Juegos de primos 2: relato corto

Cuando se va a acampar en familia, tienes que ser cuidadoso de dónde cogerás a tu primito de 7.
Parte 2 de Juegos de primos. Parte 1 aquí:

Durante febrero del 2023, mi familia entera hizo un viaje a la playa. Fue un viaje de 1 hora donde nos quedaríamos 3 días.

La playa estaba a unos metros de un bosque pequeño; cerca colocamos nuestras tiendas de campaña y demás.

El lugar que mi familia rentó, contaba con una casa con cocina y una sala. Cerca de la orilla de la playa, habían dos baños, para mujeres y hombres respectivamente.

Después de una hora de haber llegado, toda la familia estaba en el agua conversando, jugando y disfrutando. Yo cuidaba como siempre de Santi; él se había aburrido y quiso salirse del agua. Ahí vi mi oportunidad para volver a cogerlo, así que fui por su ropa a la camioneta y lo acompañé al baño.

Cuando llegamos, entró solo, únicamente me dejó pasarle la ropa y cuando le dije si necesitaba ayuda, se negó.

Yo estaba algo molesto, porque de solo pensar en volver a estar en su culito, yo ya andaba duro y desatendido.

Cuando salió vestido con un conjunto azul muy playero, lo tomé de la mano y comencé a caminar de vuelta a la playa. Santi me jaló y pidió que lo llevara a la camioneta para jugar su celular.

Cuando llegamos, él solito veía videos dentro y yo me quedé afuera. La camioneta tiene polarizado por lo que estando afuera, me di cuenta de que no se veía nada de adentro. Sonreí y puse la toalla de Santi en el parabrisas. Así tapaba en único espacio donde lo de adentro se veía y nadie sospechaba, porque tenía la excusa de que la estaba secando.

Entré con él y le pregunté si quería volver a jugar lo de aquella noche.

—¡Sí! —gritó —.

Lo acosté en el asiento trasero, y le bajé su bóxer y shortcito hasta las rodillas.

Nunca me cansaré de verle ese culo gordote, blanco y lampiño.

Esta vez teníamos poco tiempo, así que directamente ensalivé mi verga y comencé a puntearlo.

Santi seguía viendo videos mientras mi verga lentamente entraba en su anito. A veces me pedía que lo hiciera más despacio.

Me acerqué a él y lo besé en el cachete, él me lo devolvió y seguí penetrando.

Coloqué sus piernas entre mi entrepierna.

Sentí mi verga ser aplastada por sus paredes super apretadas y gemí dejándome llevar por la sensación. Tenía apenas una parte de mi pito.

Estar en la camioneta era muy incómodo, por lo que en un momento no me acomodé y se la dejé ir fuertemente.

—¡AY! Alex, me dolió. —se quejó—.

Lo abracé y le pedí perdón. Suavicé mis embestidas y después de un rato, ya tenía casi toda mi verga dentro.

No quería penetrarlo rápidamente por miedo de que la camioneta se moviera, así que me acosté de lado y lo acomodé.

Subí mi pierna a su cadera y seguí metiéndosela lentito.

Santi ya había dejado el celular tirado en el suelo y gemía con esa vocecita de niño.

—¿Te gusta? —le pregunté mientras seguía penetrando—.

—Uhmm, Sí. —mientras gemía—.

Aceleré mis movimientos pero sin embestirlo salvajemente, simplemente un ritmo que se sentía rico para los dos.

Ahora en el carro, su culito sonaba pastoso mientras yo lo seguía cogiendo.

Le saqué la verga para acomodarme en el piso.

—¿Por qué paras? —me preguntó decepcionado. Le estaba gustando—.

—Me voy a poner aquí en el suelo para que te la meta más cómodo.

Me senté en el suelo del carro y lo acomodé en mi verga. Casi me vengo con volver a sentir que bajaba lentamente en mi pito. Ahora la tenía toda dentro. El se quejaba un poco de que le ardía el culito, pero le dije que en poco se le iba a quitar.

Lo tomé del culito y comencé a subir mi pelvis para penetrarlo. El comenzó a gemir y era la primera vez que lo escuchaba soltarse así.

Mi primito, mi bebé que tanto cuidé, estaba disfrutando que le meta mi verga.

Por la posición, ahora sonaba a aplausos cada penetración.

Mientras seguía cogiéndolo, lo besaba desesperadamente. Él torpemente me devolvía cada beso y en ocasiones, él me daba besitos en el cachete.

Me sentí cansado por un momento, así que estiré mis piernas y lo dejé clavado.

—Sigue, Alex. Se estaba sintiendo rico.

Me reí, que un niño de 7 estuviera disfrutando tanto que lo cogieran.

—Espérame, enano. Deja que descanse.

Sin esperarme, se equilibró tomándome de de las piernas y comenzó a salirse. Cuando pensé que se molestó y ya se iba a ir, antes de que mi verga salga, se dejó caer.

Yo gemí de sorpresa. Él se río por mi reacción y la repitió.

Ahora él solito se clavaba en la verga de su primo; era torpe y solo parecía un niño brincando en mi regazo.

Yo eché la cabeza para atrás mientras gemía fuertemente y él brincaba en mi verga una y otra vez.

Sentía como mis huevos me dolían.

Cuando volvió a saltar, lo tomé de la espalda y comencé a correrme dentro de él.

Lo abracé fuertemente y e hice presión en mi verga, ahora los dos gemíamos.

Varios chorros dejé dentro de su culito.

Me dejé caer en la puerta y él se rió.

—Siento mi colita pegajosa. ¿Qué me echaste?

—Mi lechita.

—¿Los hombres sacan leche?

—Solo los grandes. Es parte del juego, si te meto mi verga en tu colita, sale la lechita.

—¿El pollito se llama verga?

—Así le dicen los grandes, pero es una grosería, eh. Solo dile así cuando juguemos, ¿sale?

Mi primito asintió.

—Oye Alex, si es lechita ¿por qué no se toma y se deja en la colita?

—A veces se deja en la colita y a veces puedes probarla.

—¿Puedo probarla la siguiente?

Lo abracé y le dije que sí mientras lo llenaba de besos en el cachete.

Mi verga sólita salió de su culo y usé mi playera para limpiar todo.

Pensé que para la próxima vez que le deje ir mi leche en el culo, era más fácil venirme en un condón para no estar limpiándolo con miedo de que lo vean.

Escondí mi playera sucia, nos acomodé y bajamos con los demás.

Él y yo veníamos platicando y Santi a cada rato me decía que me quería mucho, que cuándo volveríamos a jugar juntos.

Yo me sentía feliz, había encontrado a mi putito y era justo mi primito.

Dormimos en la misma carpa, con su hermano mayor Agustín y otros primos. Él se durmió en mi brazo, lo acomodé, le dí un beso y me fui a masturbar recordando lo que hicimos.