Juegos de primos

Relato real de un seguidor. Como a los 17 años, tu mejor forma de llevar la calentura adolescente es el culito de tu primo de 7..
Hola soy Alex, tengo 20 años y una vergota. Desde adolescente he sido más vergón que la media y la he sabido disfrutar.

Aquí les cuento mi historia con mi primo Santi de 7 años.

 

En diciembre del 2022, yo tenía 17 años.

Toda la familia celebraba el año nuevo juntos.

Los adultos se la estaban pasando bien en el patio trasero de la casa; con música, alcohol y mucho chisme.

Ya eran pasada las 12pm; yo me encontraba con mis primos: Agustín de 10 años, Paco de 4 y el protagonista de esta historia, Santi de 7, quien es hermano de Agustín.

Todos veíamos tele en el cuarto de mis tíos, pero Santi se encontraba durmiendo únicamente en bóxers de esos tipo short, ya que le estorbaba su pantalón para dormir cómodo.

Yo estaba a su lado, tapados con la misma cobija.

En eso, la calentura me ganó, metí mi mano dentro de su ropa interior y sentí sus nalguitas.

Santi es de cuerpo grueso, no gordo porque ni lonjas tiene, pero sí se carga un culote para su edad. Además, es blanquito y de labios rositas, que siempre le he traído ganas.

Sentir mi mano dentro de su rajita, me puso gorda la verga, así que disimulando que la tele no lo dejaba dormir, le avisé a mis otros primos que llevaría a Santi a su cuarto.

Me acomodé mi verga en mi pantalón café, y comencé a levantar a Santi.

Santi dormía profundamente, que ni cargándolo se despertó.

Lo acosté en su cama y le prendo el ventilador.

Le avisé a su hermano, mi primo Agustín que me acostaría con Santi para vigilar que no se caiga de la cama.

Regresé al cuarto y me acosté a su lado. El se encontraba boca abajo, porque se había movido en lo que yo no estaba.

Tenía miedo que fuera señal de que estuviera despierto, pero lo hablé y moví discretamente.

Nunca se levantó.

Le puse seguro a la puerta y me volví a acomodar.

Tenía el pecho a punto de explotar de la adrenalina.

Me bajé mi pantalón hasta las rodillas y comencé a masturbarme lentamente, para que mi erección volviera a su tamaño.

No tardé en tener mi verga ya erecta, en sus 18cm completos. Mi verga es blanca, venuda y con el prepucio cubriendo casi en su totalidad mi glande, el cual rosita, asoma la puntita.

Ya estaba produciendo mucho líquido preseminal, tomé las gotitas y me lo llevé a la boca. No sabía a nada, pero me encantaba hacerlo.

Me sentía demasiado caliente. Era la primera vez que intentaba algo así.

Dudé por un momento, si debía seguir o solo contentarme con masturbarme a su lado, pero la calentura pudo más.

Me acerqué a su culo y le bajé su ropa interior.

Mi corazón latía rápidamente por el miedo de que se levante o alguien tocara la puerta.

Así, a la luz de la luna que entraba por su ventana, veía su gordo culo blanco, redondo y colosal.

Acerqué mi rostro oliendo su rajita, olía delicioso a culo de niño y sudor combinados. Con una mano abría su rajita y con la otra seguía masturbándome lentamente para disfrutar el momento.

Recuerdo que mi verga me dolía y cegado por la calentura, decidí dar un paso más.

Lentamente, me levanté poniendo mi entrepierna en su culo, suavemente me pegué a su cuerpecito y dejé mi verga justo en su rajita.

Sentía sus dos enormes cachetes bajo el tronco de mi erección y comencé a moverme lentamente, asegurándome que no se levante.

Su cuerpo algo frío por el ventilador, contrastaba con mi cuerpo caliente de tanta excitación.

Mi verga ya completamente dura, se hundía por el tronco en la rajita, mientras sus dos nalgas le hacían presión.

Santi seguía durmiendo plácidamente.

Con una mano me equilibré en la cama, mientras con la otra, iba empujando mi glande dentro de sus cachetes.

Estaba tan nalgón que sin penetrarlo, mi verga desaparecía en la rajita de su culo.

Mi glande ya estaba todo baboso de tanto precum, pues sus nalguitas lo apretaban deliciosamente.

Cada que continuaba, me ponía más caliente, por eso no pensaba con claridad.

Así que decidí que lo penetraría y si no podía, al que sea puntear su anito.

Me bajé lentamente de él.

Con la verga apuntando dura hacia el frente, comencé a buscar crema en su tocador. Eso usaría como lubricante.

Tomé un poco y lo embarré en toda mi verga, sintiendo el frío en mi trozo.

Ahora faltaba él, separé sus dos cachetes y quedé hipnotizado por su anito rosadita y bien cerradito.

Con mis dedos embarré un poquito más en el hoyito de Santi.

El miedo no se me quitaba, pero mi verga no lograba dejar de estar dura, así que solo escuchaba a mi calentura.

Regresé a mi posición de antes y muy despacio, llevé mi glande a su entrada. La crema fue de ayuda, porque con paciencia, comenzó a resbalar mi verga dentro de ese culito.

Lo hacía muy despacio para no levantarlo. Primero 3cm, luego 7, hasta que casi toda mi verga estaba dentro de él.

Santi se movió ligeramente e hizo un sonido de respiración, como cuando te levantaste e inmediatamente vuelves a caer dormido. Pero no había problema, Santi tenía el sueño profundo y era sonámbulo.

En ese transcurso, no me moví siguiendo dentro de él, pero ya no volvió a moverse.

Sentía sus paredes haciendo presión en mi verga, aplastándola deliciosamente.

Comencé a sacar y meter mi verga lentamente en su culito. Sentía mi verga húmeda por el interior de Santi.

Y así, estaba desvirgando a mi primito de 7 años, su culo estrecho hacia presión en mi verga, tanto que tenía que obligarme a no correrme rápidamente. Sus paredes estaban tan estrechas que no podía mover mi verga con facilidad sin seguir abriéndole el culo.

Estiré sus dos nalgas para ver mejor y no mamen la vista: mi verga venuda abriendo su culito, cada vena desapareciendo en ese hoyito.

Me movía de lado a lado para que la sensación de presión se hiciera más rica.

Santi se movió, acomodándose de un lado.

Casi se me sale el corazón del susto, pero no volvió a moverse.

Esperé unos segundos más, y ahora de lado, seguí embistiendo lentamente.

Como mi verga era aplastada lentamente en las paredes estrechas de su culito, tenía que parar para evitar correrme tan rápidamente.

Coloqué mi pierna sobre su cadera, lo tomé de la cintura y sin hacer movimientos bruscos, seguí penetrandolo de la manera más rica.

Yo me mordía el labio para no gemir, y es que mi verga me dolía dentro de él, hinchada, aplastada y apuntó de explotar.

Estaba teniendo la experiencia de mi vida.

Le saqué mi verga completamente, haciendo un sonido de destape delicioso. Me acerqué a su boca y le metí la lengua, pero el seguía sin reaccionar.

Me volví a colocar atrás de él y seguí penetrando su culito. Pasando de estar estrecho, su culito ahora recibía mi verga más fácilmente. Y es que, haberlo penetrado lentamente y dejar mi verga dentro por varios segundos, su ano ya recibía mi grosor.

Sentía mis huevos cargadisímos, y a la siguiente embestida, sentí como se hinchaba, empujando la leche a mi glande.

Antes de correrme por completo, saqué mi verga, viniéndome en mi palma.

El espeso liquido blanco, se sentía calientito. Me levanté y con un papel limpié mi cochinero.

Me puse mi ropa, le acomodé la suya y regresé a la fiesta.

 

Ya era de madrugada, cuando mi familia se estaba yendo, pero le pregunté a mis tíos si podía quedarme y me dijeron que sí.

Ya con todos durmiendo, yo me acomodé en la cama de Santi, durmiendo juntos.

 

A la mañana siguiente, me levanté con una erección mañanera.

Santi comenzó a estirarse y yo me tapé mi verga con la cobija para que no me vea.

Abrió sus hermosos ojitos verdes y me quedó viendo.

—Hola Alex. —su boquita olía a aliento mañanero—. No sabía que te quedaste.

—Sí enano. Contigo dormí.

Con mi erección aún dura, lo abracé.

Mi corazón latía rápidamente, del saber qué decirle si sentía mi erección. Pero la sorpresa me la llevé yo.

—Me gustó lo que me hiciste anoche. —dijo susurrando—.

¿Es un juego o algo?

Mi verga ya no cedía a dormirse. Así que caliente otra vez, me destapé la erección dura.

Santi no despegó la mirada de mi entrepierna.

—Tócala. —le dije—.

Pusó su manita sobre mi pantalón parado y eso me hizo estremecerme.

—Podemos seguir jugándolo. Pero que nadie lo sepa, ni siquiera Agustín, sino tus papás no nos van a dejar jugar. Es un juego peligroso.

Asintió rápidamente. Yo era su primo favorito, así que me haría caso en todo.

Lo atraje a mi erección y sin desvestirnos, comencé a frotarlo en mi verga.

Después nos llamaron para el recalentado.