Ejercicios para culos hambrientos II
«Puedes unirte si lo deseas, sabes que aguantará» dijo el musculado. Mi padre me miró y le sonreí. «Lo lamentaras» fue lo último que dijo, me tomó de las axilas empujándome hacia Ricardo, este cayó de espaldas conmigo, mi progenitor tomo mis piernas y alineó su verga metiéndola de una sentada..
Durante el resto del día tuve una sensación de escozor en mi ano que me hacía difícil sentarme bien, cuando lo intentaba un pellizco me llegaba haciéndome sentir incómodo.
Suspiré recordando a mi padre, me había visto con otro hombre, deseaba pensar que talvez el estaba de acuerdo, pero su rostro decía otra cosa.
«Pero se beso con Ricardo en mi cara» pensé confundido, no sabía si a mi padre le gustaban los hombres, no obstante tenía miedo de consultarte, incluso la idea de verlo más tarde para hablar me aterraba.
«Espero no me odie por esto, a mi me gusto» susurré preocupado, salí de clases rumbo a mi casa, mire el atardecer en la lejanía antes de notar las vidrieras del guimnasio.
Sonreí al ver a mi hombre favorito ejercitarse, su musculatura hérculea era maravillosa, te tentaba a tocarla en cada momento y solo podría soñar con algún día estar a merced de sus brazos.
«Confío papá me deje volver» mentalice llenándome de valor, incluso si me regañaba queria ser sincero, deseo a ese hombre, nadie debería impedirme estar con el.
Llegue a mi casa saludando a mi mamá, ella me mandó al cuarto mientras limpiaba, escuche ruido en el patio y me asome a mirar.
Mi padre estaba de espaldas limpiando unas pesas, su espalda ancha cubierta por una truza denotaba masculinidad, sonreí acercándome.
«Papá ¿Qué haces?» dije en tono bajo, el me miró con su iris asesino antes de seguir con lo suyo.
«Vete a tu cuarto, más tarde hablamos» ordenó en tono grave, su matiz de amenaza me hizo encogerme, retrocedí unos pasos antes de regresar la mirada a su espalda.
«Yo quiero esto y lo sabes» murmuré con la mirada triste, todo su cuerpo se tenso, quieto note como apretaba el trapo en sus manos con fuerza, corrí lejos asustado.
Pase en el cuarto hasta la hora de la cena y a pesar de que mi padre no hablara mi mamá no dijo nada, a veces estaba de malas, por lo que charlar era difícil.
Termine rápido y me fui, escuche una breve plática antes de que mi madre fuera al lavado.
Subido en mi cama espere que la puerta se abriera, conté los segundos hasta que una figura apareció, su semblante serio solo me hizo contener la respiración, sino estuviera asustado, diría que se ve varonil.
Cerró la puerta detrás suyo y se sentó al borde de la cama, estiró sus piernas lo más que pudo sosteniendose de sus brazos en las rodillas.
«¿Desde cuándo tienes esas inclinaciones?» Pregunto, su voz ronca llamo mi atención.
«Siempre, al menos así lo recuerdo, verlos jugar me gusta, siempre quise intentarlo, miraba para saber cómo lo hacías, así descubrí que los hombres son increíbles» hablé en tono bajo, lo último con un toque de anhelo, mi progenitor me miró con una sonrisa.
«¿Me has estado espiando a mí y a tu madre? Incluso te atreves a decir que te gustan los hombres en mi cara ¿Sabes lo que significa esto, verdad?» Demandó en tono duro, se acercó a mí acorralandome en la cama, su rostro se apego al mío respirando su colonia y aliento.
«Nose ¿Hice algo malo?» Pregunte tartamudeando.
«Muy malo hijo, ahora no podrás escapar de esto» comentó con una sonrisa mordaz, acarició mi rostro antes de acercar sus labios a mi oreja.
«Todos los hombres te van a destrozar, a partir de este momento tu culo es nuestro» murmuró con la voz gruesa, matizó cada palabra con una lujuria profunda, respire pesadamente su aroma y me apegue a su cuerpo buscando su calor, sentía frío.
«Papá, tengo miedo» susurré, el me miró con su iris negro antes de acariciar mi cabello.
«No lo tengas, te gustará y yo estaré ahí para asegurarme» comentó levantándose de la cama.
«¿Qué quieres decir?» Hablé confundido.
«Sí quieres que otros hombres te toquen yo estaré ahí para ver, no puedo permitir que pases por todo eso sin mi consentimiento, ahora vete a mi cuarto y escondete en el armario al lado de la cama, así verás mejor lo que hago con tu mami, y se llama sexo, no jugar» explicó el adulto saliendo del cuarto, respire pesadamente tratando de entender lo que me dijo, luego corrí hacia donde me señaló notando que mis padres se besaban con pasión en la cocina, sabía que vendrían pronto.
Escondido en el armario escuché sus pasos, mamá entro primero desnudándose, papá se limitó a cerrar y contemplarla, pude admirar completamente la figura femenina de ella, desde sus caderas, trasero hasta sus volutuosos senos, se acercó a mí progenitor con sensualidad invitándole a tocarle, ambos se fundieron en un beso desenfrenado empezando a desnudar al hombre.
Mientras disfrutaban de sus cuerpos me emocioné de sobremanera, realmente verlos en acción me hacía imaginar si algún día un hombre haría lo mismo conmigo, siempre llegando la imagen de Ricardo a mi mente.
Como otras veces mamá fue acostada en la cama, le abrieron las piernas exponiendo su agujero para hacer pipi, papá acercó su boca al lugar metiendo la lengua, escuche jadeos ahogados de mi madre mientras un líquido trasparente salía de ella.
Gorgoteos y gemidos era la música que entonaban, perdido en la escena febril disfrute de como sus cuerpos se tocaron, las palabras obcenas que se decían, sus genitales chocando en una danza erótica.
Lo ultimo que terminó por excitarme fue ver la hombría erecta de mi progenitor en todo su esplendor, de 20 cm, gruesa, larga, con una coloración rojiza, el glande estaba tan hinchado que parecía que iba a explotar.
Con un movimiento todo aquel pedazo de carne se introdujo de una sacándole un grito placentero a mi madre, tape mi boca para sofocar mi respiración y deje que la escena me atrapará. Desde la cadencia de sus músculos, la energía de sus pieles, el sudor que los bañaba, los ruidos de carne chocando, cada momento lo devore con lasivia anhelando algún día poder experimentarlo.
Terminaron en un jadeo, se besaron mientras algo blanco salía del agujero de mi mamá, con el pene lleno de ese líquido blanquecino mi padre tomo parte de este y se lo acerco a mi progenitora, ella lo devoró encantada.
Mamá se levantó para ir al baño mientras mi padre se sentaba en la cama para limpiarse su hombría con sus manos, miró hacia donde estaba llamándome.
Salí con miedo de ser descubierto por mi madre, pero cuando estuve cerca pude oler el aroma a afrodisíaco masculino y a limpio, era rara la mezcla de olores.
«Tragate esto, si lo haces te llevaré con Ricardo para que juegues con el» me ordenó mi padre, mire sus dedos llenos del líquido blanco y asentí, abrí la boca para que me los metiera, chupe con gula sintiendo un sabor dulce, con toques salados y algo grasoso.
Era como gelatina derretida, pero el olor era potente, parecía como cloro, trague aquella sustancia antes de ver la sonrisa orgullosa de mi progenitor.
«Buen chico, vete a tu cuarto a dormir, te quiero listo temprano» aviso dejándome ir, hice caso mirando por última vez su figura.
Encorvado, con las piernas estiradas, los músculos tensos llenos de sudor, sus pezones erectos, el vello pegado a sus facciones y su pene morcilloso con algunas manchas de semen era la vista que tenía de el, sonreí imaginando el cuerpo de Ricardo, luego me fui.
Acostado en mi cama me costó conciliar el sueño y no fue sino hasta el quinto intento que logré dormir.
Desperté de golpe, mire la hora en mi reloj y corrí para alistarme.
Me duche, puse la ropa y desayuné, mire a mi padre salir del cuarto sin mi madre, supuse estaba dormida por la hora.
«Ya le he dicho que te irás conmigo» habló el mayor acomodándose su hombría en el pantalón, se ajustó el cinturón y se sentó a comer en la mesa.
Aparte el plato de cereal tomando un banano de la canasta en la mesa, lo pelé ante la mirada de mi padre.
«¿Sabes chupar uno de esos?» Consultó con la voz ronca, asentí dándole una lamida a la fruta, el negó con la cabeza.
«Así no Felipe, usa tus labios, no tu lengua» ordenó, seguí sus indicaciones besando el contorno del banano, acaricie el largo y lo metí en mi boca, apreté mis belfos alrededor de este empezando un vaivén lento.
«Maldición, vámonos, ya se me quitó el hambre» vociferó enojado mi padre, le observé con una erección enorme en su pantalón, asentí tomando mi bolso, deje el banano en la mesa corriendo a su lado.
Llegamos rápido al gimnasio y como la otra vez la puerta se abrió discretamente.
Pasamos encontrando a Ricardo con una camisa de tirantes, mi padre lo tomo de la nuca para besarlo con hambre, el musculoso le correspondío apegando su pelvis con la de mi progenitor, restregaron sus penes un rato antes de soltarse, se lamieron los labios con una sonrisa.
«Creí que harías ejercicio en casa después de lo de ayer» comentó Ricardo, papá negó señalándome.
«Lo haré, pero vine a vigilar lo que haces con mi hijo» señaló el mayor mirándome, el musculado hizo lo mismo con su iris brillante.
«Así que me das permiso de jugar con el» habló Ricardo acercándose a mi, le sonreí emocionado por tocarlo, el me tomó de las caderas levantándome, acercó su rostro al mío mirándome con atención, puse mis manos en sus grandes pectorales y enrolle mis piernas alrededor de su cintura para sostenerme.
«¿Que dices Felipe? ¿Quieres otro premio como el de ayer?» Consultó el adulto, pensé un momento la respuesta recordando lo que mis padres hicieron.
«Sí, pero esta vez deseo tu pene en mi agujero, lo quiero todo» pedí extasiado, Ricardo me observó sorprendido antes de mirar a mi padre, este se encogió de hombros.
«Dale lo que quiere, no tengo nada que ver» explicó el adulto alejándose.
«Muy bien, si eso quieres» comentó el musculado llevándome en sus fornidos brazos, acaricie su piel tersa recibiendo una sonrisa de su parte, el calor que emanaba era sofocante, su aroma a desodorante me gustaba, pero había algo picante en su piel, como a sudor.
Entramos a su oficina, papá estaba en un rincón arrecostado en la pared, revisaba su celular mientras apretaba su hombría debajo del pantalón.
Ricardo me puso bocarriba en el sillón antes de quitarme la ropa, levantó mis piernas exponiendo mi agujero y sonrió.
«Habrá que lubricar bien si quieres mi polla» dijo el mayor en un gruñido, camino hacia su mesa de trabajo y saco un bote transparente.
Unto parte del líquido en sus dedos y empezó a jugar con el anillo exterior de mi ano, me estremecí por los escalofríos que sentía, baje mi cabeza mirando hacia un lado, en la esquina mi padre tenía su verga afuera, masturbándola mientras me veía.
Sonreí antes de percibir como algo duro se introducía en mi, gemi incómodo escuchando palabras de aliento.
«Relájate, si lo haces, más rápido tendrás mi polla en ti» dijo Ricardo, cerré los ojos imaginando dicha esa escena, sentí un cosquilleo que recorrió mi cuerpo antes de que mis piernas se adormecieran, escuche un jadeo por parte del musculado detrás mío.
«Mira como le entraron tres dedos de golpe ¿No te duele Felipe?» Pregunto sorprendido el hombre, negué con una sonrisa, se sentía bien, como algo caliente que vibrará en mi.
«Sigue» ordenó mi padre con el ceño fruncido, su mandíbula estaba apretada mientras bombeaba su hombría con su mano.
El musculado hizo caso jugando con mi ano, volví a repetir lo de antes y esta vez me sorbresalte, no por el dolor, sino por un grito.
«¡¿Pero que crees que haces?! ¡Sácalo!» vociferó mi padre enojado, camino hacia mi con la verga erecta, gire hacia atrás notando que aparte del antebrazo de Ricardo había desaparecido, en mi culo algo duro palpitaba, gemí cuando dicho objeto se retiró de golpe.
«Tu lo viste, no le dolía, este niño es especial, puede resistir grandes tamaños en su ano ¿Sabes lo que pagarían mis amigos por tenerlo? Déjame intentarlo de nuevo, prometo ser cuidadoso» pidió el musculado, mire a mi padre quien tenía el semblante oscuro, a punto de golpear a Ricardo.
«Por favor papá, se sintió bien, quiero esto» murmuré mirándolo a los ojos, el se fijó en mi antes de hablar.
«Como quieras, si no te importa que te dejen el culo abierto, será tu problema» refunfuño regresando a su lugar, Ricardo se unto de lubricando la mano antes de introducir parte de esta de nuevo en mi.
«¿Sientes algo?» Consultó maravillado.
«Algo caliente, me gusta» gemi apegándome más a su brazo, él sonrió mirando con arrogancia a mi padre, este se limitó a masturbarse admirando la resistencia de mi ano.
Con suaves movimientos entendí que la mano y la mitad del antebrazo de Ricardo estaba siendo metida y sacada de mi, solté varios suspiros encantado por lo que sentía, era tan placentero que solo podía desear más.
«¿Te gusta mi mano en ti? ¿O prefieres mi verga?» pregunto el mayor, me di la vuelta observando su hombría por fin, era morena, enorme, de 25 cm, un líquido trasparente brotaba de esta dándole una textura brillosa, las venas eran una tentación ante el glande rojizo.
«Quiero tu polla» pedí ilusionado, retiro su antebrazo con la mano y la sustituyó por su pene, hizo un ademán de querer follarme rosando su pedazo de carne con mis nalgas, seguí el ritmo de sus caderas encantado.
Escuchamos un gruñido de fondo, mi padre se había deslechado mirándonos, se acercó a mi rostro y me dio de comer de su sustancia blanca.
«Chupa todo el semen, no dejes ni una gota» demandó, su verga estaba pegada a mi mejilla mientras metía sus dedos en mi boca, con los vaivenes de mi cadera estaba rosando tanto su pubis como la hombría de Ricardo detrás mío.
«Puedes unirte si lo deseas, sabes que aguantará» dijo el musculado.
Mi padre me miró y le sonreí.
«Lo lamentaras» fue lo último que dijo, me tomó de las axilas empujándome hacia el cuerpo de Ricardo, este cayó de espaldas teniéndome encima suyo, mi progenitor tomo mis piernas levantándolas, alineó la hombría del musculado metiéndola de senton en mi agujero.
Gemí por la sensación de aquella hombría palpitando en mi ano, luego otra se unió de un senton, observé con ojos brillosos la figura borrosa del cuerpo fornido de mi padre mientras debajo mío los músculos de Ricardo se apegaban a mi con delicia.
Con una cadencia digna de un semental empezaron los sentones, cada golpe de piel tan bien dado que me sacaba el aliento, el musculado debajo mío se preocupó mirando la forma tan cruel en que mi padre jugaba conmigo.
«Más despacio, recuerda que es virgen» dijo molesto, eso solo pareció aumentar más el libido de mi progenitor, sus ojos negros me observaban en todo momento mientras doblaba su pelvis en fuertes penetraciones, su aliento chocaba con mi rostro mientras el calor de ambos hombres me hundía en un ambiente febril.
Entendiendo la poca compostura del mayor, Ricardo decidió empezar a moverse, tomo mis brazos estirandolos hacia detrás de su cabeza, apego su boca a mi cuello regalándome varios besos de consuelo mientras su polla bombeaba mi culo con maestría.
Sus testículos chocaban con mis nalgas creando un sonido de fuertes aplausos, el roce de sus pectorales duros y abdominales con mi espalda era un deleite, era como estar fundiendome en sus músculos, el placer era tal que apreté mis dedos en su cabello restregandome con mayor fuerza en el.
«Veo que te gusta mi cuerpo» susurró el hombre con la respiración entrecortada, su cuerpo se movía más lento que mi padre, pero no perdía en potencia, asentí gimiendo su nombre mientras notaba como mi padre empujaba su verga con mayor ímpetu, como si tratara de llegar a mis intestinos.
«Levantale el culo, no puedo metérsela toda» dijo mi padre molesto, mire hacia abajo notando que era cierto, por la posición ni el ni Ricardo podían.
«Muy bien, aquí vamos Felipe» dijo el musculado haciendo lo pedido, mi padre me agarró de los hombros y sonrió.
Sentí un escalofrío al ver aquella mirada maligna, de un vaivén metió toda su hombría, gemi por el movimiento brusco, pero pronto grite de placer cuando otra verga me lleno por completo.
«¡Sí! ¡Se siente tan bien! ¡Me gusta! ¡Por favor más! ¡Quiero más!» decía perdido por la lujuria, apenas era consciente de las penetraciones de ambos adultos, incluso los vi besarse entre ellos conmigo apretado entre sus cuerpos, era asfixiante tener el sudor y aroma de ambos hombres, pero era feliz con ello.
«Quisiera jugar así siempre» murmuré con los ojos cerrados, dos pares de labios se acercaron a mis oídos y susurraron.
«Lo harás» dijeron al unísono, se estiraron lo más que pudieron contrayéndose en espasmo, algo vibro en sus vergas antes de que líquido blanquecino inundará mi ano, note como este salía a borbotones de mi culo abierto.
Ambos se retiraron dejandome tirado en el sillón, observé con una sonrisa cansada como apretaban sus vergas mientras se besaban apasionadamente. Luego se fijaron en mi con una mirada hambrienta.
«Mañana trae Andrew, su polla merece tener un agujero donde descargarse» dijo mi padre con voz ronca, lamio sus labios mientras apretaba las duras nalgas de Ricardo, este beso su mentón mientras masturbaba su hombría.
«Seguro, pero ¿Estas listo para una segunda ronda?» Después de decir eso se apartó de mi padre y me tomó de las caderas, levantándome dejo expuesto mi agujero rojo e hinchado, era enorme, semen caía de este por montones, me sostuvo bien de las piernas permitiéndole a mi progenitor acercarse, apunto su hombría a mi ano antes de meterla de una sentada.
«¡Lo estoy!» gruñó furioso, sentí otra verga en mi interior antes de que empezarán a friccionar sus cuerpos con el mío follandome de nuevo.
Continuará…
Gracias por haber leído hasta aquí.
Si quieren compartir relatos o solo charlar pueden contactarme por Telegram.
Telegram: @AlexanderTL28.
Hasta pronto.
Me encanta como va la historia… Sería interesante saber más sobre los adultos…
Me encantaría que retomes esta historia, un culito así de elástico está hecho para disfrutar en grupo
wow! de las mejores que he leído
Maravilloso!