Mi primo futbolista y homófobo Jeff, se corrió en mis nalgas
Relato real, contado con más intensidad. Última anécdota con mi primo Jeff :).
Después de pasar navidad en casa de Jeff y no demostrar ningún interés por mí. Me prometí no imaginarme más su cuerpo desnudo.
Éramos adolescentes, y teníamos que seguir nuestras vidas. Él 14, conquistando a su futura novia y yo 16, aún jugando a las escondidas. Ahora ya somos jóvenes, y él tiene la novia que tanto buscaba…
-La familia se reunirá nuevamente -dijo mamá acomodando algunas cosas.
-¿Nuevamente, cuándo?
-El sábado, pasado mañana…
Después de hacerle muchas preguntas, descubrí que Jeff no iba a estar en casa. Mi tío Omar se iría de viaje a México y se lo llevaría.
Desanimado y algo triste esperé hasta ese día.
-Pasen -dijo mi tía con una sonrisa de oreja a oreja.
Unos ruidos dentro de la cocina me alertaron que no éramos los primeros en llegar.
-¿Y ya llegó Pablo? -preguntó mamá.
-No, nadie todavía.
Con una mirada esperanzadora mi corazón esperaba «a alguien» en esa cocina.
Entonces ¿Quién hace esos ruidos? -pensaba.
-¿Y tú marido? -preguntó mamá a mi tía.
-Viajó ayer…
Agache la mirada con resignación hasta que, repentinamente, apareció Jeff con una taza de café en la mano, en la entrada de la cocina.
-Jeff -susurré con el corazón paralizado.
Con una mirada pícara y sonrisa tierna , Jeff tomó un trago de café. Su shorts blanco y bividi gris, dejaban al aire libre, parte de ese cuerpo atlético, algo bronceado, brillante y hermoso. Sus pantorrillas gordas y bellos ensortijados de sus piernas, hacían notar el crecimiento de adolescente de 14 años a hombre. El cabello negro corto y alborotado, labios de tamaño perfectos, sus ojos color carbón, redondos y tiernos… Hacían un contraste con mi apariencia: cabello claro; largo hasta mí mandíbula con las puntas quebradas, piel muy blanca, cuerpo delgado pero de piernas gordas, mis labios y mi rostro se tornaban rojos ante su presencia.
Jeff se acercó para saludar a mamá, ignoró mi presencia y se metió nuevamente a la cocina.
La sonrisa que Jeff había contagiado en mi rostro se desvaneció. Mi madre y mi tía seguían hablando sobre el viaje familiar sin percatarse del desplante de mi primo.
Seguí a Jeff hasta la cocina, me sentí patético por pensar lo mejor de él, y aún más, por seguirlo para reclamarle por su comportamiento.
Jeff bebió el último sorbo de café, dejó, con un golpe seco, la taza sobre la mesa y seriamente me preguntó:
-¿Ya juegas fútbol?
Entendí a qué se refería. Él sospechaba que era gay o quizá bi, porque los futbolistas piensan que ese deporte solo es para «heteros».
Con los ojos al borde de las lágrimas, salí de la cocina. Ahora era Jeff quién me seguía.
-Marcos, espera…
Llegué al patio trasero, no quería que mamá se entere de nuestras desavenencias.
Me senté sobre un sofá viejo y no pude evitar que algunas lágrimas rueden por mis mejillas.
Jeff llegó y se sentó a mi lado. Sin siquiera mirarme.
-Lo digo por tu bien. Somos varones y tenemos que apoyarnos para ser maduros.
Jeff voltió a verme y cuando se dió cuenta de mis lágrimas, tartamudeó:
-No, es que, no llores…
Su mano llegó hasta mí rostro, pero las retrocedió. Se puso de pie y dijo algo que me inquietó, antes de irse.
-Sería mejor no verte…
Sentí mi corazón partirse en mil pedazos, mientras mi madre gritaba mi nombre.
Sequé mis lágrimas y respiré profundamente. Al ver mis ojos rojos me preguntó, que tenía. Le dije que me picaban, seguro un mosquito, pero ya me estaba pasando. También le supliqué regresar a casa, aunque sea yo solo. Mamá se negó rotundamente y solo me prometió irnos más temprano.
Unos minutos más tarde llegó la demás familia. Mi primo Smith de 16 y Jeff se divertían contando sus hazañas históricas a mis primas, quiénes en cada momento intentaban ridiculizarlos.
Durante esa tarde, Jeff evitó chocar su mirada conmigo, o así parecía, hasta que mi tía me pidió que le ayudará a cambiar los ramos de una planta artificial. Me puse en cuclillas para acomodar la maceta que estaba en el piso de la entrada que iba hacía el patio trasero. Después de un minuto, un reflejo en las lunas oscuras, del aparador rústico, me llamó la atención. Detrás de mi, parecía contemplar la silueta de Jeff, saliendo de la habitación contigua. Me concentré en la planta pero al ver que el reflejo seguía allí, volteé a ver. Jeff levantó la mirada hacia mi rostro, caminó de prisa y nervioso hacia la sala. Su actitud me dejó intranquilo. -¿Tenía la mirada en mi nalgas? O me pareció, pero ¿Por qué se quedó quieto? -Pensé y luego me reproché por seguir pensando demasiado e imaginarme cosas.
Luego de terminar el encargo de mi tía, me fuí a la lavandería para limpiar mis manos. Al llegar ví un cesto de ropa sucia.
-No puede ser ¿Por qué me pasa esto?
Era la ropa de deporte de Jeff. Mi corazón empezó a acelerarse y recordé la última vez que olí muy, pero muy de cerca a Jeff. Esa sexual y sabrosa fragancia me empujaba a rebuscar su ropa interior… De repente oí la voz de Jeff acercándose a la lavandería. De prisa, empecé a lavarme las manos y al tomar la toalla para secarme, ingreso Jeff.
-¿Te vas a ir?
Mamá le había dicho nuestros planes.
-Sí -dije con semblante serio.
-¿De verdad, te quieres ir?
Al mirarlo directamente a los ojos, mis emociones se revolvieron. ¿Cómo llevarle la contraria a esa tierna mirada, de ojos negros brillantes y pestañas gruesas?
-No, es que, no sé…
Jeff se me acercó, y me dió un abrazo.
-Perdón si te ofendí primo. No quiero que estés enojado conmigo.
Al sentir su cuerpo cerca al mío, no sabía qué hacer con mis manos, así que solo las bajé para evitar una erección.
– no quiero incomodarte -contesté casi susurrando.
Alejándose de mi cuerpo, negó nervioso:
-No, no lo haces… Bueno. A veces, pero incomodas a mi verga.
Sus palabras me dejaron helado. Jeff río para dejar en claro que era una broma entre hombres.
-¡Vamos, que ya se acaban el helado!
Me dió dos palmadas en el hombro y salió de prisa.
Mientras pensaba si eran verdad las palabras de Jeff o si solamente seguía burlándose de mí, Ingresó mi primo Smith, con aires de detective.
-Hey, Marquitos!
Una sonrisa juguetona se impregnó en su rostro.
-¿Por qué Jeff salió corriendo? ¿Qué hacían aquí?
Lo miré a los ojos para entender mejor su pregunta.
-Nada, estaba…
-follando! -Se apresuró a decir, Soltando una carcajada.
No quise seguirle el juego, y cuando quise salir de la lavandería…
-Chupamela a mi también. Mira…
Smith se bajó el cierre, al darme la vuelta Smith me mostró su polla erecta, pequeña pero gorda.
Smith, mi primo de piel morena, alto, de pelo negro, corto y puntiagudo. Ojos color café, cuerpo robusto y atlético,con las barbas ralas… Me estaba mostrando su polla gorda que parecía que en cualquier momento iba a soltar litros de leche. No era guapo pero tenía unos lindos ojos y un cuerpo que te hacía jurar que la tenía enorme.
Con las hormonas revueltas por la edad, me acerqué dispuesto a tragarmela pero unos pasos me detuvieron.
Smith se guardo inmediatamente la polla, y disimulo lavarse. Jeff ingresó, nos quedó viendo y me dijo algo molesto, con los ojos fijos en Smith:
-Sal de aquí.
Sus palabras me asustaron y salí sin decir nada. Me sentí horrible por defraudar a Jeff ¿había escuchado todo?
Paré mi huida y escuché a Jeff reclamándole a Smith:
-¿Qué le hacías?
-Nada, ¿no ves? Estoy lavándome -Contestó nervioso Smith.
-Le voy a preguntar…
-¡Preguntale pues! además lo que te dije fue una broma.
Retrocedí dos pasos para escuchar mejor.
-¿Broma que te lo cojerías si fuera mujer? -Jeff bajó la voz.
-Yo hablaba por el culo de vieja, No que me lo cogería.
-Pero quieres…
-¿Crees que soy «cabro»(gay) como tú?
-pero quieres, cabraso.
Smith empezó a reír y con sarcasmo calmó a Jeff:
-Ya, un trío entonces para que no jodas.
-Payaso! -Jeff parecía sonreír.
-Tienes que ser de la «A» (grupo de fútbol)
-Pero no gallina como los de la «Z»…
Salí rápidamente del lugar porque sus pasos me alertaron.
Al aire libre, en el patio, estudiaba sus palabras, ¿Por qué hablaban de mi culo? Sabía que lo tenía redondo pero no para ser comparado como el de una mujer o ¿Lo dicen por mi aspecto?
¿Smith me quería coger? ¿Por qué disimuló cuando Jeff ingresó, si era un juego? ¿Le daré asco a Jeff?.. a todo eso, ¿Recuerdan que soy mayor que ellos? ¿Están conscientes que somos primos?
Ahora el de las preguntas juiciosas era yo. No sabía si reír o entristecer, ni que imaginar…
La noche no se hizo esperar, alcohol para los mayores y jugos para los menores. Jeff y Smith actuaron normal en la cena, eran dos caballeros a la espera de su damicela.
Jeff se acercó a mí prima y empezaron a reír, esa imagen me alborotó la sangre. -Se la quiere follar a ella, seguro -pensaba. En cambio a mi, no quiere ni verme.
A pesar de mi humor, Jeff se siguió viendo hermoso durante toda la cena, su aroma penetraba cada vez que pasaba cerca a mí. Su culo y su paquete marcado me hacían desear olerlos, tocar esa piel dorada, poner sus huevos dentro de mi boca, meter mi lengua dentro de ese ano después de un partido de fútbol… Jeff reía, sus mejillas se ponían más rojas por el calor de la noche y se mojaba los labios sin imaginar lo que estaba imaginadome.
Decirle que me escupa en la boca, lamer su polla grande y gruesa, tragarmela toda su leche, uff esa tibia y deliciosa leche. Ese rico culo parado de hombre macho, dios! si tan solo se sentara en mi cara….
Mis pensamientos desaparecieron cuando Jeff chocó con mi mirada y se enteró que lo estaba observando desde hace un rato.
Agache la mirada y me acomodé en la silla para ocultar mi polla erecta que palpitaba dentro de mi calzoncillo. Cuando sentí menos erección, me puse de pie y fuí a mirar el tocadiscos antiguo de mi tía. Después me dí cuenta que le estaba dando la espalda. Jeff se fue del sitio donde estaba, quizá le incomodé la vista…
Vinieron los bailes, juegos entre todos y conversaciones. Así terminamos la noche.
Las 2 de la mañana. Los primos dormiríamos todos en el mismo cuarto amplio, igual que en navidad ¡Qué rabia! Las primas que ahora solo eran 2, mi primo Smith y también mi tío Pablo que estaba borracho, y se había dormido horas antes en un sofá del lugar. Y para el colmo mi abuela que quería cuidar a su hijito borracho. Mi esperanza de tener a Jeff, solo, había muerto.
Los tres: Smith, Jeff y yo dormiríamos en el colchón que estaba en el piso, en un rincón del lugar.
Smith se lanzó al costado de Jeff, para dormir juntos, pero Jeff se movió con un gesto de asco y me dijo que me pusiera a su costado. Smith lo tomó a la broma, sabía que en todas las reuniones Jeff dormia junto a mí. No sé porque hacía eso, pero creo que pensaba que era más limpio que los demás primos y seguro olía mejor.
Nos pusimos las pijamas en el baño, cada uno por separado, y nos acostamos. Yo llevaba una pijama celeste con pequeños diseños amarillos, Jeff una azul con diseño elegante y Smith una gris sin diseño.
Mis primas y mi abuela se durmieron en el acto, mi tío ya roncaba. Los tres mirando hacia arriba, cerrando los ojos por momentos. El ronquido de mi tío no me dejaba dormir.
Jeff se dió la vuelta dándome el culo.
-Con esa pijama tan delgada puedo hacer miles de cosas -pensaba.
Después de unos segundos, me dí también la vuelta para mirar ese culo parado y hermoso que tantas pajas había dedicado. De pronto sentí a Smith, darse la vuelta hacía mí y arrimar su polla erecta en mi trasero. Primero pensé que fue casualidad pero comenzó a tocar mis nalgas con sus nudillos, como disimulando un rozamiento sin querer.
Me dí la vuelta para verle la cara, me miró a los ojos sin vergüenza con una mirada super excitada.
-Un ratito -me dijo susurrando.
-¿Qué? -contesté también muy bajito.
Smith se cerco a mi oído, su aliento a macho me hizo salivar.
-Te lo puedo meter? Despacito…
Mi respiración se aceleró, ¿Era posible tener sexo con un primo que no deseaba?
-La puntita. Volteate.
Smith se mordía los labios, estaba sudando por la excitación.
Sacó su verga y me la mostró, levantado la sábana, para que vea que es lo que me iba a meter.
Su polla de tamaño pequeño pero muy gorda estaba realmente dura y se notaba el líquido preseminal saliendo de la punta del huequito. No estaba arremangada, pero olía muy fuerte a polla como si ese pene todo el día hubiera estado salivando.
Smith está impaciente, empezó a meter su mano entre mis nalgas y el colchón. La dificultad de estar, yo, boca arriba no detuvo su excitación, empujó su brazo fuerte, casi levantando mi cuerpo. Con su mano en mi trasero, a través de mi pijama, intentaba meter un dedo grueso, en mi ano.
El aroma de sus bolas, su sudor y su rostro lujurioso me hizo voltear sin protestar.
Me baje mi pantalón y mi calzoncillo también celeste y lo deje casi a la mitad del culo.
-dios! -escuche susurrar a Smith.
Inmediatamente, pasó su polla humeda por mis nalgas.
-ahhhhh -Su respiración de hizo más intensa.
Sentir su líquido preseminal en mis nalgas, me hizo desear más a Smith.
Smith bajo más mi pantalón pijama celeste y tocó, con la palma de sus dos manos, todo mi trasero.
-la Concha de tu madre… -susurró (expresión cuando algo impresiona)
Smith acariciaba mis nalgas como si fuera su balón favorito de fútbol.
Abrió mis nalgas e intento ver mi ano. Al agacharse se escuchó el colchón y entonces me asusté por si alguien se levantaba. Smith bajó más, quería poner su cara entre mis nalgas, pero el sonido del colchón se lo impedía. Entonces sentí que desde lejos respiró profundo, para que el olor le llegara a su nariz.
-ahhh que rico hueles -dijo enderezándose.
Yo solo quería que se callara. Si Jeff nos descubría se iba armar un verdadero problema.
Smith puso su aliento cerca a mi oído mientras buscaba mi ano con los dedos para meter su polla.
En ese instante, miré a Jeff… Aunque estaba de espaldas, no parecía dormido…
-Auuu -dije por el dolor.
Smith me había metido la mitad de su verga gorda. Aunque era pequeña, mi ano aún virgen y estrecho, no la podía soportar. Sentí mi ano mojarse con su glande que botaba presemen.
De repente, Jeff voltió a verme, con rostro de preocupación. Smith sacó su polla de mi ano y fue tan grande la impresión de ver despierto a Jeff, que aguanté el dolor.
Jeff se dió la vuelta completa para mirarme de cerca.
-¿Estás bien? -susurró Jeff.
Sus ojos brillaban, parecía nervioso.
Asustado asentí con la cabeza.
Pensé que no se había dado cuenta de lo que había pasado, pero al ver que plantó la mirada en Smith sentí mucho miedo por lo que iba a suceder.
-Mira -susurró Smith.
Jeff miró mis labios, agachó la mirada y destapó la sábana blanca que cubría mi trasero.
Sus ojos no parecían haber estado dormidos…
Jeff descubrió mi culo al aire. Sentí miedo de que me gritara. Pero en vez de eso, se agarró la verga por encima del pantalón. La erección de su enorme polla, era muy evidente.
No podía creer lo que estaba viendo.
La respiración de Jeff se aceleró, sin quitar la mirada, Smith acarició y movió mis nalgas, haciéndolas rebotar.
Jeff me miró directo a los ojos. Con aquella tierna mirada, las mejillas sonrojadas y sus labios hermosos me susurró:
-Voltea…
Una lágrima quiso salir de mis ojos, quizá de miedo pero también de felicidad. Mi mayor deseo se estaba cumpliendo. Jeff a quién había deseado durante los últimos años, el chico futbolista y homófobo que se creía muy macho ante todos, estaba cerca a mí, deseandome como yo a él, babeando por mí.
Como si fuera una orden, me voltee inmediatamente. Parando mi culo para Jeff.
Jeff miró alrededor para cerciorarse que todos siguieran durmiendo. Se bajó el pantalón y sacó su polla grande. Solo sentir el calor de su miembro cerca a mis nalgas me hizo estremecer. Jeff se empezó a masturbar mirándome el trasero. Mientras Smith se masturbaba tocando mis labios, ya que no podíamos hacer mucho movimiento para no despertar a alguien.
Jeff empezó a tocar mis nalgas. Al hacerlo sentí mi verga mojarse con mucho líquido preseminal.
Sus manos eran grandes, estaban tibias, suaves pero fuertes. Yo no podía más, quería que ese hermoso hombre me penetrara, quería sentir ese trozo de carne dentro mío.
-Métemelo -susurré excitado y suplicante, volteando un poco la cabeza.
Jeff se acercó a mi oído y al hacerlo su aroma me hizo suspirar. Su olor a sudor de adolescente macho era delicioso, su aliento fresco con aroma a uva era un deleite.
-No, no quiero hacerte daño -dijo con voz aireada.
Entendí a qué se refería, Jeff sabía que era virgen. Era consciente que si me metía toda su polla me iba a hacer sangrar y llorar.
De inmediato sentí el glande de Jeff, frotarse verticalmente en mi raja. Eso hizo que me retorciera de placer mientras él empezó a balbucear:
-Que rico culo… Blanquito…
Esas palabras me excitaron aún más, mi primo estaba disfrutando de mí. En esa posición de cucharita, solo deseaba que fuera para siempre mi dueño.
Jeff empezó a sudar, su respiración ascendía y de repente metió su pene hasta los pliegues de mi ano.
-ahhh -No pude evitar que un gemido de placer se me escape al sentir mi ano humedecerse con el líquido que destilaba su polla.
Smith me tapo la boca, y al hacerlo, metió un dedo adentro para que me callara.
Jeff aflojó, para luego meterla con más fuerza, haciendo que mi ano sienta toda la presión.
Mi verga palpitaba de placer.
El mete y saca se hizo constante hasta que Smith lo paró.
-Me toca -dijo dándome la vuelta, forzadamente, con una sonrisa maliciosa.
Al ver el rostro de Jeff, enmudecí. El sudor en su frente, su pelo alborotado, sus labios rosados y húmedos, sus ojos negros brillantes con pestañas largas, su mandíbula marcada y esas mejillas sonrojadas de adolescente… lo hacían ver como un obra de arte.
Jeff sonrió, su sonrisa traviesa me hizo ver fuegos artificiales y rememorar todos los momentos vividos con él. Al volver a la tierra me dí cuenta que Jeff se estaba masturbando debajo de la sábana, observabando con placer como Smith me penetraba. Ahora Smith se controlaba y dejaba su palo gordo hasta la mitad, haciendo una perfecta dilatación para mi esfínter. Aún así me dolía mucho.
Al ver mi cara de sufrimiento. Jeff le dijo a Smith:
-Despacio…
Con su mano libre y aún masturbándose , Jeff me tocó la mejilla, para dejarme en claro que siempre me cuidaría. Esa tierna escena me robó una sonrisa de satisfacción.
De pronto un olor, que me hizo salivar, invadió mi naríz. Levanté la sábana nervioso para, por fin, apreciar la polla de mi primo Jeff. Era preciosa como su piel dorada, larga, no tan gorda pero su glande sí lo era, parecía una bola de helado de fresa. Sus huevos gigantes hacían ver muy cálido ese pequeño espacio, Parecía que su pene medía unos 18 centímetros.
Jeff seguía moviendo su polla pero esta vez más lentamente, para que yo aprecie mejor toda su masculinidad. Trate de agacharme un poco más, para oler lo que tanto había deseado, mientras Smith aprovechó mi posición para juntar mis nalgas con sus manos y hacer que su polla sienta una penetración más profunda. Ese aroma delicioso de la polla y huevos de Jeff invadió mis fosas nasales. Era exquisito, a semen, a dulce, a sexo, a polla de macho joven. Aspiré profundamente por mi nariz y mi boca, quería que ese olor llene todo mi cuerpo.
No resistí más, y ya que no podía bajar para chuparla, llevé una mano hasta su verga. Jeff me miró un poco asombrado, mi mano chocó con la suya. Me puse nervioso pero entonces el quitó su mano para que yo siguiera masturbandolo.
Cogí el tronco de su polla estaba caliente, venosa para su corta edad y no alcanzaba en toda mi mano. Empecé un corto movimiento de arriba y hacia abajo, para luego tocar sus huevos, grandes como los había imaginado, con pelos sedosos, muy suaves, seguro que no cabrían los dos en mi boca, Pasé mi mano por alrededor, su bello púbico era ralo, muy suave, rizados.
Volví a su pene y empecé a masturbarlo más rápido. Jeff respiraba cada vez más fuerte. Su glande rozaban por mis dedos y sentí su humedad. Dejé de masturbarlo y toqué su glande, Jeff se retorció de placer y sensibilidad. Ya sabía porque no quería penetrarme, la cabeza era más grande que el resto de su polla.
Su glande rojo por la fricción, brillante, lleno de saliva lechosa me hacía temblar de placer. Tocarlo era como si estuviera soñando. Jeff quizo volver a masturbarse pero me adelante y comencé a ordeñar esa polla. Quería que su olor invadiera más el espacio, que su leche me moje toda la mano, que el chico que tanto me gustaba sintiera la mejor masturbación del mundo. Rápido, más rápido. Jeff no parecía aguantar más…
Me quito la mano y al estilo de Smith me dió la medía vuelta a la fuerza.
Su polla humeda volvió a meterse entre mis nalgas, hasta llegar a orillas de mi ano.
Jeff acercó su aliento a mi oído. Giré la cabeza para sentir esa respiración acelerada, mi boca y la suya estaban muy cerca. Nuestros alientos estaban unidos, cesabamos y Jeff balbuceaba con los ojos entrecerrados:
-Que rico… Marquitos… -presionaba más mi ano con su glande -Tu culito… hermoso…
Quería beber de esa boca pero había milimetros de distancia de ella, entonces Recordé que mi mano había tocado su pene y la acerqué a mi cara disimuladamente, para que Jeff no se de cuenta.
El olor de sus bolas y su pene inundó hasta mis pulmones. Ese delicioso aroma me hizo botar una gota de leche, Restregué mis dedos sobre mis labios y me los chupé, el sabor era un deleite para mí paladar, su precum fresco sabía dulce y salado a la vez. No pude aguantar más, metí uno por uno los dedos en mi boca, succionando todo ese sabor y aroma de mi primo.
Smith contemplaba lo que hacía. De pronto ví que restregó su mano sobre sus huevos y su glande. Un hilo de semen se escurría entre sus dedos, inmediatamente los metió en mi boca, haciendome tragar la gota que se deslizaba. Saqué mi dedo para saborear al segundo machito adolescente. El sabor de los huevos y precum de Smith era más fuerte, invadía hasta mí garganta. Sabía a orín, a semen de día anterior, a huevos sudados… ese nuevo sabor no me disgustaba, los chupé hasta dejarlos casi secos.
Al terminar me dí la vuelta. Quería ver la cara y polla magnífica de Jeff y sentir el pene gordo de smith dilatando mi ano.
Jeff puso una expresión de pena, pero su fogosidad volvió cuando toqué sus huevos.
En ese instante tomé el control de la situación: Masturbaba a Jeff mientras el miraba mis labios, los huevos de Smith chocaban en mi culo… Jeff me abría las nalgas para apreciar mejor, Smith se chupa el dedo que había introducido en mi ano…
Alternaba a mis hombres cuando yo quería y en el instante que lo deseaba. Me sentía una puta, mis dos primos estaban follandome mientras mi familia alrededor dormía. Era un puta, porque seguramente mis primos así lo pensaban.
Esa noche un trío incestuoso, nada heterosexual, rompía las barreras de la homofobia y el placer.
Jeff con el pene dentro de mi ano, no podía más. Sus manos en mis caderas empujaban frenéticamente pero hasta un límite. El límite que no cumplió… El príncipe Jeff jadeaba como un perrito detrás de mí oído balbuceando y susurrando palabras que siempre me quiso decir:
-eres mío… Tu culo es mío…
El aire que salía de su boca, el olor a sudor y polla, su piel sudada chocando contra mis nalgas… hizo querer correrme, mientras me masturbaba mi polla blanca.
-tu ano rosadito…
Jeff no aguanto más. Introdujo toda la cabeza de su polla dentro de mi ano, rasgando y abriendo mi hoyo ampliamente. El dolor intenso me hizo lagrimear, pero no grité, porque sabía que Jeff se iba a correr en cualquier momento… Jeff gemía de placer, su cuerpo y mi cuerpo temblaron al mismo tiempo, su glande era demasiado ancho para mi pequeño ano.
Jeff «el futbolista hetero y homófobo» empezó a moverse rápidamente, muy rápidamente, como un perrito en celo. La cabeza de su pene dilataba más y más mi ano, lo rasgaba, lo abría más… hasta que perdió la razón y empujo la mitad de su polla dentro de mí, un chorro de leche inundó mi intestino, sentí morir de dolor y placer. Jeff sacó violentamente su polla, creando un nuevo dolor y un sonido con mi esfínter. La leche de Jeff salía a borbotones de su polla, inundó el orificio de mi ano y se esparcía en mis grandes nalgas. Su semen estaba calentito, espeso, blanco y olía delicioso. No aguanté más y me mojé todo. Mi semen escurría en mis muslos, las sábanas, y un poco cayó en mi calzoncillo y mi pantalón.
La respiración de Jeff no descendía y su polla aún palpitaba entre mis nalgas, escurriendo las últimas gotas de leche fresca de macho adolescente. Mientras en mi mente se retrataba ese hermoso rostro extasiado, satisfecho y lleno de sudor. Jeff, mi primo Jeff. Me había hecho suyo, quién tanto se burlaba de los gays y se creía lo mejor del mundo, a quién deseaba con locura, él jugador de fútbol y próxima promesa del deporte, había llenado mi culo de su rica leche.
Mi sueño se había cumplido, aunque Smith estaba allí como intruso, boca arriba con la palma llena de semen. No me importaba, solo era yo y Jeff, y nuestro gran secreto familiar.
Pero como dicen, nada es color de rosa.
Jeff evitaba otro encuentro juntos. Me dejó en claro que él no era gay y que solo yo, lo había provocado.
Dedicó más tiempo a sus entrenamientos de fútbol y consiguió una novia, días después de haber «pecado conmigo»
Ya no asistía a la mayoría de las reuniones familiares, y si en alguna ocasión coincidíamos, hablaba muy poco conmigo; un minuto máximo y luego huía.
Ahora Jeff juega para un club deportivo local, tiene una relación formal con su novia y se va a mudar de la casa de sus padres.
Jeff cumplió sus palabras: «Sería mejor no verte»
Mientras yo, sigo esperando… que mi primer amor sexual de la infancia me deje un inbox:
-Amor, te quiero ver…
Maravillosa historia, escribes super bien y tuvo un buen desenlace a pesar de que ya no pasó nada más entre ustedes. 10/10.
Gracias por tus palabras. Me hace feliz saber que alguien disfrutó de mi Historia, ya que no se la puedo contar a nadie.
Que final tan triste 🙁
El final lo escribí con lágrimas en los ojos 😔
Para los que han leído mi historia sobre Jeff y yo… Gracias por leer, espero la hayan disfrutado de principio a fin, como lo hice cuando estaba junto a él. Y les cuento que a pesar que mi historia con él no terminó muy bien, alguien lo reemplazó. Irónicamente otro primo llamado Frank, mucho menor que yo, de otra ciudad. Y para el colmo, también futbolista… Seguro podrán en duda mis palabras, pero es mi perversa realidad. He tomado esta web como si fuera un diario y para desahogarme emocionalmente. Espero no ser juzgado como lo pueden hacer los de mi entorno ¡Gracias!
La verdad tus relatos son bastante buenos, picosos y hacen esperar por otro. ¿Seguirás publicando tus experiencias?
Gracias. Sí, trataré de hacerlo más seguido. Aún me queda mucho por contar.