Historias Indígenas (El embrujo del Niño del Campanario)
Un Relato basado en una leyenda popular de la historia del pueblo rural en donde pasé mi infancia, la historia es usada aun hoy para espantar a los niños que se portan mal aunque el verdadero contexto de esta sea mucho menos apto para niños de lo que.
Tenía 13 años, mi sexualidad había recién aflorado aquella tarde de mayo, en la atravesaba un amplio camino de tierra que iba del pueblo a nuestro caserío, había dejado tras de mí las amplias praderas vestidas de todos los matices del verde tropical y me adentraba en un bosquecillo que refrescaba dramáticamente la temperatura de la tarde seca, a la luz del día aquella era una porción de natura preciosa, de noche (y me había tocado caminarla) te convertía en una fábrica de escalofríos; en fin, a medio bosque había un puente de piedra rústica por donde cruzaban carros y bestias por igual, al acercarme escucho susurros y ruidos ahogados, pongo el abdomen en los laterales de piedra y dejo caer la mitad de mi cuerpo sosteniendo mi peso mientras cabeza abajo veo algo que quedó tatuado en mi memoria a perpetuidad, desencadenante y tema de honor en miles y miles de pajas que me haría desde ese momento y hasta la posteridad de mis días.
Justo bajo el puente estaba un jovencito algo mayor que yo (como de 15) masturbando con una sonrisa en sus labios el pene bien desarrollado de otro muchacho mas viejo (tal vez 18 o 19), este ultimo recostado en la pared inferior del puente, ambos con el agua en los fundillos, el mayor era quien emitía la mayoría de los sonidos y estático como una piedra mas me quedé viendo aquella extraña y nueva visión hasta que ocurrieron dos cosas, uno que el chico mayor eyaculó en un orgasmo que calculo debió haber sido exquisito y dos se me fué la sangre a la cabeza y tuve que recuperarme antes de caer al agua y me vieran, respiré en silencio escuchando como hablaban por lo bajo y se reían, supuse que ahora le tocaba disfrutar al menor asi que aproveché para seguir mi camino con mi mente hecha un laberinto de nudos mentales, preguntas y emociones encontradas, a partir de allí aprendí a masturbarme, al principio no le veía sentido a desencapuchar mi pene repetidamente pero al traer a mi mente el recuerdo de esos dos jovenes satisfaciéndose mutuamente la chispa se prendió en mi cerebro y como si los secretos del universo sexual se revelasen frente a mi tuve mi primer orgasmo (uno seco la verdad).
La practica de masturbarme ocupó a partir de allí la mayor parte de mis tiempos de ocio, y como mi familia era católica ibamos (obligados por mi abuela) a la iglesia cada domingo, en una camioneta Ford nos montabamos y papá manejaba llevandonos por el prado, los bosques y puentes que había que recorrer para llegar al pueblo como tal, un bello y tradicional poblado con casas coloniales y calles de piedras redondas y pulidas por miles de personas y carros que mil veces por dias pasaban por allí; con postes electricos bellamente moldeados (creo que antes eran de Querosene), tambien bellas plazas con banquillos igual de bien labrados.
Como todo buen lugar en Latinoamérica la mayoría de los habitantes éramos mestizos; sin embargo aún podían distinguirse diversas personas con rasgos étnicos muy puros, y por cariño uno se refería a ellos como Guajiro si era indigena, Negro si era afroamericano y Catire si era de piel blanca, nuestra familia era mas bien de piel cafe con leche bien mezclado aunque predominaban ojos café claro, a veces avellana y a veces verde-marrón, Entrabamos a escuchar el sermón y nuevamente regresábamos a la casa o bien haciamos compras en el pueblo, el cura era un caballero de rostro gentil, cabello negro, alto y medianamente bien parecido, a su lado un séquito de 9 monaguillos se ocupaban de los instrumentos de la misa según lo requiriera el padre; sin embargo luego de notar que solo eran 9 y no 10 u 8 (esto lo hago notar no por nada malo, sino que en realidad me causaba fatiga mental que el número no fuera par, lo sé vainas mías) experimenté algo que me intrigó, el repiqueteo ahogado de una campana enorme que retumbaba en la iglesia me hizo temblar en mi asiento, sonaba mas y mas fuerte, vi en el reloj de un señor e mi lado que no era una hora en punto de nada; pero lo que casi me hizo aflojar el esfinter y cagarme encima fué el hecho de que nadie mas parecía ser incomodado por las campanadas, practicamente como si no escucharan algo que era tan real como la iglesia misma.
Sali de allí a punto de caer de bruces contra el piso por la experiencia, mi abuela me preguntó si me encontraba bien y yo le dije que no me hiciera caso, que solo estaba mareado, mis padres y hermanos aprovecharon para ir al pueblo a comprar y mi abuela y yo nos quedamos en los bancos de la plaza, bueno, ella conversando con otras viejas y yo caminando para distraerme, la ubicación del edificio (la iglesia) era como puesta en el pueblo de forma descoordinada, ya que esta estaba pegada a la plaza sin ninguna calle que las separara, y detrás del templo un terreno enorme en el que se encontraba el edifico usado para aprender algun oficio, o sacar el bachillerato si habias cometido la estupides de abandonar los estudios, etc; tambien había jardines (muy bien cuidados), la casa del párroco, ademas del campanario que aún se mantenía erguido a pesar de 3 siglos de resistir elementos, ataques y guerras. Ya no había una campana en él; pero lo que terminó de completarme el susto cuando me dí un paseo por allí, entonces vi a un niño vestido de monaguillode piel rojiza y rostro dulce, el color de sus ropas era diferente al de los demás aunque una parte de mi sintió placer al saber que ahora eran 10 monaguillos en total, (Dulce simetría) -Eh! Guajiro!- le dije llamandolo, él me miró y quedandose en su sitio me obligó a ir hasta él, cuando estuve a dos pasos de él le pregunté que donde había estado metido durante toda la misa, él me miró con sus ojos achinados y oscuros respondiendome en un vocabulario rústico y a la vez refinado, casi como solía hablar mi abuelo -No soy Guajiro, soy Guaraibo.- silencio incómodo, me dispuse a irme pro el niño me detuvo, se veía como 2 o 3 años menor que yo, con un cabello largo y negro a la altura del ombligo que por alguna razón no noté antes; pero con una voz susurrante como opacada por un viento lejano me preguntó si había escuchado las campanadas.
El corazón se me detuvo un par de segundos, un vaho frio me llenó el estomago de terror; entonces el niño Gauaraibo me dijo -era una costumbre ya, que luego de las campanadas, yo viniera hasta aqui, subíamos al campanario y él me tomaba como mujer.- Una mezcla de sensaciones se revolvió en mi vientre queriendo salir en forma de vomito, una amalgama entre miedo y curiosidad, entre exaltación y deseo. -¿Como así?- le pregunté -Fornicar!- dijo sin mayor cosa y continuó -al principio quería negarme pero cada vez que escuchaba la campanada algo me impulsaba a venir y pues luego de tantos años terminé agarrandole gusto- entonces miramos el campanario derrumbado hacía tanto tiempo ya y terminó de decirme -Ahora que ya no estoy y tú has respondido a la campana, te toca a tí ser su mujer- me quedé estupefacto casi 5 segundos y me obligué a retroceder lentamente de aquel lugar y cuando estuve suficientemente lejos eché a correr dejando al niño allí sin moverse mientras veía que una figura adulta (que no era el cura) se acercaba desde atrás poniéndole una mano en su hombro y llevándolo consigo adentro del campanario demolido mientras se desvanecían como un recuerdo efímero entre gritos lejanos y alaridos agonizantes perdidos en el tiempo.
Llegué a la plaza en donde me esperaba mi familia y fingiendo control nos retiramos hasta llegar a casa, no pude aunque lo quise levantar mi pene para masturbarlo, no fué sino ya mas calmado a horas de la madrugada cuando una erección matutina me hizo despertar y ni corto ni perezoso me la jalé de lo lindo pensando y mi recuerdo recurrente de los dos chicos masturbandose, luego me imaginé haciendo lo mismo con ello y hasta vislumbré la posibilidad de llevarlo a cabo, tambien recordé a los lindos monaguillos de la iglesia, algunos niño y otros mayores (estos ultimos encendían una nueva pasión en mi), imaginé un escenario en el que yo me metía a monaguillo y luego nos masturbábamos mutuamente en las bodegas del templo, entonces llegaría el cura (aquel guapo cura) y se uniría a nosotros e incluso alguno que otro monaguillo se la mamaría, tal vez yo; este ultimo pensamiento me provocó un escalofrío que me hizo palpitar el esfínter provocándome un orgasmo por demás intenso; pero hice de este un pensamiento recurrente en mis pajas diarias.
La semana siguiente se repitió la rutina del domingo y fuimos a la iglesia, escuché el sermón y como se trataron varios temas del pecado, la morbosidad y su castigo me carcomió la consciencia y luego de terminar la misa pasé al confesionario seguro de no tener a mi famila cerca, entonces se sentó el padre en el otro cubículo y le confesé que había descubierto la masturbación, entonces me preguntó -¿Cuantas al día?- y con mucha vergüenza le respondí que entre 3 y 7, luego continuó resoplando -¿En que piensas cuando lo haces?- como llevaba una semana pajeandome con ese mismo tema le confesé todo sin dejar nada guardado y él tomando su tiempo me dijo -Hijo, esto no lo puedes arreglar con un ave maria y ya- yo me quedé mudo ante su respuesta pero él me habló de nuevo -Vas a venir a Catecismo todos los días despues de la escuela, también serás el décimo monaguillo, te enseñaré muchas cosas que mantendrán ocupada tu mente para que abandones ese inutil acto de masturbación que de seguro no te deja concentrarte en otra cosa.
El cura y yo salimos al encuentro de sus padres y explicando las «ganas» que tenía yo de ser monaguillo y (prácticamente vivir metido en la iglesia) ellos aceptaron gustosos por mi convicción, el dia lunes luego de almorzar caminé por ese mismo pasaje que atravesaba el bosquecillo, recordé como me sentí al ver a aquellos dos jóvenes darse placer el uno al otro, el calor, los escalofríos y la presión en mis pantalones, mi culo palpitante; pero eso había quedado en el pasado, ahora sería un nuevo yo.
Entré a la clase y allí reconocí a algunos de los monaguillos en ropas de civil, me hice amigo de algunos de ellos, a las 4:00 pm terminamos de ver clases entre otras materias seculares, me senté en un banquillo a platicar con un chico mayor y me preguntó que si ya me salía la leche, y yo sin saber de que hablaba le contesté negativamente, entonces inició una explicación bien detallada de la masturbación, el semen y lo rico que se sentía tener sexo. Atónito le pregunté que si él ya había hecho eso y me dijo solamente que lo acompañara a las 6:00 pm cuando la jornada terminara y no hubiese nadie mas en los terrenos de la iglesia, caminamos a esa hora hacia las ruinas del campanario y nos bajamos los pantalones, allí procedimos a masturbarnos (yo no quería pero pedirle abstinencia a un varón adolescente de 13 años es como mucho imposible), en un momento dado se arrodilló frente a mi y se metió mi pene a la boca chupandolo lentamente, aquello se sintió como si me succionara el alma con cada lamida y mamada de sus labios, estuvimos así un rato, se detuvo y me instó a imitarlo, yo con recelo accedí pero solo porque él se negaría a mamarmela de nuevo y este nuevo mundo sensorial era algo que sobrepasaba por mucho mis pajas.
hice tal y como él asi que percibiendo su aroma a orine y metiendomelo a la boca chupé y mame palpando sus dimensiones y su textura con algo de dificultad puesto que la tenía mas grande que yo, entonces descubrí que esto era muy divertido y comprendí por qué aquellos chicos bajo el puente parecían disfrutarlo tanto, entonces cuando comenzaba a oscurecer escucho unos pasos demasiado cercanos, al separar mis labios de su pene vimos al cura observándonos con una cara de satisfacción, se sentó como si quisiera charlar un poco preguntandole cosas a mi amigo sin importarle que este estuviese desnudo de la cintura para abajo conmigo babeando al igual que su verga, el chico respondía como si se trataran de confianza y preguntó -Y Eliaber, no va a venir? y que pasó con Yasmil y Elio?- el padre se recostó como descansando mientras se sobaba el paquete y dijo -Pues hoy solo seremos nosotros, Eliaber está ayudandole a su papá y creo que los otros dos van a tener su propia fiesta privada, y no los culpo, se nota que se tienen ganas desde mucho antes.
En ese momento comprendi que me habían tomado el pelo que no me había convertido en monaguillo para dejar de masturbarme sino para aprender a tirar y mamar, El cura abrió las piernas y mi amigo rápidamente sacudió sus pies deshaciendose de sus pantalones, entonces buscando su golosina bajó el cierre del padre y dejandome ver una verga adulta morena, grande y venosa se la engulló perdiendose entre sus labios, chupando y disfrutando como si le hubiese hecho mucha falta todo aquello, -Ven, acercate para que aprendas- me dijo el cura, yo obedecí con un empalme a toda potencia, mi amigo levantó el culito por orden del párroco, sin dejar de mamar me lo dejó en bandeja de plata y ante su supervisión me ordenó penetrarlo, yo no sabía ni por donde empezar, asi que cambiando de posición mi compañero puso las manos en la pared del campanario, el padre apuntó a su objetivo (el culo) y posando sus manos en las caderas de su puto de turno me hizo un ademan para que mirara de cerca y habiendo frotado bastante el úpite de aquel chico, dió un empujoncito y la cabeza entró, luego otro y parte de su palo se perdió, y continuó mientras mi amigo gemía y se resentía, pero en menos de un minuto la verga adulta de aquel hombre se hallaba inmersa rellenando las entrañas de su pupilo, meneandose de adelante hacia atrás a un ritmo bien rápido los grititos y gemidos de mi amigo fueron tomando fuerza hasta que el padre se retiró de él y mostrandome su agujero bien abierto me indicó proceder, yo por mero instinto y habiendo tomado innumerables notas mentales se la metí de golpe (igual no la tenia ni grande) y moviendome bajo la tutela del padre, quien tomaba mis nalgas marcando el ritmo y aprovechando a la vez de acariciar mi ano con sus dedos.
Luego de poco mas de tres minutos me corrí tan intensamente que al sacar mi pene vi como brotaba de él un simple hilo de semen, ambos me felicitaron por haber dejado de ser niño y me instaron a guardar el secreto de estas prácticas que, realmente me harían dejar de ser un pajero para convertirme en un cogeculo y un tragavergas de primera, el padre destapó una botella de vino, creí que ya era tarde y debía irme pero el me tranquilizó diciendo que había llamado a mi casa y que me quedaría en la iglesia en un compartir de inicio de curso con algunos de mis compañeros de clase, ya tranquilos nos despojamos de nuestras ropas y habiendo casi vaciado la botella me sentía ligero y a la vez torpe y descoordinado, el padre se acercó a mi diciendome que como era el nuevo tenía que ayudarlo a deslecharse por lo que apuntando su verga adulta a mi cara me convenció casi sin esfuerzo de tragarme su miembro tan adulto y viril, paladeé las venas que lo esponjaban, su dureza y calor, succioné haciendo fuerza con la lengua y aquel hombre se dió un banquete con mi felación, estuve mamandole por 5 minutos mas o menos hasta que mi amigo se acercó a mi pubis chupandomela a mi, sin sacarme el miembro del cura mi amigo logró recostarme dejandome las piernas abiertas como una yuca e introduciendo su lengua en mi ano me forzó a gemir atragantado con aquella poronga.
Un tiempo desmedido despues el cura me apoyó en el piso y subiéndose encima de mi me colocó su cabeza en medio de las nalgas, yo estaba asustado; pero mi compañero me dijo que sería lento y con sus cuidados todo iría bien, mi amigo babeaba lubricando encima de la verga de párroco y mi culo cada apuntalada que aquél miembro ejercía sobre mi, frotó y frotó hasta al cabo de un rato escuché por dentro de mi un PLUUP* seguido de una irradiación de dolor en mi ano que me obligó a apretar todos los músculos del rostro; el cura me consolaba diciendo que todo pasaría, cuando finalmente me acostumbré a su glande aprovechó para meter otro tanto, cada vez que él empujaba su miembro dentro de mi sentía como si él hubiese llegado a un limite, como cuando tu cuerpo te dice «oye amigo fue divertido pero hasta aqui está bien», entonces lo sacaba y al meterlo con un poco mas de impulso ese limite era reducido a una tortuosa ilusión que se repitió largo tiempo hasta que por fin lo tuve bien adentro de mis intestinos, con mis piernas me enganché a él (no porque lo disfrutara, la verdad fue inconsciente) y el cura lo tomó como que necesitaba una fogueada sexual de urgencia, entonces acompasó un vaivén de sus caderas arrancándome siseos, gruñidos y gemidos reprimidos mientras él se bañaba en la satisfacción absoluta de haber desflorado el culito de otro chico, que aunque me quejara de cuando en cuando, al cabo de un rato estaría gimiendo como perra en celo suplicando ser penetrado con mas fuerza y finalmente marcaría su territorio en ese culito tomando derecho sobre mí cuerpo para cogerlo sin protocolos cuando él quisiera, lo que sería muy seguido.
Entre gruñidos y rugidos de parte de aquel hombre que me embestía el culo celosamente me sentía tan caliente y tan inundado de hormonas de placer y adrenalina que tuve mi propio orgasmo sin tocarme, desencadenado al ver la mirada concupicente y lasciva del cura que me la metía como si quisiera ensartar mis órganos desde adentro, y al sentir las fuertes y constantes apretones de mi culo en su verga me mordió el cuello mientras sentía como impactaban sus chorros eyaculatorios dentro de mi, estaban calientes y me causaron algo de ardor; pero valieron mucho la pena, el cura me felicitó por aguantar como un machito y me dijo que ahora que había aprendido a coger y a ser cogido no tendría necesidad de masturbarme mas, o al menos no tan seguido, me indicaron entre los dos que tenían estas sesiones una o dos veces a la semana, casi nunca coincidían todos los monaguillos porque era muy sospechoso; pero que en ocasiones montaban una fiesta secreta con todos, para no ahondar mucho mas en esta historia voy a decir que no me perdí una sola clase, y en cada ocasión que nos tocaba quedabamos hasta tarde me dirigía al campanario derruido y allí estaría alguien esperandome, a veces mayor, a veces menor, tal vez sería el padre en persona, en bastantes ocasiones nos reunimos todos sus monaguillos no dejamos culo sin abrir ni vergas sin exprimir.
Cierta ocasión en la que el padre me acababa de echar un polvaso en los cubiculos de confesión casi a las 9:00 pm le comenté lo del niño del campanario y él me contó la historia que en los tiempos de conquista española los indigenas habían aprendido a huir o enfrentar a los españoles, lo que dificultó mucho a los misioneros el convencerlos de que ellos no eran colonizadores sino sacerdotes de un dios amable, y con mucho esfuerzo y tiempo se fundaron pueblos en comunidades indigenas de los cuales algunos se expandieron formando ciudades que hoy dia estan de pie (como nuestro pueblo), entonces hace unos 250 años designaron a un párroco a cuidar las almas de su pueblo, el hombre tenía sus monaguillos pero la mayoría no amaban la vocación y renunciaban al tiempo, hasta que le fué llevado un niño Guaraibo recién huérfano, el párroco lo adoptó como pupilo para que no pasase hambre además de haber obtenido un monaguillo (practicamente a perpetuidad) recibió una grata sorpresa al ver que sus rasgos indigenas tenían cierto grado de mestizaje otorgándole un rostro agraciado, un cuerpecito lindo e inclinado a proporciones mas bien femeninas (cintura delgada, piernas gruesas, nalgas paraditas y firmes), de cabello muy largo y pestañas risadas sobre unos ojos oscuros y afilados, una lindura de niño; sin embargo la belleza del chico y su castidad fueron presionadas a tal punto que años depues de haber acogido al chico, mandó al niño a tocar las campanas luego de la misa de aquel domingo y cuando hubo despedido a la gente subió al campanario tambien forzando al chico y violandolo irremediablemente cada domingo luego de la misa, esto se prolongó un par de años hasta que ya con 10 añitos, 11 tal vez una parte de la población indigena descubrió el secreto y enardecidos atacaron al pueblo y como parte de aquel atentado el campanario se incendió justo a la misma hora luego de la misa, ambos quedaron atrapados, sus cuerpos fueron hallados en posición fornicaria, aparentemente el niño quiso huir al ver el fuego pero el párroco al saberse muerto no importa que, decidió sodomizar por ultima vez al niño. Se dice que quedó en el pueblo un embrujo el cual si llegas a escuchar las campanas y ves al Guaraibo sufrirás el mismo destino que él.
Quedamos en silencio, respiré acordándome que contuve la respiración casi toda la historia -Morir quemado?- pregunté abiertamente asustado -No- dijo riendo -Ser la mujer del párroco, je je je! no puedo asegurar que un embrujo asi exista pero de ser asi (de que vuelan, vuelan) ahora el niño del campanario soy yo.
Este relato fué escrito por Shotaboy, los hechos aqui planteados son ficticios y no atienden a nadie en particular; aunque un cura que se coge a sus monaguillos no es lo que yo llamaría precisamente ficción. Besos y polvasos.
Una ultima cosa, si gustan de mis relatos los invito a mi blog , en el podrán encontrar los viejos y nuevos relatos, ademas de material exclusivop, ilustraciones, bocetos dibujos y mas: https://shotakid.wordpress.com/
Ufff…..