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Gays, Incestos en Familia, Intercambios / Trios

Dos gemelos para una polla, pt 2

La habitación se llenó de gemidos de niños y sonidos de huevos rebotando contra nalgas. Si hubieran abierto la puerta en aquel momento, se toparían con la ecena de un niño rubio de 11 años siendo violado por un adolescente de 14, mientras que su gemelo yacía al lado con el culo abierto y chorreando .
Esta es la segunda parte del relato, la primer la pueden encontrar aquí:

Dos gemelos culones para una sola polla

Después de lo  río, pasaron un par de días en los que no podía sacarme a los gemelos de la cabeza. Cada noche, cada vez que me pajeaba, eran ellos dos los que venían a mi mente: esos culitos regordetes y apretaditos, sus boquitas tragándose mi leche y en cómo sus oyitos infantiles iban a temblar cuando finalmente los tomara como se debe.

La idea me tenía vuelto loco.

Después de tantos días aguantándome las ganas, decidí armar el plan. Fui directo donde mi viejo y le solté:

— Quiero invitar a los gemelos a quedarse esta noche. Compré el nuevo Call of Duty y quieren jugar.

Él ni me miró.

— Allá tú… pregúntale a la mamá de ellos, no a mí.

Mi jefe siempre fue así. Le valía bicho quién se quedara en casa mientras no le jodieran la paz. Así que fui directo a la casa de los gemelos, donde toqué la puerta y fui recibido por mi primo al cual le solté la misma línea.

—¿Pa’ qué? —me preguntó.

—Pa’ jugar un rato. Compré el Call of Duty y ellos lo querían jugar.

Él miró a su esposa quien estaba en la cocina, ella solo levantó las cejas y encogió los hombros como diciendo “haz lo que te dé la gana”. Entonces él gritó:

—¡Ale! ¡Santi! ¿Se quieren quedar con su primo?

Ambos niños rubios salieron al pasillo vestidos solo con trusas de caricaturas que marcaban todo… y cuando digo todo, papi, es TODO. Sus culitos respingones se les marcaban por encima de la tela y sus muslos de niños se veían bastante carnosos para su edad.

Cuando mi primo se dio la vuelta para cerrar la puerta, yo me agarré el bicho sobre el pantalón y me lo meneé, solo para que ellos lo vieran. Los gemelos se miraron y rieron, y Ale me sacó la lengua y la movió como lo había hecho aquella vez en el río, sobre mi glande. Lo que provocó que se me alborotara aún más el boxer.

Esperé a que cayera la noche, y volví a buscarlos para ayudarlos a cargar sus sábana y ventiladores, y en cuanto llegamos entramos directo a mi cuarto donde cerré la puerta y me quité la camisa y los pantalones, quedandome solo en bóxers rojos, con el bicho ya marcando la tela.

— Si quieren, pueden quedarse así también —les dije con una voz casual.

Ale fue el primero en seguir mi ejemplo y se quitó la camiseta de una y quedó igual que yo: trusa azul ajustada que dejaban poco a la imaginación. Santi se animó al rato, pero dejó su playera puesta.

Empezamos jugando en la PS4, y mientras apretaba los botones y movía los joystick, notaba como Ale y Santi miraban mi erección que todavía no se marcaba sobre el bóxer.

Fue Ale el que rompió el hielo:

— Nos hemos estado pajeando todos los días desde lo del río. Y también… —hizo una pausa, y sonrió como un cabrón malicioso— …también nos metemos los dedos en el culito cada vez que nos bañamos, como nos habías dicho.

Yo me le quedé mirando fijamente, y sentí cómo mi bicho palpitó.

—¿Y les ha crecido en pipi? —le pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

— Nah, los veo iguales —dijo levantándose la trusa para echarse una ojeada.

— Eso es porque solo han tomado leche de macho una vez y fue por la boca. Si quieren volverse hombrecitos, se las tengo que echar por el culito para que sea más rápido.

Santi, que estaba medio callado, me miró y preguntó:

—¿Hoy nos la vas a dar?

Acomodé mi erección hacia un lado de mi bóxer y me puse de pie. Caminé hacia la puerta de mi cuarto y la abrí con cuidado. Me asomé por el pasillo y vi que mis padres seguían despiertos en la sala, viendo la tele. Volví, cerré la puerta con cuidado para sentarme entre ellos y les pasé un brazo por encima sintiendo como el calor de sus cuerpecitos se pegaba al mío.

— Sí, pero hay que esperar a que todos se vayan a dormir —les respondí.

Ale deslizó su mano sobre mi muslo, hasta llegar a mi bicho que ya estaba morcillón, y lo empezó a acariciar por encima del bóxer. Santi hizo lo mismo por el otro lado, pero con mis huevotes que también se marcaban y luego se olió la mano y sonrió. Yo estaba a punto de perder el control viendo como una mancha de pre-semen aparecía en mi bóxer, hasta que mi mamá abrió la puerta y Santi se sentó rápido sobre mi regazo para cubrir mi erección.

— Papá y yo ya nos vamos a dormir, no queremos a nadie afuera —ordenó mamá.

Mi bicho quedó apretado entre las nalgas de Santi y el calor de su culito de niño se pegó a mi bóxer húmedo. Me mordí el labio para no soltar un gemido y solo le levanté el dedo pulgar a mi madre, sin decir ni una palabra. Ella cerró la puerta sin sospechar nada y los gemelos se rieron porque casi nos atrapaban.

— La tienes bien grande —sonrió Santi, meneando su culito con mi bicho aún entre sus nalgas.

Ambos gemelos volvieron a reír, mientras que yo sacaba mi erección de entre las nalgas de Santi, antes de perder el control. Luego les ordené subirse desnudos a mi cama y ponerse de perritos mientras yo salía a revisar si mis padres ya se habían dormido. Esperé unos minutos para salir, en ese tiempo cachonedeaba a los gemelos.

Ya no aguantaba las ganas de preñarlos, pero no podía correr riesgos, así que me pillé el bicho endurecido entre las piernas, caminé rápido hacia el cuarto de mis padres y me asomé por su puerta. Efectivamente estaban ambos roncando.

Corrí con una sonrisa hacia mi habitación y la vista que me encontré me dejó babeado.

Dos gemelos rubios que estaban acostados sobre mi cama levantado sus culitos regordetes de 11 años, blancos, lampiños y esperando ser preñados por la leche de mis huevos. Le di la vuelta a la cama planteándome frente a ellos los cuales sonrieron y me bajaron el boxer con sus boquitas, liberando mi bicho erecto que chocó contra la carita de Santi. Ambos me miraron con esos ojitos verdes sin dejar de sonreír a la par que yo presionaba mi glande ya goteando pre-semen contra sus mejillas y luego de que yo les soltara una sonrisa y les guiñara el ojo, ambos atraparon mi bicho con sus boquitas y comenzaron a trabajar dándome una doble mamada.

— Ufff, pero que par de putas chupa pollas se han vuelto – gemí llevando mis manos a detrás de mi cabeza mientras movía mi pelvis metiendo y sacando mi bicho de la boca de Santi mientras que Ale no paraba de jugar con su lengua en mis huevotes.

Miré hacia abajo y vi como mi bicho entraba y salía de las boquitas de los gemelos, los cuales hacían arcadas cuando mi bicho les llegaba a la garganta y luego comenzaron a besarse con mi glande entre ellos. Les quité mi polla cuando sentí la leche comenzar a subirme y dejé que se siguieran besando. O más bien, dejé que Ale siguiera reclamando la boca de su gemelo con posesividad.

Cuando sentí la leche regresar a mis huevos me paré detrás de los gemelos los cuales empezaron a mover sus colitas y a separar sus cachetes mostrándome sus hoyitos rosaditos y vírgenes de niño. Sin pensarlo me agaché detrás de Santi que no dejaba de restregar su culo regordete contra el de su hermano y clave mi rostro entre aquellas suaves e infantiles nalgas, devorando su hoyito con mi lengua. Santi gimió como la putita que era y Ale comenzó a golpear sus nalgas contra las de su hermano para llamar mi atención. Y vaya que el putito si lo logró.

Saqué mi lengua del oyito de Santi dejando un hilo de saliva, el cuál se rompió cuando hundí mi cara en el culito de Ale. Aquellas nalgas olían más a sudor y a niño que las de su hermano, pero de igual forma le devoré el oyito con mi lengua, haciendo círculos en su recto anal. Lo cual hizo gemir y mover su colita a Ale.

—Bien par de putos ¿Quién será el primero en recibir este bicho? —solté dando golpecitos con mi polla sobre sus culitos.

—Yo primo, métemelo a mí —dijo Santi meneando sus nalguitas como si estuviera haciendo un perreo.

—Picheale a él, ya le metiste la lengua primero, ahora te toca meter tu bicho en mi culito —respondió Ale separándose los cachetes con sus manos y meneandolos de lado a lado.

Mi bicho todavía seguía babeado por la mamada de hace un momento así que no me hizo falta lubricarlo cuando apunté mi glande en el oyito de Alejandro y se lo dejé ir de un solo golpe hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas. Santi le tuvo que tapar la boca a su hermano para ahogar su grito y le pasó una almohada para que mordiera mientras yo continuaba con mis embestidas.

Se los juro, no hay mejor sensación que sentir tu bicho ser acogido por el culo de un niño. Son apretados, calentitos y mucho más suaves y blandos que los adultos. Sonreí como un cabrón y separé las nalgas de Ale para ver como mi bicho de adolescente entraba y salía en aquel culito de niño. De vez en cuando veía como Ale trataba de alejarse un poco, pero yo lo a agarraba por las cinturas y lo volvía a apretar contra mi mástil haciendolo gemir y llorar.

Ale me seguía intentando empujarlo con sus brazos, en consecuencia, saqué todo mi bicho de su anito, coloqué el glande en la entrada y se lo dejé ir con mucha fuerza. Ale ahogó su grito con la almohada.

Seguía con el ritmo unos minutos más, sacaba mi verga hasta dejar solo el glande, veía con mucho morbo como mi mástil desaparecía en ese ano rojito y blanquito.

Luego de unos minutos sentí como la leche me volvía a subir y estaba vez no la retuve.

— ¡Ahí te van mis hijos!

Tomé a Ale por la cintura y apreté mi pelvis lo más que se pudo a sus nalgas, a la par que mi bicho latía y disparaba 4 chorros de leche en aquel apretado culito.

— Ahora te va a crecer el pipí como el de un hombre —le dije jadeando mientras seguía dentro de él y me movía suavemente en círculos.

Ale gimió cuando me despegué de él y en cuanto los solté cayó rendido hacia delante. Vi cómo se le quedó el agujero abierto y lleno de leche entre esas regordetas nalgas y luego miré orgulloso mi bicho, sabiendo que fue el responsable de dejarlo así. El ano de Ale estaba rojo luego de haberlo llenado de mi trozo, de su ano goteaba los chorros de mi lechita caliente recién depositada.

— Ahora a mí Rey ¡Es mi turno! —dijo Santi meneando su colita como la perrita en celo que era.

¿Y quien era yo para negar su dósis de polla?

— Ta bueno pues —respondí golpeando sus nalguitas con mi bicho.

Coloqué mi glande frente al oyito del siguiente gemelo y una vez más Santiago me sorprendió cuando el mismo se empujó hacia mí, empalandose toda mi polla él solito.

Él gimió cuando solo el glande entró a su culo virgen, no podía meterse más por sí mismo, así que tomé su cintura e hice presión insertando mi bicho en ese culote. Santi siseaba y pedía que lo hiciera más despacio, pero lo apretadito y calentito de ese culo me volvía loco.

— Ay, mariconcito ¿Tan desesperado estás porque te deje preñadito? —sonreí tomándolo por la cintura y comenzando con las embestidas.

La habitación se llenó de gemidos de niños y sonidos de huevos rebotando contra nalgas. Si hubieran abierto la puerta en aquel momento, se toparían con la escena de un niño rubio de 11 años siendo violado por un adolescente de 14, mientras que su gemelo yacía al lado con el culo abierto y chorreando leche.

Volví a sentír aquella sensación de cuando la leche te subía por los huevos, así que tomé a Santi por los tobillos, girándolo y apoyándolo contra el espaldar de la cama. Quería ver su carita cuando me viniera adentro suyo. Mis embestidas se aceleraron mientras lo agarraba por sus muslos y solté otro gemido cuando sentí mi pene estallar con 4 chorros de leche en lo más profundo del culito de Santi.

— Hay cabrón, creo que me enamoré —gemí riendo y dejándome caer sobre Santi, sintiendo como nuestras respiraciones se funcionaban y mi sudor de adolescente se mezclaba con su sudor de niño.

Pasó un rato en que seguíamos follando sin parar. Entraba y salía de un culito a otro, hasta haberme hacegurado de vaciar mis huevos en sus oyitos. Al final me senté desnudo en la ventana de mi habitación mientras fumaba un pitillo y los veía dormir desnudos en mi cama.

Vi sus culitos abiertos y llenos con mi leche que se escurría entre sus nalgas rechonchas y me sentí de nuevo orgulloso.Ya era todo un macho preñador de niños, que había logrado desvirgar y preñar a los gemelos nalgones del barrio antes que cualquiera.

Tiré el pitillo por la ventana y me acosté entre los gemelos, los cuales me abrazaron instintivamente dormidos y con el calor que emitían sus cuerpecitos infantiles, dormí como nunca antes lo había echo.

Yes12098 para compartir sus relatos.

153 Lecturas/15 agosto, 2025/0 Comentarios/por Gabito180
Etiquetas: anal, culito, culo, follando, gays, hermano, madre, semen
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