El desvirgador de la familia III
«¡No sabes cuanto tiempo llevó esperando esto!» exclamó empujándome con suavidad en la cama, se subió encima mío cubriéndome con su cuerpo, rozó su nariz con la mia aspirando mi aroma. «¡Tan pequeño! ¡Hermoso para mi!» comentó para si mismo observando mi expresión.
Después de espiar a mi padre con el vecino me convencí que debía recibir su verga, llevaba tanto tiempo pensándolo que era casi imposible negarlo, me gustaba la idea de ser la perra de mi progenitor, debido a eso, planee el día y el momento correcto para perder mi virginidad con el.
Tome la decisión que sería un viernes ya que mi padre tiene sexo los lunes y domingos según lo que había investigado, el resto de días se mantenía atento al trabajo, teniendo pocas horas para pasarla con sus hijos, dejando el último día como libre ya que no trabaja los fines de semana.
El día elegido llegó rápido y sin demora después de la cena me acerque a William.
«Papá ¿Puedes quedarte conmigo y ayudarme con una tarea? Prometo será rápido» supliqué agarrándome a su camisa, con intención me apreté lo más que pude a su entrepierna rosandola con mi cuerpo, algo pareció moverse en ella y la sonrisa de mi progenitor me dio esperanza.
«Claro, déjame término de arreglar la mesa y llegó» comentó alejándose, asentí corriendo a mi habitación, revise que tuviera todo lo que el mayor ocupaba en sus encuentros para que no hubiera inconvenientes.
Mis hermanos se encontraban viendo tele y mi madre había salido a tomar café con las vecinas, tardaría una hora en volver suficiente para mis planes.
Sacando un cuaderno cualquiera de mi mochila me senté en la cama, a los minutos William llegó secándose las manos con un trapo, lo tiro en la cesta de ropa sucia que había en mi cuarto y me miro.
«Cierra la puerta Papá, no quiero que las voces de mis hermanos me desconcentren» pedí con voz temblorosa sin levantar la vista, mis manos estaban sudadas y tenía breves espamos.
Escuché el sonido de la puerta cerrarse y la llave ser puesta.
«Por si acaso pondré llave, tampoco queremos que entren de improvisto» dijo el caminando hacia donde estaba, le observe un momento notando aquel andar dominante, pasos firmes, espalda recta y leve inclinación del pecho.
Trague saliva cuando se arrecosto a mi lado extendiendo su brazo por la parte trasera de la cama estando yo cerca de su axila.
«Dime hijo ¿En donde necesitas ayuda?» cuestionó rascando su entrepierna, sus ojos no se despegaban de mi.
«Es sobre una clase de ciencias naturales, la maestra nos enseñó sobre reproducción y nos dijo que preguntaramos a nuestros padres sobre el tema» Referí con la voz entrecortada, una sonrisa curvo los labios de William antes de ojear lo que tenía escrito en el cuaderno.
«¿Dices que anotaste eso en tus apuntes de matematicas?» cuestionó tomando el cuaderno, lo cerró y dejó a un lado de la cama.
Me quede helado sin saber como responder.
«Dime pequeño ¿Qué es lo que realmente quieres?» habló con un leve tono ronco, note por el rabillo del ojo como su entrepierna crecia.
Mire a otro lado antes de respirar hondo, no quería darme por vencido después de llegar lejos.
«Se lo que haces con mi primo y el vecino» comente agachando la mirada.
«¿Y?» Dijo él acercando su rostro al mio.
«Me gustaría intentarlo» tartamudee al sentir su respiración en mi cuello.
Una inhalación fuerte de su parte me dio escalofríos y me aparte un momento para verle al rostro, aquellos ojos negros me observaban con hambre.
«¡No sabes cuanto tiempo llevó esperando esto!» exclamó empujándome con suavidad en la cama, se subió encima mío cubriéndome con su cuerpo, rozó su nariz con la mia aspirando mi aroma.
«¡Tan pequeño! ¡Hermoso para mi!» comentó para si mismo observando mi
, mi cuerpo temblando y la sorpresa en mi rostro le hicieron arrugar el ceño, mordió su labio antes de apartarse.
«¿Qué ocurre?» pregunté con temblor en la voz.
«Aún no estas listo, necesitas experiencia en varias cosas» dijo analizando mi figura.
Trate de decir algo pero las palabras no salían, el miedo de que me rechazara estaba aflorando en mi piel.
«Es por eso que quiero que el viernes te quedes conmigo, le inventaré una excusa a tu mamá, si me deseas debes entender con quien te estas metiendo» guiñó el ojo antes de salir del cuarto.
Me quede quieto durante varios segundos hasta que entendí sus palabras, una sonrisa curvo mis labios.
De la emoción no pude dormir y el sábado paso muy lento para mi gusto, Papá tuvo que salir por lo que no lo vi todo el día, no obstante, en la noche fue a desearme buenas noches confirmando que lo dicho aquel día ocurriria.
Así a la mañana siguiente mi madre y mis hermanos se despidieron de nosotros, William había dicho que me necesitaba para hacerle unos mandados importantes, mi mamá no dijo más del tema ya que por lo que descubrí esa noche tuvieron sexo del bueno, aunque tuve la mala suerte de enterarme hasta el día siguiente que estaban ambos con poca ropa.
Mientras esperábamos a la pareja que vendría para pedirle ayuda a William el se tomo el tiempo de explicarme algunas reglas.
«Tienes prohibido tocar a otro hombre sin mi permiso, si yo te digo que hagas algo lo harás sin rechistar, de momento miraras a un lado del cuarto, no quiero lloros ni reclamos, tu sabes lo que hago y quiero dejarte en claro que no cambiaré sólo porque voy a iniciarte ¿De acuerdo?» ordenó con voz firme, asentí tembloroso entendiendo lo que decía, ya había asimilado que para el seria otro niño más al cual desvirgar, pero no me importaba.
Al llegar los invitados me saludaron, era un hombre de corte militar algo canoso, a su lado un pequeño de 8 años se presentó, mi padre los llevó al cuarto hablando sobre lo que harian.
«¿Entonces tu retoño quiere verga de la buena? ¿Dejarás que lo pruebe cuando hayas terminado con el?» preguntó el hombre con voz gruesa.
«Si el quiere es todo tuyo, pero será bajo mi supervisión» comentó mi progenitor quitándose la ropa, el resto hizo caso quedando yo aún lado.
«Prefiero que mantengas tus vestimentas para no dar malos entendidos, puedes tocarte si lo deseas, pero no te desnudes» dijo William con un bóxer encima, puse más atención a su entrepierna que a sus palabras, pero al repetirlas asenti.
Atento a lo que sucedía vi como aquellos hombres se rosaban con sus manos antes de acercar al pequeño a sus miembros, el niño manoseo cada pelvis sonriendo a los mayores, ellos le alentaron con palabras dulces lo cual hizo que les bajará la prenda.
Con un movimiento rápido dos vergas se mostraron, la de mi padre con aquella circunferencia y tamaño que me hacia delirar, la del hombre con un glande enorme, aunque de menor tamaño.
El chico optó por chupar la de su padre primero, aquella lengua paso por el tronco hasta juguetear con la punta, luego paso a la de William babeando la zona y succionando.
Durante varios minutos los hombres se prestaron a sólo recibir una mamada mientras acariciaban sus cuerpos, de vez en cuando se besaban para aumentar el morbo, no obstante fue mi progenitor quien optó por cambiar eso y usar la cama.
Acostado el militar tenía entre sus piernas a su hijo quien disfrutaba de su verga, mientras mi padre abría las nalgas del niño dejando aquella entrada rosada a su merced, miro en mi direccion antes de guiñarme el ojo.
Con maestría sacó su lengua y empezó a lamer todo el orificio sacando varios gemidos del menor, este se detenía cada cierto tiempo para respirar mientras William jugueteaba con su ano.
Mis ojos no podían apartarse de cada instante, desde los espasmos del menor, hasta aquella lengua que se metía hasta el fondo, girando y dejando la superficie humeda.
Parpadee cuando escuché un gemido ronco, el padre del chico se había corrido en la cara de su hijo y le sostenía de la cabeza mientras este le chupaba los restos de semen.
«¡Este chico la chupa como profesional! ¡Haz tu magia mientras me recuperó!» dijo entre resoplidos el mayor, mi padre se carcajeo dando una leve nalgada al pequeño, este pegó un brinco.
Luego mi progenitor lo tomo de las caderas dándole la vuelta, levantó sus piernas teniendo mayor acceso a su orificio.
«Pasame el bote de crema hijo» habló William señalando un objeto encima de una mesa al lado suyo, me acerque rápido y se lo pase, sin embargo no me aleje de su lado disfrutando en como este sacaba un poco del ungüento para echarlo en el pequeño.
El chico gimió alto mientras los dedos grandes de William entraban y salían de el, mis ojos no podían despegarse de esa escena, era hipnotico.
«Pon atención porque esto mismo te haré a ti» comentó en tono ronco mi padre estirando la entrada del menor, mi cuerpo vibró emocionado.
Después de un tiempo sentí una figura detrás mío que rosaba mi cabeza, me di la vuelta para encontrar al padre del chico a mi lado, su verga la tenía erguida y la masajeaba con su mano.
«¡Vuelve a tu lugar!» me ordenó mi padre al terminar su labor con el niño, asentí regresando a un lado de la habitación, luego observe como el militar se acostaba al lado de su hijo y lo tomaba de la cintura.
Dejando que aquel orificio preparado se enterrara en aquella verga gruesa pude escuchar el pequeño grito que soltó el menor, ambos adultos le soltaron palabras de consuelo acariciando su cuerpo, el asintió a sus pedidos relajando su ano.
A los segundos su trasero chocó contra la pelvis de su padre, había entrado de golpe, ambos cerraron los ojos empezando un vaivén lento.
William se acercó a mi masturbando su miembro.
«Esta vez no veras a tu macho en acción, ya he desvirgado al pequeño antes, su padre me pidió que le ayudará a prepararlo ya que tuvo varios incidentes donde al niño le dolia, pero no creas que me quedaré sin diversión ¡Ven y dale una mamada a tu progenitor! ¿Quieres hijo?» ordenó con aquellos ojos negros, asentí anonado tomando su miembro, el me enseñó como debía moverlo antes de dejarme intentarlo solo.
Lo primero que hice fue oler su hombría, tenía un aroma amargo, como sal y vinagre combinado con jabón, saque mi lengua para saborear su glande.
Después del primer lengüetazo le seguí a otro, empecé a babear toda su hombría disfrutando del contacto de su piel con la mia.
«¡Así hijo! ¡Sigue así! ¡Es toda tuya!» mientras su voz se volvía de un tono ronco, podía escuchar el ruido de la cama y los gemidos de la pareja al lado nuestro, de reojo observaba como aquel chico recibía aquella verga en su pequeño orificio rojo.
«¿Crees que es imposible que algo tan grande pueda entrar en algo tan pequeño hijo?» me cuestionó mi padre, asentí chupando el tronco de su pene.
«Te sorprendería lo elastico que puede ser el anoo con una buena estimulación, pequeños como tu están hechos para vergas de machos, que no se te olvide» comentó agarrando mi cabeza, empujó un poco dejando que parte de su hombría entrará a mi boca, gemí desesperado por aire, el me soltó permitiendo que tosiera un poco.
«¡Continua!» ordenó prestando atención a lo que hacían sus invitados, asentí sin que el me notará y empecé a chupar con mayor experiencia. Lo hacia con tanta diligencia que la verga de William había tomado un tono rosado y brillaba de tanta saliva que tenía encima, los gemidos de mi padre terminaron por confirmar que lo estaba disfrutando tanto como yo.
Después escuché como la cama dejaba de sonar y los invitados se levantaban, ambos parecían exhaustos con sudor surcando sus cuerpos, mi padre me soltó un momento acercándose a la pareja.
«¡Gracias hombre! ¡Estaba preocupado de no poder coger con mi hijo! ¡Sabía que tu podrías resolverlo!» sincero el militar apegando a su pequeño a su cuerpo, ambos sonrieron.
«No lo menciones, ya sabes que a la próxima debes dejármelo un rato ¡Para eso están los amigos!» dijo William burlón, el mayor asintió empezando a vestirse junto a su hijo, mi padre se puso su ropa y los acompañó hasta la puerta, luego de despedirlos volvió conmigo quedando de nuevo desnudo.
«¡Ven y termina de complacer a tu padre!» ordenó con voz ronca, asentí emocionado corriendo a su entrepierna, ambos sonreimos y nos miramos a los ojos.
Teníamos hambre del otro.
Continuara…
Gracias por haber leído.
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Hasta pronto.
chingon!!!
WOW super excitante…