Me iniciaron los colegas de mi padre 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dani338.
En casa, no recuerdo haber visto desnudo a mi padre, algunas
ocasiones había salido de su habitación en calzoncillos y en el baño siempre
cerraba la puerta. Yo también era bastante pudoroso y no me gustaba que me
vieran desnudo. En la escuela, en clase de gimnasia nos desnudábamos para tomar
una ducha, pero casi siempre poníamos la toalla en la cintura antes de bajarnos
el calzoncillo. En la ducha podía ver a los demás niños desnudos, pero casi
siempre nos dábamos la espalda.
En ese periodo pasó algo muy simple, pero que marcó bastante
mi futuro. Esperaba a mi padre, había ya pasado media hora y no llegaba, yo
empecé a inquietarme, estaba en la puerta de la escuela y el conserje me vio
inquieto, me preguntó qué pasaba y se ofreció a acompañarme hasta le fábrica
para ver si mi padre se había olvidado. Llegamos ahí y preguntamos en una
oficina de recepción, enseguida me tranquilizaron, dijeron que habían tenido un
problema y que aquel día todos los obreros saldrían un poco tarde.
El conserje de la escuela conocía a la mujer que nos atendió y ella dijo que si quería podía
esperar en el vestuario, así mi padre me vería nada más acabar el trabajo y se
ahorraría el nerviosismo de llegar tarde. Entré en el vestuario con mi
acompañante, pero él se fue enseguida con la seguridad de que quedaba en buen
recaudo. La habitación era bastante grande, llena de taquillas, unas banquetas
de madera y un par de puertas al fondo que permanecían abiertas, en una podía
ver unos urinarios y en la otra unas duchas.
La mujer me había dicho cuál era la taquilla de mi padre, de
modo que lo podía esperar ahí sentado. Calculo que podía haber unas 300
taquillas, debían cambiarse allí todos los empleados. Cuando ingresé, había un
par de hombres hablando, con el pantalón puesto, sin camisa, me miraron, pero no
dijeron nada, acabaron de vestirse y se fueron. Me quedé solo, aunque en un par
de minutos entraron tres hombres, de muy diferentes edades, calculé que el joven
tendría unos 20, otro pasaría de los 40, más o menos la edad de mi padre, y el
tercero andaría por los 60. El mayor me preguntó a quién esperaba, al decirle el
nombre de mi padre, el de unos 40 me sonrió y me preguntó si era su hijo, parece
que eran bastante amigos e incluso había estado en mi casa, pero yo no lo
recordaba.
Entonces empezó todo, hablando y con algunas bromas entre
ellos, se fueron desnudando hasta quedar completamente desnudos. El viejo, tenía
una verga pequeña, rodeada de pelos blancos, los otros dos la tenían bastante
grande, al menos larga porque no dejaba de bailar entre sus piernas. Cuando el
primero se bajó el calzoncillo, me sonrojé y no sabía dónde mirar, pero ellos
seguían a lo suyo. Estando sentado, llegué a tener sus vergas a escasos
centímetros de mi cara, podía ver todo, la raja por donde sale el pis, algunas
pequeñas venas,…. Mi erección fue inmediata, la disimulé con la cartera que
llevaba del colegio encima de mis muslos. Y se fueron juntos a la ducha,
mientras yo seguía sentado y sofocado. Llegaron otros trabajadores, pero se
quedaron un poco más alejados y yo los miraba por el rabillo del ojo mientras se
desnudaban. Alguno me miraba con curiosidad, pero nadie decía nada. Meses más
tarde supe que no era raro que algunos niños esperaran ahí a sus padres.
Mi padre no salía, pero yo estaba bastante entretenido. El
joven fue el primero en acabar la ducha y se acerco de nuevo a mí. Mientras con
la toalla se iba secando, me preguntaba el nombre, edad,… con una mano se
agarraba la verga y con la otra la toalla para secarla, creo que había crecido
un poco; se agachaba al secarse las piernas y quedaba delante de mis ojos el
ojete de su culo,…. Regresaron los otros dos y lo mismo, con el agua caliente,
parece que les creció el palo, sobre todo el mayor no lo tenía tan encogido. Se
fueron secando, vistiendo, con calma y sin esconder en ningún momento nada de su
cuerpo. Estaban ya por salir, cuando entró mi padre, que se llevó una sorpresa
al verme. Le conté que me había acompañado el conserje y se disculpó por el
retraso, pero dijo que habían tenido unos problemas con unas máquinas y no había
podido salir. También me dijo "ahora que ya sabes el camino, cualquier día que
salgas antes, puedes acercarte hasta aquí y me esperas". Vaya si lo hice……
Papá no se duchó, dijo que iba con mucho retraso, mamá nos
estaría esperando y era mejor ir enseguida. Salimos todos juntos, los cinco
hasta el aparcamiento y allí se despidieron los compañeros de papá.
Tal vez mi padre no lo notó, pero si mamá, yo estaba muy
nervioso, lo que había visto me parecía increíble, que los hombres se quedaran
en cueros delante de otros no entraba en mi cabeza. Yo nunca había visto rabos
adultos, excepto una vez que se lo ví a un profesor que estaba orinando cuando
entré yo en el servicio, pero fue poco y no me enteré demasiado de cómo era.
Además, lo que más me excitaba era el desparpajo con el que se mostraban,
aquellos trozos de carne bailaban ante mis ojos y ante los de otros hombres que
un poco más alejados también se cambiaban.
Y todo en un primer plano, nunca
había pensado que pudiera ver un agujero del culo tan de cerca. Mamá me preguntó
qué me pasaba, yo dije que estaba cansado, el día había sido agotador y en el
patio había estado corriendo mucho; no se si también notó que mi verga estaba
bien firme durante todo el tiempo. Y así me levanté el día siguiente, aunque con
el calzoncillo un poco húmedo, yo pensé que me había orinado.
Hasta ese día, mi sexualidad estaba completamente dormida.
Alguna ocasión había escuchado a los mayores de la escuela o del barrio que
hablaban de hacerse pajas, o machacarsela, o hacer una manola,… pero yo no tenía
ni idea de qué era eso. Pensaba que sería alguna gamberrada y no tenía interés
en saber más. Pero desde ese día, mi pensamiento cambió, cuando iba al vestuario
después de la gimnasia, intentaba mirar lo que podía entre mis compañeros y
alguno que no era tan pudoroso no le importaba mostrar la pollita, claro que su
tamaño era tan reducido que mi pensar seguía en otro vestuario y no dejaba de
estudiar cómo podría entrar ahí de nuevo.
Otro de mis pensamientos era mi padre, si antes no tenía
interés en verlo desnudo, ahora sentía tremendas ansias de verle la verga. Un
día lo intenté, era un sábado y él fue a dormir un poco después de comer,
mientras mi madre limpiaba en la cocina y yo miraba el televisor. Me acordé de
preguntarle a mi madre si me había comprado unos cuadernos que necesitaba para
la escuela y ella me dijo "si, pero están en mi habitación, ya te los daré
luego, que tu padre está durmiendo". Yo acepté, pero luego pensé que tal vez
podría ver algo si entraba en la habitación y le dije a mi madre que podría ir a
buscarlos sin hacer ruido, ella me dijo "bueno, pero que no se despierte tu
padre que está muy cansado".
La puerta estaba entornada y había una tenue luz
que dejaba ver la figura de mi padre estirado en la cama, casi desnudo, solo con
unos calzoncillos blancos que dejaban escapar algunos pelillos por los costados.
Yo me quité los zapatos, mi corazón estaba acelerado, enseguida vi los
cuadernos, pero me acerqué a mi padre con la esperanza de que algo se escapara…
Lo blanco no lo era tanto, tenía algunas manchas amarillas, pensé que eran
manchas de meados, acerqué la mano, no sabía dónde tocar, podía despertar con el
contacto, así que me limité a mirar, parecía que el bulto crecía en algunos
momentos. Ya no podía más con los nervios y en un momento se movió, creo que
pegué un salto y volví a la realidad, tomé los cuadernos y salí. No sabía cuánto
tiempo había estado ahí y mi madre al verme me preguntó si es que no los
encontraba, no supe que contestar, luego me preguntó de nuevo, ¿no habrás
despertado a papá?.
Tuvo que pasar algo más de un mes para volver a entrar en
aquellos vestuarios que no podía quitarme de la cabeza. Recuerdo que era un
lunes y un profesor no se presentó a las clases, como no avisó, no había nadie
que lo pudiera sustituir y nos dijeron que podíamos estar en el patio hasta la
hora de salir. Yo hablé con el conserje y le pregunté si podía dejarme salir,
iría a la fábrica de mi padre y así él no tendría que esperarme. Le pareció bien
y preguntó si quería que me acompañar, yo dije que no era necesario, estaba
bastante cerca y podía ir solo. En la puerta había un hombre y me indicó que lo
esperara ahí sentado, yo sentí una gran decepción. Pero pasó aquel hombre mayor
que conocí el primer día, me vió y me llamó, le dijo al de la puerta quién era
mi padre (yo se lo había dicho pero no debía fiarse) y entonces lo acompañé
hasta el vestuario. Mi padre tardaría media hora larga en salir, podía sentarme
y relajarme. Se repitió lo del primer día, aunque en esta ocasión me fijé más en
otros hombres que se cambiaban, llegué a contar 16 rabos…. El hombre dijo
llamarse Gilberto y cuando regresó de la ducha intentaba hablar conmigo,
mientras se iba secando, su verga quedó completamente dura, muy cerca de mi
cara, no pensaba que fuera con ninguna intención, pero él debía darse cuenta de
que yo no paraba de mirarla y me pareció que de la pequeña rajita salía un poco
de líquido.
Disimuladamente se estuvo masturbando un poco, yo no sabía lo
que hacía, pero recuerdo que se la iba tocando y tapando un poco con la toalla
para no llamar la atención de otros que andaban por ahí. Cuando Gilberto ya
empezaba a ponerse los calzoncillos, entraron los otros dos conocidos, yo
pregunté si podía ir al servicio pues tenía ganas de orinar y Gerardo, el de la
edad de mi padre, me tomó de la mano y me llevó por aquella puerta del fondo,
donde estaban los urinarios. Pensaba que se iría, pero en lugar de ello abrió su
bragueta y sacó su verga, yo estaba mirando, no sabía cómo hacerlo porque seguro
que delante de él no saldría nada, entonces me dijo: "¿no querías mear?, pues
venga vente a mi lado que lo haremos juntos", parecía que no tenía alternativa.
Podía ver el chorro de líquido amarillo que salía, mientras intentaba sacar mi
verga, pero estaba dura y no resultaba fácil; cuando la tenía en la mano, de
allí no salía nada, y él miraba sonriendo. Yo me sonrojaba y sentía mucha
vergüenza, estaba mostrando mi diminuta verga y no dejaba de comparar, me sentía
inquieto y cuando su chorro iba decreciendo me tomó de la cabeza y me dijo: "no
te preocupes, ya saldrá, dale tiempo". Empezó a sacudir y descapullar la cabeza
de su verga, al tiempo que iba ganando en tamaño, cuando ya no quedaban gotas,
no la guardó, alargó su mano tomó la mía, la acarició un poco y dijo: "es
pequeña, pero graciosa y parece que tiene ganas de juerga". Yo no sabía dónde
ponerme, de nuevo mi corazón iba a una velocidad de vértigo, además, me di
cuenta de que al ponerse de lado, su verga rozaba con mi mano. Sin intención,
pero fue la primera vez que toqué algo que no era mío. Y entonces, entro un
hombre también con la intención de mear. Iba completamente desnudo, saludó a
Gerardo y este le dijo que yo era el hijo de Enrique, puede ver una sonrisa en
sus labios, estoy seguro que vió perfectamente cómo me agarraba la pollita y
también como la tenía totalmente tiesa. Se puso al lado de Gerardo, esté se
entró la verga y se fue, dejándome con la mía fuera, dura y sin poder orinar. El
otro no se cortó, su aparato estaba circuncidado, cosa que me llamó la atención
y lanzó un buen chorro de orina, mientras me miraba y sonreía. Yo no podía más,
metí lo mío en los pantalones y me fui sin haber descargado nada. Al regresar al
lugar, Gerardo se quitaba la ropa, Gilberto ya se había ido y el otro estaba en
la ducha.
Cuando me quedé solo sentí un poco de miedo, pensé que
Gerardo podía decirle a mi padre lo que había visto, que me había tocado, que
miraba su verga,…. Estaba en estos pensamientos cuando escuché que alguien
llamaba a Enrique, entonces vi que mi padre acababa de entrar. Me saludó y me
preguntó qué hacía ahí, en un primer momento pensé que estaba enfadado, pero
luego me di cuenta de que no era así y me dijo "hoy si que voy a ducharme, no
tenemos prisa". Y así fue cómo vi por primera vez la verga de mi padre, bueno,
la verga , los huevos, el culo,…. Mientras se desnudaba yo me sentía inquieto,
cuando solo conservaba los calzoncillos, pensé que no se los iba a quitar
delante de mí, pero no acerté y con total naturalidad se los fue bajando,… no se
si pudo descubrir algo mi cara,cómo me sentía en aquel momento. Vi una verga muy
grande, la más grande que había visto hasta el momento y completamente
descapullada, como la que había visto momentos antes por vez primera. Sus nalgas
estaba cubiertas de pelos y yo sentía una imperiosa necesidad de tocarlas,….
Mientras se alejaba camino a la ducha, David, el chico más joven aparecía y se
sentaba a mi lado, de nuevo el ritual de secarse, la polla un poco morcillona,
bajando el tronco delante de mis narices y pudiendo contemplar el agujero de su
culo. Al regreso, mi padre se secó rapidamente, se vistió y salimos.
A la tercera fue la vencida, la tercera vez que entré en
aquel lugar, fue cuando tuve mi primer contacto verdaderamente sexual. Era el
mes de mayo, muy cerca de mi aniversario; había pasado algo más de un mes desde
lo anterior. Yo seguía buscando motivos para ir a esperar a mi padre, pero no
era fácil encontrarlos. Creo que fue también la falta de un profesor que me
facilitó la labor.
Entré sin problemas, los porteros parece que ya me conocían.
En el vestuario habrían unos cinco hombres, y alguno en la ducha. Yo no reconocí
a ninguno y me fui al urinario para mear, afortunadamente ya estaba en ello
cuando entró un hombre, estaba desnudo y se colocó a mi lado. No me atreví a
mirarle la cara, pero no dejaba de mirar su rabo, empezó a salir el flujo
amarillento y entonces el me habló: "que descanso, ¿verdad?", lo miré
timidamente y solo dije "si". En eso, él miraba mi pollita y dijo algo que no
llegué a comprender, por ello dirigí la mirada a su cara como interrogando sobre
sus palabras y descubrí que era el hombre de la verga circuncidada, aquel que
pudo ver el otro día como Gerardo me tocaba. Había acabado mi flujo, pero no me
había dado ni cuenta, mi verguita seguía a la vista y bastante endurecida, el
acercó su brazo y me atrajo hacia su cuerpo, tomó mi mano y la acercó a su verga
y me dijo: "sacúdela que salten las últimas gotitas", obedecí y seguí tocando
hasta que llegó a quedar completamente parada. Entonces me preguntó: "¿te
gustaría chuparla un poquito?". Yo sentía curiosidad, pero no entendía muy bien
qué quería decir.
Me indicó que esperar y salió del lugar, pensaba que todo
había finalizado y pasado un momento me disponía también a salir, pero entonces
entró de nuevo, no iba solo, le acompañaba un chico bastante joven, tal vez
menor que David. Iba desnudo y su verga estaba un poco parada. Me dijo el hombre
"este es un amigo, estará en la puerta y nos avisará si viene alguien, mientras
tu puedes chuparmela un poquito". Yo lo intenté, pero debía ser muy torpe porque
pronto le indicó al jovencito que se la chupara un poco y me enseñara cómo
hacerlo; esta enseñanza también incluyó unos lametones a mi verga. Aprendí
rápido, porque cuando me la metí de nuevo en la boca, soltó sin avisar una gran
cantidad de leche. Solo tenía una ligera intuición de qué era aquello y sentí un
poco de asco al principio, pero el chico joven pegó su boca a la mía, me ordenó
abrirla y compartir aquello. Claro que este, Rafael se llamaba, no estaba del
todo satisfecho y me preguntó si quería chuparsela también, en principio dije
que no porque tenía miedo de que alguien nos encontrara, asomé la cabeza y no vi
a nadie en el vestuario, unicamente sentía que había alguien en la ducha. La
tentación era grande y sin más me la metí en la boca, era el mayor el que
vigilaba en la puerta, pero mientras yo chupaba, noté que alguien palpaba mis
nalgas, metiendo la mano por dentro del pantalón, luego un dedo se introdujo en
mi agujero, no hacía más que excitarme y cuando Rafael explotó su leche me
pareció sabrosa.
Creo que estaba sediento de verga, en ese momento hubiera
chupado cualquier polla que estuviera a mi alcance. Rafael se limpió un poco con
los dedos y se dirigió al urinario donde empezó a mear, yo acerqué mi boca y con
la lengua le recorrí la verga hasta llegar al líquido que soltaba y lo probé un
poquito. Recuerdo que el otro hombre comentó: "vaya puta hemos encontrado, otro
día le mearé en la boca".
Aquel día ya no pasó nada más destacado. Esperé a mi padre
que ya no tardó, vi unas cuantas vergas, incluida la paterna, pero ya no las
conté. A los otros amigos no los ví. Yo entré en un camino sin retorno, llegué a
probar muchas de los trozos de carne que vi en aquel lugar y que en principio
pensaba que solo eran para mear.
Si quereis que siga con la historia, espero su opinión.
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