El sueño de X
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Cadoma.
X estaba durmiendo, no se daba cuenta de que ya me había levantado de la cama, él se volvió a acomodar y siguió descansando, sin que lo supiera me quedé observándolo un rato, estaba desnudo como era obligación al momento de posarse en mi cama, boca abajo, con la sábana a penas cubriéndole sólo la espalda, fatigado después de una larga noche conmigo donde, yo lo miraba, su trasero blanco, suave y pequeño, no entendía cómo ese cuerpecito podía haber albergado a infinidad de hombres en el pasado, porque así lo habían obligado, y sin embargo cada vez que me recibía en ese agujerito suyo gritaba como loco, pese a que yo no era para nada uno de los mejores dotados que lo hubieran tomado (aunque eso no significaba que no supiera utilizar mis 21 centímetros de longitud), como si cada vez que lo poseyera penetrándolo él fuera un alma virginal, su piel clara y tersa me gustaba mucho y era el blanco de mis mordiscos, además de que no había un sólo vello en todo su cuerpo, así había sido por años, desde que algunos hombres con el fin de preservar su inocencia le habían hecho un depilado permanente… estaba con un niñito, sólo eso, su piel rosadita y delicada en sus zonas más sensibles era mi delirio, y algunas veces pensaba en que si lo mordía de más en esos sitios podría lastimarlo, pero él aguantaba cada uno de mis frenéticos embates sin chistar… bajo su adorable trasero podía ver sus suculentos testículos, pequeños, rosados, suaves, delicados, deliciosos, redonditos, ¡ahh, cómo me fascinaba tenerlos en la boca!, succionándolos, chupándolos, devorándolos, llenándome la boca de esas bolitas sensibles y olorosas…
Miré a X dormido, su carita de ingenuo, los ojos cerrados, no me pude controlar más, busqué mi teléfono y tomé unas cuantas fotografías suyas, como si necesitara constatar que tan bello angelito me pertenecía y amanecía entre mis brazos día a día al abrir los ojos, despertaba y lo observaba pegado a mí como si yo fuera su muñeco de felpa para apartar a lo que fuera que le pudiera inflingir temor… en una ocasión desperté por una interesante sensación, y podía darme cuenta aún en la oscuridad que X estaba abrazado a mí, pero sus labios se hallaban en mi pecho… fue raro porque estaba lamiéndome los pezones, más que eso, succionando, como si fuera un bebé, la escena era tan ridícula como tierna, sus labios me excitaban tanto que pensé que si no se detenía tendría que despertarlo al ponerle el lubricante de cereza que solía usar segundos antes de penetrarlo, pero para mi mala suerte, ya dejaba mi pecho y sólo se acurrucaba más a mí durmiendo plácidamente, seguro de que nadie jamás perturbaría su sueño de forma violenta como antes.
Me acerqué a él y le soplé suavemente en el oído, se sacudió ligeramente y se dio la vuelta haciendo un bajísimo gemidito de goce, la sábana se quedó sobre el colchón y lo podía admirar ahora boca arriba, tomé más fotografías, su pecho de niño, sus pezones tan pequeños y rosaditos como botoncitos de rosa, al igual que el hermoso agujerito que me encargaba de llenar cuando hacíamos el amor, ese sitio tan pequeño y estrecho, ¡ahh, cómo me apretaba X al momento de penetrarlo!, se sentía tan bien que sólo me volvía más y más loco, su glorioso agujerito, su ombligo, su cadera, las piernitas delgadas y blancas, su pene… el pene de X era pequeño y suave, manejable y exquisito, pero después de haberle soplado al oído se ponía ligeramente erecto, y dejaba de ser pequeño, esa cosita rosada engrosaba, la cabeza salía orgullosa, la punta rojiza y brillante, y lo admiraba sacudirse sólo, pensé que tal vez tendría un sueño húmedo y si lo observaba más tiempo vería cómo ese líquido saldría de él. Su pene se meneaba cual si tuviera vida propia, de un lado y al otro, no pude contenerme y me acerqué a ese pubis sin vello, a ese pubis de niño con pene de hombre, más largo y grueso, con las venas ensanchadas y que olía delicioso… pensé en cuando yo tras venirme soltaba mi semen dentro suyo, y mientras X se levantaba de la cama mi delicioso jugo escurría por sus nalguitas, era todo un trofeo esa escena, verlo desbordando el rosado ano de X…
Excitado por todo lo que estaba pensando, pasé lentamente la lengua por su pene, desde los testículos hasta el glande, a penas rozándolo para que no despertara, luego mis labios probaban su pezón derecho, como si succionara de él, y mi resultado fue ver su erección más grande, su pene se sacudía más y más y entonces eyaculó sobre sí mismo aparentemente dormido aún, y ese espectáculo me había puesto tan duro que me encerré en el baño, y no conteniéndome más me masturbé hasta terminar también, fue muy rápido pero agradable y para ayudarme además recordé lo que había sucedido apenas hace dos días…
-X estaré un momento a solas, voy a hacer ejercicio -me fui a una de las habitaciones en las que tenía algunas pesas más y aparatos que usaba cuando no tenía ganas de ir al gimnasio.
Después de un rato sentía el pecho lleno de sudor, al igual que la frente, sólo llevaba un pantalón deportivo y noté que pronto tendría que ir a depilarme, no me gustaba el vello en las axilas ni en ingle y opté por el depilado brasileño que era discreto sin ser absoluto como el de X.
No me había dado cuenta que él me buscaba, abrió la puerta a penas y se asomaba sin ser descubierto, miró mi espalda y pecho mientras levantaba algunas pesas, mi rostro exhausto como después de que hacíamos el amor tres o cuatro veces seguidas. Se acercó sigilosamente mientras que yo estaba concentrado en el pecho, deslizó un dedo por mi espalda, entre las gotas de sudor mientras que me soplaba muy suavemente, la sensación fue tan inesperada que me volteé a donde estaba, pero se esforzó en quedase tras de mí.
Pasó su labios por mi cuello sin dejar de soplarme, la piel se me erizó por completo entre la sensación de frescura.
-X, ¿qué sucede? -y lamió las gotas de mi espalda baja, subiendo hasta la nuca- se siente bien… pero estoy sucio X.
-Me gustas mucho… -me sorprendieron sus palabras, pero él no dejaba de tocarme y probarme. Era un X deseoso y me provocaba una incertidumbre saber qué más haría.
Se sentó a mi lado en el banco de ejercicio y se enfocó a tratar de quitarme el pantalón.
-No te entiendo X… ¿tan ansioso estás? -él metió sus manitas en el pantalón y me tocó el pene ya ligeramente endurecido, me levanté un momento para que los pudiera bajar por completo, de mi frente tomó mi banda para el cabello y con ella sujetó mis muñecas, las jaló tras mi cabeza y las ató entre las varillas de las pesas. Estaba loco ¿atarme?, ese tipo de trucos eran míos, me estaba robando las ideas, pero al mismo tiempo me estaba excitando mucho. Y lo vi sacar uno de mis pañuelos, lo traía en su bolsillo.
-¿Qué me harás ahora X? -y me lo puso de mordaza.
-Ahora vuelto… -se fue y pensé que estaba loco, totalmente loco, me había atado a mis pesas, no se veía un sitio muy cómodo, aunque sí sonaba algo interesante, esperé, lo noté envuelto, pero no supe qué era.
-¿Mi señor…? -y lo vi con un disfraz de esclavo, le había dicho en algún momento que con esa ropa tendría expuesto su pequeño traserito a manera de fantasía- ¿qué le sucede?, ¿está cautivo?, le han despojado de la ropa… antes de salvarlo me… me encargaré de que no le duela más ninguna parte de su cuerpo… lo curaré con mis labios y… con esto… -vi como tomaba un hielo con los dedos, lo pasó por mi cuello despacio, era una sensación muy extrema, pero estaba tan acalorado que se derritió rápido, tomó otro y lo pasó por mi boca arriba de la mordaza, luego por el estómago, y después de enfriarme posaba sus labios, vi cómo sujetaba otro más, ese cubito lo pasó por todo lo largo de mis piernas, tras las rodillas, y su boquita, dándome besos y mordiscos, me estaba volviendo loco, y el que tanto estaba esperando, el hielo que acercó a mi pene, incluso sin rozarme con él se sentía frío y me empecé a retorcer, pero lo deslizó, se sintió como una mordida, luego en los testículos y su lengüita los acariciaba después par a calentarlos, los frotaba y chupaba, acariciaba cada milímetro de mí respirando entre los vellos negros de mi pubis, yo quería gritar, pero me era imposible, X se sentó en cuclillas sobre mí dándome la espalda, y me llenaba de sus maravillosas mamadas, yo tenía una vista completa de su culito apretado y luego se volteó a mirarme.
-¡Ya sé mi señor! -me quitó la mordaza de la boca y con ella me ató los tobillos.
-X, ¿desde cuando has tenido este tipo de instintos?, ¿atar a alguien?, no me suena para nada a ti. -Frente a mí se fue quitando la poca ropa que tenía y sentí como me emocionaba verlo, endureciéndome más de lo posible, mi pene pedía entrar en acción… pero lo que hizo a continuación me sorprendió más, sin parar sus atenciones siguió lamiéndome y me brindaba esa misma vista de su traserito, pero más aún cuando lo tuve en la cara.
-¿X?, ¿un sesenta y nueve?, ¡vaya!, yo pensé que conmigo sólo te gustaba hacerlo de forma cursi, pero… -le di un lengüetazo, no sé por qué la piel de X siempre me sabía tan dulce, en mis labios su pene crecía y el mío gozaba, sus gemiditos, sus mordiditas y succiones, sus partes rosaditas y suaves, era delicioso cada cosa que me hacía.
-Mi señor… es hora, quédese quieto por favor… -lo vi sentarse sobre mí verga erecta, y empezó a gritar, noté cómo se introducía mi pene en él, X empezó a sacudirse y yo también, como espectáculo adicional para mí, se llevó la mano a su sonrosado, palpitante y creciente pene sacudiéndolo ante mis ojos, la idea de estar atado era tan y tan excitante.
-X, oh… ohhh, X, ¡qué bien!, sí sigue moviéndote así… muy bien… así…ahh, ahh…
-Mi señor… ya casi… ya… ¡ahhhhhh! -gritamos al mismo tiempo, era la primera vez que nos podíamos sincronizar, por lo general la diferencia era escasa pero existente y esta vez me arrojó su líquido que me cayó en la boca y barbilla, me relamí ante él satisfecho, dudó un poco al bajarse de mí y noté como de su trasero blanco escurría un poco de mí magnífico semen…
-Bésame X… -y lo hizo soltándome las muñecas, lo abracé loco de lujuria mezclando lo que quedaba en mi boca con su saliva- no lo puedo creer X, eso fue… increíble…
-Espero que le haya gustado mi señor, quiero que esté satisfecho conmigo…
-Tonto… mientras pueda hacértelo cada día y me beses así siempre… créeme que no necesitaré nada más.
-Qué bueno…
Así que con ese tipo de recuerdos, era tan sencillo sólo dejarse llevar por la emoción y satisfacerse solo en cualquier lugar público o privado… tocarme un poco frotándome el pene unos minutos, podía masturbarme a solas… porque si necesitara una sesión de buen sexo sin duda para eso tenía a mi X
(Fin del fragmento atte Cadoma)
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