Juegos Peligrosos. Capítulo # 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Jeyf.
A mi corta edad, he experimentado emociones intensas. Estuve en un incendio, subí una montaña, el número de fracasos se iguala a las victorias que he tenido. He perdido familiares, he ganado buenos amigos. En fin… son tantas cosas que una saga no bastaría.
Pero. De todas esas emociones, hay una que las supera por mucho. (Mi primer amor)
Ésta historia cuenta una relación prohibida por sociedades y religiones. Una historia cuyos protagonistas están enfermos ante los ojos de muchos. Catalogada como un amor Maldito. Y tal vez muchos sientan que es una historia escrita por el demonio. Puede que sea solo otra confesión homosexual de un sujeto anónimo que buscaba expresar al mundo lo que en realidad es y por lo que ha pasado durante todo éste tiempo. Pero en mi opinión, ésta historia cuenta una gran un gran romance entre dos muchachos, que por un juego, terminaron enamorándose. Una historia visceral… mí historia…
Por mucho tiempo pensé en escribirla. Y ahora que ya lo hice no quiero ni pensar en publicarla. Puesto que vivo como mucho. Escondido en las terrible oscuridad de un “armario” por miedo a que mi familia lo sepa, por miedo a perder mis amistades. Por miedo al qué dirán.
Sé que muchos dirán que soy un tonto. Pero… no puedo hacer nada. Soy así, es mi vida y ya me he acostumbrado a ella.
Antes de comenzar. Deben saber que todos los nombres en ésta historia han sido cambiados. Por razones obvias…
Todo comenzó un 9 de julio del 2004, yo apenas tenía 13 añitos y en agosto cumpliría los 14. Mi familia, conformada por mis padres: (Julio y Beatriz) y mis hermanas. Una recién nacida, (Angélica) y la otra de 12 años (Carla), y yo (Max). Nos mudamos de Mérida a Barquisimeto estado Lara, a un conjunto residencial conformado por seis casas. 4 casas rodeaban la piscina, las otras dos estaban en las esquinas. En la residencia sólo vivían 5 familias. En la casa 1, vivían Glenda, un año mayor que yo, junto con su madre, Fabiola. En la casa dos vivía una familia mucho más grande. La cual no vale la pena mencionar porque no tiene participación en la historia. En la 3 vivían unos ancianos. En la 4 vivían Bruno de 7, su hermana Verónica de 2 añitos y sus padres. Braulio y Virginia. La casa 5 estaba sola. La señora había muerto allí y nadie la había comprado. Y por último… nosotros. En la casa seis. Recuerdo vívidamente el la emoción que sentí a ver tanto esplendor. Era una hermosa residencia. Y las áreas verdes estaban muy bien cuidadas e iluminadas. Éste conjunto residencial; según mi opinión es el único cómplice de ésta historia de amor. Ése mismo día mi hermana y yo no aguantamos en meternos a la piscina. Era la primera vez en mi vida que tocaba una. En ése momento conocí a Glenda y a Bruno de 7 años. Que vive con sus padres y hermanita en la casa 4.
Al día siguiente, después de desempacar todas nuestras cosas. Mi mamá. Me llamó y me dijo que la señora Virginia nos había invitado a la fiesta de cumpleaños de su Bruno. Yo estaba algo nervioso. No conocía a nadie y por lo que había visto esa familia aparte de ser adinerada tenían cara de conocer a medio mundo.
Cuando me dijeron de la invitación, inmediatamente quise buscar algún tipo de regalo. Y recuerdo que compré con el dinero que me dio mi papá. Un video juego de play station 1 llamado Driver. Y un cuaderno de dibujo con marcadores. Pero como a mí me encantaba dibujar solo le entregué el juego y mi hermana le dio unos CD’s de música.
Ésa noche. Había tantas personas que no lo podía imaginar. Y mi hermana y yo nos sentíamos como peces fueras del agua. En ese momento se nos acercó una muchacha: (Carmen), que se convirtió en nuestra “mejor amiga” Ella también acababa de mudarse y nos entendía. Nosotros tres estábamos sentados a la mesa del comedor, la cual estaba al lado de la escalera de madera. Yo era el que estaba más cerca de la escalera y podía ver para arriba. Bruno, bailaba con todos las personas. Que con el tiempo… todos se convirtieron en mis amigos. Así que ése momento, en ésa fiesta, lo tengo muy grabado en la mente. Escuchábamos la canción de la pera y el baile del pescado.
En un momento dado. Miré por las escaleras, y allí lo vi. Un muchacho de tez blanca. Frondosa cabellera castaña, ojos claros. Recuerdo que su rostro era distinto. Distinto y parecido. Distinto y parecido a muchos en la fiesta. Era el rostro de alguien que perdió su inocencia. Ese fue otro momento memorable. Él y yo compartimos una mirada fugaz. Estaba sentado en la escalera, en la parte más alta. No quería bajar. No sé por qué y nunca lo sabré.
En fin… esa noche fue muy, muy divertida. Ya por último nosotros nos integramos en la fiesta y disfrutamos muchísimo.
Cinco días después en la noche yo estaba en la casa de Glenda jugando el videojuego que le había regalado a Bruno. Bueno… Blenda, Bruno y yo estábamos jugando. De pronto. Bruno nos dice que va a ir a su casa a buscar a un primo que había llegado de viaje. Ambos estábamos esperando al dichoso primo, que según bruno, nos ganaría en el juego de Driver.
Cuando él entró al cuarto de Glenda, descubrí que era el mismo muchacho que estaba sentado en la escalera.
—Max, Glenda… les presento a Rodrigo —dijo bruno. Sin embargo no le di importancia. Y Ojo… cabe destacar que para ése momento a mí me estaba llamando la atención Glenda. Me parecía muy linda.
Ésa noche descubrimos que Rodrigo era un experto en el juego. Yo estaba disfrutando mucho estar con Glenda. Me hacía reír mucho con sus locuras… sin embargo pude darme cuenta que a Rodrigo eso no le gustaba mucho ya que me miraba con cara de pocos amigos.
Al día siguiente. Glenda, Bruno y todos los de la fiesta decidimos hacer otra fiesta en el estacionamiento de la residencia.
En la noche ya teníamos todo listo. Y ya la fiesta había comenzado. Después de un rato decidimos jugar a 12 corazones. Como el programa de televisión con el mismo nombre.
Ésa noche fue cuando di mi primer beso. A una muchacha súper más chiquita que yo. Me sentí fatal. Porque yo siempre he sido muy, muy alto y siempre me han comparado con alguien de más edad. Como dije, yo apenas tenía 13 y parecía de 16. Por lo que ésa noche cuando le di el beso a la muchacha tuve que subirla a un bote de basura. Para poder alcanzarla. Hoy en día pienso que habría sido mejor si me hubiese inclinado en cuclillas. En fin esa noche fue la más linda y la más vergonzosa.
Ésa noche conocí a todos los de la fiesta. Incluyendo a Rodrigo que era el muchacho más cotizado por las muchachas. Todas querían bailar con él. Rodrigo tenía mi misma edad, y me contó que estaba allí solo por vacaciones. Y que también había cumplido años el 9 de julio. El mismo día que nos mudamos.
Al día siguiente. Rodrigo fue a mi casa y yo lo hice pasar a la sala.
—Algunos muchachos de los que fueron a la fiesta y yo vamos a salir a comer. ¿Quieres ir? —Era nuevo y quería conocer algo de Barquisimeto.
En la tarde el cielo estaba hermoso. Ya había descubierto porqué a Barquisimeto le dicen la ciudad crepuscular de Venezuela. Era un atardecer hermoso. Habíamos salido dos muchachos de la fiesta, Rodrigo y yo. Fuimos a comer perros. Ese fue un momento muy especial. Estaba haciendo nuevos amigos y los otros dos eran mucho más mayores que Rodrigo y yo.
Cuando regresamos a la casa Rodrigo me acompaño a la mía y se despidió con un apretón de manos.
En todo este tiempo. Rodrigo apenas había dicho algunas palabras. Me resultaba muy misterioso. Pero era muy temprano, y decidí salir al estacionamiento y acostarme en la cabina de carga de la camioneta del padre de bruno. En ése momento se acerca Glenda y pasamos un buen rato hablando y viendo las estrellas.
Dos días después, se me hizo muy extraño no ver a Bruno ni a Rodrigo. Ellos que siempre se bañaban en la piscina y hacían mucho escandalo y mojaban todo con las piruetas.
Un día después mi mamá me había enviado a la panadería que quedaba muy lejos. Cuando me faltaban como 8 cuadras por llegar. A lo lejos vislumbré la camioneta de la señora Virginia. Una Ford explorer de color rojo. Yo pensé que seguiría de largo, pero se detuvo a unos metros y de la puerta de atrás se asomó Rodrigo con una espléndida sonrisa. Algo muy característico en él.
—Oye… ¿Para donde vas?
—Voy a la panadería —él se volvió a para hablar con la señora Virginia y luego se asomó para decirme.
—Vente, nosotros te llevamos
Era estupendo no quería caminar.
En el carro, el propuso hacer otra fiesta en la noche y yo no me negué. Si en la primera fiesta nocturna tuve mi primer beso. En la segunda no me quiero imaginar lo que sucedería.
En la casa. Mi mamá nos había hecho una torta para compartirla en la noche. En la noche me enviaron nuevamente para la panadería. Pero ésa vez, Glenda y Rodrigo me acompañaron. De regreso hicimos una carrera; en la cual perdí, porque me caí estrepitosamente. Desparramando todo el pan por la carretera.
Glenda se tiró al suelo de la risa y Rodrigo fue el único que me ayudó. Él también se reía pero no dejaba de sentir lastima por que estaba votando mucha sangre. Por la rodilla. En la casa él llegó explicándole a mi mamá lo que había ocurrido. Mi mamá como siempre, me curó la herida en un santiamén.
En la noche. La fiesta estaba encendida nuevamente. Pero Glenda le contaba a todo el mundo lo que me había ocurrido y se burlaba de mí. Eso no me gustaba. Rodrigo se me acercó. Él siempre tomaba la iniciativa y su conducta era muy segura.
—¿Te gusta Glenda verdad?
Yo me había puesto nervioso. No quería que nadie lo supiera.
—¿¡Qué, estás loco!?
—Por favor, Max… no quieras engañarme. He visto como la miras
Pero me había dado por vencido. Él me había dado la valentía que me faltaba.
—Sí… me gusta. Pero no le puedes decir a nadie
Me dio un golpecito en la pierna y dijo.
—Tranquilo. Yo sé lo que debes hacer —Se levantó y se marchó
Minutos después… yo estaba hablando con Peter. El hermano de la muchacha a la que besé por primera vez, y estaba hablando de cuando comenzáramos las clases. En ése momento Carla, mi hermana se me acerca y me abraza. Eso me pareció completamente normal. Hasta que vi que Glenda se acercaba petulantemente hacia mí. Se detuvo y me dijo.
—Oye… me das asco. No te me vuelvas a acercar más nunca en la vida. No me gustas, nunca me gustaras y no puedo gustarte
En menos de una semana me había ilusionado y me había hecho sentir la peor porquería del mundo. Rodrigo se acercó corriendo. Pretendía evitar algo, pero había llegado muy tarde. Me miró con pesar y se fue a la casa.
Sí… lo admito. Esa noche lloré mucho. Duré 3 días sin salir. Y todos los amigos que había hecho en todo éste tiempo me visitaban para animarme, pero no los recibía. Al cuarto día. En la tarde decidí salir. Y caminar por el estacionamiento. Allí me encontré a Rodrigo, comiendo compota. Al verlo, le dediqué una mirada asesina, me di media vuelta e intenté alejarme, pero él me alcanzó y me tomó por el brazo.
—Espera —rogó. Pero en ese momento empuñé mi mano y traté de darle un golpe. Pero él también era muy ágil—. ¡¡¡Espera, espera!! —Rogó echándose para atrás. Mientras yo lo seguía.
—¡¡¡Eres la peor persona que ha pasado por mi vida!!! —Grité.
—¡Calma, puedo explicarlo!
—Pues eso espero, porque estoy a punto de matarte.
Cuando pude Calmarme un poco, nos sentamos en la puerta de la entrada y él comenzó a explicarme.
—Oye. De verdad lo lamento no fue mi intención.
—¿No fue tu intensión? —Pregunté con sarcasmo—. Desde que llegué has estado mirándome raro o con rabia. ¿Me tienes envidia? —Él negó rápidamente con sus grandes ojos color miel—. ¿Por qué eres tan misterioso?, se te ve en el rostro. No eres una buena amistad.
Él se preocupó un poco y ladeó la cabeza. Algo ocultaba.
—¡Lo lamento!, pero creí que si ella te gustaba debía saberlo.
—Es que ése fue tu error —Protesté. Alterado y levantándome—. no tenían por qué hacerlo.
—Lo siento. —Murmuró sintiéndose muy, muy mal. O eso era lo que expresaba su rostro. En fin. Eso funcionó. Porque no quería tener a un enemigo en menos de una semana—. ¿Qué puedo hacer para que me perdones?
Me acerqué a él. Y con mucha rabia dije.
—¡No te metas conmigo!
Y me fui.
Al día siguiente. Carla había planeado otra fiesta y a ésta, por primera vez no quería asistir. Sin embargo fui, porque había más torta y eso me encantaba. Es la fiesta estaba Glenda. Ignorándome por completo. Ésta no fue muy divertida. O yo lo sentía así. Ya había decidido entrar, cuando Rodrigo me llamó.
—¿Qué quieres? —Gruñí.
—Quiero mostrarte algo.
Respiré profundo y lo seguí. Él me condujo hasta un pasillo muy, muy oscuro, el cual es el frente de la casa 5, la casa de la muerta. Y una pared de mi casa. Es pasillo comunicaba con la piscina y el estacionamiento.
—¿Qué me vas a mostrar? —Pregunté molesto. A pesar de que gran parte del pasillo estaba oscuro, aún se podía ver bastante bien.
—Dame tu mano. —Susurró y yo accedí de mala gana.
Él tomó mi mano con delicadeza, estaba temblando, no sabía lo que le estaba ocurriendo. De pronto mis dedos tocaron algo bastante grueso y alargado. Inmediatamente miré, y descubrí que estaba tocando su pene erecto.
Me quedé pasmado.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunté confundido.
—Acaríciame…
Yo en ése momento no sabía lo que era bueno ni malo. Lo que sucedió después fue interesante. Él me tocó. Y por primera vez en mi vida sentí como mi pene se erguía. Era muy nuevo para mí. Y muy, muy confuso.
—¡Max, Carla! —Llamó mi mamá desde la ventana— Vengan a acostarse.
Inmediatamente solté su pene. Él me miraba extraño y me fui. Cuando llegué a la casa estaba muy, muy asustado y mi mamá lo notó. Pero fui directo a mi cuarto. En mi cama. Lo que había ocurrido en ése pasillo el cual podía observar desde mi ventana. Pasaba por mi mente una y otra vez. Me llevé mi mano a la nariz y olí mis dedos.
Era un olor peculiar. Un olor que nunca se me borrará de la memoria. No era desagradable. Al contrario. Era un olor que estimulaba mi lengua. Era como cuando olemos la lluvia. Algo así…
Al día siguiente estaba aún confundido. Y quería volverlo a ver.
Pero no lo vi en toda la mañana. Y en la tarde cuando me metí a la piscina solo. Él salió de la casa con un short con un estampado verde y negro de palmeras. Y se metió en la piscina. Yo ya estaba nervioso nuevamente y me arrinconé. Él nadó por debajo del agua hasta mí. Sus manos tocaron mis pies. Luego subieron por mis piernas. Eso inmediatamente me había provocado una erección. Y se detuvieron en mi entrepierna. Yo estaba asustado porque alguien nos podía estar viendo. Pero eso a él no le importó y siguió tocándome. Hasta que salió del agua. Y me miró directamente a los ojos regalándome una de sus sonrisas.
—¿Qué haces? —Pregunté.
Él se sorprendió
—¿No te gusta?
Lo pensé por unos segundos y después de asentí.
—Pero eso no responde a mi pregunta. ¿Qué estamos haciendo?
El volvió a sonreír, y sus manos volvieron a tocar mi bulto. Cuando el sintió mi erección hizo un ademán de asombro y me dijo.
—Quiero ver el tuyo.
Eso me sorprendió y me negué.
—Claro que no. —Dije.
—¿Por qué pues? Tu viste el mío ayer. Y es justo que yo vea el tuyo.
no pude negar que su lógica era muy cierta. Pero no quería. De pronto sus manos tomaron una de las mías y la llevó hasta su pene, el cual estaba erecto yo intenté mirar a través del agua pero no vi mucho.
—¿Te gusta el mío? —Susurró. Yo estaba tan nervioso que solo seguía acariciando y apretando— veamos esto como un juego. Un juego de dos buenos amigos muy especiales.
—¿Un juego? —Tartamudeé
—Sí… —Sonrió— un juego. Ahora acompáñame a la casa. Mis tíos y mis primos no están
Allí si me había negado. Y lo dejé solo en la piscina.
Tres días después. Ya no sólo recordarlo me resultaba excitante. Ahora ver la piscina, el estacionamiento, el pasillo y hasta mi ropa de baño era excitante. ¿Qué me ocurría? Pensé por días.
Hicimos una piscinada con todos nuestros amigos. Ése día fue muy divertido. Y estaba lloviendo. Es otro recuerdo in olvidable.
Al día siguiente mi hermana y yo nos metimos en la piscina y luego se metieron todos los jóvenes de la residencia. Hasta Glenda quien me dedicaba ademanes de asco.
Las fiestas en el estacionamiento se redujeron a reuniones luego ya fue costumbre. Ya habían pasado dos semanas desde la última vez que Rodrigo me tocó. Hasta que un día. La señora Virginia estaba hablando con la señora de la casa dos. Yo me estaba bañando en la piscina y Rodrigo se metió. La razón por la que Bruno no lo hacía era porque en vacaciones siempre asistías a cursos de música y matemática. Bueno… como decía. Yo estaba en la piscina y Rodrigo se metió.
Yo me había alejado bastante de él. Pero el verlo me ponía nervioso.
Él por su lado y yo por el mío. En un momento me quedé flotando boca arriba. Y sin darme cuenta llegué hasta donde él estaba.
—¿Estás bravo conmigo? —Preguntó de repente. Por lo que me asustó y casi me hace ahogar. Cuando me erguí en la piscina y lo miré. No pude negarme a nada.
—No… tranquilo. Solo es que estoy algo confundido. —dije si percatarme de la señora Virginia que estaba cerca. Él inmediatamente reaccionó intentando callarme.
—Recuerda que éste juego solo lo debemos saber los dos.
Asentí y me disculpé.
—¿Pero no estás bravo conmigo? —Volvió a Preguntar con una leve sonrisa
—No. te dije. Es más… —Me detuvo en seco. Iba a decir algo más pero primero lo pensé.
—¿Qué ocurre? –preguntó sonriendo y mirándome directamente a los ojos.
Respiré profundo, mi corazón estaba a mil por horas. Luego él se me acercó al oído y me dijo.
—¿Quieres que te coja?
Eso si era nuevo. No sabía ni siquiera lo que significaba la palabra. Mi rostro fue muy expresivo por lo que él dijo.
—Mira. Te voy a enseñar como es eso. —Dijo colocándose a mis espaldas—. Ve para lo más hondo de la piscina. —Susurró en mi oído y yo lo obedecí—. Cuando yo te diga ¿Te có? Quiero decir si quieres que yo haga esto… —Susurró en mi oído y de pronto comenzó a restregar su bulto por mis nalgas. Eso fue delicioso. No me penetró, ni siquiera nos bajamos los pantalones sólo frotó su bulto por mi trasero.
Cuando salimos de la piscina. Cada uno se fue para su casa. Al día siguiente, yo estaba en el baño, y mis padres no estaban. Carla dejó entrar a Rodrigo y Bruno a la casa. Rodrigo le preguntó dónde estaba y ella le indicó que estaba en el baño de arriba. Por lo que él inmediatamente fue a buscarme. Tocó la puerta y yo, pensando que era Carla le abrí. Cuando lo vi allí, inmediatamente intenté cerrarla, pero él colocó su pie.
—¿Qué haces aquí? —Murmuré asomándome por la hendidura de la puerta.
—Vengo a decirte algo muy importante. —Susurró.
—¿Qué?
—Ya no me queda mucho tiempo aquí. Pronto me regreso a Caracas.
Ése día fue muy triste. No quería que se fuera.
En la tarde. Fui a su casa y Bruno me abrió la puerta. Pregunté pro Rodrigo y Bruno me invitó a entrar, para que lo esperara en la sala. Luego subió a buscarlos. Los padres de bruno estaban en su cuarto durmiendo.
Después de unos segundos, Rodrigo bajó. Y me regaló una de sus sonrisas.
—Pensé que no ibas a venir.
—Sí. Bueno… ya las vacaciones están por terminar y ya entiendo por qué te vas.
Él se sentó a mi lado.
—Sí… me voy mañana.
Escuchar eso fue mucho más terrible.
—No quiero que te vayas. —Murmuré, nervioso.
El posó su mano en mi pierna y dijo.
—Hay muchas cosas que no sabe de mi.
—Pues… dime— interrumpí rápidamente y quitando su mano de mi pierna.
Él negó.
—En otro momento. —Susurró.
Le tembledera volvió a mi cuerpo. Cuando él susurraba me ponía a temblar y la respiración se me agudizaba.
—Tengo otros planes en mente. —Dijo levantándose y colocándose frente a mí. Yo lo seguí con la mirada, y fue entonces cuando comenzó a desabrocharse el pantalón.
—¿Estas loco? Aquí no… —Susurré usando mis manos para detenerlo él las tomó y me levantó del sofá.
—Mis tíos están durmiendo, y mis primos están viendo una película. —En ése momento él bajó mi pantalón y mi interior. Mi pene erecto cabeceó de lado. Él lo miró y se sorprendió—. Hola amiguito. —Murmuró, tomándolo con sus manos, inclinándose en cuclillas y llevándoselo a su boca.
Fue mi primer sexo Oral. Me pasó la lengua por los testículos y también se los metió todo en su boca. Escuchaba como se ahogaba cuando introducía todo mi pene en su boca y ese sonido me excitaba más. Ver como se enrojecía también me excitaba. Cuando me miraba con mi pene en su boca me excitaba aún más, hasta que de pronto comencé a sentir un cosquilleo que subía desde mis piernas y bajaba desde mi espalda, concentrándose todo en mi pene. Cuando él vio mi expresión, dejó de mamar y comenzó a masturbarme.
—Sácala toda… —susurraba.
Hasta que no aguanté más. Y sentí como todo mi cuerpo se sumergía en un mar de adrenalina. Fue mi primera eyaculación. Pero todo mi semen había caído en el suelo. Por lo que limpiamos primero para después continuar. Él se tomó la delicadeza de limpiar mi pene con su boca. Y luego pasarle una servilleta.
Cuando limpiamos. Yo sentía que no podía irme a la casa así sin hacer nada. Por lo que lo agarré por los hombres y lo acosté en el mueble.
Le quité todo el pantalón y por primera vez vi su pene con toda la claridad posible. Actualmente. Mi pene es de unos 18 centímetros y tiene un lindo y pequeño lunar en la base. En aquél momento creo que era de 15 o no sé. Bueno… el pene de Rodrigo era tan grande que mis ambas manos no bastaban para cubrirlo todo. Era venoso y su orificio estaba ligeramente abierto. Sin dejar atrás que también era grueso, aunque no más que el mío.
Cuando yo vi ese monstruo en mis manos pensé más de mil veces en llevármelo a la boca. Me daba mucho miedo. Pero después de unos segundos ya me estaba asfixiando con su pene en mi boca. El olor era el mismo que el que sentí en mis dedos la primera vez. Un olor excitante. Cuando eyaculó. Su semen cayó en mi franela negra.
Maldición. Un recuerdo de despedida.
Él me quitó la franela y le echó agua y jabón. Cuando todo terminó. Ambos nos miramos por un momento. Faltaba algo. Pero sentíamos que en cualquier momento podría bajar alguien. Pero si no lo hacíamos ahora. No lo hacíamos nunca. Él se acercó a mí y estampó sus labios en los míos. Y me besó como nunca nadie lo había hecho. Sentir su lengua sedosa y refrescante en mi boca me devolvió energía.
Al día siguiente. Él se marchó. Fue a despedirse de mí en mi casa y estrechó mi mano, por que allí cerca estaba su tío. En ése momento me entregó una nota. Y se fue.
En la noche. Mientras estaba sumergido en un mar de nostalgia, ya comenzaban las clases y Rodrigo no estaba. Busqué rápidamente la nota y la leí.
¡Gracias por las mejores vacaciones de mi vida! Nos vemos en diciembre…
Rodrigo.
Ah… no se te olvide botar éste papel.
Continuará…
Ésta historia está resumida en su máxima expresión. Ya que ocurrieron muchas cosas más la primera vez que conocí a Rodrigo.
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