Memorias, Deseos & Secretos (Parte VII)
Parte final de la historia con mi hija.
13.- Aquel Fin de Semana…
Un par de semanas después de aquella clase de anatomía con los niños, fuimos forzados por mis suegros a ir a un retiro bíblico por parte de la iglesia, se trataba de un fin de semana donde había actividades de integración familiar en unas cabañas a un par de horas de distancia de la ciudad donde vivimos. Al llegar al lugar nos sorprendió lo bonito y verde que era. Nos fue asignada una cabaña para nosotros y la familia de la hermana de mi esposa, la ambientación del lugar era alguno rustica, pero acogedora. Había dos habitaciones, la primera con dos camas individuales, las cuales serían ocupadas por los niños y una recamara principal con dos camas matrimoniales, en las cuales nos acomodamos los adultos, solo contaba un baño completo.
El primer día se nos fue entre rezos y lecturas de pasajes bíblicos, cenamos en el comedor comunal y nos retiramos a nuestra cabaña a descansar, mandamos a los niños a bañarse juntos para después acostarlos. El día siguiente se proyectaba algo pesado y largo, ya que los padres tendríamos actividades con los hijos, mientras las madres se quedarían a tomar talleres para mejorar en las actividades de crianza del hogar. Nos levantamos muy temprano ya que teníamos que ir a otro campamento a unos 30 minutos de donde nos encontrábamos, comenzó el día con oraciones para dar paso a una serie de actividades físicas y de juego con nuestros hijos, rodamos por la tierra, jugamos en el lodo, carreras de costales, retos con vendas, más divertido de lo que pensamos. Pasada la hora de comida se nos permitió regresar al campamento principal, todos los papás llevábamos auto, algunos compartíamos el vehículo, por obvias razones yo compartí con mi concuño. Antes de subirnos al coche para emprender el camino de regreso, mi esposa y su hermana habían empacado una muda para los niños por si se llegaba a necesitar, sin malicia alguna, al ver que mi niña estaba llena de lodo y sudada, comencé a quitarle su blusa y short a la vista de todos dejándola en ropa interior, mi concuño se mantenía cercano como cuidando que nadie viera de más, mientras él no perdida oportunidad de disfrutar de la belleza de mi hija. La vestí con una blusa holgada y una falda, cuando estuvo completamente vestida, fue ella quien se retiró sus calzoncitos, diciendo a mi concuño que los guardara ya que también estaban sucios y mojados, él los escondió en la bolsa de su pantalón, pensó que no me había dado cuenta, procedimos a cambiar el niño, él solito se quitó el short y la playera, quedando en un bóxer lo suficientemente ajustado que marcaba todo su paquete, argumentó que tenía calor y pidió permiso para subir al carro de esa manera, antes de arrancar les dimos de beber agua ya que el calor era bastante intenso.
Al haber concluido la actividad antes de lo planeado, sabíamos que nuestras esposas aún se encontrarían en sus talleres, yo tenía un pequeño plan para probar hasta donde era mi concuño capaz de llegar y si en el fondo era tan morboso como yo. Antes de salir de casa, escondí en el automóvil un paquete de cervezas, en el campamento tomé una hielera y la rellené con hielos con el pretexto de mantener nuestras aguas frías. A mitad del camino, que por cierto era bastante desértico, después de que todos los autos se nos adelantaron, decidí detenerme a un costado del mismo, busqué un lugar donde pudiéramos tener privacidad, los niños habían quedado dormidos en cuanto tocaron el asiento. Mi cuñado me preguntó si pasaba algo, le dije que solo quería relajarme un momento antes de regresar a más rezos, salí del auto a buscar las cervezas en la cajuela, le abrí a mi concuño una de ellas, brindamos y comenzamos a beber, al principio la conversación era de todo y nada, hasta que le llegó un mensaje al celular, lo revisó y soltó una cínica risa, le pregunté con toda inocencia si era la cuñada, me dijo que no, “es una morra del trabajo a la que me estoy dando” fue su respuesta, lejos de asustarme, sabía que mi concuño era bastante ojo alegre y lo de ser fiel no se le daba por las varias ocasiones que mi cuñada lo había descubierto, mostré cierta curiosidad, era la entrada a conocer el lado oscuro de él. Le pregunté qué tan buena estaba, desde cuando tenían una relación, me dijo que llevaban 4 meses viéndose pero que solo era sexo, por los comentarios que hacía pude deducir que mi cuñada lo tenía muy descuidado, apenas tenían sexo una vez el mes, y aunque mi cuñada era bastante cachonda, la rutina comenzaba a atacarlos. Me mostró el mensaje que su amante le había enviado, era una jovencita, no llegaba a los 20, con las tetas de fuera y usando una tanga blanca con el mensaje de “mira lo que te estas perdiendo”, era bastante atractiva. Le pregunté, si había tenido más aventuras así, me confesó que varias, pero que al final el amor que sentía por la hermana de mi esposa no le permitía separarse e incluso esto los ayudaba para romper un poco la
costumbre entre ellos.
Le cuestioné si no era muy jovencita para él, respondiendo que ni siquiera tuvo oportunidad de estrenarla, que estaba más vivida que cualquiera de nosotros, reímos al tiempo que dábamos otro trago a la segunda cerveza del día. Si más le solté la pregunta: “crees que mi hija vaya a ser tan puta como esa chava”, él se sorprendió por la palabra utilizada, lo tranquilice diciéndole que desde el día que tuvimos la clase de educación sexual con los niños, me di cuenta de cómo había cambiado la forma de ver a mi hija, con lo cual yo no tenía ningún problema, incluso le dije que podía quedarse con el calzón que tenía guardado en el bolsillo de su pantalón. Él intentó disculparse, le dije que no hacía falta, pocos detalles le confesé de mi gusto por las niñas, quería hacerlo entrar en confianza, pero tampoco éramos tan cercanos como para contarle todas mis fantasías. De apoco empezamos a intercambiar detalles morbosos de cómo nos gustaba el sexo, como habían sido nuestras primeras veces con nuestras esposas, cuáles eran nuestras fantasías. Yo le dije que mi fantasía más grande era ver como alguien se cogía a mi esposa y la llenaba de leche, no me atreví a decirle que buscaba lo mismo para mi hija. Él me compartió que su única fantasía era hacerle sexo oral a una vagina infantil. Sin dar tiempo a que se arrepintiera, le confesé que había puesto un somnífero en el agua de los niños, una pastilla muy segura para dormir cuyo efecto duraría un par de horas, me miró sorprendido, preguntando si hablaba en serio, abrí otra cerveza y salí del auto, a los pocos segundos salió tras de mí, le dije que había dos condiciones, no podía intentar penetrarla con nada y que me dejara hacer lo mismo con su niño, pude ver la erección inmediata en sus pantalones. Aceptó mientras de un trago bebía los restos de la lata de cerveza.
Abrimos la puerta donde mi niña se encontraba completamente dormida, la recostamos de tal manera que sus piernas quedaron colgando, hábilmente le levantó la playera, comenzó a masajear sus pechos, después a devorarlos, los mamaba como si su vida dependiera de ello, pasaba su lengua sobre los pequeños pezones de mi hija que se ponían duros al contacto, besaba su cuello, se turnaba los pezones en su boca, yo en ese momento tenía una erección enorme y comencé a sobarme por sobre el short que llevaba, mamó sus pechos por unos diez minutos, sus pezones se pusieron duros al contacto de su boca, después levanto su falda, observo con cuidado su pubis, su vulva, sus labios, paso lentamente su lengua desde el nacimiento de su ano hasta su ombligo, enterrándola en su clítoris dando un masaje en círculos, realizó esa maniobra varias veces hasta notar que mi niña comenzaba a mojarse y su sabor cambiar, se levantó, bajo sus pantalones, pude ver que su miembro era ligueramente más grande que el mío y completamente depilado, mi concuño es diez años mayor que yo con algo de sobrepeso, comenzó a masturbarse mientras continuaba dándole lengua a mi niña, le pedí que no terminara en ella ya que no tenía con que limpiarla, terminó eyaculando en la llanta trasera del auto. Besó por última vez el conejito de mi niña, levanto sus pantalones, acomodamos la ropa de mi hija, al cerrar la puerta me dio las gracias.
Cambiamos de puerta, no hubo necesidad de acostar a mi sobrino, solo estiramos sus piernas, bajé el resorte de su bóxer tocando con mis dedos su pene, subía y bajaba su prepucio hasta que el tronco comenzó a ponerse duro, le di unas cuantas chupaditas, me cabía en toda la boca, hasta me metí sus testículos, comencé a sentir un espasmo en el cuerpo de mi sobrino, había alcanzado rápidamente su orgasmo, su semen salió expulsado violentamente, incluso llegó al cabello de mi hija. Su sabor era salado y amargo, limpie con mi lengua su glande y con la ropa sucia los restos de leche de su estómago y piernas. Mi concuño y yo volvimos a sentarnos en la parte delantera del auto, conversamos unos 15 minutos más antes de emprender el regreso con nuestras esposas. Le dije que me gustaría hacer un intercambio con él y mi cuñada, me dijo que contara con ello. Ahora solo teníamos que convencerlas.
Al llegar al campamento, cargamos a los niños a la habitación ya que continuaban dormidos, al poco tiempo despertaron y los enviamos a bañar, de tan cansados que estaban, y tal vez aun por el efecto del somnífero, se durmieron nuevamente Aproveché la noche para intentar concretar mi segundo plan, abrí una botella de tequila, la cual se terminó más rápido de lo esperado mientras nos sentamos en el comedor a platicar de todo, aprovechaba para besar a mi esposa o meterle mano de manera discreta, ella me pedía al oído me detuviera ya que se estaba mojando, no sé en qué momento comenzó la plática de sexo, tal vez dos botellas de tequila le quitan el pudor a cualquiera. Fue mi cuñada la que cuestionó a mi esposa de si no tenía ganas de estar con otro hombre, en ese momento todos los pudores de mi esposa se hicieron presentes, si bien éramos muy liberales en nuestra casa, esos temas quedaban prohibidos fuera de nuestras paredes. Mi cuñada notó la incomodidad de mi esposa, y confesó que ella inició a los 14 en un campamento de verano con uno de los pastores de la congregación, su lista de amantes era bastante extensa, no mostraba pudor ni remordimiento de ninguna relación, el efecto del alcohol hizo efecto en ella y le reprochó a su marido las infidelidades cometidas, mi esposa y yo no sabíamos cómo actuar. Mi concuño se disculpó de todas las formas posibles, comprometiéndose a no hacerlo más. Ella a cambio aceptó que últimamente lo tenía olvidado, pero eso se terminaba hoy, entre juego y juego, metió la mano en el short de su esposo y comenzó a masturbarlo, se dieron cuenta casi de inmediato que nos encontrábamos mirándolos, soltaron una carcajada, mi cuñada le preguntó a su hermana que como era mi desempeño en la cama, como era mi miembro, mi esposa aun con
cierta molestia pero algo desinhibida por el alcohol respondió algunas preguntas, incluidas la narración a detalle de nuestra primera vez, ellos presumieron de la ocasión que habían comprado un juguete sexual que terminó por ser una decepción total. Mi concuño me preguntó con total desfachatez si siempre me habían gustado chichonas como mi esposa, ambos estallamos en una carcajada, respondí que sí, pero que su señora no se quedaba atrás, besé a mi esposa mientras acariciaba sin recato alguno su seno para que su pezón se marcara por encima de la blusa, comentamos que tipos de ropa interior usaban, si teníamos la circuncisión o no, si llevábamos el pubis peludo o limpio, donde nos gustaba terminar, coincidiendo que en la vagina era lo mejor.
Abiertamente reconocí tener un pene pequeño, mi esposa dijo que eso no importaba que ella era feliz, mi cuñada tiró un reto, quería que se lo enseñara ya que mi esposa al no haber estado con otro hombre no tenía punto de comparación, lo cual era cierto, sin pena alguna bajé mi pantalón rápidamente, mi pene estaba medio despierto, mi cuñada tapo sus ojos soltando más risas, mi concuño no se quiso quedar atrás y bajo sus pantalones, su pene estaba en completo estado de erección y muy mojado, mi esposa no le quito los ojos de encima. Ahora les toca a ellas dije, mi esposa se negó, pero astutamente levanté su blusa dejando por unos minutos sus senos al aire, pensé que se molestaría y todo terminaría, solo me dio un manazo juguetón antes de ir a levantar la blusa a su hermana, ambas tenían pechos grandes con aureolas sobresalientes. Mi cuñada confesó que hace poco se habían hecho un tratamiento de depilación definitiva, mostrando de inmediato como había quedado su pubis, dejando ver un poco del inicio de su rajita. Dimos por terminada la plática y cachondeo, ya que el tequila se había terminado y pude notar ciertos celos de mi esposa y mayor incomodidad al ver como su hermana se me insinuaba, no quería arruinar el momento y mucho menos apresurar algo para lo cual ella no estuviera lista.
Nos dirigimos a la habitación, cada pareja se acostó en su cama, se apagaron las luces, a los 15 minutos comenzamos a escuchar gemidos a nuestro lado, volteamos discretamente y era claro que mi cuñada y su esposo estaba cogiendo, abracé a mi esposa, cuando mis manos llegaron a sus calzones para hacerlos de lado pude notar mucha humedad, solo quería masturbarla para bajar la calentura, pero ella de inmediato se montó en mí. A ninguna de las dos parejas nos importó ser escuchados, los gemidos fueron creciendo de intensidad hasta que terminamos eyaculando dentro de ellas. Fue la única vez que estuve cerca de compartirla, así como la única vez que la engañé. Después de hacer el amor, nos quedamos dormidos, silencio total en la casa, me levanté para orinar y tomar agua, al pasar por el cuarto donde los niños dormían, me acerqué para verificar que todo estuviera bien, los encontré dormidos en la misma cama vistiendo solo sus calzoncitos, pude ver una mancha amarilla y tiesa en la pantaleta de mi hija, seguramente ellos también habían pasado una noche cachonda. Los tapé con una sábana no sin antes sobar la vulva de mi nena la cual se encontraba empapada y viscosa, pude ver como el pene de mi sobrino tenía una erección nocturna y claros restos de semen cuando bajé su trusa, me arrepentí de no haber llevado mi celular para tomar una fotografía.
Mientras tomaba agua, después de orinar, mi cuñada me alcanzó en la cocina, vestía únicamente una bata de dormir, nos miramos sin decir nada, le alcance un vaso con agua que bebió de un jalón, estaba por retirarme de nuevo a la habitación cuando me dijo: “cuñado no se la vi bien, luego me la enseña”, a lo que la rete diciendo, primero usted, pensando que solo era un juego y parte del cachondeo previo, sin oportunidad de pensarlo se arrojó sobre mí y me beso apasionadamente, su beso me sorprendió pero no hice nada por evitarlo, lleve mi mano a su seno que ya se encontraba descubierto, comencé a mordisquearlo y chuparlo suavemente, ella gemía, con mi mano izquierda baje a su sexo, lo encontré tan suave y liso como el pubis de mi hija, su vagina escurría, mezcla de sus jugos y el semen de mi concuño, comencé a darle un masaje con mis dedos sobre su clítoris, estaba por alcanzar el clímax, cuando me pidió detenerme, se hinco delante de mí, bajo mi bóxer y comenzó a practicarme sexo oral, no era tan buena pero era capaz de hacer una garganta profunda, cosa que ni mi esposa había intentado antes, pensé que todo terminaría en cuanto eyaculara, pero antes de alcanzar mi orgasmo se detuvo y me llevo al sillón, se acostó, abriendo sus piernas, intente detenerme al decirle que no traía condones, a ella no le importó, “quiero que termines dentro” me dijo, algo se apoderó de mí y de inmediato la penetré, comencé con el bombeo del mete y saca, gemíamos quedito para evitar cualquier ruido que pudiera despertar a nuestras parejas, mi cuñada volvió a detener el orgasmo, esta vez se puso en cuatro sobre el sillón volteándose y escupiéndose en su ano, no lo dude y la penetré mientras mis manos aprisionaban sus caderas, ella metía y sacaba sus dedos de su vagina, estuve muy cercano a acabar, pero saque mi pene y lo volví a meter por su vagina, bastaron tres estocadas para llenarla de leche, ella no pudo reprimir el orgasmo y soltó un gemido que afortunadamente no despertó a nadie. Nos arreglamos, limpiamos un poco y regresamos a la recamara a dormir con nuestras parejas.
Al día siguiente despertamos, mi mujer estaba bañándose con los niños, mientras mi concuño preparaba algo de comida para el camino, nos vimos en la recamara mientras ordenábamos las maletas, ella intentó decir algo, no la deje, simplemente le dije que había sido un momento de debilidad, yo realmente amo mi esposa, sin embargo, estaba feliz de haber tenido la oportunidad de estar con una mujer como ella. Regresamos a casa, ninguno hablo nunca más de ese fin de semana, ni mi concuño volvió a ver con deseo a mi hija, el único vestigio que queda de ese momento fue una pregunta de mi esposa: “¿Te gustaría verme con otro hombre?” Solo conteste, si tú quieres, cuando estes lista estaré a tu lado, así como dejamos que nuestra hija experimente su sexualidad, tú también tienes ese derecho. Me sonrió e hicimos el amor de la manera más tierna y romántica posible.
14.- Tormenta Perfecta…
Una pandemia nos tomó desprevenidos a todos, nunca imaginamos las desgracias que dejaría a su paso, creo que, a pesar del dolor de las perdidas, fue un momento de reflexión que algunos aprovechamos para vincularnos más con nuestra familia, puso a prueba la paciencia y nuestra capacidad de adaptación ante una nueva normalidad. Vivimos con miedo, pero con esperanza de que pronto terminaran esos días de angustia, de la noche a la mañana nuestra vida se transformó, intempestivamente golpeó nuestra rutina y de la nada, así como el virus, un viejo amigo se hizo presente.
Me sorprendí al recibir un mensaje de un numero extraño en mi celular, me saludaba con cierta familiaridad, de inmediato recordé quien era, el amigo con quien compartía fotos y fantasías de mi hija, aquel que me permitió acurrucarme una noche entera con su nena. Su mensaje llegó el día que mi hija cumplía 11 años, una celebración muy diferente, solo su mamá y yo celebrando con ella, un pastel casero en la mesa esperaba ser el centro de la fiesta. De inmediato nos pusimos al día, se disculpó por desaparecer, justificándose con que necesitaba tiempo para él y su nena, tiempo después me confesó que había embarazado a su hija en un descuido, la niña comenzó a menstruar a los 11 años, las interacciones sexuales se limitaban a sexo oral y anal, pero en el cumpleaños 12 de la nena, ella le pidió ser desvirgada, su papá lo hizo sin medir las consecuencias, una sola vez bastó para quedar embarazada, tuvieron que ocultarse hasta que nació la bebe. Su relación había evolucionado a una relación de pareja, complicada algunas ocasiones, mágica en otras tantas, si bien el ritmo sexual con su hija había disminuido, una variable nueva entraba en sus vidas con posibilidades infinitas. Me mostró fotos de su hija embarazada, sus tetas eran enormes, después de tener al bebe paso a ser una señorita que perdió cualquier rastro infantil.
Le comenté que mi niña aun no tenía el periodo, ni rastro alguno de pubertad, salvo sus pechos, que habían crecido considerablemente, pero su pubis aún era lampiño por completo, le compartí algunas fotos de los últimos años para que la viera crecer, hablé con su nena y la felicité por la bebe recién nacida, aún conservaba viva su seducción, regalándome noches donde ella se masturba para nosotros o tenía sexo con su papa ahora de manera vaginal, su pubis estaba cubierto de vello oscuro y grueso, pero lo llevaba recortado dándole forma. Por la pandemia todo mi trabajo se volvió remoto, al igual que la escuela de mi niña, ambos nos conectábamos por las mañanas para atender nuestros deberes, una tarde a mi esposa le avisaron que sus papas habían enfermado sin que nadie los pudiera cuidar, no era el virus, por la cantidad de personas enfermas en los hospitales no había espacio disponible para ellos, mi esposa tendría que mudarse temporalmente a su casa para atenderlos. Mi cuñada estaba luchando sus propias batallas, pues su esposo había sido contagiado por ese virus mortal.
Al día siguiente mi esposa hizo una maleta, se despidió de nosotros para mudarse temporalmente a casa de sus padres, acordamos por seguridad no vernos un mes, yo me haría cargo de la casa y de la niña, estaríamos en comunicación todas las noches. Ese día mi niña había comenzado con un ardor intenso en su vagina, resulta que, por los nervios dada la situación, mi niña comenzó a mojar la cama de nuevo, vivía en un constante estrés por todo el pánico que generaban las noticias. Casi todas la noches se orinaba en su cama, tenía que ir a cambiarla e incluso llegamos a poner un plástico para evitar que el colchón se echara a perder, no había nada de erótico en esto, estábamos preocupados, más porque la orina generaba molestas rozaduras en su vagina. Pasaron algunas semanas, mi hija comenzaba a dejar de orinarse por la noches, aunque aún había noches difíciles, una mañana en particular se quejaba mucho del ardor en su vagina, al revisarla note cierto escozor, pero nada grave como ocasiones anteriores, comenzaba a sanar, al revisarla con sus piernas abiertas y su sexo expuesto me dio una idea, era el momento perfecto para cumplir una de mis fantasías más peligrosas y añejas.
Llamé a mi amigo para proponerle se hiciera pasar por un médico, debido a la pandemia, muchos doctores comenzaron con consultas en domicilio para frenar los contagios, sabía que mi amigo se cuidaba de no contagiarse, por lo cual era seguro que entrara a la casa, entre los dos planeamos como hacerlo, él compro por internet la indumentaria básica del médico, termómetro, bata, estetoscopio, portafolio, etc. Teníamos que aprovechar antes de que mi esposa regresara a casa. Un par de días después de tener todo listo, mi hija volvió a quejarse de dolor en su vulva, la revisé como siempre, le dije que lo mejor sería que un médico la revisara, unos minutos después le comenté que había encontrado un doctor que venía a domicilio, así no tendríamos que salir, previamente llamé a su pediatra, el cual me recomendó una crema para rozaduras, con esto la visita de mi amigo sería congruente y libre de sospechas.
La cita era al día siguiente a medio día, era sábado, estaba emocionado y nervioso de ver a mi amigo nuevamente, esta vez no había reglas, dejaríamos que pasara lo que pudiera pasar sin forzar o violentar a mi niña. Mi amigo llegó en su papel de médico, no había sospecha alguna. Le invité una taza de café, charlamos brevemente. Llamé a mi niña, vestía un camisón de dormir color verde, el cual le llegaba debajo de las rodillas, unas pantuflas de conejo, debajo solo un calzoncito blanco adornado con estampado de globos de colores. Su cabello estaba suelto, podías imaginar claramente la forma de sus pechos y pezones, ya que estos se marcaban a pesar del camisón. Mi amigo en su papel de médico, comenzó con la revisión, avanzamos a mi recamara donde mi niña se acostó, pusimos una almohada en su cabeza, retiré sus pantuflas, mi amigo le preguntó que malestares sentía, ella con algo de pena, le dijo que llevaba varios días con ardor en su colita de enfrente, no se atrevió a confesarle que por las noches se orinaba sin querer, mi amigo le preguntó descaradamente si se tocaba o se introducía algo en su vagina, sorpresivamente ella dijo que solo sus dedos cuando sentía ganas, añadiendo que nosotros se lo permitíamos, mi amigo le explicó que eso era normal, que se llamaba masturbación, le preguntó si antes de hacerlo se lavaba las manos o qué tipo de aseo tenía, ella lo negó con la cabeza, “posiblemente es una ligera infección causada por el descuido de tocarte con las manos sucias”, le respondió en su papel de doctor. ́“Necesito revisarte, ¿puedo hacerlo?” preguntó de inmediato. Mi niña volteó a verme, buscando mi aprobación, asentí con la cabeza, mi amigo la hizo sentarse en la cama, comenzó a levantarle el camisón hasta sacarlo por su cabeza, ahí estaba una hermosa pre púber cubierta únicamente con su ropa interior, sus crecientes senos expuestos a la vista de mi amigo, quien de inmediato preguntó si ya tenía el periodo o si había mantenido relaciones sexuales, ella lo negó, tampoco confesó sus juegos con su primo.
Mi amigo como todo un profesional, siguiendo la línea de nuestra educación y con su propia experiencia, le explicaba abiertamente los cambios en la adolescencia, de la sexualidad, lo sano de masturbarse, continuó la revisión levantando sus brazos buscando vello, encontrándolos completamente limpios, le dijo que comenzaría a palparla, primero la espalda como si estuviera revisando su columna, después con sus manos aprisiono sus senos, para los ojos entrenados, esa no era la manera de revisarlos, estaba masajeándolos, jugaba con el pezón de mi niña, quien no se resistía en lo más mínimo, incluso parecía disfrutar de aquel tocamiento. Mi amigo sacó de su bolsa una cámara, le explico a mi niña que necesitaba tomar fotos para el expediente, con toda inocencia mi niña no cuestionó nada. La acostó de nuevo en la cama tomándole varias fotos, por lo movimientos su calzón marcaba sus hinchados labios vaginales, incluso un poco de humedad se podía ver en ellos, posiblemente el masaje en sus pechos la habían hecho mojar un poco. Sin resistirse, mi amigo puso sus manos en la cintura de mi hija y lentamente comenzó a bajar el elástico de la prenda hasta que salió por completo.
Completamente desnuda sobre la cama, una niña de 11 años era observada por nosotros, previamente la había bañado para eliminar cualquier rastro de la pomada sobre la piel y así mi amigo pudiera tener acceso a la mejor vista posible, mi amigo acercó su vista a la rajita de mi niña, si te fijabas bien, podías ver algunos vellos naciendo en sus labios vaginales, lo suficientemente discretos para no distraer de su pureza. Cuidadosamente con un pulgar, separó la entrada vaginal de mi hija, una erección enorme podía adivinarse en el pantalón de vestir que mi amigo llevaba. Aprovechó la confianza con mi niña, para preguntarle como se masturbaba, mi hija por primera vez con algo de pena, con la cara ruborizada, llevo sus dedos a la entrada de su virginal vaginal, comenzó masajeando bruscamente buscando su clítoris hasta que la humectación le permitió meter dos falanges de su dedo índice, al introducirlo el sonido emitido era cautivador, el contacto entre su dedo y su vagina hacía que un hilo de fluido comenzará a chorrear por los bordes de sus labios vaginales, la dejamos darse gusto por unos minutos.
Mi amigo, le indico que la técnica que usaba para masturbarse podía ser la causante de su irritación, procedió a explicarle cómo hacerlo; “primero es importante la excitación” le dijo, tomo un poco del fluido de mi hija entre sus dedos para decirle que ese liquido era un lubricante que la ayudaría a no lastimarse, el cual sería el indicativo de que su vagina estaba lista para poder introducir el dedo, o incluso el pene de algún novio, mi niña no se espantó, escuchaba atenta, mi amigo, comenzó un masaje directamente sobre su clítoris, mi niña se estremeció al contacto, “puedes frotar con tu otra mano tus pechos, concéntrate en tus pezones” fue otra de las indicaciones que mi amigo sugirió, al tiempo que él practicaba un masaje erótico sobre su pecho de 11 años, dos falanges del dedo anular de mi amigo ya se encontraban entrando y saliendo de la vagina de mi hija, quien con los ojos cerrados, respiración acelerada trataba de aguantarse sus gemidos, mi amigo aceleró el ritmo de sus dedos, con su otra mano invitó a mi hija a tocarse sus senos, ella los apretaba y pellizcaba su pezón sin lastimarse, mi amigo concentró su dedeo en el clítoris de mi hija hasta que emitió un pequeño gemido, un chorro de fluido mezclado con orina salió de la vagina de mi niña. Casi al borde de la euforia, mi niña volteo a verme, me confesó que no era orina lo que le salía en la noche, ella se tocaba para sentir rico y no podía evitar orinarse, era una sensación muy fuerte para ella, la tranquilizamos al explicarle que era normal e incluso era parte de las pocas mujeres que logran tener orgasmos tan intensos.
Mi amigo retomó su papel de médico, le dijo que necesitaba untarse una pomada por una semana para aliviar el ardor, pidió permiso para ingresar el baño, salió unos minutos después con un vasito en la mano llenó de líquido blanco, mi amigo se había masturbado, con total tranquilidad untó su semen en la entrada de mi hija, metió incluso sus dedos para que las paredes vaginales de mi niña absorbieran algo de su esperma. Le recomendó no utilizar ropa interior en los siguientes días, indicando que yo debería de untar el medicamento todas las noches dando un masaje como el que él le estaba haciendo. Se despidió de mi hija, quien le agradeció la visita sin ninguna sospecha.
Antes de retirarse, le ayudo a ponerse su camisón, tomó discretamente su calzón para guardarlo en su portafolio le dio dos pastillas para dormir, justificando su uso como necesario para sanar más pronto, esa pastilla era la misma pastilla para dormir que yo le había dado años atrás cuando mi concuño la disfrutó. La diversión con mi hija apenas comenzaba. Dejamos que el medicamento hiciera efecto, nos retiramos a la sala donde nos servimos un vaso de tequila, platicamos un poco, de lo fácil y caliente que era mi hija, mi amigo me recomendó mucha cercanía y comunicación, ya que al ser tan inocente y caliente cualquiera la podría engañar para aprovecharse de ella.
No teníamos un plan concreto por lo cual solo nos desnudamos, quedándonos en bóxer, esperamos treinta minutos, me asomé a la recamara mi hija dormía plácidamente con sus piernas separadas. Le hice a mi amigo una seña para que ingresara conmigo a la recamara, ambos teníamos una erección completa, entre los dos la desvestimos, mi hija estaba completamente dormida, me atrevería a decir dopada, no parecía fuera a despertarse, en cuanto le retiré su ropa mi amigo se abalanzó a sus pechos, comenzó a mamarlos suavemente, con pasión, cuidado y amor, de su vagina escurría el semen que mi amigo había puesto en ella. Comencé a chupar la vagina de mi hija desesperadamente, saboreando la leche de mi amigo, llevaba meses sin poder disfrutar de mi niña, nos bajamos los bóxer, mi amigo puso su pene en la boca de mi hija, lo pudo introducir un poco, al estar perdida en sueño no había manera de que pudiera hacer algún movimiento, sin embargo, mi amigo se masturbaba mientras su glande tocaba los labios de mi hija, dejando hilos de líquido seminal gotear por su boca. Por mi lado no aguanté mucho, mi amigo lo notó, cambiamos de posición ahora mi pene estaba sobando los labios de la boca de mi hija, mi amigo comenzó a masturbarme hasta que me hizo terminar salpicando toda la cara de mi hija con mi leche, en ese momento, la besó apasionadamente, como yo había besado a su nena años atrás, me hubiera gustado que mi niña correspondiera ese beso. La volteamos, acostándola boca abajo, mi amigo separó un poco sus piernas, comenzó a besar su ano, metiendo su lengua lo más profundo posible, nos acomodamos de tal manera que comencé a practicar una felación a mi amigo mientras él intercambiaba su lengua entre el ano y vagina de mi hija, antes de terminar, me pidió permiso de penetrar a mi hija, estaba muy lubricada por sus fluidos y los nuestros, lo dude un poco, él lo vio en mi mirada,
quería que la primera vez de mi niña fuera con ella disfrutando por completo y no a escondidas, él lo entendió,
así que solo introdujo parte de su glande entre sus estrechos labios vaginales hasta terminar llenándola con su
eyaculación.
La excitación y morbo eran totales, me puse en la entrada de su vagina e introduje todo mi glande en su vagina, un gesto de molestia se asomó en el rostro de mi hija, sentí su barrera protectora, su himen intacto, no sé cómo me detuve, recordé la vez que había robado la virginidad a mi esposa, eyaculando abundantemente. Mi amigo limpió con su boca tanto mi semen como el de él, no pudo resistirse e intento penetrarla analmente, separó sus nalgas con un poco de lubricante más los fluidos naturales que untamos en su ano bastaron para que la mitad del pene de mi amigo ingresara, la penetro por unos momentos hasta que termino por tercera vez en el día, yo me masturbaba de pie mientras veía como mi hija era sometida por mi amigo, está por demás decir que todo el proceso fue documentado con fotografías y videos.
Cuando nuestros penes no podían más, nos limpiamos y la limpiamos a ella, volvimos a colocar su camisón, acomodar su cabello, limpiar su cara, sabía que cuando fuera al baño saldrían restos de semen de su vagina y ano, incluso podría estar adolorida, por lo cual tendría que inventar alguna excusa. Mi amigo se despidió con un abrazo, besó por última vez en los labios a mi hija, tocó por sobre la ropa sus senos y vulva, salió del departamento con una gran alegría. Ese día solo importó nuestro placer y morbo, disfrutamos de una sesión de sexo desenfrenado. Mi niña despertó un par de horas después, algo confundida, pero con una gran sonrisa en su cara me saludó, no tenía ninguna memoria de lo ocurrido, solo un poco de molestia en su ano por la penetración de mi amigo, la tarde trascurrió normal, por la noche le preparé un baño de asiento en una pequeña tina que teníamos, su camisón tenía manchas secas de semen, incluso mi niña olía al inconfundible olor del sexo. Lavé cada centímetro de su cuerpo concentrándome en sus genitales, restos de fluidos salían de ellos, di un pequeño masaje, nada erótico, limpiando sus partes privadas, en sus pechos había rastros de los chupetones y besos antes entregados. Al terminar el baño la vestí con un calzoncito blanco de algodón, una blusa a tirantes, antes de dormir puse un poco de pomada para sanar sus rozaduras.
Al día siguiente era domingo, nos despertamos tarde, desayunamos algo sencillo, prendimos la televisión para mirar alguna película, por la noche después del baño una petición inesperada golpeo mi morbo, estaba por vestir a mi niña, nuevamente solo con ropa interior, cuando estaba por poner su ropa, me pidió, con su tierna mirada si podía ponerle la pomada como lo hizo el medico un día antes, es decir con un masaje, justificó su petición diciendo que eso la había hecho sentir mejor. No lo dude ni un minuto, era el pretexto y el momento perfecto, me acosté en la cama, recargando mi espalda en la cabeza de la recamara, la recosté en mi pecho, separé mis piernas para que ella se acomodara solo vestía mi bóxer, ella subió a la cama, me dio la espalda y completamente desnuda se pegó a mí, conforme se iba acomodando movía sus nalgas directamente sobre mi pene, que comenzaba a despertar, separó sus piernas, por el espejo del tocador podía ver completamente a mi niña de 11 años desnuda, recargada sobre mí, separándonos únicamente por la tela de mi ropa interior, con mi mano derecha tomé un poco de la crema, la untaba lentamente sobre sus labios vaginales, mi niña tenía los ojos cerrados, su cuerpo relajado, se dejaba tocar libremente, después de unos minutos, me pidió ponerle crema por dentro, su humedad comenzaba a notarse, la calidez que emanaba de su sexo era indescriptible, con algo de miedo introduje uno de mis dedos, dando masaje en circulo, mi niña tomó mi mano, pensé me detendría, sorpresivamente la impulso adentro de su vagina, cuando me introduje más, ella discretamente comenzó a mover sus caderas sobre mi pene y sus nalgas, mientras con una de sus manos tocaba su pecho, pellizcaba su erecto pezón, comenzó a sudar, gimiendo en lo bajito, claramente mi niña estaba siendo masturbada por su padre sin ningún repara o pudor, se dejó llevar por el placer hasta que su cuerpo se tensó, un ligero temblor y la expulsión de fluidos por su vagina me hizo saber que había llegado a su orgasmo. La abracé, no sin antes besar su frente y mejilla, estoy seguro de que ella sentía mi erección y humedad en su espalda, abracé su estómago por unos minutos. Me levanté, terminé de vestirla, corrí al baño para masturbarme, al salir ella dormía plácidamente.
Repetimos este ritual las 4 noches restantes del tratamiento, la confianza que tenía con mi hija había superado cualquier limite y no quería echarlo a perder, lo único diferente fue la última noche, consciente de que esta sería la última oportunidad de ser dedeada por un adulto, mi niña abiertamente me pidió que la masturbara, que ella no lograba darse el gustito que yo le daba. Al salir de bañar, la acosté en la cama, besé sus pies, sus piernas, subí por el muslo, se sobresaltó al sentir mis labios besando su conejito, tenía la piernas cerradas, se mojó de inmediato, separé sus piernas para comenzar a jugar con mis dedos y su sexo, me puse detrás de ella como las noches anteriores, esta vez yo sobaba uno de sus senos, la medicina dejo de importar, no me atreví a desnudarme por completo, mi niña subía y bajaba su cuerpo con mayor intensidad al compás de mi dedeo, tomé su mano para que ella se masturbara, mientras yo comenzaba a tocarme por debajo del bóxer, mis dedos entraban y salían de su mojado conejito, la velocidad aumentaba al mis tiempo que el placer de mi hija, se retorcía presionando mi mano en su vagina cada vez que mi dedo abría sus gorditos labios vaginales. La volví a acostar con las piernas separadas, aún tenía miedo de que me viera con una erección, le puse sobre sus ojos el antifaz para dormir de mi esposa, sin pensar en las consecuencias comencé a devorar su sexo con mi boca, salvajemente pasaba mi lengua por toda su hendidura, penetraba su vagina con mi boca, por primera vez no reprimió sus gemidos, estaba gozando del sexo oral que le hacía, aprisioné sus caderas con mis manos mientras ella se revolvía de placer en la cama, apretaba con sus manos sus senos, movía su cintura empujándola sobre mis labios, un chorro de fluido empapó mi boca acompañado de un grito de placer, me separé de su intimidad, sin pensar me bajé un poco el bóxer, comencé a masturbarme mientras continuaba besando su estómago y pechos, separe con las yemas de mis dedos su labios vaginales para eyacular dentro de su vagina sin penetrarla, tres choros abundantes fueron a parar dentro de las paredes vaginales de mi hija,
esparcí todo mi semen en pubis, eso le causo gracia. Nos dimos un beso de piquito, nos abrazamos, la vestí como siempre, justifiqué el acto diciendo que ahora ella tenía otra técnica de masturbación, no lo comentamos nunca más, tampoco lo volvió a pedir, aun me pregunto si esto fue un sueño o una realidad, me da más morbo saber quién ha sido tan afortunado para dedearla y hacerla mojar como yo lo hice.
Mi esposa regreso un par de semanas después, mi niña no comentó nada al respecto, nuestra relación no cambio en lo más mínimo, no hubo sospecha de nada. La mayoría de las noches se masturbaba, pero ella sola, llevaba un cambio de ropa y pañuelos para asearse. El sexo con mi esposa se volvió más frecuente e intenso, no podía borrar de mi mente aquella noche donde masturbé a mi hija. Mi concuño fue una de las víctimas mortales del virus, mi cuñada y sobrino quedaron devastados, de alguna manera mi concuño se llevó a la tumba mi secreto y sus perversiones, no me orgullece aceptar que su muerte me dio cierta tranquilidad al saber que nadie cercano a mi revelaría mis fantasías y pudiera delatarme. Fue cuestión de meses para que mi cuñada comenzará una nueva relación, con su actual pareja están esperando una niña, me pregunto si tendré oportunidad de jugar con ella como lo hice con mi sobrino o mi hija.
Epilogo…
Hoy mi hija, mi niña tiene 14 años, poco a poco se van apagando las fantasías con ella, no lo puedo negar, verla
crecer, ver como se ha desarrollado dando paso a una atractiva jovencita, sana, segura de sí misma, sin ningún trauma, me hace sentir orgullo. Se ha diluido de apoco el morbo, continuamos llevando una comunicación muy
abierta, hay muy poco pudor en nosotros, pesar de ello, el recuerdo de mi niña sigue siendo el protagonista en mis sesiones de masturbación y fantasías. Sé que ella sigue siendo virgen, mas no inocente, lo sé porque sin pena alguna me pide que recorte o elimine sus vellos púbicos, ya que nunca le han gustado, este acto es la mayor intimidad que tengo con ella en estos días, aplico la crema de depilar en su pubis y en sus labios vaginales, con cuidado la retiro al paso que su vello púbico se desprende de su monte de venus, en ese momento vuelve a tener una vulva infantil, mientras estamos en ese ritual, su mamá le pregunta si ha comenzado s vida sexual o si sabe colocar un condón, ella responde segura de sí misma que en cuanto tenga sexo por primera vez nos lo hará saber. La hemos educado bien. Fui el primero en acompañarla a comprar su primer sostén y tanga en su cumpleaños número 13, las modeló para mí en casa. Vi crecer sus senos y ensanchar sus caderas, fui testigo de cómo su clítoris paso de ser un tímido botoncito a una protuberancia esperando ser tocado al inicio de sus aun hinchados labios mayores.
Con mi esposa, el sexo sigue siendo increíble, es la mujer más caliente con la que he estado, no he vuelto a serle infiel más que con imágenes y videos de nenas que aun comparto con mi amigo, hoy su nueva hija tiene 3 años, estoy seguro de que en un par de años más podremos integrarla a nuestras fantasías. Con mi señora las única fantasía cumplida ha sido ver videos eróticos mientras hacemos el amor u orinarnos en la ducha el uno al otro, es un nuevo fetiche descubierto. De igual manera comparto algunas fotos de ella en foros eróticos, desnuda, con su vagina llena de semen, dedeándose, usando ropa interior sexy. Podas creer o no mi historia, para mi es real, aun busco padres, amigos con quien realmente pueda compartir el morbo de desear nenas al tiempo de intercambiar experiencias y fantasías como las aquí narradas. Aun me excitan las niñas, sim importar tamaño o forma, esta condición me acompañará hasta el día que parta de este mundo. Ahora que conoces mi historia, me gustaría saber lo que piensas, acaso ¿soy un monstruo? ¿Un degenerado? O para algún otro un perfil intranscendente con más fantasías que verdades, o tal vez para ti, una persona con una visión de amor disruptiva en este mundo lleno de tabúes.
Espero que mi historia haya despertado cualquier morbo dormido en ti, me gustaría saber tu opinión y
comentarios sobre mi relato, no importa que tan sucios puedan ser, incluso sin son de rechazo, comparemos
historias sean verdad o mentira, deja salir tus más bajas fantasías. Abramos la conversación ante cualquier
posibilidad de desafiar los límites establecidos. No estamos solos.
Hasta aquí mi historia, gracias por leerme, espero tus comentarios. Si te interesa conocerme, mi telegram es: Okretidio
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