Chaquetero, noche inolvidable
Anécdota de cómo aprendí a masturbarme con la ayuda de mi hermano a los 11 años. Uno de los aprendizajes más sabrosos y útiles de mi vida..
Así fue por muchos meses.
Mi hermano Daniel y yo dormíamos juntos en una cama matrimonial, no usábamos pijama, nos metíamos en las cobijas sólo con calzón, sin playera.
Me estaba acariciando el pito y había tomado mi mano para metérsela al calzón y que le agarrara la verga.
Me agradó lo que sentía y decidí seguir con aquello.
Desde luego, a esa edad yo ni pelos tenía. En cambio la verga de él, dura, peluda, gruesa, yo la sentía enorme, y lo era en comparación con la mía. Sus huevotes redondos se sentían ricos, la piel que los recubría me parecía más gruesa que la de los míos. A sus 13 años ya la tenía de señor.
Así estuvimos un buen rato, reconociendo nuestros sexos con la mano. Como dije, aunque yo ya había oído hablar de la chaqueta, en realidad no sabía bien en qué consistía. Con su mano tomó la mía para enseñarme lo que quería: empuñando su verga empezó a subir y bajar su cuero, mientras que con su otra mano, me hacía lo mismo a mí, sólo que a él le bastaban los dedos índice y pulgar para moverme el cuero mientras que yo tenía que usar toda la mano para movérselo a él.
De repente en mi mano su verga pareció ponerse aún más dura y hasta como que se movía sola. Mi hermano me detuvo sujetando mi mano para que ya no la moviera.
Yo quería continuar, pero él me agarró con fuerza, me soltó el pito.
Sentí entonces en mis dedos el líquido. Pensé que se había orinado, pero la sensación era distinta, era algo tibio, espeso y pegajoso.
Se dio la vuelta y ya no pude agarrársela de nuevo, pero entonces seguí con mi pito, jalando el pellejo un buen rato.
Aunque era agradable no sentí nada extraordinario y después me dormí. Ahí concluyó el entrenamiento esa noche.
Pero desde entonces, desde el día siguiente, cada que tenía oportunidad me encerraba en el baño, me acariciaba el pito y cuando ya lo tenía parado, empezaba con aquel movimiento tan rico.
Después de algunas semanas, una tarde que me lo estaba haciendo, alcancé mi primer orgasmo.
Sentí una especie de estornudo que se mezclaba con un escalofrío intenso, que iba de mi pubis hacia la cabeza de mi pito. ¡Fue delicioso!
Tuve que soltarme el pito, no podía seguir jalándolo.
Estuve un rato así, extasiado en mi placer, mientras mi pito poco a poco perdía dureza.
No me había salido nada, pero el gozo fue enorme.
Al día siguiente cuando pude, me encerré en el baño y repetí lo del día anterior.
Fue de nuevo estupendo, pero ahora, cuando me recuperé, volví a jalármela y luego otra vez.
Desde ahí, quería estarlo haciendo todo el tiempo. No perdía la oportunidad en el baño de mi casa, en el de la escuela, detrás de un árbol, en la azotea de mi casa, donde se pudiera.
Lo hacía por la mañana, por la tarde y por la noche en mi cama. Cada ocasión me la jalaba dos o tres veces cuando menos, así que me provocaba entre 3 y 9 orgasmos durante el día, aunque algunas veces me hice 12 e incluso 15.
Ya había adquirido bastante práctica, de modo que pronto me dí cuenta que, para que no se me irritara el rabo, convenía ponerle saliva. Me bajaba el pellejo y me escupía en la cabeza; lo hacía varias veces a lo largo de cada sesión.
Conforme pasaban los días, noté que el pito me empezó a crecer aceleradamente.
Cuando comencé me medía parado como 8 centímetros y era delgado, pero ahora ya rebasaba los 10 centímetros y se estaba poniendo gordo.
Después de algunos meses de estármela jalando así, ya como de 12 años, una vez que igualmente estaba en el baño dándome gusto, al alcanzar el orgasmo, experimenté mi primera corrida. ¡Fue aún más exquisito!
Al venirme mi verga escupió como 10 chorritos de semen mientras yo sentía que flotaba.
¡Fue lo más delicioso que hasta entonces hubiera sentido! Pero quedé agotado.
Tuve que esperar hasta la noche para volverlo a hacer.
Con la producción de leche, ya no podía hacerme tantas chaquetas, pero el orgasmo era más intenso.
Y como siempre, yo quería estarme masturbando todo el tiempo. Siempre hallaba la ocasión y el lugar para sacarme los mecos.
¿Qué les parece? Esto es completamete verídico.
Q Rico we , a ver q dia echamos chaqueta juntos
Cuando gustes. De qué parte eres, cómo te contacto?
Muy rico relato de inicios
Al final a los que nos gusta la polla ya somos bien pajilleros desde bien chicos
je je
Así es, fui super viciosa de la chaqueta. Hasta el día de hoy, jeje
Por supuesto que te creo porque a mí me sucedió algo muy parecido. Desde los 12 años empecé y a los 15 fue maravilloso porque ya me masturbaba pensando en mi hermanita. Actualmente sigo haciéndolo, pero pensando ahora en hombres.
Yo también sigo haciéndolo aunque estoy casado. A veces pienso en cómo me cojo a mi esposa, a otras amantes que he tenido y también en hombres, ya sea en anécdotas o fantaseo con algunos sobrinos, jeje