El chico me dijo. Papito, dame bien duro, que este culito es solo tuyo.
A la casa de un viejo retirado que vive solo en el campo, llega un joven maestro algo afeminado que se perdió en la carretera, el viejo lo invita a cenar y luego se ponen a beber, el chico pierde la cabeza, y el viejo le come el culo. .
Papito, dame bien duro, que este culito es solo tuyo.
Yo estoy retirado, el mismo tiempo que llevo de divorciado, y viviendo en mi pequeña, y retirada finca.
Por lo que no acostumbro a recibir visitas, así que cuando vi que llegaba un pequeño auto, color rosa, y se detuvo frente a mi casa me extrañó, y me dio una gran curiosidad, por saber quién era.
Cuando a primera vista me pareció ver a una chica joven, que usaba unos raídos, y muy ajustados pantalones sumamente cortos, con una pequeña camiseta de color gris claro, toda llena de escarcha.
Además, su larga, y abundante cabellera castaña clara, como que me hizo pensar que se trataba de una jovencita.
Pero cuando ya estando a pocos pasos de mí, cuando me saludó, y escuché su afeminada voz, me di cuenta de que se trataba de un chico.
Según me dijo, se había perdido, y debido a lo oscuro de la noche, ni idea tenía de cómo regresar a la carretera principal.
Me pidió que lo dejase pasar la noche, frente a mi casa, dentro de su auto, la verdad es que eso, como que no me importó mucho, por lo que le dije que sí.
El chico estaba loco de contento, dando raros saltitos de alegría, y cuando le pregunté que, si deseaba cenar, más contento se puso.
Durante la cena, me contó que era el nuevo maestro del pueblo, pero que, por lo visto, al no conocer la región se había perdido.
Yo por aquello de ser un buen anfitrión, le invité a tomar algo de ron, después de unos cuantos tragos, aunque yo no bebí mucho, como que aquel chico, de paradas nalguitas, y finos modales, me comenzó a llamar la atención.
Ya llevábamos un rato bebiendo, cuando se desencadenó una fuerte tormenta, con mucha lluvia, fuertes truenos, y rayos.
Él como había dejado la ventana de su pequeño auto abierta, apenas comenzó a caer el fuerte aguacero, salió corriendo a cerrarla, pero al regresar estaba completamente mojado de pies a cabeza.
Yo le propuse que se quitase la ropa, que le iba a dar una toalla para que se secase, y una vez que escampase, buscara en su auto algo de ropa para cambiarse.
Sin más ni más, aunque dándome la espalda, se desnudó completamente, y comenzó a secar todo su cuerpo y posteriormente su largo cabello.
Y a todas estas en lo único que me fijé fue en esas lindas, y bien formadas nalguitas, que en todo momento me estuvo mostrando.
Lo más raro de todo resultó ser, que cuando se colocó la toalla, en lugar de ponérsela a la altura de la cintura, digo como yo me la pongo, él se la colocó a la altura del pecho, aun parado de frente, daba la ilusión de que se trataba de una chica.
Yo no hice comentario alguno, pero si le seguí ofreciendo otro trago de ron, y cuando ya había dejado de llover, me comentó que iría a buscar algo de ropa a su auto.
Pero al ponerse de pie, al parecer se encontraba tan mareado, que necesitó de mi ayuda para caminar.
Yo lo sujeté con mis brazos, agarrándolo por la cintura, él me dirigió una seductora mirada, y apenas comenzó a caminar, la toalla se le desprendió, quedando completamente desnudo entre mis brazos.
Yo la verdad me sorprendí mucho, más aún cuando restregando sus paradas nalguitas contra mi cuerpo, comenzó a pedirme que lo soltase, que no lo fuera a violar, que jamás hombre alguno le había comido el culo.
No sé qué otras tantas cosas comenzaron a decirme, cosas que lejos de hacer que yo lo soltase, lo que me provocó fue apretarlo más contra mi cuerpo.
Cuando él casi llorando, logró zafarse de mis brazos, pero con lo ebrio que se encontraba, dio un tras pie, y cayó al suelo, quedándose prácticamente en cuatro patas.
Con sus piernas abiertas, mostrándome no tan solo su llamativo culito, sino que también su apretado y rosado huequito.
Quizás en otro momento, yo ni tan siquiera me hubiera interesado, ni en mirarlo, pero al verlo así, sentí que mi vieja verga como que se había rejuvenecido, y poco me faltó para arrancarme el pantalón.
Apenas me lo bajé, dirigí mi verga al centro de aquel bien formado culito, y sin pérdida de tiempo, lo ensarté, mientras que él daba gritos de dolor, y llorando me pedía una, y otra vez que lo sacara.
Por un cortó rato tras enterrarle todo mi pedazo de carne, él se quedó en silencio, y cuando comencé a meter, y sacar mi verga de aquel joven culo, su dueño comenzó a menear sus caderas, de manera rítmica y bien sabrosa.
Al poco rato, ambos disfrutábamos al máximo de lo que estábamos haciendo, hacía tanto y tanto tiempo que no tenía sexo, que me extraño el no venirme de manera rápida.
Mientras que él no dejaba de decirme. “Papito, dame duro, entiérramelo todo, este culito es solo tuyo.”
Cuando finalmente me vine, fue dentro de sus bien formadas nalgas, en cierto momento lo apreté con tanta fuerza, que pensé que estaba a punto de partirse entre mis brazos.
Al sacárselo, él en medio de la fuerte lluvia que volvió a caer, salió al frente de la casa, y agachándose como si estuviera cagando, expulsó todo lo que le había dejado dentro.
Cuando regresó nuevamente mojado, con sus enchumbadas manos lavó mi verga, y casi de inmediato se dedicó a mamarla, hasta que se me volvió a parar, y nuevamente se la volví a enterrar.
Al día siguiente, cuando desperté me encontraba aun sobre él, realmente parecía una mujer, con su largo cabello castaño, y sus paradas nalguitas.
Yo procuré no despertarlo, me di un baño, y comencé a preparar el desayuno, cuando él apareció ya vestido en la cocina.
Como si no hubiera sucedido nada entre nosotros, con una gran sonrisa se despidió, y me dio las gracias.
No pensé que lo volvería a ver, pero como al mes apareció, y tras darnos unos cuantos tragos, y prender un cigarrillito que él trajo, volvimos a disfrutar de un lujurioso sexo.
linda historia como te habra dejado la verga ese muchachito jaja