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Gays, Incestos en Familia, Intercambios / Trios

Dos gemelos culones para una sola polla

Como esperaba, Ale no lo pensó, se agachó de espaldas y bajó su trusa mojada. Papi… juro que ese culo blanco rebotó como obra divina, redondo, paradito, con el anito rosita expuesto cuando sus cachetes se separaron y rápidamente formaron un bulto en mis bóxer..
Este es un relato NO es mío, es uno un lector que me dio permiso para publicar, es 100% real.

Mi nombre es Rey, soy de Puerto Rico, tengo cabello negro y desde chamaquito crecí en el campo, obtuve una piel bronceada y un cuerpo esbelto, pero con brazos anchos desde la adolescencia que se forjó a punta de trabajo bajo el sol, no en un gym de ciudad. Actualmente, tengo 21 años, pero esto pasó cuando yo tenía 14.

Todo comenzó cuando uno de mis primos mayores se volvió a casar y su nueva mujer tenía dos hijos de 11 años, preciosos. Alejandro y Santiago eran gemelos, de piel blanca y rubios de ojos verdes, pero la cereza del pastel eran sus culos regordetes dado a que practicaban béisbol en ligas menores.

La vida en el campo es tranquila dado a que todos se conocen, los vecinos confían en que sus hijos anden libres y solos por la comunidad sin importarles dónde estén, cuánto tarden y con quién. Bajo esa tranquilidad, se escondía un mundo de perversiones con niños y niñas cogiendo en fincas o en establos.

Gracias a eso, para mis 14 años ya me había bajado los pantalones con varios niños menores o de mi edad dejando sus culitos y vaginas llenos de leche, pero nada como Ale y Santi, que eran la cúspide de la belleza infantil, los primeros rubios en llegar al barrio y por ello necesitaba agregarlos a mi lista de culitos preñados.

La tensión aumentó un día cuando mi primo y su esposa me pidieron amablemente que llevara a los gemelos al río que había cerca de donde vivíamos para que se integraran con los demás niños y yo de una lo vi como la excusa perfecta, ya saben: traje de baño bajitos, sin camisa, culitos destapados. Ellos tímidos, pero cooperando. Dije que sí de una y me los llevé al río a que se diviertan un rato.

Yo llevaba puesto mi traje de baño azul oscuro que me llegaba a las rodillas, pero era muy ligero y además no llevaba playera, pues no me avergonzaba mostrar el físico que me regaló el trabajo duro. Santi llevaba una playera azul lisa y Ale una blanca con estampado.

– Ahorita venimos, vamos a cambiarnos. -dijo Santi con su mochilita en mano-.

– Nah, cámbiense aquí, si estamos entre varones. -contesté. Era obvio que quería echarles el ojo.

– Eso mismo le dije a Santi, pero el pendejo le da vergüenza. -agregó Ale, quitándose la camisa, mostrando su cuerpecito delgado y ya con señas de marcarse por el deporte-.

– Ta bueno, pero apúrense. -agregué mirando cómo se iban detrás de una roca, que justo cubría sus cuerpitos.

En eso llegó mi otro primo, Diego. Era un año mayor que yo, cabello castaño, cuerpo con abdominales definidos y siempre se le marcaba un bulto debajo de su shorts.

Diego y yo compartíamos muchas cosas, rivalidades por la comparación de nuestras madres, pero también nuestra perversión por los niños. Cuando íbamos creciendo solíamos cogernos o turnarnos para coger a los niños del barrio, de ahí otra rivalidad: competir por quién dejaba preñados primero los culitos de los niños.

Diego iba con un bañador amarillo y de igual manera mostrando su cuerpo de adolescente. En eso salieron disparados al río Ale y Santi ya con sus bañadores puestos. Ufff, lucían deliciosos con esos slipers tipo tangas, usaban ambos unos de color rojos que apretadaban sus culitos bien parados y al mojarse se les metían entre las rajitas, marcando cada curva y si dejar nada a la imaginación. No pude evitarlo, se me paró ahí mismo y tuve que moverme el bicho pa’ que no se notara.

Nos metimos al agua y para aventarse, los gemelos escalaron una rocas con sus trajecitos bien pegados a sus culitos. Diego estaba a mi lado con una sonrisa de bellaco y viendo fijamente ese par de nalgas regordetas menearse mientras se sobaba el bulto en su entre pierna.

Me miró sin perder su sonrisa y me hizo una seña como si agarrara unas nalgas invisibles, pa’ luego agarrarse el bicho que tenía durísimo, como si me estuviera diciendo «esas nalgas son mías».

Siguió a los gemelos a la roca y con la escusa de querer ayudar a subir a Ale, logró agarrar sus nalgas y luego fingió resbalarse para clavar su cara en el culo regordete del niño; ambos rieron como si fuera un accidente gracioso.

Santiago por el otro lado, volteó dándonos la espalda e inocentemente separó sus nalgas para sacar su traje de la raja, que se había hundido en su blanco y lampiño culito. Con esa escena en mis ojos mi bicho me latía y no podía soportar más, mencioné que iba a ir a orinar y me retiré de aquel lugar.

Me alejé lo suficiente para esconderme detrás de unas rocas y sin pensarlo me bajé los pantalones y liberé mi polla, la cual tenía en 16 cm de pura erección en aquel momento. Clarito como mi piel antes de que el sol me bronceara y mi glande de un tono rosita. La tenía bastante grande la verdad, acompañada de venas y un par de huevotes que me suplicaban ser exprimidos.

Tomé mi bicho en mis manos y comencé a masturbarme con salvajismo. No me hizo falta escupir, el agua del río ya me lo tenía resbaloso. Mi pene estaba durisimo con las nalgas de esos gemelos en mi cabeza. Cerré los ojos para visualisar mejor ese momento donde los vi desde atrás, con sus culitos blanquitos, mojaditos, con esos trajes hundiéndose entre las rajitas y abriéndose para mí. Uffff papi me volví loco. Sentí cómo la lechita empezaba a subir desde mis huevos con presión hasta llegar a mi glande, para luego disparar en la hierba varios chorros de leche que me hicieron estremecer y soltar un gemido ahogado. Sacudí mi bicho para limpiar los restos de mi corrida y con una cara ya relajada me subí mi los pantalones y regresé con ellos al agua.

Jugamos un rato entre empujones y agarrones de culo disimulados y tiempo después nos fuimos de regresó.

Pasaron los días y eso se volvió rutina:

Mi primo y yo nos la pasábamos todo el día con ellos, agarrando sus culos cada que podíamos, jugando luchitas en los establos en las que arrimabamos nuestros bichos en sus culitos. O los llevábamos al río con sus trajecitos apretados para ver sus culitos mojados y rechonchos.

El tiempo pasó así. Notaba que Santi era demasiado femenino, y si bien los dos tenían un cuerpo de putitas similares, Santi se veía mas muejercita, pero era demasiado tímido y tranquilo. Alejandro por el contrario era un huracán que hacía lo que le pidieras con emoción y curiosidad.

Un día, que el autobús nos dejó seraca de casa después del cole, les propuse tirarnos al río antes.

– pero no traemos trajes.-respondió Ale con una ligera decepción-.

-Pues se tiran en ropa interior. ¿Qué más da?. -contesté rezando por que acepten-.

– ¡Dale! -respondió Ale de una. Santi al principio dudó, pero su hermano lo termino por convencer y pa’l río nos fuimos.

Cuando llegamos nos despejamos de nuestra ropa. Yo me quedé en un bóxer negros y los gemelos en trusas muy similares similar a sus trajes de baño, tenían estampados de caricatura cada uno con un patrón distinto. Se les pegaban en su rajita haciendo presión en sus glúteos, marcando cada curva porque de verdad que eran muy nalgones.

Jugamos un rato como si nada, pero cuando ya era hora de regresar, Santi dijo que no quería irse con la trusa mojada. Y ahí fue donde solté:

— Pues quítense las trusas pa’ que se sequen mientras seguimos jugando, tranqui.

Como esperaba, Ale no lo pensó, se agachó de espaldas y bajó su trusa mojada. Papi… juro que ese culo blanco rebotó como obra divina, redondo, paradito, con el anito rosita expuesto cuando sus cachetes se separaron y rápidamente formaron un bulto en mis bóxer.

Santiagos nos veía incómodo y sin atreverse, así que le dije que no pasaba nada, bajé mi bóxer y salió mi polla erecta por el espectáculo reciente del culo de Ale. Ambas miradas de los gemelos se pasaron en mi bicho feliz.

– Diablo Rey, ¿por qué está tan grande? -dijo Alejandro con una cara de asombro y sus ojos clavados en mi polla-.

– Porque yo soy grande. Y cuando sean mayores estará así. -respondí, con la mirada fija en su culito, que fue el que provocó que estuviera así-.

Santiago aun se veía indeciso, así que Alejandro le recordó que era igual que bañarse en las regaderas con su equipo de béisbol, aquello acabó por converserlo y bajó su trusa colocándola a un lado de la mía y la de Alejandro. Así pude ver sus culos uno alado del otro y sus pollitas ya destapadas de su prepucio de 6-7cm y muy blancas, con sus huevitos aun no desarrollados que parecían canicas.

Nos metimos otra vez al agua, pero esta vez ya estábamos los tres desnudos, jugando a las luchas, pegando piel con piel. En una de esas, agarré a Santi por la cintura, lo pegué contra mí, y puse mi bicho todavía duro entre sus nslgas. Él lo apretaba y hacía presión en mi bicho mientras se restregaba con la excusa de las luchas.

– ¿Se te paró? -dijo Santi volteando a mirarme-.

– Sí, pero es normal a esta edad jaja.

Alejandro se acercó y pidió a Santi que se bajara de mis brazos para que pudiera ver mi polla.

– Jajaja, ¿cómo le haces para que esté así de grande? -preguntó Alejandro sorprendido-.

–  Pues meterla a los niños y pajearte hace que crezcan. -respondí con una calentura por todo el cuerpo.

– Es que ya nos pajeamos los dos y no sentimos que crezcan. -respondió Ale-.

– Tal vez lo hagan mal. Salgamos del agua y les muestro cómo se hace.

Ambos obedecieron y nos pasamos detrás de las mismas rocas escondidas donde me había pajeado semanas antes.

Les pedí que me mostraran cómo se pajeaban. Los dos se tumbaron a mis lados y con sus deditos (debido a su pequeño tamaño de polla) comenzaron a pajearse esos pequeños penes. Esa escena me calentó mucho, tomé mi polla a reventar y comencé a masturbarla lentamente  para no venirme en un instante y disfrutar la escena. Los ojos de los gemelos se detenían en el sube y baja de mi mano en mi bicho. Alejandro se levantó y puso una mano en mi tronco.

– ¿Puedo? -preguntó Alejandro con su manita tratando de cerrar su puño en la base de mi polla. Su tacto se sintió como una corriente en todo mi cuerpo.

Asentí y comenzó a pajearme lentamente. Santiago después de ver unos 2 minutos la escena, tomó la posición del lado contrario que su hermano, tomando mi polla y haciendo los mimos movimientos que vieron que yo le hacía a mi pene. Esa escena era la cosa más morbosa que he presenciado en todos mis recuerdos con niños, dos gemelos rubios y hermosos desnudos con sus colitas al aire sentados tomando mi polla habilmente como si fuera un bate de béisbol.

Sus manitas subían y bajaban con un ritmo precioso, como si yo fuera el protagonista de una película pronografica infantil, con dos putitos pajeandome como si supieran que hacer y fuera una escena planeada con guión. Tras unos minutos donde tenía cerrados mis ojos disfrutando la paja, lleve mis manos a los culitos de los gemelos y comencé a apretar sus nalgas y a pasar mi dedo en circulos por sus oyitos.

– Si usan las leguas, se llevaran una sorpresa -le dije ya soltando pre-semen por mi uretra.

Y sentí como Alejandro se llevó por impulso su boquita a mi glande, ya que no podía chupar más que eso. Su boquita se sentía calentita en mi cabecita, tras unos instantes, Santi como en todo, siguió a su hermano y pronto tenía dos boquitas compitiendo por mi bicho. Les dije lo que tenían que hacer mientras continuaba apretando sus culitos y disfrutando de la doble mamada. Ale continuaba chupando como un becerro recien nacido mientras pasaba su lengua en circulos por mi glande, mientras que Santi deslisaba su lengua por mi tronco como si fuera una paleta hasta llegar a mis huevos los cuales trato de meterse en la boca, pero solo logro introducir uno. Sabía que no iba a durar más, así que le dije a Santi que se pusiera de pie frente a mí y se separara los cachetes con sus manos, Santi como buen putito obedecío y mientras que su hermano continuaba succionandome la polla. Yo enterré mi rostro entre las nalgotas de Santi, lamiendo todo su culo a la vez que movía su colita y yo le sostenía la cabeza a Ale para que no se apartara mientras que le llenaba la boca con cuatro disparos de mi leche.

– Puaj, ¿qué es eso? -preguntó confundido Ale, todavía con un poco en su boca-.

– Es lechita de hombre. – respondí entre suspiros por mi corrida-. Si la tomas como la materna, te van a crecer grandes los huevos y el bicho.

– No sabe a nada, solo saladito. -dijo Ale saboreando mi semen-.

– Lámelo de aquí. -dije tomando mi polla aun con chorros de semen bajando en la cabeza y parte de la base-.

Alejandro nuevamente fue el primero en llevarse mi polla a su boca lamiendo los restos de semen.

– ¡Ey, yo no he comido! -respondió Santi chupando de igual forma mi polla-.

Eso me hizo estremecer, tenía 2 putitos peleando por lamer la leche de mi glande al mismo tiempo. Una escena morbosa que parecía salida de cualquier mente perversa.

Terminaron de chupar toda la leche restante y me preguntaron cuanto pasaría para que les creciera las pollas y los huevos como a mí. Yo les respondí diciendo que todavía tenían que beber más para que diera resultado, pero que conocía una forma de hacer que fuera rápido y era dejándose llenar los culitos con ella.

– Pues avanza y llenanos – exigió Ale separando sus cachetes y mostrándome su anito rosado.

– Tú siempre quieres ser el primero, que me llene a mí -le respondío Santi separando sus cachetes de igual forma.

Tenía ambos culitos, vírgenes e infantiles a mi completa merced y que podía dejar preñados antes que mi primo lo hiciera, pero escuchamos la voz de la mamá de Ale y Santi gritar su nombre a lo lejos y tuvimos que vestirnos rápido para que no nos cachara.

Dejé a los gemelos en su casa ese día, no sin antes decirles que no le contarán lo que hicimos en el río a nadie y quedando al día siguiente para jugar en los establos (y así poder terminar lo que empezamos).

Denle amor si quieren saber cómo sigue esta historia, nuestro lector que la proporcionó menciona que hay más anécdotas con los gemelos y su primo.

Si gustan compartir su historia más perversa, contáctenme y publico sus relatos. Gracias.

162 Lecturas/1 julio, 2025/0 Comentarios/por Gabito180
Etiquetas: baño, cogiendo, hermano, mayor, mayores, primos, recuerdos, semen
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