Escuela para aprender a follar VII
Una carne gruesa rozó mi agujero, el glande se alojó en el centro y con una presión bestial cada centímetro de su herramienta viril se introdujo en mi culo, 21 cm de carne venuda profanó mi ano causandome un ligero gemido..
Después del sexo salvaje que tuve con el profesor Terry, pasé por mi cuarto para bañarme y cambiarme el uniforme, el anterior estaba sucio de semen.
Caminé a paso rápido hacía la clase de matemáticas observando a mi alrededor, algunos estudiantes conversaban entre ellos, otros estaban rodeando a un maestro tocando su cuerpo de vez en cuando, las sonrisas cómplices eran fáciles de notar.
Suspiré antes de abrir la puerta del aula.
«Me gusta tener sexo con el profesor Terry, pero tengo obligaciones con los demás instructores, si quiero estar con mi hombre, debo estar dispuesto a que otros follen conmigo, son las reglas» pensé convencido, entré al recinto notando a mis compañeros animados, fui a mi asiento justo cuando el maestro llegó.
Dejando mis cosas en la mesa, me senté en mi lugar, observé los movimientos del adulto percibiendo que agarraba el marcador para escribir una fórmula en la pizarra, fruncí el ceño al ver que la había escrito muy alto respecto al suelo, con nuestro tamaño sería imposible llegar a menos que nos cargarán o usáramos una silla.
Apenas terminó de escribir, el mayor se dio la vuelta, una sonrisa morbosa adornaba su rostro, todos mis compañeros, incluido yo, escuchamos conmoción afuera del aula, los estudiantes que caminaban por el pasillo se detuvieron cerca de la entrada mirando algo atrás de la puerta, nuestra atención regresó al profesor cuando golpeó dos veces sus palmas.
—Hoy tendremos ejercicios prácticos, me gustaría medir su habilidad matemática bajo presión, aquellos que aprueben serán recomendados por mí para el Gran Ordeñamiento—Ante sus palabras los demás se emocionaron, confundido mantuve mi atención a lo que decía.
—Como algunos sabrán, cada mes se hace una fiesta temática en la escuela donde se invitan a los patrocinadores y celebridades a conocer nuestra distinguida institución, los estudiantes normalmente no tienen permitido ingresar a menos que reciba recomendación de tres profesores, es una oportunidad para ustedes si entran, talvez incluso logren hacer contactos para sus familias, así que quiero verlos concentrados resolviendo esté ejercicio pasando a la pizarra—contestó el mayor apretando su entrepierna, pasó su lengua por sus labios humedeciendolos, las voces de todos era confusa de escuchar al hablar al mismo tiempo, pero una mano se levantó entre la multitud.
—Maestro, perdone la pregunta, pero ¿Quiére que pasemos a resolver el ejercicio a la pizarra? Escribió la formula muy alto para nosotros—se quejó un chico, pronto los demás le siguieron, el adulto parecía esperar esa interrogante por que su sonrisa se amplio.
—Lo se, tranquilos, es parte de la prueba, he traído a unos amigos extranjeros que nos ayudarán, Fernando, Omar, pasen y saluden a los niños—dijo el adulto mirando hacia la puerta, todos fijamos nuestros ojos en dos figuras de gran tamaño que entraron al aula.
Un hombre de barba espesa, cejas gruesas, labios carnosos, frente amplia, piel canela y ojos penetrantes, se fijó en nosotros causandonos escalofríos, su cabello negro estaba desordenado, pero lo más llamativo de él era su físico prominente, tenía dos brazos llenos de músculos y venas, sus gruesas manos estaban cerradas en puños, no tenía abdominales marcados, sin embargo sus piernas eran dos torres inpenetrables de testosterona, en medio de ellas, una polla gorda, con una bolsa de testículos pesaba sobre el suspensorio azul que llevaba, tenía puesto unos calcetines blancos, no obstante, al caminar, sus pasos eran audibles.
Su otro compañero era moreno, de una tonalidad qué me recordaba al caramelo, tenía los ojos hundidos y una frente estrecha, estaba sin barba, pero su mandíbula estirada le hacía ver más joven de lo que era, tenía tres arrugas en cada lado de sus párpados, su cabello castaño recogido hacia atrás presentaba una línea desde la frente hasta la espalda de color blanco, tenía unas cejas delgadas y labios pequeños.
Al fijarnos en su cuerpo podíamos notar como su cuello era muy grueso, casi como un muro, de ahí sus hombros se mostraban con magnificencia hasta un tupido centro de vello corporal en sus pectorales morenos, sus brazos eran corpulentos, pero más pequeños que los de su amigo, su abdomen estaba marcado con tres pares de abdominales, una profunda v se marcaba en su pelvis escondiéndose en una maraña de pelos púbicos que llegaban hasta el suspensorio rojo, no obstante, la hombría del hombre se había salido de la tela exponiendo su grosor ante nosotros, era grande, de 20 cm. Las piernas eran dos moldes de marmol llenos de pelo, usaba unos calcetines negros.
Todos perdimos la noción del tiempo al verlos, el maestro llamó nuestra atención para hablar.
—Son unos latinos que vinieron a visitarme hace poco, les hable de ustedes y querían venir a saludar, se ofrecieron de voluntarios para ayudarme con la dinámica de hoy, por favor, pase el primer estudiante que resolverá el ejercicio.
Un chico se levantó de prisa caminando hacia el profesor, admiró con sus ojos a los dos adultos a su lado deseando tocar sus cuerpos, el maestro le entregó el marcador.
—Las reglas son sencillas, deberás resolver el ejercicio en un minuto, sin embargo, para hacerlo más difícil tendrás que enfrentarte a la presión de un hombre rompiendote el culo mientras lo haces, quítate el pantalón y la ropa interior si tienes—explicó el mayor, el chico asintió emocionado haciendo lo pedido, mostró sin problemas sus nalgas blancas y redondas, los dos latinos se miraron con una sonrisa.
Luego el hombre de brazos enormes, barba tupida y piel canela dio un paso al frente, movió su polla sacándola de su suspensorio sin quitárselo, una hombría de 21 cm se presentó ante nosotros, la carne estaba hinchada, sangre se acumuló en el glande hirviendo por el contacto, estiró el prepucio exponiendo una vena gorda qué se extendía desde la base hasta la punta, luego tomó al chico de la cintura, sin problemas el menor enredó sus piernas en la cintura del hombre, sin dejar de mirar al chico el adulto agarró su herramienta viril y la enterró profundamente en el ano de nuestro compañero de clase, un gemido de dolor se escuchó.
Todos observamos maravillados como el hombre barbudo iniciaba las penetraciones sin importarle si el chico se acostumbraba a su tamaño, incapaz de resistir el menor soltó el marcador agarrándose de los hombros del mayor, dejo escapar varios gemidos mientras su agujero era profanado duramente por una polla gorda.
El choque crudo de pieles nos hizo estremecer y el tiempo pasó rápido, pronto escuchamos una alarma sonar.
—Ha pasado un minuto, lo lamento, no has superado la prueba, siéntate—dijo el profesor masturbando su propia polla, la había sacado mientras observaba al chico ser follado sin contemplaciónes, con la otra mano sostenía un cronómetro.
Aturdido, el menor sintió como la hombría del macho barbudo salía de su ano y el adulto lo bajaba de su cintura, una sonrisa mórbida adornaba el rostro de aquel hombre antes de darle una fuerte nalgada al chico, avergonzado nuestro compañero tomó su pantalón con la ropa interior en el suelo, caminó a su asiento con las piernas temblorosas, suaves quejidos salían de sus labios.
Confundidos miramos aquella hombría gorda apuntar hacia nosotros, luego observamos a su compañero con su polla por fuera liberando presemen, tragamos saliva.
Sería una prueba difícil.
—¿Otro qué quiera intentarlo? Sino llamaré siguiendo la lista de asistencia—comentó el maestro apretando el contorno de su hombría, un chico se levantó y se quitó el pantalón con la ropa interior, luego camino hacia el par de hombres.
Bajo la cabeza para tomar el marcador tirado en el suelo, el hombre latino, de arrugas, peludo y piel caramelo dio un paso chocando su hombría con el cabello del menor, rozó todo el largo de su polla en la cabeza del chico antes de que se levantará, aquella verga morena se resistía con fuerza en el suspensorio rojo, al punto de romperla.
Con un gesto el mayor se sacó su polla y la estiró exponiendo su glande rojo, agarró al estudiante con sus dos manos haciendo que el menor rodeara su cintura con sus piernas, luego apuntó su hombría hacia el ano fruncido del chico, un movimiento pelvico fue suficiente para penetrar aquel agujero juvenil.
El menor tensó su rostro y se puso rojo, soltó un pequeño quejido ante la invasión de aquella herramienta viril, casi dejo caer el marcador, pero lo sostuvo con fuerza, miró al hombre un momento antes de girar la mitad de su cuerpo para empezar a escribir en la pizarra.
Los golpes de piel no se hicieron esperar, el adulto sacaba toda su verga hasta el glande antes de arremeter con fuerza, los gemidos del chico eran altos mientras los otros hombres se masturbaban viendo, algunos de nosotros empezamos a quitarnos la ropa de la cintura para abajo para tocarnos, otros esperaban su turno.
A pesar de sus esfuerzos por pensar y escribir, el menor no pudo terminar la ecuación, sus manos temblaron antes de cerrar los párpados, se aferró al cuerpo del adulto escondiendo su rostro en aquel cuello grueso, el golpeteo de piel fue mayor al punto de tensar todos los músculos del hombre latino, pronto la alarma sonó.
—¡Suficiente! ¡Que pase el siguiente! —gritó el profesor, el chico se bajó del cuerpo del hombre con el rostro rojo, caminó hacia su asiento con dificultad teniendo que agarrarse de las mesas.
Observé como los adultos hacían gestos obscenos admirando el cuerpo profanado del chico, pronto alguien más quiso intentarlo.
El tiempo pasó mientras cada estudiante tuvo su turno para resolver la ecuación en la pizarra, apenas agarraban el marcador y tenían una verga en sus culos se perdian por el placer, los rostros se tornaban rojos, hacían muecas, gemian, incluso algunos lloraron, ninguno fue capaz de resistir la prueba.
Los hombres latinos llevaban más de 10 estudiantes cada uno, sus vergas estaban hinchadas por la cantidad agujeros qué habían profanado, sus miradas lujuriosas, masturbando aquellos mástiles de carne mientras tensaban sus musculos fue una burla para todos, la mitad del grupo ya había perdido su oportunidad, incluso creíamos qué sería imposible lograrlo.
Un chico de piel pálida, de cabello negro, se puso de pie exponiendo sus nalgas regordetas y firmes, caminó desafiante hacía el frente de todos tomando el marcador en el suelo.
El hombre barbudo, de grandes brazos y piel canela tomó su cuerpo alineando su verga erecta en su culo, de una embestida le ensartó sus 21 cm de verga.
Aguantando las ganas de gemir, el chico rotó su cuerpo para escribir en la pizarra, hizo una mueca cuando empezaron a follarlo con crudeza.
La piel chocaba con tanta fuerza que se escuchaba hasta la última fila del aula, sus nalgas se pusieron rojas por la dureza de los golpes y un líquido semitrasparente caía de su agujero profanado.
El profesor observó lo último con una sonrisa.
Soportando la hombría del mayor, el chico hizo el cálculo mental, teniendo la mitad del procedimiento escrito en la pizarra empezamos a victorear en nuestras mentes.
No obstante, todos dilatamos nuestras miradas cuando el segundo hombre se movió al recibir una orden del maestro, se puso detrás del chico obstruyendolo un momento, alineó su verga erguida en el agujero ya ocupado y lo penetró de golpe, el marcador cayó al suelo mientras el joven se sostenía de la pizarra.
Un grito de dolor fue seguido de una risa seca, el profesor se levantó.
—Muy inteligente el usar lubricante para evitar el dolor de ser penetrado, pero es una lastima que la posición te delatara, como lo que hiciste puede ser considerado trampa para los demás, tendrás dos vergas en vez de una, confío sea justo para todos—dijo el mayor con una sonrisa, nadie dijo nada, el chico estaba perdido en la sensación sofocante de dos pollas gordas ocupando su pequeño agujero, no se movieron, pero la palpitación en su interior fue demasiado para su cuerpo.
Lloró lagrimas amargas que cayeron en la piel morena de aquellos hombres musculosos, apretaron sus cuerpos en el menor mientras el tiempo pasaba.
Cuando la alarma sonó, sacaron sus vergas del chico.
Tropezando cada dos pasos, el chico volvío a su asiento, suspiramos derrotados, era imposible.
Notando nuestra expresión el profesor asintió.
—Tranquilos, seré complaciente con ustedes, permitiré qué usen lubricante, o cualquier cosa que tengan, pero a cambio recibirán dos vergas al mismo tiempo ¿Les parece? —dijo el adulto, algunos asintieron, otros negaron.
La mayoría estuvo de acuerdo, varios pasaron a intentarlo.
Talvez por ignorancia o por que ya se habían rendido, se ponían lubricante, como si desearan ser penetrados por dos vergas venudas y grandes, seguro creían que con eso bastaría para soportar el tamaño de los hombres latinos, pero la realidad era otra.
Todos, sin excepción soltaron el marcador apenas tenían los dos pedazos de carne caliente en sus culos, el dolor era palpable mientras lloraban, la alarma los sacó de aquella experiencia.
Pronto, solo quedaron dos, yo incluido.
El chico delante mio fue sin lubricante, el hombre con arrugas, de cuerpo peludo y piel caramelo lo subió a su cintura, profanó su culo con fuerza escuchando sus quejidos, a pesar del intento, el menor no pasó de dos líneas antes de soltar el marcador, se abrazó al cuerpo musculoso del mayor mientras era follado fuertemente por su polla, el sonido de sus pieles se había impregnado en nosotros, estábamos acostumbrados a escucharlo ahora.
Suspiré en mi mente sabiendo que seguía yo.
«No hay manera, si uso lubricante serán dos, si no lo uso, el dolor no me dejará escribir aunque tenga la respuesta, me gustaría que fuera el profesor Terry, ya estoy acostumbrado a su verga y forma de follar» pensé desanimado, mi rostro cambió de expresión al recordar algo.
«¡Un momento! ¡El profesor Terry! ¿Por qué no lo pensé antes? Si puedo aguantar el sexo con él debería soportar esto, después de todo, soy el único de la escuela que ha podido recibirlo sin ir a la clínica, estuve dudando debido a la presión que sentía de la mayoría, pero yo puedo hacerlo»me dije con una sonrisa, la alarma sonó haciendo que el menor bajara de la polla hinchada del adulto, recibió una nalgada que le hizo temblar, caminó a paso lento hacía mí, pronto recibí las miradas de todos.
Los dos latinos agarraron sus vergas agitandolas con burla, el profesor se había deslechado de tanto masturbarse y lamia el semen qué tenía en su mano, me levanté confiado, caminé hacia la pizarra sintiendo la presión de los demás, respiré hondo para calmarme.
De frente a los adultos observé sus figuras musculosas, el sudor perlaba sus cuerpos morenos, las venas se marcaban en cada extremidad y sus vergas estaban rojas por la fricción, un trapo húmedo estaba en el suelo con el que se limpiaban el lubricante dejado por los estudiantes.
Querían evitar cualquier mínima posibilidad de éxito.
Sonreí agachandome para tomar el marcador sin dejar de mirar al hombre barbudo, sabía que el sería mi pareja tomando en cuenta el orden que llevaban, su amigo ya había pasado, solo quedaba él.
Mi rostro quedo frente a su polla gorda, saqué la lengua lamiendo el glande un momento antes de levantarme con el marcador en mis manos, el sabor de su verga era salado.
Con una mirada llena de excitacion el mayor me tomó de la cintura, extendió mis piernas para que rodeara su cintura, hice todo sin problemas esperando su hombría palpitante, el calor de su cuerpo se extendió por el mio haciéndome sentir que estaba atrapado en un horno, irradiaba tanta energía que solté un suspiro, podía percibir el palpitar de su corazón y como un vapor espeso era sudado de sus axilas.
Su olor era una combinación de sudor, desodorante y algo picante, como afrodisíaco masculino.
Una carne gruesa rozó mi agujero, el glande se alojó en el centro y con una presión bestial cada centímetro de su herramienta viril se introdujo en mi culo, 21 cm de carne venuda profanó mi ano causandome un ligero gemido.
Ignoré el gesto enfocándome en escribir, las penetraciones empezaron, cada arremetida iba a acompañada de un resoplido, como animal embramado el mayor fijó su mirada en mí, sus músculos se hincharon y el calor que irradiaba se tornó espeso.
Respiré confuso el aroma mezclado, me picaba los ojos.
Los golpes de carne eran sonoros, choques duros de piel que enrojecian la zona, el sudor brincaba ante el contacto y sus testículos rebotaban en mis nalgas con facilidad.
Notando que continuaba escribiendo sin problemas, el profesor frunció el ceño, hizo un gesto para que el hombre barbudo aumentará las penetraciones.
Con una furia digna de un toro, mi cuerpo se sacudió por la potencia de sus embestidas, mi mano temblaba por la agitación y era difícil de escribir, la punta de su verga golpeaba mi próstata haciéndome gemir, sin embargo recordé al profesor Terry antes de volver a concentrarme.
«A menos que superen a mi hombre, jamás perderé en el sexo» murmuré con la mirada seria, el adulto escuchó mis palabras y soltó un resoplido molesto.
Miró al maestro y él asintió preocupado.
La manos que tenía en mis caderas pasaron a mis glúteos, pude sentir sus grandes dedos forzar su entrada en mi culo, solté un gemido percibiendo como mi interior se sentía lleno.
Sin embargo, seguí escribiendo hasta tener un tercio de la ecuación terminada.
Follado por la polla gorda y los dedos gruesos del adulto mantuve mi mente concentrada, recordé a mi maestro tratando de tranquilizar mi respiración.
«Puedo hacerlo» pensé soltando un gemido, sintiendo que sus esfuerzos no eran útiles el mayor me giró, me sostuve de la pizarra para no caer, con una fuerte embestida fui aprisionado entre el cuerpo del mayor y la pared.
Aún podía escribir, así que levante la mano.
Sintiendo la cadencia del adulto volverse caótica, mi culo se irritó por los golpes, su polla caliente arrasaba con mis paredes sin contemplaciónes mientras su rostro se pegaba a mi cuello, respirando mi aroma.
Una fuerte inhalación hizo que mi piel se erizara, el hombre barbudo aspiró el olor que tenía, frunció el ceño y sonrió.
Raspando mi piel con su vello facial acercó sus labios carnosos a mi oreja, su aliento a tabaco inundó mis fosas nasales.
«Veo que eres la yegua de otro semental, aguantas bien pequeño, me gustas» murmuró con voz ronca el adulto, terminé de responder la ecuación un segundo antes de que sonara la alarma.
Había resuelto el problema hace mucho tiempo, incluso entre compañeros nos habíamos compartido la respuesta, nadie esperaba que realmente sirviera.
Con la mirada incrédula todos guardaron silencio, excepto por el hombre detrás mio, hundió su polla de 21 cm una última vez antes de gemir con una voz estridente, maldijo en otro idioma llenando mi ano con su semen espeso.
Parte de su leche caía al suelo dejando unas manchas blancas.
Temblando, el adulto se separó de mí, su verga languida descansaba en sus testiculos, recogió el sobrante del semen antes de llevárselo a la boca con una sonrisa.
—Ha pasado—dijo el barbudo soltandome, los primeros en reaccionar fueron mis compañeros, gritaron mi nombre emocionados, observé al otro latino quien tenía una mirada de orgullo, asintió en mi dirección antes observar al maestro.
Entendiendo que había perdido, el instructor guardo su verga erecta, abrió un cajón y sacó un broche con una figura redonda en el centro, tenía algunas rayas en el medio, como la mitad de un escroto.
—Tienes mi aprobación ¡Felicidades Jeremy! Si obtienes dos broches más, podrás participar del Gran Ordeñamiento—acepté el objeto emocionado, quería volver con mi maestro para enseñarle mi logro, sabía que estaría feliz por mí.
Continuará…
Gracias por haber leído hasta aquí.
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El siguiente relato que publicaré será negros de buen corazón y buena verga.
Hasta pronto.
Ya extrañaba esta historia y la de entrenamiento para culos hambrientos también, bueno cada historia que escribes me hace desear otro capítulo, estoy deseando más y más, todos los días actualizo jajajajaja
Que rico!! Ya quiero ver a ese niño en el gran ordenamiento ojalá esos patrocinadores sean mucho hombres e introduzcan toda su herramienta viril en su anito
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