Como que esto es cosa de familia.
Un joven descubre que su tío abuelo no tan solo le dejó como herencia una finca, sino que descubrió también su gusto por travesti y dejarse dar por el culo además de mamar vergas. .
Como que esto es cosa de familia.
Cuando mi tío abuelo materno falleció, mucho años después que mis padres, de la noche a la mañana heredé una retirada finca, en los confines del mundo.
Por más señas cuando en la familia hablaban sobre aquella finca, decían que eso era donde el Diablo, perdió los cuernos.
Por lo que nadie visitaba la finca del tío abuelo, aparte de él mismo, que se quedaba un sin número de meses, metido en ella, sin salir.
Yo realmente no tenía muchas ganas de tirarme ese largo viaje, ya que cuando niño, la primera y última vez que visité la finca, tardamos más de catorce horas en llegar.
Pero antes de salir de la oficina del abogado que leyó el testamento, me comunicó que era necesaria mi presencia, para finalizar la venta de unas reses.
Cosa de la que yo no sabía nada, pero cuando me dijo que el trato ya estaba hecho, y que era más bien una formalidad mi presencia, para recibir el cheque cobrarlo y pagarle a los peones, por lo que no me quedó más remedio que ir.
Apenas llegué a la finca, se cerró el trato, me dieron el cheque, pagué a los peones, y el capataz a cargo de la finca, me entregó las llaves de la casa de mi tío abuelo.
Más que todo por curiosidad entré, y comencé a registrar, ya que al fin y al cabo todo eso era mío.
Fue cuando me encontré con una habitación cerrada, a la que finalmente entré tras buscar la llave en las cosas personales del viejo.
Ya dentro, me sorprendí al encontrar que esa habitación estaba llena de trajes de mujer, ropa íntima femenina, pelucas, maquillaje, zapatos, así como un gran número de collares, aretes, prendedores, y otras bisuterías.
Pero lo que más me sorprendió fue una caja fuerte que se encontraba abierta, llena de una gran cantidad de viejos álbumes de fotos, y varios diarios.
Ya que para la época en que las tomaron no existían las computadoras, ni ordenadores, ni memorias, en fin, como que fueron tomadas, a mediados del siglo pasado.
Al principio pensé que eran fotos familiares, pero apenas comencé a darles un vistazo, me di cuenta de que realmente no conocía a nadie de las fotos, excepto por la cara de una mujer, que se encontraba en la mayoría de las fotos.
Desde bien joven, así como adulta, y también como madura, aunque al principio me pareció una completa desconocida, pero al rato de estar observando las fotos, me di cuenta de que tenía cierta semejanza con mi madre, así como con mis hermanas, y en algunas fotos me di cuenta de que también se asemejaba a mí.
Fue cuando caí en cuenta de que se trataba de mi tío abuelo, a medida que fui viendo las fotos, no me quedaba la menor duda de que era él, en algunas fotos se encontraba muy elegante, y muy finamente vestido como toda una mujer, en grandes salones de fiestas.
Pero en otras, ya muchísimo más íntimas, continuaba vestido de mujer, pero dejándose dar por el culo de manera salvaje, o mamándole el miembro a algunos de sus acompañantes, quienes de manera descarada le agarraban las nalgas, cuando no era al parecer le gustaba irse quitando la ropa a medida que bailaba.
Yo no podía creer lo que había descubierto de mi tío abuelo materno, pero al seguir viendo las fotos, me di cuenta de que algunas de esas fotos, por la parte de atrás tenían anotada una fecha, que correspondía, a alguna anotación en alguno de los diarios.
Al principio por curiosidad, me pasé el resto del día, viendo las fotos, y leyendo las notas del diario.
Lo que me produjo una gran confusión en mi cabeza, y preguntándome que carajos sentía mi tío abuelo no tan solo vistiéndose, y seguramente actuando como una mujer, sino dejándose penetrar, y de manera desvergonzada poniéndose a mamar todas esas vergas.
Al siguiente día, después de desayunar, y salir a conocer la hacienda, apenas regresé a la casa, comencé a beber ron, mientras me puse a seguir leyendo los diarios de mi tío abuelo, al tiempo que iba cazando las fotos a las que correspondían las anotaciones.
Fue cuando encontré un título que decía nacimiento de Lucy, nombre que al parecer le gustaba usar cuando se vestía de mujer.
Según lo escrito en el diario, él nunca se sintió atraído por los hombres, ni nada de eso, es más, hasta tenía novia, pero cuando llegaron los carnavales, se fue a beber con varios amigos.
La cosa es que se emborrachó, al punto que perdió el sentido, y al despertarse aun bastante borracho, después de un buen rato fue que se vino a dar cuenta de que estaba vestido de mujer.
Y al preguntarle a sus amigos que había pasado, le dijeron que ellos habían estado jugando domino, y cuando él ya después de perder todo el dinero, quiso seguir jugando, bueno jugó y apostó que si perdía haría lo que sus amigos le pidieran.
Seguramente perdió, y sus amigos, le ordenaron que como estaban en carnavales, se vistiera de mujer, y saliera a fiestar con ellos actuando, y haciendo lo que hacen las chicas.
Esa noche el tío abuelo seguramente siguió bebiendo, y tras vestirse de mujer, sus amigos y él salieron a fiestar.
La cosa es que algunos de sus amigos, se aprovecharon de su estado, y poco a poco, le comenzaron a agarrar las nalgas, a mordisquearle la nuca, y cuando se vino a dar cuenta, ya uno de ellos lo tenía bien clavado, mientras que a otro se lo estaba mamando.
La cosa es que en toda la ciudad se enteró de lo que había hecho él, completamente borracho, y vestido de mujer.
Ya que, en la madrugada, a él y a sus amigos los arrestaron por faltas a la moral, al ser encontrados por la policía en un parque público, mientras mantenían relaciones.
Por lo que sumamente avergonzado, a los pocos días, llamó por teléfono con su novia, y ella antes de que él pudiera darle alguna explicación, terminó con él, y le tiró el teléfono.
Después de esa gran vergüenza, se fue de la ciudad, a la hacienda en el campo, y solo regresaba ocasionalmente.
A medida que yo seguía bebiendo ron, y leyendo los diarios de mi tío abuelo, y viendo esa gran cantidad de fotos polaroid, no dejaba de preguntarme por qué siguió haciéndolo, y en una de sus lecturas, dice. “Después de un tiempo, me di cuenta de que la verdad es que disfruté tanto, todo lo que me había pasado, que apenas tuve una oportunidad, en la soledad de la hacienda.”
“Mientras me daba unos tragos, me volví a vestir de mujer, y así lo estuve haciendo sin que nadie se diera cuenta de eso, por un buen tiempo.”
“Hasta que una noche, no tan solo me vestí de mujer, sino que como de costumbre, también me puse a beber.”
“Llegó un peón tocar la puerta de mi casa, y cuando le abrí me encontró así vestido, él en Lugar de asustarse, y regresar en otra ocasión, comenzó a decirme lo linda que me veía, lo buena que estaba, y continuó piropearme, por lo que yo lo invité a pasar, le ofrecí de beber, y ya antes de que llegase la media noche, ya me estaba dando sabrosamente por el culo.”
Yo seguía bebiendo, leyendo, y viendo las fotos, cuando de momento tratando de entender a mi tío abuelo, se me ocurrió, que bien como estaba solo en la casa, podía vestirme como mi tío abuelo, a ver que se sentía.
Pero al irme quitando toda la ropa, me di cuenta, de que, aunque no soy completamente lampiño, tengo alguno que otro vello en mi cuerpo, pero me acordé a ver visto una crema depiladora entre las cosas del tío abuelo.
Y sin pérdida de tiempo tras desnudarme completamente, embadurné todo mi cuerpo, menos mi cabeza, con esa crema.
Incluso hasta los vellos de mis axilas desaparecieron o, mejor dicho, se cayeron cuando la crema comenzó a hacer su efecto.
Después de eso, y mientras me daba uno que otro trago de ron, comencé a vestirme con la ropa que el viejo tenía guardada, lo primero que escogí fue una faldita corta tipo escocesa.
Luego una blusita medio transparente, y después me dediqué a escoger la ropa íntima que deseaba ponerme, y como casi toda era de encajes de color negro, no me fue muy difícil el decidirme.
Ya que, hasta medias de mayas, y ligueros tenía el viejo entre su ajuar, así como un sin fin de calzado de tacos, que por casualidad resultaron ser de mí misma talla, al igual que la ropa.
Luego me vi en el espejo que hay en esa habitación, y salvo que aún no me había puesto la peluca, me veía increíble.
Así que me puse una peluca morena, me maquillé ligeramente, y tras escoger un collar y unos zarcillos que le hicieran juego, me volví a ver al espejo.
Y la verdad es que me impresioné, me parecía tanto a mi mamá y a mis dos hermanas, que seguramente cualquiera nos podría confundir, o por lo menos eso pensé yo en ese momento.
Esa noche me quedé dormido en el sofá de la sala, y al día siguiente, apenas me desperté me quité la ropa, me di un baño, y salí.
Afuera me esperaba el capataz, para seguir recorriendo la hacienda, según había pedido mi tío abuelo que lo hiciera, para ver si yo decidía quedarme o no.
Recorrimos la hacienda, y antes de regresar el capataz me comunicó que los peones, esa noche querían celebrar, a ver si les permitía que agarrasen una ternera, y la beneficiaran.
Yo como la verdad es que estaba más concentrado en seguir leyendo el diario del tío abuelo, sin pensarlo mucho le dije que sí.
Así que apenas regresé a la casa, después de comer algo ligero, me volví a encerrar en aquella habitación, para seguir leyendo y viendo más fotos, mientras me daba uno que otro trago de ron.
Pero al poco rato de comenzar a leer, y ver las fotos, se me antojó el volverme a vestir de mujer, por completo, pero en ese momento agarré un ajustado vestido rojo, que me quedó bien ajustado a mi cuerpo.
Y así lo hice, mientras que ocasionalmente comparaban mi imagen en el espejo con alguna que otra foto, de cuando era como de mi edad.
Ni idea tenía de que hora era, cuando sentí que alguien tocaba a la puerta de la casa, desdés afuera escuché la voz del capataz, diciéndome que el ron ya se les había terminado, y para ver si a mí me quedaba alguna botellita por ahí.
Lo cierto es que quedaba caja y media completa, y en ese instante, como que se me olvidó que yo estaba así vestido, y de inmediato le abrí la puerta, diciéndole que se podía llevar unas seis botellas.
El capataz al verme no hizo comentario alguno, si se medio sonrió de manera picara, y de inmediato me dijo. “No es justo que usted haya puesto la ternera, el ron, y no nos acompañe esta noche, además, ese vestido rojo le queda muy bonito, fue cuando me di cuenta de que se me había olvidado de que estaba así vestido, con todo y peluca, maquillado y hasta incluso perfumado.”
Yo pensé en retroceder, y quedarme dentro de la casa, pero en ese momento el capataz, me dijo. “Su tío le gustaba hacer eso mismo, y los chicos aquí lo apreciaban, y respetaban mucho. Así que no se eche para atrás, y acompáñenos.”
Muerto de miedo y vergüenza, comencé a caminar en aquellos tacos altos, hasta que llegamos al patio donde se celebraba la fiesta.
Algunos peones parecían sorprendidos, mientras que otros al parecer no le dieron la menor importancia a mi cambio.
Yo seguí bebiendo, he incluso comencé a bailar con uno que otro de los muchachos, pero al entrar más la noche, en cierto momento en que el capataz me sacó a bailar, aparte de que me apretó contra su cuerpo, comenzó a decirme lo buena que yo estaba, y que le encantaría no tan solo besarme, sino también clavarme su verga.
Ante tantas cosas que me estaban sucediendo, me sentía confundido, aparte de lo mucho que había bebido, y cuando él comenzó frente a todas a agarrar mis nalgas, yo lo deje que continuase.
Hasta que poco a poco me fue subiendo la falda del vestido, y cuando mis nalgas estuvieron ante la vista de todos, se colocó tras de mí, me bajó un poco los pantis, que me había puesto, y ante tres o cuatro peones que aún quedaban en la fiesta me penetró, divinamente.
En mi vida me había pasado algo así, y aunque no les mentiré diciendo que no me dolió nada, al poco rato yo disfrutaba de un placer sin igual.
Sintiendo como el capataz enterraba, y sacaba completamente toda su sabrosa verga de mi apretado culito.
Al poco rato, mientras aun él me seguía clavando divinamente, nada más bastó que uno de los peones sacara su verga del encierro de su pantalón, para que yo al tiempo que el capataz me seguía clavando, yo me pusiera a mamar aquella verga, cosa que, en mi vida, nunca antes había hecho.
Después de que él terminó de venirse dentro de mis nalgas, tras asearme frente a todos ellos, expulsando aquella tremenda cantidad de semen, de inmediato se me acercó otro de los peones, y sin perder tiempo, también me ha clavado sabrosamente toda su verga.
Y lo mismo sucedió con otro, ya que apenas terminé de mamárselo a uno otro lo suplantó de inmediato.
Yo chillaba y gemía de placer a medida que sentía como algunas de esas vergas, entraban y salían de mis nalgas, ya fuera que me pusiera en cuatro patas, o que me recostase boca arriba sobre uno de los bancos, mientras frente a todos me seguían dando verga y de la buena.
Yo la verdad es que, hasta esos momentos, no había ni remotamente pensado en quedarme a vivir en la hacienda, pero como dicen, esto es cosa de familia.
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