Marito
Este es mi primer intento en escribir un relato para contribuir a SST30. Sus opiniones son importantes para mi. .
Marito
Marito, con ocho añitos recién cumplidos fue invitado por su tía y primos a pasar una tarde en las carreras de caballo. A sus primos les gustaba mirar los caballos correr a velocidad, los jinetes en sus uniformes de colores, los gritos de la gente cuando el ganador se acercaba a la meta. La tía se distraía gastando el dinero del marido mientras los chicos corrían de sus asientos hasta la valla de llegada, jugaban con otros niños o se iban a la cafetería donde también habían maquinas de juegos electrónicos para su edad. Era el ritual de los domingos en la tarde. Las familias asistían al completo, parecía un festival familiar. Así que no era raro ver a los chicos encontrar su propio entretenimiento mientras los mayores hacían sus apuestas.
Pero era la primera vez que Marito asistía a las carreras de caballos. Los animales, el bullicio de la gente y la magnitud del hipódromo le impresionaban. Nunca antes había estado en un lugar tan grande. Lo observaba todo con detenimiento, pero sin preguntar.
Marito era un chico tímido que salía muy poco de la casa de sus padres. Su tía sabia que el niño, a su edad, necesitaba otras distracciones o se convertiría en un solitario. Sus padres ejercían una disciplina rígida sobre el único hijo de la pareja. Por eso la insistencia de que saliera de paseo con los primos.
Al llegar al hipódromo, la tía de Marito se acomodo en su lugar de siempre, programa en mano, para disfrutar la tarde. Los primos estaban acostumbrados al lugar, se entretenían solos. A los primos, ambos mayores que Marito, con 13 y 15 años, no les hacia mucha gracia jugar con el pequeño. En un momento se fueron todos directo a la cafetería a tomar un refresco y encontrarse con sus amigos de los domingos. Marito les acompaño pero no le prestaban mucha atención. Además Marito les parecía raro; un chiquito algo delicado, muy obediente, estudioso y ellos ya eran adolescentes y muy gamberros. Terminaron los refrescos y sus primos entraron en competencias de juegos electrónicos con otros chicos que conocían de antes. Marito los observaba pero no participaba del juego. Se retiró un poco del área de juegos y desde el ventanal de cristal observaba los caballos; el tamaño y la fuerza de aquellos animales le hacían sentir algo que no comprendía muy bien. La figura pequeña del jinete dominando el animal era una imagen de contraste que despertaba la imaginación de Marito; el jinete era hermoso, pequeño y valiente y aun así dominaba la fuerza de aquel animal tan grande.
Pasado un rato, Marito despertó de sus pensamientos. Con la tía y los primos entretenidos con sus juegos, Marito sintió curiosidad por conocer aquel lugar. Y con sus ocho añitos recién cumplidos decidió caminar entre la gente y ver que era todo aquello. Era algo pequeño para su edad, apenas 21 kilos. Su cabello castaño cortado al estilo colegial. En su carita destacaban unos ojitos marrón poblados de largas y espesas pestañas, sus ojitos siempre parecían que acababa de despertar de un sueño. Su naricita pequeña y sus labios rosados completaban la delicia de su carita delicada y suave. Iba vestido con una polo azul y unos kakis cortos a medio muslo. Y las típicas zapatillas deportivas. Armado de sus atributos, el pequeño Marito salio de la cafetería a caminar un poco. Antes habia comprado otro refresco que le calmara de la sed y el calor de la tarde.
Primero se acercó a las ventanillas de apuestas, y pudo ver a su tía charlando con otras señoras. Dio la vuelta y llamaron su atención los monitores que publicaban los resultados de las carreras. Se fijo en otros niños que deambulaban sin sus padres. Se sentia raro porque por primera vez se movía sin ser dirigido por alguien. Tomo las escaleras eléctricas y llego al segundo nivel. La vista a la pista era más amplia y aunque había menos gente, nadie noto su presencia. Se sentó en una butaca por unos minutos, desde alli miraba la llegada de los caballos y el paseillo de los jinetes. Termino su refresco y sintio el deseo de ir al baño.
Marito caminó por un pasillo poco iluminado y encontró la puerta con el letrero de caballeros. Empujó y entró directamente al último cubículo, sentía muchas ganas de orinar. Desabrochó su pantaloncito con un poco de dificultad y por fin pudo dejar correr el líquido que le apretaba en la vejiga. Tardó todo un minuto en vaciarse, parecía una eternidad. Le dolia su pilin un poco de haber esperado tanto. Cuando por fin termino de orinar, permaneció allí mirando su pilin otro ratito. Últimamente le gustaba mirarse el pilin y cuando se tocaba sentía rico.
Algo ocurrió cuando abrió la puerta para salir del cubículo; había dos hombres en los urinales. El más alejado era un señor mayor que se cubría con un maletín para tener más privacidad. Pero el hombre más cercano al cubículo de Marito no se cubría tanto. Al escuchar que la puerta del cubículo se habría, el hombre se volteo un poco a mirar dejando expuesto algo que Marito nunca antes había visto. La visión de aquella verga morena, carnosa y generosa expulsando aquel chorro potente de orina detuvo al pequeño por dos, tres, tal vez cuatro segundos. Segundos que bastaron para que su corazoncito se agitase de temor y excitación. El hombre tambien noto que Marito no podía despegarle los ojos a aquella maravilla que acababa de descubrir y el tambien descubrió algo que no había sentido antes. En unos segundos dos desconocidos coinciden en el lugar correcto, en el momento exacto. Se reconocen y surgen las posibilidades.
Marito camino algo agitado hasta el lavamanos donde ya el señor mayor se arreglaba para salir. De repente, como una sombra, aparecio el otro hombre y manteniendo una distancia corta se detuvo detrás de Marito mientras le sonreia en el espejo. Ninguno dijo una palabra. Marito temblaba un poco mientras se lavaba las manos y trataba de sostenerle la mirada en el espejo. Era un hombre moreno, alto, guapote, tenia bigote. Saco la peinilla de su bolsillo y se movió al espejo al lado derecho de Marito. El niño dejaba correr el agua en sus manos mientras el hombre le miraba seductor, peinilla en mano, mordiendose el labio inferior y con un bulto grande al nivel de la cara de Marito. En eso se abrio la puerta de entrada, y el hombre abrio la llave del agua para laverse la cara. Marito ante el temor de ser descubierto por alguien más salio del baño y camino hacia las butacas más altas del segundo nivel. Alli no se concentraba la gente y el necesitaba calmar su agitación. Cuantas sensaciones sintió el niño y en tan pocos minutos: temor y excitación. Si sentía excitación, de repente sintió la dureza de su propio bultito apretándole su ropita interior. Una sensación nueva que le agitaba el pecho y le hacia la boca agua. Un deseo de volver a ver aquella maravilla, de que le revelaran el secreto que guardaba aquel hombre en su cabeza y en sus pantalones. No sabia que hacer y allí permaneció sentado como esperando que algo ocurriera. Y ocurrió, pasados unos diez minutos, Marito vio a aquel hombre caminando entre la gente. Lo buscaba y lo encontraria sentadito en la parte alta de las butacas.
El hombre, de unos 40 años, comenzó a subir los escalones que le acercaban al niño, ese que le habia despertado un deseo diferente. Nunca se le había ocurrido hasta hoy, hasta que sintió la mirada del niño clavada en su verga semidura. En un solo segundo despierta un deseo desconocido. Cuando termino de orinar todavía podía sentir aquella mirada sobre su verga. Y tuvo que aceptar que aquel niño le había puesto la verga dura con solo mirarla. Pues si verga quiere, verga tendrá–pensó el hombre.
Nadie más estaba sentado en la fila de butacas, asi que fue facil sentarse junto al pequeñín y sin decir palabra comenzar a acariciarle su piernita. Marito miraba hacia la pista y se dejaba hacer, le gustaban esas caricias, sentia rico. En su pechito, temor y deseo. Con mucho cuidado el hombre se acerco a su oido y le susurro:
-Ven, te espero donde ya sabes.
El hombre se levantó y bajó los escalones. Al llegar al final se volteó y sonrió.
Marito sentia miedo pero queria seguir a quel hombe, queria ver mas, sentia que necesitaba mas. Marito regreso al baño para encontrarse con aque señor moreno, atlético, varonil, fuerte y vestido de domingo, que con una mano sostenía su verga semidura pegado al urinal. Marito caminó hasta el último cubiculo y cerro la puerta hasta que salieron otros hombres que usaban el baño. Cuando por fin entreabrió la puerta, aquel hombre le miraba casi suplicante, verga en mano, ofreciéndole al pequeño lo que tanto ansiaba ver. Era grande su verga morena, limpia y bien cuidada. Marito dejo la puerte abierta y tomo asiento sobre la tapa del inodoro. El hombre entedio la invitacion y paso al cubículo, verga en mano. Ya no podía echarse atrás, iba a descubrir otra manera de sentir. Otra forma de entregarse al placer, y que placer.
Con señas le pidio a Marito que no hiciera ruido. Con calma pero con pasion y algo de torpeza abrazo al niño que sentia la dureza de su verga restregandole la cara. Marito trataba de respirar pero estaba embriagado por el olor a hombre de aquella verga carnosa y dura. Instintivamente la tomo en sus manos y la acaricio con la punta de sus dedos. El hombre sentia una cosquilla suave mientras el nino le tocaba. El Hombre pasaba su venga dura por la cara del niño que cerraba los ojos y se dejaba. Marito llevo sus manos a la cara y acariciaba el falo con caricias tiernas de niño. Quería sentir su tibieza, su aroma. Cuado abría los ojos se encontraba con la figura de aquel hombre grande cómo un caballo de carreras. No decía nada solo se dejaba hacer.
Entonces, el hombre le abrió su pantaloncito a Marito y le acariciaba el pilin y las bolitas tiernas. Marito se brazo fuerte al hombre, casi sollozaba de placer. Aquel desconocido apuntó su verga al penecito del nino y lo acaricio con suavidad, jugando a unos espadazos tiernos. La cabeza, grande y carnosa, ya goteaba perlitas de presemen y con ellas el hombre lubricaba las bolitas del pequeño, resbalaba su glande potente sobre aquellas pelotitas de canicas. Y Marito supiraba de placer, se retorcía de placer, y se le despertó un hambre que no podía saciar.
La situación era riesgosa, cualquiera podria entrar en cualquier momento. Entonces el hombre beso a Marito en los labios y le susurro al oido:
–Chupalo un poquito, si?
Marito, obediente, tomo la verga en sus manitas y se llevo el glande a la boca, a su boquita de ocho añitos recién cumplidos. Lo lamió y así comenzó su amor por las vergas. Su primera verga de macho caliente. Su primera mamada de primerizo. Lamió el glande como paletita y lo chupo cómo un bombon. Aquel hombre lo miraba desde su altura, veía como el pequeño se esforzaba. Las pulsaciones de su glande en aquella boquita pequeña eran la felicidad. Aquella lengüita haciéndole cosquillas. Esos chuponcitos de bebé mamador que desea su lechita. Marito también se sentía pleno con su boquita llena de carne gustoza. Marito mamaba y mamaba, y empujaba un poquito mas, una pulgadita mas, dos mas, asi muy rico…que mamada de verga tan cabrona le estaba dando el putito!!!
Los minutos fueron pasando y Marito seguía saboreando aquella carne que acababa de conocer. Entonces, el desconocido se sento en la tapa del inodoro y coloco a Marito con la espalda sobre su pecho. Tallo su verga entre sus nalguitas calentitas y lo abrazo con fuerza mientras le susurraba:
–Bebecito, que culito tan rico. Te quisiera clavar aquí mismo.
Mientras Marito volteaba su carita para recibir sus besos.
El penecito de Marito estaba tan duro como el de aquel hombre. Entonces Marito sintio como la verga se deslizaba entre sus piernitas hasta quedar descansando sobre sus pelotitas. El calor de aquella verga sobre sus bolitas y la friccion del glande duro babeando presemen llevaron a Marito al extasis. Comenzó a temblar e instintivamente, con sus manitas pequeñinas, apretaba aquella verga dura y caliente contra su penecito y sus pelotitas. Se frotaba con el falo caliente de aquel hombre cuarentón con toda la fuerza que podía. Mientras, el hombre le acariciaba el culito con la llema del dedo para no hacerle daño. Lo dedeaba suavecito pero podía sentir como apretaba el culito con cada pulsación. Marito dejo escapar un chillido de placer…dos…tres, mientras ofrecía su primer orgasmo seco a aquel desconocido que le daba todo lo que podia en aquellas condiciones.
Rapidamente el hombre volteo a Marito para que su penecito quedara de frente y en contacto directo con su verga que estaba como un cañón. Comenzó a frotar su verga contra el pilin del niño con una fuerza rítmica. La sensación del pilin y las bolitas del nino acariciandole la verga dura mientras le tocaba el culito con los dedos lo llevaron al un orgasmo sideral, los chorros de semen se escurrian desde la pancita de Marito hasta su penecito mojado.
–Que rico, bebé. Me sacaste la lechita, bebé.
Alguien entro al baño y ellos permanecieron abrazados en silencio hasta que estuvieron solos otra vez. El hombre ayudo a limpiar a Marito con cuidado. Le colocó su ropita y con su peinilla le arregló el pelo. Cuando estuvieron listos, el hombre le dijo:
–Mi nombre es Daniel, vienes a menudo por aquí? Con quien viniste bebé?
–Yo soy Marrito y hoy vine con mi tía. Pero ya me tengo que ir, señor, por favor, déjeme ir.
–Te gusto? Dime que te gusto mi verga, bebecito.
–Si, pero me tengo que ir.–contestó Marito algo asustado.
El hombre, Daniel, le dejo salir primero. Queria seguirlo por unos minutos, ver con quien había venido a las carreras.
Marito tomo las escaleras electricas y regreso a la cafetería a buscar a sus primos. Desde lejos Daniel comprobó que uno de sus hijos estaba en el grupo que jugaba en la cafeteria con los primos de Marito. Quizas si hubiese una forma de verlo otra vez.
Me encantó tu manera de escribir. Ya hacía tiempo que no leía un relato que fuera así de descriptivo.
gracias, que bueno que lo disfrutaste. a mi tambien me gustan los detalles estimulantes. tratare de mentener el estilo si escribo una segunda parte.
Muy buen relato, me encanta la manera tan detallista que esta redactado, tan real…. espero nuevos relatos de la serie.
Gracias por tu apreciación, es mi primer relato y lo escribí de corrido sin detenerme a corregirlo. Sé que debo cuidar la gramática para facilitar la lectura. Me gusta añadir detallitos estimulantes que apelen a los sentidos y la imaginación. Palabras que despierten otras sensaciones que disfrutar. Un detallito bien colocado puede tener un efecto muy placentero en el punto final.
Uffff que relato más rico la diferencia de edades es perfecta y el morbo que manejas es increíble que afortunado ese Daniel y que sabroso lo imaginé. Sigue escribir compa.