Mi segundo relato sobre cómo fue una de las tantas cogidas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mextoryte.
Nos veíamos cada fin de semana pues yo iba a la escuela de lunes a viernes por las tardes. Los sábados que tenía que sacar a pastar mis cabras nos juntábamos, yo ansiaba que llegara ese día.
Uno de esos tantos sábados de encuentros sexuales salimos como de costumbre a las 10 de la mañana para poder regresar temprano con los animales.
En un cruce de caminos fue donde nos encontramos, los animales se unieron y nosotros comenzamos a platicar hasta el lugar elegido para el pastoreo.
Después de unos minutos de haber llegado y que los animales se adaptaran al terreno decidimos empezar a manosearnos. Él me tocaba las nalgas y yo le sobaba el paquete por encima del pantalón hasta que se le paró completamente.
Cuando estaba bien erecto, se la sacó y me pidió que la empezara a chupar. A mí me encantaba ese garrote tan enorme que hacía poco acababa de conocer. Trataba de comérmelo todo pero no podía (aún). Al parecer él se dio cuenta de lo caliente que ya estaba y me dijo “quiero metértela, ¿te dejas?”. De antemano ya sabía que aceptaría la propuesta pero siempre me preguntó.
Le dije que sí, me bajé los pantalones y me puse a gatas, así le decimos nosotros.
Pasó su verga por mi boca para lubricarla otra vez, luego se puso saliva en la mano y me la untó en mi colita. Apuntó su cabeza en mi ano y empezó a empujar poco a poco hasta que entró solo el glande. Le pedí que esperara pues me dolía mucho. Una vez que pasó el dolor le dije que continuara; continúo y me metió todo ese pedazo de carne gigante hasta el fondo.
Empezó con ese movimiento de pelvis que sólo él sabía hacer. Sentía como sus bolas chocaban contra mí y su cabeza topaba por dentro. Estábamos calientísimos.
Me pedía que por favor levantara mi culo y le encantaba ver como levantaba mis nalguitas, tanto que me daba golpecitos ricos.
Así siguió ese movimiento tan candente hasta que me dijo que se iba a venir. Sentía como su pito se estremecía dentro de mí de los chorros de leche que estaba aventando. Yo solo sentía calientito. Terminó, se dejó caer sobre mi espalda y después me la sacó. Nos vestimos y volvimos a lo nuestro, el pastoreo.
Cuidamos nuestras cabras por un rato más pero los dos seguíamos calientes. Tuvo que haber pasado una hora más cuando ya estábamos tocándonos otra vez. Los dos queríamos volver a sentir nuestros cuerpos juntos.
Cogimos otra vez pero ahora sin tantos rodeos. Yo se la chupé para lubricarla. Ya bien mojadita su verga me bajé los pantalones y me puse boca arriba levantando mis piernas para que él las pusiera en sus hombros. Así lo hizo y apuntó su cabezota en mi culo. Ésta vez entró con más facilidad pues mi culito ya estaba amoldado. Empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás. Yo solo sentía como esa verga casi me atravesaba. Cambiamos de posición varias veces, pues era incómodo mantenernos así durante la media hora que lo hicimos.
Una vez más él se vino dentro de mí. Guardó un poco de sus mecos para echármelos en la cara. Nos incorporamos una vez más y volvimos a lo nuestro.
Llegó la hora de irnos. Durante el regreso a casa platicamos de cuanto nos gustaba estar juntos y coger juntos.
Cada quien tomó su camino.
Al cabo de unas horas de haber regresado escuchó que afuera de mi casa gritaban mi nombre. Salí y era él. Quería coger otra vez. Por supuesto que yo accedí, tomé mi bicicleta y avisé a mi madre que ya regresaba.
Fuimos a un lugar cerca donde no nos pudieran ver. Nos metimos detrás de unas plantas y empezó nuestro ritual otra vez. Suena un poco monótono pero a esa edad nos encantaba. Esta vez hicimos una recopilación de las posiciones que habíamos practicado por la mañana. A mí ya me ardía el culo por tanto roce de la verga.
Cogimos muy rico. Ahora cuando se vino, yo estaba a gatas y echó toda su lechita en mi espalda y la untó como si fuera crema humectante. Nos vestimos y nos pusimos de acuerdo para vernos por la noche y volver a tener sexo; regresamos cada quien a su casa procurando antes no haber sido descubiertos.
Después de un rato de que regresé de esta cogida me dispuse a sentarme pero al dejar caer mis nalgas me dolía el culo. Mi hoyito estaba adolorido de tanto mete-saca y lo que le esperaba en la noche…
OJALÁ LES HAYA GUSTADO. ESCRIBAN. CUALQUIER COMENTARIO BIENVENIDO. SEGUIRÉ DESPUÉS CON ESTAS HISTORIAS
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