Mi hijo, mi único alivio parte 5 «Rodri el amiguito de mi hijo»
Comencé a sobar mi verga sobre mi pants. Dani volteó a Rodri, y dándole la espalda a la puerta, se agachó y metió su rostro en el culito de su amigo. Apretó los glúteos de aquel nalgón niño de 8 años y hundió aún más su rostro..
Parte 5 de Mi hijo, mi único alivio. Puedes encontrar la parte 4 aquí:
Abrí los ojos y Dani se encontraba recostado en mi entrepierna. Miré la hora en mi teléfono y eran las 3 Am. Mi esposa dormía dándonos la espalda profundamente inconsciente.
Miré a Dani con nerviosismo y enojo. ¿Tan putito era? Que incluso con su mamá durmiendo a lado, quería verga. Yo solo llevaba un short deportivo negro, no llevaba bóxer e iba sin camisa. Dani se escondió dentro de las sábanas y comenzó a masajear mi verga dormida. En solo segundos, una carpa se formó en mi shorts ligeros sobre la sábana.
Lanzé una mirada asesina y con señas le ordené a Dani a bajar de mi entrepierna. Él río y bajó de la cama acercándose al borde donde me encontraba acostado. Dani llevaba un sport blanco y una trusa azul con patrones de coches. La trusa le quedaba apretada, dejando ver su culo regordete y sus huevitos aprisionados.
– ¿Estás loco, Dani? Mamá nos puede ver. Vete a acostar, jugamos el lunes que se vaya. —dije susurrando-.
– Es que no podía dormir, papi. Quiero lechita y ya me voy, te lo juro. -dijo Dani tiernamente y recostó su cabeza en mi pecho desnudo-.
– No, amor. Luego.
Dani hizo un puchero y luego sonrió, se subió nuevamente a la cama. Se colocó en medio de mi esposa y yo, por los movimientos logró levantarla.
‐ ¿Dani? ¿Qué pasó amor? ‐preguntó mi esposa volteando a nuestra posición. Tuve que cubrir mi erección aún apuntando al cielo-.
– No podía dormir, mami. ¿Puedo quedarme aquí?
– Claro que sí, papi. ‐Laura lo besó en la mejilla y volvió a darnos la espalda-.
Dani esbozaba una risa de triunfo.
– Eso no da risa, Dani. -le dije al oído‐. Ahora menos podremos jugar, que despertaste a mamá. Duérmete.
Dani se colocó dándome el culo. Estaba tan cerca que sentía su cuerpecito caliente. Mi erección se hinchaba cada vez más al contacto de mi hijo de siete añitos.
Dani descubrió su culito tirando de su trusita y se acercó más a mí. Sentí su rajita en mi costado y mi verga pedía que ya la vaciara. Dani estaba cruzando una línea muy peligrosa, pero cada que sentía el cuerpo de mi hijo, la voz de la razón era reemplazada por una morbosa voz que decía que siguiera. Si soy cuidadoso, Laura no lo verá. Un pensamiento arriesgado, pero para ese punto solo pensaba con mi verga.
Abracé de cucharita a Dani y llevé mi mano a su culito. Escupí en mi mano y masajeé lentamente la entrada de mi niño.
‐ Si haces ruido, mamá lo verá y nos va a castigar. -le susurré en el oído con una voz firme‐. Así que cállate.
Dani asintió y comenzó a menear su culo dentro de las sábanas. Vaya putita, solo unas semanas necesité para que se entrenara como el jueguetito especial de papi.
Saqué mi verga morcillona de mis shorts sin quitármelos y punteé la rajita de Dani. Él se llevó su mano a su boca y logró no emitir ni un solo ruido. Subí mi pierna a su culito recostado para aprisionarlo.
Tuve que cerrar los ojos de excitación al hoyito de ni niño cediendo a la verga de su papá. Esperé unos segundos con mi pito dentro y cuando su interior se acopló a mí, empujé más llevando casi toda mi erección al fondo de ese culito.
– ohh. -suspiré inaudiblemente-.
Besé el cuello de Dani y comencé a embestirlo muy suavemente, para que el movimiento no se proyectara en la cama y mi esposa lo notara.
Mi verga salía y entraba del hoyito de Dani con relativa facilidad gracias que dejé que se acostumbrara a él.
– Mueve tu culito así. -Le susurré a Dani mientras con mis mano movía su culo de manera circular en mi entrepierna-.
Dani torpemente comenzó a moverse despacio en círculos, pero mi verga estaba lo suficientemente clavada para que aquellos movimientos me sacaran gemidos que obligué a ahogar en mi garganta.
Mientras seguía penetrando lentamente a Dani, llevé mi mano a su verguita dura. La tomé y comencé a acariciarla en lo que Dani se clavaba el mismo en mí y suspiraba en voz baja.
Saqué suavemente mi verga entera y llevé mi rostro bajo las sábanas visualizando el anito de mi bebé, formando un pequeño círculo y completamente rojito. Tomé mi tronco y lo azoté en su entrada ya bien abierta. Lo tomé de la cintura y la clavé hasta el fondo.
– Ayy. -Dani soltó en un tono los suficiente alto para ser escuchado por todo el cuarto.-
– ¿Qué pasó papi? -mi esposa se volvió lentamente a mi hijo-.
Rápidamente bajé mi pierna de su culito pero sin abandonar su interior. Nos tapé bien con las sábanas y acomodé la trusa de Dani.
– Nada, mami. Papi me aplastó mi manita.
– Ay, cosi, fíjate con el niño. -dijo Laura sin abrir los ojos y con voz adormitada-.
Se volvió dándonos otra vez la espalda y no se movió otra vez. Aquella escena debió ponerme la verga flácida del susto, pero mis vivencias anteriores siendo casi descubiertos habían hecho que se ponga más dura ante la adrenalina.
Aún así, era incómodo penetrar a Dani tan despacio para no alertar. Yo quería hundir mi verga en él y embestirlo salvajemente. Así que lo más sensato era salir de ahí. Sin dejar de penetrar a Dani, lo cargué y nos bajamos de la sábana. Solo la calentura me hizo capaz de confiar en la oscuridad para que Laura no viera de reojo lo que en realidad pasaba.
– Voy a llevar al niño a su cuarto. -dije yendo a la puerta con Dani aún clavado en mi verga hinchada-. Aquí no entramos.
Laura ni se inmutó, así que abrí la puerta y abandoné el cuarto. Cerré cuidadosamente y me dirigí por el pasillo rumbo al cuarto de Dani. Me detuve antes de llegar y embestí a Dani ahí a la vista.
– Ay, ay. -gemía mi dulce niño mientras lo clavaba de espaldas cargado en mi pecho-.
– Estás bien apretadito, mi amor.
Entré al cuarto de Dani y lo tumbé en su cama. Cerré la puerta con llave y prendí la luz para admirar bien aquella escena.
Dani estaba acostado boca arriba. Tenía su trusita a medio bajar con el culo al aire libre y me veía con una expresión de suplica. Mi bebé suplicaba la verga de papi.
– Ya papi, ponla otra vez. -dijo llevándose los dedos a su hoyito abierto-.
– ¿Qué quieres?
– Lechita, papi.
– Otra vez, ¿qué quieres?
– Ya papito, ya sigamos jugando. -dijo insistentemente y llevando sus piernas a su pecho, dejándome ver con más claridad su anito ya rojo-.
– Pídemelo como ayer.
– Lléname la colita de mis hermanitos, papi
– Mejor…
Tomé a Dani de la cintura y lo acerqué al borde de la cama donde me encontraba. Le quité su trusita completamente y dejé al aire libre su culito recién abierto y su pitito lampiño firme.
Me agaché y llevé mi lengua a tan exquisito hoyito. Lamí y gracias a las anteriores embestidas mi lengua entró a sus húmedas paredes. Con una mano masturbaba mis 19 cm que seguían babeando de precum y con la otra abriendo el culito de mi niño.
– ¿Te gusta? -dije viendo a mi niño-.
– Sí, papi. Sigue. -Dani ponía los ojos en blanco y movía sus caderas cada que mi lengua se adentraba en su interior-.
Me levanté y coloqué mi verga dentro y comencé a embestirlo salvajemente mientras con una mano le tapaba la boca. Dani se retorcía y ponía los ojos en blanco. Junté ambas piernas de Dani y las llevé a su rostro, dejándome más espacio para recargarme en él. Saqué mi verga babosa por el interior de Dani y miré su culo aún más abierto y rojo que antes.
Volví a puntearlo y lo embestí con aún más fuerza mientras mis manos ahogaban sus fuertes gemidos. Sentí la leche subir de mis huevos a mi glande y no tuve voluntad de sacar mi verga, así que seguí penetrando aumentando la velocidad de mis movimientos.
Pronto toda la leche se concentró en mi glande y salió llenando todo el culito de Dani. Abrí la boca en máxima excitación y comencé a sisear como loco. Jamás había tenido un orgasmo como tal. Y tampoco Dani, al parecer, porque comenzó a gemir y se orinó en sí mismo.
Al salir de Dani, sus piernas comenzaron a temblar y una sonrisa se ensanchó en mi rostro gracias al gran trabajo que hice. Tomé sus pierna y volví a alzarlas dándome vista del su culito, ahora al rojo vivo y con mi lechita escurriendo del su ano abierto por sus muslos.
– Ándale al baño a limpiarte. -le ordené-.
Dani seguía intentando recuperar la respiración y asintió.
Tomé su trusita que había lanzado al suelo y limpié los restos de semen de mi verga ya perdiendo tamaño. Tomé la trusa manchada de mi semen y la restregué en Dani quién inhalaba con desesperación lo que había consehuido dándole el culito a papá.
Me acerqué a mi niño y compartimos un beso morboso. Me subí mi short nuevamente y abandoné su cuarto con una gran sonrisa.
Al llegar a mi habitación, Laura seguía durmiendo plácidamente y me uní a ella ya deslechado, tranquilo y feliz.
Me levanté y miré mi lado vacío. Tomé mi teléfono y revisé la hora. 9am. Saqué una playera gris de mi cajón y salí del cuarto.
Laura se encontraba ya vestida con ropa casual y preparaba el desayuno.
– Buenos días, cosi. -dejó 2 platos de waffles en la mesa y me besó en la boca-. Uy, hubieras saludado a la pasta y el cepillo primero.
Reí y revisé mi aliento. Tal vez sí debí hacer una parada en el baño antes. Me senté y decidí desayunar primero.
– ¿Y Dani? -pregunté llevándome una trozo del waffle en la mesa-.
– Sigue durmiendo. Levantarse en la madrugada le pesó-.
Platicamos cosas sobre su trabajo, la escuela de Dani y mi preocupación por mi trabajo.
– Confía, amor. En un cerrar y abrir de ojos ya estarás de vuelta.
La plática fue interrumpida por la presencia de Dani, quien se acercaba a la mesa con cara adormitada y tallándose un ojo.
– Buenos días, bello durmiente. -dijo mi esposa y Dani le ofreció una sonrisa-.
Todo el sábado nos la pasamos en familia, quien nos viera jamás sospecharía que aquel padre modelo se cogiera a su tierno hijo cuando nadie los veía.
Así llegó el domingo, nuestros planes del día anterior dejaron a Dani tan cansado que ni verga pidió. Para el domingo a las 11 am, Dani seguía dormido.
– Oye amor, va venir a Rodri al ratito para jugar con Dani. -dijo mi esposa mientras lavaba los platos del desayuno-.
Rodriguito era el mejor amigo de la primaria de Dani, su mamá Sara, es amiga de Laura desde la preparatoria. Dani y él crecieron como hermanitos y siempre se la pasaban en la casa, pero desde que Laura comenzó su trabajo en el hotel, rara vez la visitaban los fines de semana que se encontraba.
– Ok amor. ¿Me importa por qué…?
– Grosero. -me dijo mojándome con el agua del fregadero-. Sara y yo vamos a salir a la plaza… y tú…
– No inventes, amor. Me iba a echar a ver mi partido. ¿Por qué no se los llevan al cine o algo?
– Dale amor, hoy es salida de chicas y hace tiempo que no salgo sola con Sara. ¿SÍ? -dijo poniendo la misma cara que Dani cuando quiere algo —verga— y como ambos son mi adoración, no pude decir que no.
– Ajá.
Me besó en la mejilla y se fue a alistar.
Para las 2pm. Sara y Rodri, ya estaban en la sala.
– Nos vamos, amor. -dijo Laura saliendo apresurada detrás de Sara.
Antes Sara, besó a su pequeño y le pidió que se portara bien.
– Buenas tardes, Don Marco. -dijo Rodri-.
Era un niño un poco más alto que Dani y más delgado que él, pero igual de blanco. Tenía unos bellos ojos avellana y rulitos bien cuidados.
Usaba unos lindos y a la moda anteojos. La cereza del pastel, era un culito redondo igual al de Dani, que iba apretado en un shortcito de tela azul a juego con su camisita blanca sencilla. Era enorme oara su edad, carnoso y acompañado de muslos y piernas grandes, obviamente hablando de su edad.
– Hola, Rodri. Dani está en su cuarto. ¡Bebé! Ya llegó Rodri. -miré al amiguito de mi hijo-. Dile que nada de travesuras, me voy a encerrar en mi cuarto y cualquier cosa tocan, ¿vale?
Le revolví el cabello y me encerré en mi cuarto. Era un partido de fútbol importante y olvidé todo para concentrarme en él.
Mi partido estaba por terminar, pero se fue a cortes comerciales. Me levanté para ir al baño y noté el silencio de la casa.
Fui al cuarto de Dani y estaba vacío, estuvo a punto de gritar el nombre de los niños, cuando escuché risas.
Me asomé por la ventana de Dani que daba vista al patio trasero.
Dani y Rodrigo jugaban luchitas mientras reían. Lo que me llamó la atención eran las posiciones que hacían. Dani lo tiraba el suelo y se recostaba en el pecho de Rodri, haciendo que su culo resalte pegado al short rojo que llevaba Dani.
Después mi hijo tomaba a su amiguito y lo aprosionaba con sus brazos poniéndolo en 4, dejándome ver como el shortcito de Rodri se bajaba mostrando su culito blanco. Rodri no llevaba trusita, así que cada que se agachaba, su short se bajaba dándome vista a la mitad de aquel culo apretado por las orillas de su shortcito infantil.
Dani con la mente corrompida por mí, le bajó el short a Rodri mientras reía, después enterró su rostro al culito descubierto de su amigo, haciendo que Rodri se ría y se ruborice. Mi verga estaba a reventar, se marcaba cada relieve sobre mi pants negro que llevaba. Aquella escena erótica me puso a mil. No podía ver lo que ocurría porque el cuerpo de Rodri me tapaba, pero al parecer Dani estaba chupándole el culo a su amiguito, posaba sus pequeñas manitas en el culo de su amigo y las apretaba hacia su rostro.
Dani tomó a Rodri y comenzó a nalguearlo y su amigo solo reía mientras intentaba cubrirse.
Acomodé mi verga morcillona y salí al patio.
Al verlos, ambos estaban cubiertos de tierra manchando toda su ropa.
Rodri muy nervioso subió su short rápidamente y se separó de Dani.
– Se van a tener que bañar, niños. A dentro dale.
– Pero no traje ropa, Don Marco. -dijo Rodri apenado como si aquello fuera un regaño-.
– Que Dani te preste la ropa más grandecita que tenga, porque así los van a regañar.
Dani y Rodri, se dirigieron al baño. Miré como se desvestían y si bien, amaba el cuerpo desnudito de mi bebé, mi mente se fijó en Rodri, ya que era la primera vez que lo veía así. Rodri dudó por pena, pero siguió el ejemplo de mi hijo y comenzó a desnudarse.
Tenía su pitito escondido en su prepucio, completamente lampiño de todos lados y con un abdomen bien planito acompañado por su bella piel blanca. Rodri se volteó y se dirigió a la regadera con Dani ya desnudo. Al voltear me dio vista a aquel culito blanquito, redondo y un poco más respingado que el de Dani. Vaya que la genética de su madre Sara, quién era muy nalgona se pasó a su hijo. En cada paso que daba a la regadera, su regordete culo infantil rebotaba.
– Me avisan cuando acaben para que les pase las toallas.
Salí y dejé la puerta lo suficientemente abierta para ver el interior.
Dentro Dani le decía:
– Oye, ¿seguimos jugando a las luchitas?. -dijo Dani mientras se enjuagada el pelo-.
– ¡Sí!
– Voltéate como hace ratito-. Dijo Dani, mientras Rodri le daba la espalda-.
Dani comenzó a susurrarle cosas que no alcancé a escuchar, pero por las reacciones de Rodri supongo que era sobre qué era el juego.
Estaba muy concentrado en cómo mi niño daría el paso para pervertir a su amiguito, tanto que cuando me fijé en cuál era el verdadero espectáculo, mi verga inmediatamente se puso durisíma.
El agua de la regadera caía sobre aquellos niños de metro veinte, sus bellos cuerpos lampiños, blancos y con una culito redondo, el cual brillaba cada que las gotas acariciaban sus curvas.
Comencé a sobar mi verga sobre mi pants. Dani volteó a Rodri, y dándole la espalda a la puerta, se agachó y metió su rostro en el culito de su amigo. Apretó los glúteos de aquel nalgón niño de 8 años y hundió aún más su rostro.
Rodri comenzó a reír, mientras alzaba su piecito en señal de disfrute. No podía ver a Dani, más que su cabeza clavada en aquel culito regordete. Lo más seguro, es que mi niño usara aquellas técnicas que a él le gustaban en su amiguito. Rodri comenzó a estremecerse y abría su boquita mientras reía inocentemente.
– Ay, me haces cosquillitas. -decía Rodri mientras se agarraba de las paredes del baño para no caer de tanta excitación-.
– ¿Quieres intentar otra llave? -dijo Dani aún agachado detrás de su amigo-.
Rodri asintió y Dani se levantó, se se puso detrás y llevó su micro pitito al ano de su amiguito.
– Ay, se siente chistoso. -decía Rodri mientras reía-.
Mi hijo embestía torpe y graciosamente a su amigo.
Mi verga ya era una bulto enorme sobre mi pants, lo bajé dejándolo sobre mis muslos y salió disparada mi verga con sus 19cm de erección. La punta ya escupía precum, tomé las gotas restregándolas por todo el glande, tomé la punta y comencé a masturbarme mientras veía como mi bello hijo intentaba penetrar a su amiguito.
– ¿Hay más llaves así? -preguntó Rodri mientras Dani sacaba su verguita de ese culito-.
– Hay una con la boca, ¿te la enseñó? -preguntó Dani mientras Rodri asentía tiernamente-.
Dani río y se agachó frente a su amiguito, llevó su verguita a la boca y comenzó a mamar expertamente, llevándose por completo la pequeña erección de Rodri.
Tenía mi verga erecta y toda babosa por la cantidad de precum que esparcía por mi glande.
Rodri veía fijamente con expresión perdida la gran mamada de Dani. Ya no reía, veía seriamente pero con tintes de excitación y asombro. Cuando Dani se levantó, preguntó:
– ¿Verdad que está padre?
– ¡Sí! Se siente chistoso, pero rico.
Oye, ¿Quién te lo enseñó? -preguntó Rodri-.
Dejé de masturbarme, esperando la respuesta de mi hijo. No sabía si quería que dijera que yo o mintiera.
– Lo vi en Internet. Pero decía que nadie se puede enterar, solo los que lo juegan.
– Que no le voy a decir a nadie. -puso los ojos en blanco-. Oye, ¿Puedo ahora yo ponerte mi pene en tu colita? Quiero ver que se siente ahora yo.
Dani se volteó abriendo sus nalguitas para su amiguito. Rodri tomó con 2 dedos su verguita y se colocó detrás de mi bebé, intentado graciosamente replicar los movimientos que Dani le hizo.
Mi verga estaba a explotar. Tomé mi glande y bajé la velocidad de mis movimientos si no quería correrme en ese momento.
Mi verga estaba completamente humeda de tanto precum que le había embarrado, sentía mi mano pegarse a lo chicloso de mi tronco.
Dani pegó a Rodri en la pared, siguió abriendo sus nalguitas y comenzó a clavarse él mismo en su mejor amigo. Dudo mucho que aquella verguita haya entrado en él, pero Dani gemía levemente mientras agresivamente embestía con su culito a Rodri quien lo imitaba suspirando.
Rodri se salió de mi hijo y lo abrazó de frente, llevó su verguita dura a la de mi hijo y juntos comenzaron a frotarse las verguitas mientras Dani besaba torpemente a Rodri.
Mi verga no resistió más a los juegos perversos de esos bellos niños y boté al suelo varios chorros de mi leche. Suspiré y mi pelvis se estremeció.
Dejé que se siguieran bañando, tomé un pañuelo de la cocina y limpié mi travesura del piso. Revisé mi teléfono y tenía un mensaje de mi esposa enviado hace 5 minutos.
«Oye cosi, José —el papá de Rodrigo—va ir por Rodriguito en un ratito. Sara y yo vamos a tardar.»
Me preocupé. José podría llegar en cualquier momento, así que toqué la puerta y avisé a los niños que ya se estaban tardando.
Dani y Rodri se cambiaron y salieron secos de la habitación.
Rodri reía y susurraba cosas a Dani, quien también reía y lo abrazaba. Yo sabiendo el contexto recordaba las escenas del baño y tenía que obligarme a acomodar mi creciente erección.
José llegó a los 15 minutos. Aunque no solemos salir con frecuencia, suelo platicar con él y salir por unas cheves de vez en cuando. Nos contamos casi todo, pues nos conocemos el mismo tiempo que Sara y Laura.
– Tuve que mandarlos a bañar porque se ensuciaron en el patio. -dije entregándole la ropa sucia de su hijo-.
– Gracias Marco, ya me ahorraste bañar a este cabroncito llegando.
Cualquier padre vería raro que bañen a su hijo en casa ajena cuando no están, pero Sara y José confiaban tanto en nosotros que jamás verían raro aquella acción.
Despedí a José y Rodri en la puerta.
– Oye, papi. ¿Qué crees?
No me molestaba la travesura que hizo sin decirme, es más, espiarlo sin que supiera hizo más rica la experiencia.
– ¿Qué es, bebé?
– Jugué el mismo juego que jugamos tú y yo, pero con Rodri. -dijo orgulloso de sí-.
– ¿SÍ, campeón?
– Sí, papi. Pero no te preocupes, Rodri no va decir nada, yo lo sé. -dijo Dani subiendo a mi regazo mientras nos sentábamos en el sofá-. Me dijo que quiere jugarlo con su papá.
– ¿Le dijiste que lo juegas conmigo? ¿O cómo sacó esa idea?
– Es que le dije que los niños lo juegan con los adultos, pero no le dije que yo lo juego contigo, piensa que solo lo ví en Internet. Dice que va a jugarlo con su papá, que porque se baña a veces con él y ha visto que tiene un pipí muy grande.
– Dile que tenga cuidado, amor. Porque si a su papá no le gusta el juego, va preguntar quién se lo enseñó y si dice que tú, van a descubrir que lo jugamos.
– No, papi. Le dije que yo le voy a enseñar cómo jugar con su papá, y por eso te digo, para que me digas cómo puedo ayudar a Rodri.
Sonreí y abracé a mi hijo. Mi juego estaba creciendo, se estaba saliendo de control, pero el morbo de saber que José pueda caer igual que yo con su bello hijo, me hizo sonreír.
Sospesé la idea. ¿De verdad aceptaría José a su hijo? Él era más morboso que yo, de hecho era muy caliente. Había engañado a Sara varias veces, siempre hablaba de mujeres y llevaba porno en su celular. Pero practicar incesto con su propio hijo era algo completamente diferente.
Bueno, yo siendo menos morboso que José caí en este mundo, solo estando caliente, tal vez si Rodri tomara a su papá muy caliente, aquello se completaría.
– Sí bebé. Convence a Rodri que lo traigan cuando mamá no esté.
Continuará…
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