaste y te clavaste solito la verga, luego me pusiste a chupar culo; nia mis novias les he mamado bien la concha». ¿Pero te gusto o no? Eso es lo peor, me gustó hacerlo; ya estoy temiendo qué más me vas a pedir que haga. Nos reímos juntos.

 

En un instante terminó de oscurecer. ¿Hasta qué hora te puedes quedar? Hasta las diez siempre jugamos en el barrio; en mi casa me esperan a esa hora. Así continuamos nuestra reunión, compartiendo anécdotas, chistes; aproveché para saber más de sus amigos, en especial de Aníbal, que era el machito que me encantaba y el que me faltaba por hacer mío. La verdad, no tenía idea de cómo llegarle, por lo que se me ocurrió insinuarle que en las próximas conversaciones de amigos, él también diga que ya lo hizo y que le gustó mucho cogerse una concha de hombre, para que Aníbal sienta más morbo y soñar con que yo sea el que lo estrene, pero dijo que no, que prefería dejarlo en privado.

 

Carlos es buen conversador, su compañía es muy agradable y luego de lo que habíamos hecho estábamos más unidos y creando una gran amistad. Me percaté de que miraba mucho el reloj. ¿Qué pasa? No dijiste que te puedes quedar hasta las diez. Sí, hasta las diez, pero pasa que… Mira para otro lado. Yo juego hasta tres partidos cuando salgo.

 

Entendí su insinuación y reí. Pensé que ya no querías; vi que te cubriste cuando apenas terminamos, incluso cuando fuiste al baño y regresaste con la pantaloneta puesta. Me vestí porque me dio pena estar con la verga al aire mientras conversábamos; soy un hombre decente, dijo con cara sonriente. Fue un momento cómico para ambos, hablando de pudor después de la tarde que habíamos tenido. Por mi lado no hay problema, soy tu regalo de cumpleaños; por hoy puedes usarme las veces que quieras —serio—, comenta Carlos. —Claro, ya me conoces, soy de palabra.

 

Se queda pensando en silencio unos segundos. Ya sé, quiero que haga lo mismo que hizo al inicio, que juegue con su culo al frente de mí. Así lo hago: tomé el mueble que no tiene espaldar, lo ubiqué frente a mi hombre, me puse de espaldas y me agaché para hasta poner mis manos en el piso, para que mi concha quede totalmente expuesta a mi macho. Casi pude hasta sentir su respiración por lo cerca que quedé de su cara. Luego me puse de rodillas y, con las piernas muy juntas, bajé mi pecho lo más que pude para quedar bien empinado.

 

Eres toda una puta, exclamo mi macho, que no perdia detalle, empiezo con mi dedo a recorrer mi entrada, a jugar con mi sexo, giro la cabeza para ver a mi hombre y le digo, mojame con la cerveza, me mira sorprendido, como, echame cerveza en mi conchita, un poco despistado lo hace, tiemblo por el frio liquido que recorre mi entrada y empiezo a penetrarme con mi dedo, doy mi primer gemido, que es como una inyeccion de lujuria para mi hombre, enseguida otro dedo invade mi interior y siento otro chorro mojar mi entrada, papi que haces, tambien quiero jugar con tu huequito, Carlos habia metido su dedo en mi, me retiro y quedo solo el dedeandome, me retuerzo de placer al sentir a mi hombre jugando con mi entrada a su gusto, remedando un ritmo de penetracion, metiendo y sacando  sus dedos de mi interior. Mis gemidos invaden la sala, muestra del placer que me brinda mi hombre.

 

Apretaba mis dientes para no gritar mientras él hacía lo que quería conmigo. —Puta, qué arrechera me das, perra —comenta Carlos. Enseguida se acomoda de rodillas en el piso, con sus manos expone más mi entrada y empieza a comerla. De nuevo mi macho me daba tremenda comida de cola; su lengua recorría toda mi entrada y me arrancaba gemidos profundos. Tiemblos de placer y busco caer, pero Carlos me tiene agarrada y no lo permite. Cómo me encanta que me coman así, sin limitaciones, más que solo la búsqueda de placer.

 

Papi que rico me comes, quiero macho, tanquilo perrita que macho vas a tener, decia Carlos entre pausas, por un momento pense que a punta de chupadas y mordidas me iba a  hacer acabar, pero de golpe se pone de pie y siento su verga en mi entrada, perra mira como me tienes de nuevo arrecho, enseguida me agarra fuerte de las caderas y me penetra de un solo sin contemplacion arrancandome un grito de dolor y placer, con fuerza me apreta hacia su cuerpo para meter hasta el ultimo milimetro de carne en mi interior, ahhh perra que concha, decia mientras movia sus caderas, su pelvis se restregaba en mi trasero, por poco y caigo del mueble donde me encontraba, hacia el gesto de clavarmela mas y mas, a momentos me sentia en el aire solo colgando de sus brazos y verga.

 

Así te gusta, perra, que te tengan calada. No dejaba de restregarse contra mí de una manera exagerada para que sienta toda su hombría dentro de mí. A pesar de ya haber tenido dos corridas, su verga estaba a tope llenando mi interior. Qué rico, puta, así me tuvo un buen rato, como si nos hubiéramos quedado pegados como perros. Finalmente me suelta y nos separamos; siento cómo me deja abierto y vacío, y como por reflejo me cubro con mi mano.

 

Profesor, quien lo viera así con la conchita abierta y rojita, le voy a dar hasta que no se me pare la verga. Toma mi mano y la aleja de mi entrada, de nuevo me penetra profundamente y hace lo mismo que antes: me presiona para que su sexo entre al máximo y así me sujeta por un rato más. Literalmente cuelgo de él; se separa de nuevo. Ya no me cubro, entendí que eso es lo que busca, verme con la concha abierta.

 

Quedé atónito al ver a mi hombre; tenía la verga crecida. A mi vista se veía más grande o por lo menos más gruesa, fruto del jueguito que hacía conmigo de dejármela dentro. Ahora sí, profe, lo voy a reventar. Se quita las medias que aún mantenía, porque ya me había fijado que le hacían resbalar en el piso. Se nuevo me ensarta, pero esta vez sí empieza un movimiento de mete y saca. No se mide de fuerza, casi me tumba de donde me encuentro; tuve que improvisar con mi mano en el piso para aguantar sus embestidas. Carlos se percata de aquello y me hala hacia atrás para que ponga mis pies en el piso y mis manos queden de apoyo sobre el mueble.

 

En ningún momento se despega de mí, continúa con su cogida sin medirse; el sonido de nuestros cuerpos chocando era solo amenorado por los bramidos de mi hombre con cada embestida que me daba. Estaba completamente tomado, era una hembra montada por su macho y solo podia entregarme y disfrutar la cogida que me estaban dando, sin avisar retrocede y quedo vacio de nuevo, podia sentir lo abierto que estaba sin necesidad de tocarme, jueputa que hueco tan rico tienes perra, se agacha y siento su lengua entrar facilmente, me dio varias lamidas y chupadas, casi me iba al suelo con tanto placer, no resisti y apenas me toque me vine, sin perder tiempo mi hombre nuevamente me empotrado, escucho bramidos mas fuertes señal de que se venia la tercera corrida de mi macho, que no se limito en dar alaridos, me vengo, me vengo puta ahh, ahh, ahh que rico, gritaba mientras daba sus ultimas estocadas, siento como descarga en mi interior, el latir de su miembro dentro de mi mientras expulsa su escencia.

 

Carlos cae rendido sobre mi espalda, respirando agitado; extasiado, me da un beso en la espalda como forma de agradecimiento de brindarle tanto placer. Aún me mantiene ensartado. Qué rico es preñarlo, profe, qué rico hueco tiene. No resiste más, se separa de mí y se deja caer sobre el mueble. Todo su cuerpo brillaba por el sudor que reflejaba la luz encendida, su cara solo mostraba éxtasis y su mirada estaba perdida hacia el cielo. Me percaté de que su miembro contenía buena cantidad de la leche recién expulsada, por lo que me lancé a chuparla.

 

Esto le hizo temblar a mi hombre. —¿Qué haces, puta? Quiero comer la leche que tienes allí, hueputa, despacio, que la tengo sensible, perrita —decía mientras mantenía la mirada perdida. Así lo hice, recogí en mi boca la esencia que quedaba de mi hombre y, luego de ello, recorrí con mis manos su abdomen, su pecho, hasta llegar a su cuello, el cual besé de manera romántica. —Qué rico olor a macho tienes. —No dejé un momento de tocar su cuerpo con mis manos ahora que lo permitía por lo rendido que había quedado. Sentí que era mi oportunidad de comerle la boca y avancé con besos en su mejilla.

 

No resisti mas queria probar sus labios, nada perdia con intentar, con una mano lo gire hacia mi y con la otra le manosie su pecho como para que se mantenga exitado, no hubo mayor rechazo, basicamente nos dimos picos, que haces comenta Carlos aun confundido, quiero probar tu boca, no, ya le dije, eso es muy puto agrego sonriendo, sabia que era mi oportunidad asi que no retrocedi, volvi a tomar su cara y lo bese, hace un gesto leve de rechazo, pero insisto, puta no me va a dejar tranquilo, me empuja y se tira emcima de mi, me toma de la cara y me besa, ahora yo fui el sorprendido, empezo a besarme muy intensamente por unos segundos que para mi fueron el cielo hasta que se separo, Jueputa cabrorn hace unos segundos tenias mi verga en la boca, y tu mi culo, cae en cuenta de eso y sonrie. Pero definitivamente se aleja y se tumba al otro extremo del mueble.

 

Permanecimos en silencio un buen rato recuperándonos de nuestro tercer partido; como ya era de noche, el calor había disminuido. Escucho algo de ruido del departamento vecino, señal de que estaban llegando o ya habían llegado y no nos habíamos percatado. Carlos también los escucha, me mira preocupado. —¿Nos escucharían coger? —le digo—. A mí no, creo; a ti sí, que gritabas como virgen desvirgada. Reímos—. No creo, recién saben llegar a esta hora.

 

Ahora nuestra conversación fue más íntima; solo hablamos del placer que nos habíamos proporcionado. Me contó intimidades de su exnovia, que fue una chica de su barrio, cómo había sido su primera vez y la vez que más había disfrutado. Yo aporté con alguna de mis historias pasadas con las novias que tuve cuando tenía su edad.

 

—Profe, ¿y si nos echamos el último? Tanta charla me tiene. —Señala su sexo erecto, pues estuvo todo el rato manoseándose—. Pero, ¿qué hacemos con los vecinos? —consulta. —Pues vamos a la habitación. Allá es más privada, pero hay una condición. —Me mira intrigado—. Quiero que me demuestres cómo haces para llevarte a alguien a la cama. O sea, tengo que convencerlo para que me entregue la cuquita; sí, asentí con la cabeza.

 

Sin perder tiempo, Carlos se levanta como aceptando el reto, se tira sobre mí, empieza a respirar cerca de mi cuello, con sus manos a tocar mi pecho y apretarlo como si tuviera senos. —Me tienes muy caliente, chiquita, y si vamos al cuarto y hacemos cosas ricas… —No sé si pueda, me cogiste fuerte hace un rato y tengo la cuquita dolorida. —Vamos, prometo hacerlo más despacio. Acerca su boca como queriéndome besar, pero se va para un lado. —Bésame, papi. —Me da un pico—. Hago lo que quieras, pero allá. Te chupo la boquita, la conchita, pero vamos a la cama. Se levanta muy confiado, me toma de la mano para guiarme a la habitación, lo que permito ya sin resistencia. Qué delicia que un machito de 17 años te lleve a la habitación para hacerte suya; ver su cuerpo ya de hombre, viril, hermoso, desnudo caminar delante de ti me hizo sentir como la novia que va a entregarse por primera vez.

 

Ya en la habitacion me tomo de la cintura, me pego a su cuerpo y me beso, me guia a acostarme en la cama y se tumba a sobre mi, lo beso como si nuestras vidas dependieran de eso, mis manos recorren su cuerpo y el hace lo mismo, me susurra, quiero cogerte, acepto su invitaciom y giro mis caderas para quedar de cucharita, empieza a tocarme mientras nos seguimos besando, con su mano baja el elastico de mi suspensor, que la verdad no era necesario, pero creo que mas fue por simular que me despojaba de mi ropa, una de sus manos se apodera de mi trasero y lo recorre centimetro a centimetro, siento sus dedos jugar en mi entrada, ya no resisto quiero metertela me susurra tiernamente como pidiendo permiso.

 

Siento como su pene busca mi entrada y poco a poco me penetra, todo de manera muy tierna. —Ya eres mío —comenta Carlos sonriendo—. Me hiciste acordar la primera vez que le metí la verga a mi novia; hasta me hizo pensar que íbamos a hacer el amor. —Esto sí es bien puto —alega. —Cállate —le di una cachetada—. Así permanecimos un rato, con ligeros movimientos de cadera, totalmente opuesto a los que habían pasado en la anterior cogida.

 

Me separo de mi hombre, lo guio a que se acueste en media cama boca arriba, me termino de quitar mi suspensario, lo guio a que con sus manos agarre la cabecera de la cama, una vez trepado tomo su miembro, lo guio para que me penetre y enseguida estoy ensartado de nuevo, empiezo mis movimientos de cadera, que rico exclama, aferraba mis manos y uñas a su pecho, puta que rico, sigue moviendote asi, ahhh jueputa gime cuando acelero  mi cabalgada, cierra los ojos y abre la boca mientras apreta fuerte con sus manos la cabecera, ahhh puta, que concha mi amor se le escapa entre gemidos, te gusta, asi me entregue a mi primer hombre, uff putita, asi entregaste el chocho, que rico, comento entre gemidos, se retorcia mas de placer, parecia que llegaba al climax, daba alaridos, ahhh perrita, ahh no puedo acabar ahh, que pasa, ahhh chillaba.

 

Sin avisar se levanta, me abraza y me tumba para quedar él encima de mí; busca penetrarme, abro mis piernas y siento cómo me ensarta sin perder tiempo. Empieza su movimiento de caderas, lo abrazo, mis manos resbalan en su espalda sudada, sus gemidos en mi oído me vuelven loco. El ummm, ahhh, ahhh es solo lo que mis oídos escuchan. Toma una de mis piernas y la pone en su hombro; la penetración es profunda. Sentí un poco de dolor, por lo que lo agarré de la cintura como para evitar que entre más.

 

Toma mi otra pierna y también la levanta para que mis caderas se eleven y mi concha quede a disposición de su boca. Me come la concha sin reparo. Qué rico, perra, solo puedo gemir ante tal desenfreno. Qué rico, papi, me gusta cómo me comes. Suelta mis piernas y busca penetrarme de nuevo. Esta vez lo hace con fuerza. Ver su cara de placer me animaba a dejar que hiciera de mí lo que quisiera. Lo abracé con brazos y piernas; ya no me importaba nada, solo darle placer. Llegué a su culo y presioné, como empujándolo a que me la metiera más. Entendió el mensaje y empezó su desenfreno. Me penetraba con todas sus fuerzas, haciéndome su mujer.

 

Qué rico, papito, revéntame. Mis gemidos eran muy agudos, casi susurros; mis manos no dejaban de tocar. Se levanta un poco y quedamos cara a cara, jadeando y sintiendo que eramos uno, ahora si me voy a venir comenta, aplica toda su fuerza en penetrarme, fueron segundos de placer absoluto, ahh que rico, de nuevo estaba a tope pero no lo alcanzaba, jueputa, ahh ahh continuaba penetrandome, con sus brazos totalmente derechos y mirando al cielo, ahhh ahh, no llego cabron, ahh jueputa casi chillaba, por el contrario yo estalle sin el menor esfuerzo,ahh ahh jueputa, jueputa, no llego, no llego, maldecia, pase mis uñas por su espalda para ayudarlo, ahhh cabron, dio un alarido mientras me daba sus ultimas estocadas, su cuerpo se extremecio por la electricidad que recorrio toda su columna para llegar a su verga que estallo inmediatamente  en lo mas porfundo de mi, brindandole el mayor placer que se puede alcanzar, mi verga decia chillando del placer que su cuerpo le permitia sentir. Cayó rendido sobre mí jadeando, totalmente satisfecho. Levanté su cabeza para podernos mirar. —Feliz cumpleaños, amor. —Me manotea y sonriendo dice: —Cállate.

 

79 Lecturas/10 mayo, 2025/0 Comentarios/por Anonimo
Etiquetas: amigos, baño, culo, cumpleaños, mayor, sexo, vecino, virgen
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