Ejercicios para Culos Hambrientos III
Todos se quedaron callados al ver como mi ano de cinco años se tragó sin esfuerzo quince pulgadas de una verga musculosa rusa..
Mi nombre es Felipe, hace dos días fuí desvirgado por mi padre y su mejor amigo del gym.
Debo admitir que fue la mejor experiencia de mi vida. A mis cortos cinco años nunca pensé que estar con un hombre podría ser placentero como lo había sido aquella vez.
Papá siempre me pareció un hombre serio y gruñón. Como un oso que sólo sabía comer, dormir y tener sexo con mamá.
Ahora sabía que también era un semental bisexual que disfrutaba de follar y ser follado.
Su mejor amigo era mi fantasía.
Musculoso, alto y sexy.
Su figura masculina y llena de testosterona fue lo que me motivó a perder mi virginidad.
Sin embargo, pronto me di cuenta que mi padre y su mejor amigo no serían los únicos en cogerme.
Miré el gimnasio lleno de gente y entré nervioso.
Papá me había dicho que llegara a esa hora y me metiera al pasillo que conducía a las duchas.
Ahí me encontraría con un hombre llamado Andrew quien quería conocerme.
No sabía lo que me haría y estaba nervioso por saberlo.
La amiga de mi mamá me saludó y me vio irme hacía el pasillo de al fondo.
Al parecer, no le llamó la atención el porqué iba a ese lugar a esa hora o talvez ella sabía algo que yo no.
Entré al pasillo y escuché la voz grave de un hombre al teléfono.
Miré la puerta de las duchas y me acerqué curioso.
Un hombre negro, fornido y calvo estaba en una llamada mientras otro tipo le chupaba su gran verga.
El adulto me miró antes de hacer un gesto hacía la zona donde estaban las regaderas.
Al parecer el sabía a que había venido y sólo me estaba señalando el camino.
Suspiré agradecido de que ese hombre no era Andrew. Su verga era muy gruesa y se veía pesada.
Llegué a las regaderas notando que varios hombres se duchaban.
Algunos me miraron y le chiflaron a otro tipo en la estancia.
Un rubio canoso de metro ochenta se dio la vuelta mientras enjabonaba sus pectorales peludos.
Su bigote recortado se agitó al hablar, sus cejas estaban fruncidas.
—Acércate Felipe. Soy Andrew—dijo el adulto con un acento ruso muy marcado.
A pesar de ser no muy musculoso, tenía una estructura gruesa y fornida a su edad.
Miré su polla dormida y no se veía grande. Talvez más gorda que la de mi padre.
Notando mi mirada el adulto apretó su entrepierna con su otra mano.
Dejé mi mochila en una banca y me quité la ropa.
Sabía a lo que venía y no tenía miedo de que me vieran.
Si nadie había dicho nada a lo que hacían los hombres de la entrada, menos lo harían por lo que yo haría con ese señor.
Andrew me tomó de los hombros y apegó mi rostro a su entrepierna.
—Chupa mientras termino de enjabonarme—ordenó. Su tono ronco reverberó en las losas húmedas de la ducha. Los otros hombres se mantuvieron en silencio.
Hicé lo pedido recordando la vez que chupé aquel banano enfrente de mi papá.
Rememoré que debía mamar con los labios y no con la lengua.
Metí aquella hombría pequeña en mi boca succionando la carne.
Estiré los testículos con mis dedos mientras sentía como la verga del señor ruso crecía en tamaño.
El hombre mayor pellizcó sus pezones y dijo algunas palabras en otro idioma.
Continúe mi trabajo mientras escuchaba voces de hombres entrar a las duchas.
Varios chiflaron al verme mamando la polla de Andrew.
—¡Que afortunado soviético! Quisiera que me la mamaran así—dijo un hombre asiático.
—¡Esa boquita de nene esta para follarla! ¿De quien es la criaturita para pedirla prestada un fin de semana? —habló un mexicano.
—¡No olvides romperle el culo si es que puedes! —se burló un negro musculoso.
Curiosó por lo último saqué la polla semierecta del señor midiendo su longitud.
Diez pulgadas, a pesar de estar semierecta ya media diez pulgadas.
Ahora entendía el chiste, era enorme.
«Casí del tamaño del antebrazo de mi macho favorito» pensé recordando a Ricardo.
Él había logrado meterme su puño y la mitad de su antebrazo una vez.
Papá y él habían afirmado que mi culo era perfecto para soportar grandes tamaños.
Talvez eso explica porqué me enviaron con Andrew.
Notando la mirada perdida del adulto me sentí mal por él.
«Debe ser triste no tener con quien follar sabiendo lo delicioso que es. Quiero ayudarlo» pensé en mi mente.
—¡Disculpe! —hablé en voz alta.
El hombre ruso me miró con el ceño fruncido.
—¿Qué? ¿Ya te cansaste? —gruñó cruzando los brazos. Sus pectorales peludos se inflaron por la presión.
Negué con la cabeza dándome la vuelta y exponiendo mi culo.
—Me gustaría que me follara. Quiero ayudarlo a sentirse bien conmigo—dije mirándole a los ojos. Sonreí ilusionado de estar ayudándole.
El adulto se sorprendió antes reír exponiendo los dientes.
Unas arrugas se formaron en las esquinas de sus ojos.
—Muy bien. Así me gusta. Espero no te arrepientas despues—comentó con aquel acento ruso muy marcado.
Me pego al vidrio de la regadera y estiró mi culo con sus dedos callosos.
Notó como mi agujero estaba bien abierto por las dobles penetraciones que recibía de papa y Ricardo todas las mañanas.
—Que rico se ve tu ano nene. Prepará la trinchera que ya viene el soldado del abuelo—dijo con su voz ronca.
Su polla de quince pulgadas apunto hacia mi culo abierto.
Las venas se marcaban en su piel blanca y el glande rosado estaba listo para penetrarme.
—¡Espera! ¡Andrew! ¡Es solo un niño! ¡Lo vas a romper!
—¡Que alguien lo detenga! ¡Se ha vuelto loco!
—¡Joder! Jamás pensé que me excitaria ver como le rompen literalmente el culo a un nene con la verga del soviético.
Escuché las voces de aquellos hombres antes de que mis sentidos se nublaran.
Mis caderas vibraron y algo presionó mis intestinos.
Un pedazo de carne caliente y duro profanó de una embestida mi culo.
Se sentía musculoso y vibrante. Como una estaca de carne vigorosa.
Gemí extasiado susurrando palabras incomprensibles.
Todos se quedaron callados al ver como mi ano de cinco años se tragó sin esfuerzo quince pulgadas de una verga musculosa rusa.
—¡Maldición! ¡Joder! ¡¿Es siquiera eso posible?!
—¡Estoy soñando! ¡Es lo más caliente que he soñado en mi vida!
—¡Demonios! ¡Yo también quiero joderlo con mi polla!
Las voces de los hombres en las duchas fueron ahogadas por los resoplidos de Andrew.
Una risa ronca era acompañada de sus embestidas rítmicas y llenas de experiencia.
Su glande golpeaba lo justo en mi culo para causarme descargas de placer.
Aquellas manos callosas me sostenían con fuerza mientras todo su cuerpo masculino se estrellaba detrás mío para penetrarme.
Su mástil de carne se deslizaba en rudas caricias. Formando un tunel en mi ano y recorriendolo hasta el último centímetro.
Mi abdomen se sentía tenso y las ganas de ir al baño fueron más intensas que cuando lo hice con mi padre y Ricardo.
—¿Lo sientes nene? ¿Cómo mi verga te destroza el ano y presiona tus intestinos? Hace mucho que no me follaba a un niño como tú. Los pequeños de ahora no aguantan la polla veterana de un ex soldado soviético. Pero tú, eres un novato experto. Mis colegas retirados estarán felices de conocerte.
La voz del ruso con aquel acento marcado hizo que sonriera. Me gustaba cuando hablaba.
Sus penetraciones se detuvieron abruptamente.
Noté como su verga perdía volumen en mi interior.
Mirando la cara del señor, este tenía el rostro rojo de la vergüenza.
—¡Al abuelo se le olvidó el viagra en casa! —se burlo un moreno alto.
—¡Ya era hora anciano! ¡Deja un poco para los demás! —dijo otro musculoso latino.
—¡Ven con nosotros nene! ¡Te haremos probar carne varonil y joven! —bromeó un hombre con bigote.
Ignoré sus palabras dándome la vuelta.
Admiré la polla que me había follado con maestría y luego observé el rostro del señor.
Confuso agarré sus genitales y los besé con mis labios.
—Señor Andrew. Me gusta su polla. Es usted un hombre que me hace sentir como si tuviera un abuelo fuerte y valiente—dije tratando de darle ánimos.
El hombre me miró y arrugó la nariz un poco.
—No creas que unas palabras te salvarán la próxima vez. Veté e ignora a esos idiotas. No disfrutarás del sexo si dejas que ellos te hagan lo que quieran —aconsejó dándose la vuelta.
Noté una sutil sonrisa debajo de su bigote rubio.
Asentí y fuí por mis cosas.
Tomé una toalla cercana y me sequé mientras el resto de adultos trataban de llamar mi atención.
Ninguno intentó acercarse pese a que podían y sabían lo que había hecho.
Algo me decía que mi papá, Ricardo y el señor Andrew tenían que ver al respecto.
Me pusé la ropa y salí.
Vi varias pollas en el camino, pero había perdido el deseo de follar.
Quería llegar a casa y esperar que fuera el día de mañana.
La amiga de mi mamá estaba hablando con otra mujer mientras una niña esperaba sentada en una máquina.
Ignoré a la niña y me fuí a casa.
Papá llegó del trabajo cansado.
Mamá le sirvió la comida y luego ella se fue a ver su telenovela.
Mientras comía con mi padre el habló en voz baja.
—Andrew me llamó y me contó todo. Eres muy atrevido de decirle que venga mañana al gimnasio sin mi permiso—señaló mi progenitor.
Traté de hablar, pero me interrumpió.
—Se por que lo hiciste y lo entiendo. Buen chico—murmuró masticando una pieza de pan.
Le mire a los ojos con un sentimiento indescriptible en mi corazón.
Papá nunca me había elogiado. Siempre había sido rudo y uraño. Ahora que disfrutaba del sexo con él y sus amigos. Algo parecía haber cambiado entre nosotros.
Sonreí tontamente terminando mi comida.
Note la mirada de mi padre en mí durante el resto de la cena.
Mamá terminó de ver su telenovela y se fue a dormir.
Papá le dijo que haría ejercicio en el patio y que yo le ayudaría.
Curioso asentí a lo que dijo para que mamá no sospechara.
Mi padre lavó los platos y secó sus manos al terminar.
Fue al jardín y me hizo una seña de que lo acompañara.
—Andrew también me dijo que tu culo esta cerrado en la parte de la próstata y que podrías sangrar sino estimulamos esa zona con frecuencia—habló mi progenitor quitándose la camisa.
Su cuerpo fornido y masculino se mostró ante mí.
—Acuéstate en la camilla de la barra. Voy a preparar tu culo con algunos ejercicios.
Hice caso poniéndome bocabajo.
Mi progenitor me bajó el short y calconzillos dejando expuesto mi ano abierto.
Sin lubricante el mayor metió sus dedos hasta que los cinco lograron introducirse.
Luego forzó su mano.
Gemí incomodo por la aspereza de su piel. Sin lubricante era raro.
—Aguanta. Ya casi llego—dijo el mayor.
Noté como sus cejas estaban fruncidas mientras tanteaba con sus dedos las paredes internas de mi ano.
Pronto golpeó mi próstata sacándome un gemido.
—Es cierto. Esta demasiado cerrado. Voy a hacer movimientos circulares. Sentirás como si estuvieran revolviendo tus intestinos. Talvez tengas cosquillas. No hagas ruido o mamá despertará —con esas advertencias mi progenitor empezó a moverse.
Tapé mi boca por aquella sensación hormigueante.
Era cierto. Mi abdomen se hinchó en formas irregulares mientras mis intestinos eran presionados en ciertos puntos.
Su mano y parte del brazo en mi culo se sentían como si mi culo cobrará vida y se retorciera.
Lagrimas salieron de mis párpados.
—¿Duele? —interrogó el mayor sin dejar de moverse.
Negué con la cabeza.
Mi padre frunció el ceño.
Metió más de su antebrazo haciendo que cerrará los párpados con fuerza.
—Ahora ¿Duele? —preguntó con la voz ronca el mayor.
Quería decir que sí, pero aunque el dolor llegaba, pronto se convertía en algo placentero. Como una descarga más fuerte. Se sentía extraño para mí.
Volví a negar con la cabeza y mi padre terminó de meter su antebrazo.
Mi boca se abrió y mis ojos se dilataron mientras hacía una mueca de sorpresa.
Sentí como el puño de mi padre estaba tocando mi ombligo y baje la mirada para confirmarlo.
Un bulto prominente estaba alojado en la zona del ombligo en mi abdomen. Se veía feo y deforme.
Dolía, el escozor en mi culo era demasiado y empecé a llorar en voz baja.
—Sino me dices que duele. No me detendré —gruñó mi padre moviendo la mitad de su brazo en mi culo y estirando todo lo que podía mi agujero.
Negué con la cabeza con fuerza.
Mi progenitor estaba furioso y sacó su brazo de mi ano.
Tomó mi rostro con sus dos manos y lo apegó a su cara.
—¡¿Porqué no dices la verdad?! ¡¿Crees qué mentirle a tu hombre es un juego?! ¡Esto es sexo hijo! ¡Sino quieres que el placer se vuelva dolor y nosotros seamos una pesadilla, debes ser sincero en como te sientes! ¡¿Entendido?! —regañó el mayor.
Asentí con los ojos llenos de lágrimas.
—Dime ¿Porqué no dices la verdad? —Preguntó mi progenitor.
Sorbí mi nariz y bajé la cabeza.
—Ricardo y papá dijeron que mi culo era especial. Que podía aguantar grandes cosas. Creí que si decía que me dolía, dejaría de ser especial y ya no querrían tener sexo conmigo—lloré tapando mi cara.
Papá me quedo viendo con la ceja alzada y las manos apretadas.
Se levantó del suelo y me tomó de los brazos.
De un levanton hizo que enrollara mis piernas en su cintura y dejó caer mi culo en su polla erecta.
Sentí como me penetraba de una sentada.
No dijo ninguna palabra mientras empezaba a follarme como solo él sabía hacerlo.
Hundía su glande hasta golpear mi próstata, rozó sus testículos con mis nalgas y acarició mi piel con su vello púbico.
Su mirada era intensa y cruda.
Abracé su cuello y escondí mi rostro.
De vez en cuando observaba su expresión al follarme.
Dejé que los minutos pasaran mientras su verga martillaba mi agujero.
Mi cuerpo saltaba mientras el encogia sus piernas y las levantaba para darse un impulso en las embestidas.
El choque de nuestras pieles era ruidoso, pero no tanto para despertar a mamá.
Mi progenitor tenía una gran fuerza al estar de pie mientras me penetraba.
Yo montando su verga y el empujando más adentro.
Su golpeteo era firme. No tomaba descansos ni tenía piedad conmigo.
Él solo pensaba en follar mi ano y nada más.
Sus ojos lo delataban.
A pesar de tener una expresión seria, un brillo orgulloso se alojaba en su iris.
Debido a ese detalle dejé de intentar ocultar mi rostro y empecé a mirarle con atención.
Cada detalle de su rostro se grabó en mi memoria y el porqué de sus gestos.
Sonreí y apreté mis brazos en su cuello.
Luego besé su mejilla rasposa.
—Te quiero papá—susurré con la voz trémula.
El adulto no respondió, pero su cuerpo se detuvo con dos suaves embestidas al final.
Se deslechó en mi culo y me bajó.
Luego forzó mi hombro para que me agachara.
—Chupa la verga de papá y dejala limpia —con esas palabras dio por terminada la conversación.
No sabía si esa era su forma de decirme que también me quería o sí buscaba recalcar que jamás dejaría de follarme junto Ricardo aunque mi culo no fuera muy elástico.
Lo único que sabía es que él me hacía feliz. Y eso bastaba para mí.
Continuará…
Gracias por leer. Deseo les haya gustado el relato tanto como a mí al escribirlo.
Si desean charlar conmigo pueden hacerlo por telegram.
Telegram: @AlexanderTL28.
Los siguientes relatos son continuaciones de Ejercicios para culos hambrientos y Fiesta de disfraces para niños traviesos.
Nos leemos luego.
Ufff… menuda excitacion… Como sigue?
Como sigue?