Mi primito y nuestro juego especial
Sentía mi glande pegándose a mi entrepierna de tanto precum que estaba escupiendo. Y ahí estaba yo, acostado, mientras mi primito de 3, que ni al ombligo me llegaba, frotándose por voluntad propia en mi. .
Hola, mi nombre es Christian y les voy a contar algo que recientemente pasó.
Soy del sur de Mx, tengo 19 años, soy bajo de estatura, unos 1.65 y flaco, casi marcado. Moreno, de pelo ondulado y pestañas largas. Me gusta creer lo que la gente a mi al rededor dice, que soy guapo jajaja.
Tengo un primito, se llama Antonio, pero le decimos Toni. Tiene 3 años y es completamente güero, ya que mi tía es clara y mi tío sí es güero igual que él. Toni es de estatura promedio a su edad y tiene un culazo. Un culazo mayor al típico gran culo de niño.
Es de genética, porque mi primo, su hermano mayor también está bien nalgón.
Para darles un breve contexto. Mi tía es la hermana de mi mamá, nunca le ha gustado ser ama de casa, por lo que trabaja y mi tío, trabaja en otra ciudad. Desde que mi primo el mayor, Alex de 13 era un bebé, hemos cuidado a u sus dos hijos, en lo que mi tía trabaja. El cuál es de 9 am a 3 pm.
Yo siempre he sabido que soy gay y desde los 12 estoy metido en grupos porno y de este tipo.
Intenté algo con el mayor Alex, cuando era pequeño, pero él nunca cedió. Me frotaba en él y se bajaba. Le untaba mi verga y se quitaba, le sobaba la colita y me quitaba la mano, pero nunca me acusó ni nada. Es más, somos muy cercanos a día de hoy.
Fueron varias señales que me dieron para rendirme.
Pero cuando Toni nació, tuve otra oportunidad.
Lo cuidamos desde que cumplió el año, su mamá regresó a trabajar después del tiempo que se tomó por el embarazo y esperó a que cumpla el año para dejarlo a nuestro cuidado.
Comencé a intentar acercarme a él, cuando cumplió 3. No me gustan tan niños, pero viendo videos, leyendo relatos y teniendo a un niño cerca era imposible no ceder a la calentura.
Vivo con mis padres y mi hermano mayor, él tiene 22. Estudia en las mañanas, mi padre trabaja hasta tarde y mi mamá siempre hace pendientes fuera. A Toni lo dejaban en mi casa de 9 en punto a las 3:40 pm que venían por él.
Lo inicié tocándole el culito, normalmente iba sentado en mis piernas cuando salíamos en coche y cuando solo estábamos los dos, lo manoseaba y él ni se inmutaba. Posaba mi mano en su culote y cuando estaba más chico, llegué a meter mi mano a su ropa interior. Llegué a usar la excusa de limpiarlo, para abrir ese culo y ver su anito rojito y cerradito.
Cuando jugábamos luchitas, aprovechaba la típica, la clásica. Restregaba mi verga en él.
Para este punto, a veces cedía a mis juegos y a veces no.
La calentura llegó aquel día, solo estábamos él y yo en la casa. Encerrados y jugando en la sala.
Me senté en el sofá a ver mi celular. Él me siguió y se sentó en mis piernas.
Lo miré fijamente, sintiendo como la verga se me inchaba de la tensión de tenerlo tan cerca. Me miró sonriendo.
– Dame un besito. -Le dije apuntando a mis labios-.
Como paréntesis, le han estado enseñando a no darle besos en la boca a la gente, pero él a veces se aloca a darlos, pues es un niño. Entonces, lo entrenan diciéndole «Dame un beso en los labios» y él tiene que responder. «NOO»
Pero yo soy fiel creyente de que los putitos nacen, no se hacen.
Me miró inocentemente y me dijo:
– Nooo. Aquí sí. -apuntando a su cachete-.
– Dale, solo uno. -todo fingiendo realizar esa enseñanza que les dije antes-.
Río y se acercó a darme un beso. Inmediatamente lo detuve.
– Nooo. Ahí no. -le dije-.
Ambos reímos y repetimos la acción porque a él le parecía gracioso.
Para este punto, estaba sentado en mi muslo y mi entrepierna lucía una gran erección que me obligué a acomodar.
Me miró nuevamente. Las pláticas anteriores eran mi táctica de evitar pervertirlo. Si bien me pone durisíma intentar algo, sí me gana el remordimiento después. Pero se acercó y me clavó un piquito, seguido de otro y otro más.
Yo se los recibí abiertamente. Mi cuerpo estaba caliente, yo respiraba entrecortadamente por seguirle el juego.
Mi verga estaba a reventar, tanto que ni acomodándola ocultaba la carpa en mi short deportivo negro.
Bajó su mirada a mi entrepierna y con solo un dedo, golpeó la punta de mi glande, ocasionando que rebote aun bajo mi ropa. Su tacto se sintió espectacular y me estremecí.
Se río, como si aquello que estábamos haciendo fuera un juego.
Él sabía que estaba mal, porque no lo hacía con gente al rededor. Sabía lo que estaba haciendo.
Me calenté demasiado y se nubló mi razón.
Saqué mi lengua y la dejé en el aire. No sería yo quien pida directamente nada, quería ver qué hacía por sí mismo. Se acercó a mí y pegó su lengua con la mía, sin dejarlo hacer nada más, chupé y chupé su lengua. Él reía inocentemente, a veces escondía su lengüita y la volvía a sacar para que yo se la devore.
Me empujó riendo después de un rato y se limpió los restos de mi saliva de su boquita.
Estábamos en la sala, si bien teníamos las cortinas cerradas, quería algo más privado. Lo dirigí a mi cuarto.
Me paré frente a mi cama.
– ¿Quieres ver algo? Pero no se lo puedes decir a tía, ¿sale?
– Sip
– ¿Le vas a decir a Tía?
– No.
– ¿A mamá… -negó- … a papá?
Volvió a negar.
Bajé mi short acompañado de mi bóxer blanco. Mi verga de 16cm no circuncidada, más morena que yo y gruesa, rebotó en el aire para después apuntar al cielo. La tenía hinchadisíma y venuda.
– Wow -dijo Toni, sin despegar el ojo de mi pito-.
– Tócalo.
Tomó mi tronco y sentí una sensación eléctrica que me recorrió el cuerpo. Mi verga palpitó aún más e incluso sentí como las venas de troncobse tensaban.
Comenzó a masturbar suavemente mi verga, como si supiera que era lo que tenía que hacer.
– Mételo en la boca.
Negó con su cabeza.
– Nooo. Ahí haces pipí. ¡Wakala!
– Dale. Un poquito nada más. Así mira.
Me agaché y le bajé el shortcito infantil azul que llevaba. Tomé su verguita apenas desarrollándose y la metí en mi boca. Solo sabía a pipi, pero mamé y mamé, haciendo que se ría. Su pequeña virilidad desaparecía en mi boca una y otra.
– Se siente chistoso, Chris jajja.
– ¿Víste? Ahora tú.
Negó con su cabeza. Pero no sería capaz de obligarlo, si le decía a alguien, mi vida se acababa. Ya que yo aparentaba ser el hijo, estudiante y primo perfecto.
Le pedí que se volteara aún con su short en las pantorrillas. Lo acosté en el borde de la cama y comencé a hacer una rusa en su culito.
Mi verga estaba escupiendo cada vez más precum. Mi pito cubría toda su rajita y su piel se sentía suavecita al tacto. La diferencia era un puto espectáculo, mi verga morena y gruesa, tapándole ese culito blanquito y tierno.
Mi mamá no tardaría en llegar. Tomé su cintura y seguí frotando mi erección en su rajita, mientras él intentaba ver qué era lo que hacía su primo detrás.
Había pasado ya un buen rato, mi mamá llegaría miy pronto, así que le subí el short.
– ¿Le vas a decir a alguien que jugamos esto?
– Nop. A nadie.
– Vientos, papi.
Me encerré en el baño y ni un minuto, cuando llené la taza de mis mecos.
Llegó mi mamá y con ella, mi primo el de 13. Ni él, ni yo hicimos nada sospechoso.
Casi por dar las 3, su hermano se fue a jugar con el niño de a lado y mi mamá se encerró a pintarse en pelo en su cuarto.
Yo me encontraba acostado en mi cama.
Toni llegó y se acostó a mi lado.
Después, terminamos jugando luchitas como siempre. Pero nuevamente me puse bien caliente.
Lo senté en mi verga, seguía llevando los mismos short negros ligeros, que rápidamente marcaban mi erección. Su culito justo en mi erección.
Lo tomé de la cintura y comencé a restregarlo en mi verga. Simulando que me montaba.
Mi verga palpitaba y manchaba de precum mi bóxer nuevamente. Sentía toda la sangre de mi cuerpo concentrada en mi mástil, además ya sentía el bóxer manchado de tanto precum.
Toni reía y a veces se bajaba, pero lo volví a tomar y seguí frotándolo en mi entrepierna. Él reía, yo cerraba los ojos para disfrutar aquella sensación.
Lo acosté boca arriba y fingiendo penetrarlo aún con nuestra ropa, comencé a frotar mi verga en su culito. Yo estaba a reventar, un poco más y me vendría en mi ropa interior. Mi tremenda erección me dolía por estar en su máximo tamaño, pero aprisionada en mi short.
Le volví a pedir que se suba en mí, pero esta vez por sí mismo, buscó mi erección entre mi short y comenzó a acariciarlo. Bajaba y subía suavemente sus pequeñas manitas, que apenas podian con el grosor de mi pito. Yo tenía mi short aún puesto, pero Toni ya había sacado mi verga de un lado.
– Wow. -decía con sus manitas en mi tronco-.
Mi corazón palpitaba, solo veía fijamente la puerta y atento de ruido que señale a alguien acercándose.
Lo tomé nuevamente de la cintura y lo froté con desesperación. Él pareció no gustarle, pues me empujó y se bajó, pero aún riendo. Coloqué mi erección de vuelta a mi ropa interior.
Era suficiente, tenía los huevos hinchados y apunto de explotar.
Para este punto, mi verga ya era una carpa en mis shorts, así que él miró mi entrepierna y volvió a manosearme, apretaba mi tronco, tocaba mi glande, todo con mi short puesto.
Lo acosté otra vez, coloqué sus piernitas a mi costado y comencé a simular embestirlo, pero haciéndole cosquillas para que no se baje, y que la falta de ruido en mi cuarto, no haga sospechar.
Esa fricción fue suficiente, varios chorros inundaron mi bóxer. Sentía húmeda y pegajosa mi entrepierna, me levanté mientras él me seguía empujando hacia él y me dirigí al baño.
Todo mi bóxer estaba manchado de líquido blanco, y espuma por la fricción.
Al dejarlo solo, Toni se había ido de mi cuarto y aproveché a cambiarme de bóxer y esconder el anterior, para lavarlo después.
Después de semanas, intenté volver a jugar con él, pero ya no intentaba nada por sí mismo, y como soy un hipócrita, no intento nada por mi mismo, sino dejo que él mismo se aviente.
Había dejado las ideas de llevarlo más allá, intenté reformarme. Me salí de todos los grupos en los que estaba y borré mi material.
Ahora no lo tocaba con dobles intenciones, porque si bien, yo solo me dejaba hacer, era yo quién siempre iniciaba con un toqueteo. Hasta que…
Después de meses, dejamos de cuidarlo, pues lo metieron a un preescolar recientemente. Solo lo cuidabamos los sábados y los días que mi tía trabajaba horas extras.
Justo un día de trabajo extra, mi mamá tuvo que ir por él a su escuela.
Nos acostamos los tres en la cama de mi mamá y jugamos.
Antes de meterme a bañar para irme a la uni, me metí en mi cuarto.
Toni me siguió y jugamos luchitas de forma normal, ya que yo ya me había reformado.
Mi sorpresa llegó cuando me besó en el cachete, yo se lo devolví. Me besó en el otro.
Lo tomé y le llené de besos el rostro.
Seguí jugando mi teléfono y él se acostó a mi lado. Se volvió a mí y me dio un pico. Me sentí completamente excitado al momento y le pedí más. El chico bueno que había intentado dejar de hacerlo, se fue y en su lugar, mi lado perverso regresó.
Pero los picos no eran suficiente, para el 5to beso, le devoré la boca, mientras él solo la dejaba abierta. Mi lengua recorría cada parte de su interior, intercambiando su saliva con la mía.
Ese día llevaba un short ligero, pero más grueso que uno deportivo.
Inmediatamente me arrepentí de lo que hice, pero mi verga erecta en mi shorts decía otra cosa.
Quedé en shock, cuando mi primito se subió en mí, comenzó a saltar en mi estómago ocasionando que me saque el aire.
– No bebé, me lastimas. -Le dije apartándolo-.
Y no mames, levantó su colita de mi estómago, pero aun con sus piernitas a mis costados, agachó su cabeza para ver y ÉL MISMO se colocó en mi erección.
Su rajita quedó justo en mi verga, que está vez se encontraba erecta, pero recostada en mi pelvis.
Aún con ropa, sentí mi verga aprisionada en ese culito de bebé.
– Auu jiji. -dijo Toni, mientras se acomodaba en mi erección-.
Quería bajarlo, parar esa locura y ser fiel a lo que juré no volver a hacer.
Pero, sorprendiéndome una vez más, Toni comenzó a frotarse en mi erección. Con su pequeñas manitas, se apoyó en mi pecho y comenzó a moverse.
Reía con todos los dientes. Yo tenía un expresión llena de excitación y veía fijamente su pequeña caderita ir y venir sobre mi pito.
Sentía mi glande pegándose a mi entrepierna de tanto precum que estaba escupiendo.
Y ahí estaba yo, acostado, mientras mi primito de 3, que ni al ombligo me llegaba, frotándose por voluntad propia en mi.
Ni siquiera tuve que tomarlo de la cintura y guíar los movimientos, la velocidad con que lo hacía, era perfecta.
Intenté bajarlo para ir al baño a correrme, pero no quiso. Se aferró a mi cuerpo y aumentó la fricción. Tuve que ahogar un gemido.
Finalmente lo bajé de mí. Espié que no hubiera nadie cerca.
Bajé mi ropa, mi erección salió disparada al cielo y con todo el glande manchado.
– Agárralo.
– Okey.
Tomó mi tronco y tuve que aguantarme los chorros que amenazaban con salir disparados.
– Mételo aquí, mira. -dije susurrando y apuntando a mi boca-.
Con una gran sonrisa, negó.
Solo subía y bajaba su manita.
Tomé mi tronco y lo froté en su mejilla, dejando puntitos de precum en él.
– ayy -decía sin dejar de sonreír-.
Besé su cachete y le limpié con la boca lo que dejé de precum.
No quería soltarme, pero ya era tarde. Me subí el short y le dije que me tenía que ir a bañar.
Salió de mi cuarto, dejándome impactado y con mi corazón desbordado.
Tomé mi toalla y fui al baño.
Me despoje de la ropa.
Me senté en la taza del baño y con solo tocar mi pito una vez, explotó con varios chorros que mancharon todo mi pecho.
Tomé mi tronco lleno de semen y seguí masturbando lentamente, mientras espuma se formaba en él.
Me bañe y juré volter a intentarlo.
¿Cuándo pasó? Nada más que este lunes 29.
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