El desvirgador de mi familia V (Final).
Aquella hombría maciza se restregaba entre la línea de mis glúteos en un vaivén lento, los músculos abdominales de mi padre se contraían en cada movimiento, su pecho fornido con aquella curvatura en sus hombros me hicieron enamorarme de lo masculino que era mi progenitor..
Durante toda una semana estuve a merced de mi padre, su lujuria por desvirgarme le había puesto en un estado de bramura incontrolable, las mañanas antes de irse le hacía una mamada, también en el almuerzo mientras conversaba con mi mamá, su deseo era tal que no le importaba cambiar su rutina
El me lo había dejado claro el miércoles en la noche mientras dilataba mi ano con un juguete sexual, a pesar del placer que sentía sus palabras me encendieron aún más.
«Cuando llegue el sabado nos iremos de viaje tu y yo, voy a usar ese culito para mi deleite, no creas que escaparas tan fácilmente» murmuró con las pupilas dilatadas, su verga erecta goteaba presemen en abundancia manchando las sábanas de mi cama.
Gustoso cerré los ojos sintiendo su lengua recorrer el anillo de mi ano, apreté mi culo al percibir como algo caliente rosaba la piel de mis nalgas en una suave fricción, levante el rostro maravillandome por la vista.
Aquella hombría maciza se restregaba entre la línea de mis glúteos en un vaivén lento, los músculos abdominales de mi padre se contraían en cada movimiento, su pecho fornido con aquella curvatura en sus hombros me hicieron enamorarme de lo masculino que era mi progenitor.
«Mi macho» susurré encantado.
El día sábado llegó rápido entre preparaciones y el placer de tener a un hombre deseoso a mi lado.
Mamá nos despidió mientras mis hermanos se quejaban de querer ir, no obstante la mirada dura de mi padre pareció hacerles desistir de la idea, me encantaba pensar que antes yo era igual que ellos.
«De lo que se pierden» dije cuando estabamos lejos de la casa, mi progenitor me escucho soltando una leve carcajada.
«Aunque quisiera cogerme a todos los niños que quiera, hay ciertos retoños que no debo tocar, tus hermanos son algunos de esas excepciones, están muy apegados a su madre, si llegara a hacerles algo ella lo sabría de inmediato» comentó deteniéndose en una esquina, le quede viendo confundido.
«Yo tambien soy muy apegado con mi madre» dije, el asintió cruzando los brazos, su verga pálpito debajo del pantalón, pude darme cuenta al estar cerca de su entrepierna.
«Es cierto, pero conozco a mis hijos, se cuando están por amor y cuando no tienen opción» refirió el mayor apretando su abultada verga, me quedé mirando fijamente la acción hasta que un auto se detuvo delante nuestro.
«¡Sobrino! ¡Me alegra verte! William ya se había tardado mucho en llevarte a los encuentros, puedo ser un buen macho, pero no deja de ser un padre» se burló mi tío bajando la ventana del vehículo, pude percibir a dos niños en los asientos de atrás distrayendose con sus celulares, eran mis primos.
«¡Cállate! ¡Solo dices estupideces! ¡Vámonos que estamos llegando tarde!» regaño mi progenitor a su hermano, asentí entrando con el mayor al automóvil, luego el carro arrancó.
Me senté al lado de mis primos, pero notando que no me saludaban me fijé en lo que veían, mis pupilas se dilataron al percibir como una verga gorda y morcillosa era tragada en la boquita de un bebé, mi cuerpo se encendió dejándome llevar por la escena.
Ignore la plática que tuvieron los adultos la mayor parte del viaje, pero puse atención cuando escuché mi nombre.
«Habías dicho que tus hijos eran intocables ¿Qué te hizo cambiar de opinión?» Refirió el hombre calvo a su hermano, mi padre se rasco la barbilla incómodo.
«No sabría decirte, les he tenido ganas desde siempre, pero la sola idea de que su madre lo descubra me da dolor de cabeza» refirió el mayor mirandome por el retrovisor, mantuve mi vista en la película porno sintiendo aquellos ojos con mayor intensidad, podía notar como algo parecía desnudarme con la mirada, mi pene respondió de la emoción.
«Ya, te dije que no podías quedarte solo con nenes ajenos, algún día te tocaría la buena fortuna, ahora que lo has conseguido, disfrútalo y no lo dejes ir» hablo mi tío soltando una carcajada, mi padre sonrió señalando una dirección.
«¡Es por el otro camino idiota!» regaño el mayor a su hermano, este maldijo dando la vuelta.
Pronto llegamos a una casa rodeada de muros, dentro del recinto varios autos estaban estacionados, accedimos verificando nuestras identidades en la entrada antes de ubicarnos a un costado.
Bajamos del auto estando yo maravillado por lo que veía, era un gran lugar con estatuas de mármol, fuentes y flores adornando el camino con farolas a los lados.
Entrando a la casa fuimos recibidos por los saludos de varios hombres con las voces de niños de fondo, mi mirada se fijó en la cantidad de pequeños que rondaban la estancia, había de todo tipo, desde rubios, lampiños, velludos, de piel blanca, morenos, asiáticos, cabello morocho, regordetes, delgados, de buen culo, cintura torneada, también se encontraban niñas aunque en menor cantidad, de vez en cuando el llanto de un bebé se escuchaba.
Por lo que podía percibir había más de 20 menores en la estancia sin incluir a mis primos y a mi, de adultos podía contar el doble, parecía una reunión a gran escala en aquella residencia lujosa.
Notando lo maravillado que estaba por la escena mi padre me agarró de la cintura y me apego a su entrepierna, acercó sus labios a mi oído.
«Es una fiesta que organiza un político de la comunidad, lo disfraza como una celebración privada, la gente cree que es para presumir de su riqueza, es una tapada para que nosotros podamos divertirnos» susurró con la voz ronca, mordió levemente mi oreja antes de soltarme, asentí encantado caminando con mi progenitor hasta una habitación privada.
«Señor, el evento principal será en una hora» aviso uno de los trabajadores dándole acceso a mi padre al cuarto, este asintió despidiendolo, luego cerró la puerta.
«Tenemos una hora para divertirnos, quítate la ropa, debo prepararte porque hoy y mañana solo comerás verga» dijo con voz grave el mayor, su cuerpo fornido se mostró ante mi cuando se desvistió, hice lo mismo poniéndome en cuatro en la cama.
Apenas acosté mi cabeza en una de las almohadas sentí la gruesa lengua de mi progenitor hundirse en mi agujero, me perdí en el placer de aquella carne húmeda entre mis paredes anales, de vez en cuando dedos eran introducidos para estirar los pliegues de mi agujero.
Suspiré cuando aquel objeto sexual en forma de tapón se introdujo en mi ano, luego mi padre libero su hombria acostándose en la cama.
«Ven y dale a papá un regalo antes de la fiesta» ordenó el adulto con ojos brillantes, asentí encantado observando aquella hombría maciza estirarse, probando un bocado de su glande deje que aquel pedazo de carne se hundiera en mi cavidad vocal hasta tenerla toda adentro.
Siguiendo los consejos de mi padre empecé el sexo oral con un vaivén lento, los gruñidos y gemidos roncos del mayor me hicieron entender que lo estaba haciendo bien, acelere el proceso jugando con mis labios en la parte que sobresalía de la verga.
Pasando los últimos minutos devorando su pene nos detuvimos cuando alguien tocó la puerta.
«Es la hora, vamos» dijo mi padre caminando desnudo hacia la salida, le seguí apenado de pensar que me verían de esta manera, pero mi sorpresa fue tal cuando noté que todos los menores con los adultos estaban igual que yo.
Un hombre alto y delgado exhibía su figura con un pedazo de carne colgandole de la entrepierna, me asusté por las dimensiones, pero sentí la mano de mi progenitor en mi hombro.
«No te asustes, son pocos los niños que pueden tener el privilegio de estar con el, tu serás exclusivo para mí y a quienes yo elija ¿De acuerdo?» Tranquilizó el adulto, asentí escuchando las palabras de bienvenida, fueron unas cuantas oraciones agradeciendo la participación de todos, luego procedió a iniciar el evento.
Mi padre me llevo al salón principal donde habían camas, sillones, colchones, sillas especiales, mesas con juguetes sexuales, cuerdas colgando del techo y diversos objetos que desconocia para que servian.
«Tu tío dijo que estaría en la esquina, cerca de la mesa con preservativos» comento el mayor, viendo una mano estirarse mi progenitor camino hacia allá conmigo agarrado de la mano.
Al llegar me encontré con caras conocidas, el hombre militar con su retoño estaban acompañados de otro adulto musculoso con un bebe muy grande, luego estaba mi tío con mis dos primos quienes estaban distraídos chupando la verga y testículos de su padre con gula.
«Veo que has empezado pronto como siempre» bromeó William, su hermano entorno los ojos, luego mi progenitor saludo a los presentes señalandome.
«El es mi hijo, sigue estando virgen así que muchos podrán presenciar su desvirgamiento, luego podemos pasar a compartir nuestros nenes» comento el mayor con una sonrisa orgullosa, los hombres se felicitaron entre ellos antes de irse a una zona con varios espacios para descansar o sentarse.
Mi padre me acostó en un área llena de almohadas, mi tío se sentó delante mío con sus niños en sus piernas, al parecer aún no habían terminado de ordeñarlo, la mirada que me daba se contraía en vistazos de placer, su respiración era forzada y podía ver como su piel estaba roja por la excitación.
Sintiendo como aquel juguete sexual era sacado del ano mi padre reviso la zona con sus dedos, estirando los pliegues de mi agujero se escuchó una voz ronca reírse.
«Veo que lo has preparado bien, aún no lo has desvirgado y ya tiene el culo de una puta «bromeó el hombre militar, su miembro estaba perforando en un vaivén lento la entrada de su hijo quien escondía su cabeza en el hombro del mayor, sus gemidos bajos se podían escuchar.
«A simple vista eso parece, pero ya verás que los vírgenes tienen una capacidad de apretarte la verga aún en esas condiciones» se jacto mi progenitor quitando sus dedos, agarro un bote de lubricante aplicando tanto en mi ano como en su pene erecto.
Jugando con mi entrada sentí el glande de William rosar mis nalgas, la fricción me hizo temblar de excitación deseando ya tener aquella envergadura en mi interior.
Tanteando mi padre forzó su hombria en mi ano, pero la resistencia de mis pliegues le hizo maldecir.
«¡Relájate! ¡Te dolerá si no lo haces!» ordenó el adulto con voz ronca, siguió aplicando lubricante hasta que la zona se sentía resbalosa.
Volvió a intentar meterla pero las paredes se negaban a introducir su pedazo de carne.
«¿Qué tal si lo besas?» Aconsejó mi tío embistiendo con fuerza a uno de sus hijos, el otro chupaba y lamía el culo del adulto.
«Trata de distraerlo, eso siempre funciona» hablo el musculoso sosteniendo una paleta de sabor fresa, el bebé chupaba el dulce mientras una verga venuda estaba enterrandose con fuerza en su ano, no parecía incómodo por ello.
«¡Déjenme a mi! ¡Yo se lo que hago!» gruñó William dándome la vuelta, mis ojos captaron los suyos antes de bajar a sus labios, este sonrió acercando su rostro al mío.
«Respira profundo» murmuró antes de unir sus belfos, su lengua recorrió mi boca en un segundo chupando todo a su paso, apreté mis manos en sus hombros cerrando los ojos, me comía la boca con tanto esfuerzo que me sentía a desfallecer, escuchando victores de varios hombres noté como algo caliente se alojaba en mi ano, mire de losayo encontrando que la mitad de la hombria de mi padre estaba ya en mi interior, me fijé en su rostro el cual tenía una mirada engreída.
«¿Te gusta?» Dijo burlón, sonreí al gesto juntando mis labios con los suyos, el pareció no sorprenderse ya que siguió con el juego de nuestras bocas hasta que con un movimiento pélvico me obligué a separarme, deje salir un gemido cuando un pellizco llegó desde mi pelvis.
«Ya está toda» comento el adulto acariciando mi vientre, podía percibir como cierta área estaba abultada, pero no me importó, al fin había sido desvirgado por mi padre.
Levante mis piernas sosteniendolas con mis manos y cerré los ojos sabiendo lo que vendría.
«¡Por favor papá! ¡Follame duro!» pedí estirando las paredes de mi ano, las voces de los hombres se perdieron de mi mente cuando sentí la primera embestida seguida de la otra, a pesar de saber que estaban ahí, mi conciencia solo tenía ojos para el hombre entre mis piernas.
Desde su musculatura tensa por el esfuerzo, hasta aquella mirada hambrienta, acercó su rostro pegando su frente con la mia, sus movimientos eran rápidos y certeros, sus gemidos roncos iban acompañados de los míos.
El escozor que sentía en cada roce era placentero, la saliva que compartimos, el sudor que perlaba nuestros cuerpos, cada momento lo grabé en mi memoria gimiendo en voz alta el nombre de mi padre.
Una bramura pareció poseerle y me dio la vuelta empujando mi cuerpo contra el suelo, sin perder impulso arremetió con fuerza en mi culo haciendo sonidos sordos de piel contra piel.
Siguiendo los movimientos de sus penetraciones hice que mi culo se hundiera más cuando su verga entraba y se estirara cuando saliera, era un deleite escucharle decir improperios mientras se detenía cada cierto tiempo para tomar aire, luego volvía con una ronda de sexo desenfrenado que podía sentir en cada celula de mi cuerpo.
Apreté las paredes de mi ano cuando un cosquilleo me recorrió el cuerpo, líquido salió de mi pene y pude notar como mi padre se detenía para admirar lo que había hecho.
Me encontraba desecho, con la piel roja, la mirada perdida con el cabello despeinado, apenas lucido noté que mis primos estaban siendo usados por el musculoso y el militar, mientras que el bebé se comía la verga de mi tío en su boca.
«¡¿Por que te detienes?! ¡Quiero más!» dije con la voz rota, tome la hombria de mi padre y la hundí en mi agujero, ambos suspiramos de placer.
«¡Maldita sea! ¡Me estás matando!» gruñó William volviendo a embestirme con fuerza.
Perdidos en nuestro momento de calor pasamos follando durante mucho tiempo, al parecer mi padre era incapaz de tirar su semen en mi agujero, en cambio yo ya me había deslechado varias veces producto de las arremetidas de su verga.
Temeroso de que no lo estuviera haciendo bien tome la iniciativa, le pedí a mi padre que se acostara entre las almohadas, luego me subí encima suyo dejando pasar con facilidad su hombria por mi ano, de espaldas a el movi mi culo en vaivenes rápidos y profundos.
Cada movimiento llegaba hasta los vellos de sus testículos, la piel acompañada del líquido que se escurría de mi culo daba una sensación pegajosa y caliente.
Dejandose llevar, mi padre cruzó los brazos detrás de su cabeza observando con delicia como su hijo se comía su verga con maestría, sus gruñidos bajos eran un deleite para mí y el poder sentir en todo su esplendor su pedazo de carne me hizo aumentar más mi esfuerzo con las embestidas.
Notando que al apretar mis paredes anales William gemia en voz alta decidí dejarme llevar por mi instinto, las penetraciones se volvieron lentas, pero la voz de mi padre empezó a ser más llamativa con cada vaivén que hacía.
‘»¡Mierda! ¡Tan apretado! ¡Hijo de puta!» vociferaba mi progenitor con los ojos cerrados, sonreí encantado continuando con mi trabajo, sin embargo fui detenido por mi padre de pronto.
Me fijé en él notando un iris resplandeciente, parecía haber encontrado algo especial por que me tomó de mis piernas y se paró llamando la atención de algunos hombres.
Luego sin despegar su mirada de mi empezó a meterme su hombria de la misma manera que yo lo hacía antes, ambos soltamos gemidos encantados por el otro, nuestros ojos brillaban y parecíamos estar perdidos el un con el otro.
Cada roce fue la gloria y pronto fuimos rodeados por una multitud, comentarios morbosos se escuchaban mientras apretaba mis manos en los hombros de mi padre, William había dejado de sonreír teniendo una mirada estoica mientras sus dedos abrían mis nalgas para darle fácil acceso a su verga.
Chocando piel contra piel y percibiendo un cosquilleo por todo mi cuerpo arrecoste mi cabeza en el pecho fornido del adulto, este levantó la cabeza soltando un gemido ronco, cerró los ojos dando unas cuantas embestidas antes de soltar todo su semen en mi.
En grandes cantidades sentía en mi interior que caía su semilla, era como si estuviera llenando mi agujero solo con su leche.
Nos quedamos quietos pegados el uno al otro escuchando nuestros jadeos, aplausos vinieron desde nuestros alrededores haciendo que fuéramos concientes de donde estábamos.
Observando la multitud de hombres con sus retoños mi rostro se tiño de rojo, mi padre sonrió orgulloso apretando sus músculos alrededor de mi cuerpo.
Levantó el puño generando un grito de júbilo.
«¡Ha sido desvirgado!» Exclamó con la voz ronca, todos celebraron felices por la noticia, escuché aplausos desde un lado captando mi intención.
El anfitrión de la fiesta me miraba con ojos hambrientos mientras su gran envergadura erecta apuntaba hacia mi.
Fin.
Gracias por haber leído hasta aquí, la historia del desvirgador de mi familia continuara, pero por ahora empezare un nuevo relato el cual espero les guste.
Si quieren compartir anécdotas o solo charlar pueden contactarme por Telegram.
Telegram: @AlexanderTL28.
Adiós.
Muy mal, que lo acabes ahora que el putito está descorchado… y lo puede intercambiar en orgías como la descrita.
Está genial! Este final no me lo esperaba, en verdad te felicito.