Mi tío el camionero
Lo deseé desde que estaba niño.
Dos fuertes cachetadas sobre mis nalgas desnudas me hicieron despertar de un sueño profundo y placentero. Aquellas manazas de mi tío me habían nalgueado y estrujado mi culo de buena y fría mañana…..
– despierta bribón, que el que es bueno para follar, también lo es para madrugar y currar.
– joderrrr tío, uffff… me has echo daño, ya es la hora?
– si, tienes el tiempo justo para ducharte y bajar a desayunar, tenemos que salir antes de que el tráfico sea denso.
– valeeeee… está bien tiíto.
– te espero abajo cabroncete, no tardes.
– ok. ok.
Cuando bajé mi tío conversaba con otro camionero, seguramente conocido de él, un tipo grande, barrigón, barba blanca muy larga y ojos azules, pero sobre todo fuerte y muy tatuado, tendría sobre los 55 años supuse. Me arrimé y cuando mi tío Gerardo se percató de mi presencia aquel hombre ya me había comido con su mirada de arriba a abajo…
– hombre, aquí tenemos a Pedrito mi sobrino, Esteban, este es mi acompañante.
– ahaaaa… pues rico chaval te has agenciado como compañero de trabajo.
– muchas gracias señor, tengo un hambre que me muero.
– anda pide lo que quieras desayunar y rapidito.
– si chaval, tienes que comer más, ese cuerpecito tan lindo tiene que coger musculatura… jajajaja.
– yo me siento bien así, además seguramente este cuerpecito tiene mucho que dar y que recibir.
– jajajaja, sí que es lanzadillo el chico.
– ya te dije que es pequeño, pero muy cabronazo, ten cuidado con él y no lo juzgues por su aspecto.
Yo, me había medio desatendido de lo que seguían hablando, me acerqué al mostrador y pedí mi desayuno, que lo engulli en un pis- pas, estaba con ganas de llevarme algo al estómago después de tanto ejercicio aquella noche. Me arrimé de nuevo a mi tío y a Esteban….
– pues por mí ya estoy listo…
– valeee sobrino, partimos en nada que todavía queda mucho viaje.
– yo también salgo con ustedes, dormirás hoy en el aparcamiento de la posada de Frida?
– si, pero hoy dormiremos en cabina.
– si, también, pero podemos cenar juntos, vale?
– de acuerdo Esteban, allí nos vemos.
– hasta luego guapitoooo…. (Me nalgueó).
– cuidadín Esteban, soy pequeño pero matón.
– jajajajaja, me encantas chaval.
Mi tío y yo partimos de nuevo en ruta, los km pasaban y la radio se intercalaba entre las noticias y música antigua que mi tío ponía, yo me volví a dormir un rato; al despertarme había amanecido, sentí el calor del sol en mi cara, no podía casi ni abrir los ojos, gire la cara bostezando y estirando los brazos hacia la parte del conductor…..
– vaya, mi sobrino despertó… qué tal?
– bien, bien tío, estoy bien, no tendrás agua por ahí.?
– toma la botella.- como que me vio cara de asco:
– ahora vas a hacerle ascos a mi boca después de comerme la polla anoche.
– joder enano, qué fino eres. Verás de eso quería hablarte.
– soy todo oídos.
– pues lo que pasó, pasó, vale?
– claro que pasó.
– pues quiero que por ti, por mi, por tus padres, y por la familia esto quede zanjado y cerrado aquí
– qué quieres decir con eso?
– pues que anoche no debió ocurrir lo que pasó entre tú y yo, fue todo un calentón mío y te pido perdón, pero nunca más, ok?
– Verás, soy suficientemente mayor y maduro como para saber guardar un secreto como este, mis padres no se van a enterar de nada y menos la familia. Anoche y siempre me pones cachondo, me gustas, me das un morbo especial y quiero ser tuyo.
– Pedrito, no ves que eso no está bien?
– qué no está bien? Follarme porque eres mi tío? Y si fuera alguien de la calle, cuánto le pagaste a aquel chaval que te folladte en el aparcadero?
– pero… Qué poca vergüenza, y tú cómo sabes eso?
– lo vi tiito, lo vi, y me puse muy celoso, porque yo quiero ser tuyo, tu siervo, que tú seas mi amo y que hagas de mi lo que quieras.
– pero Pedrito, estás oyendo lo que dices? Qué pensaría tu madre, por cierto mi hermana, si te oyera decir esas cosas?
– mi madre no pinta nada aquí, tu quieres follarme? Tu quieres que sea tu putita? Quieres hacer de mi un esclavo, claro que sí, no ves tú polla bajo de ese pantalón como está de gorda y excitada ahora mismo?
– sobri, me pones en un aprieto, qué descarado eres, joder, mejor callar y ya iremos viendo, queda mucho tiempo.
– está bien tío, pero acepté venir contigo para que los dos disfrutaramos este viaje de la forma más caliente posible.
– um, eres demasiado.
No volvimos a hablar de aquello, solo conversaciones referente a la familia, al paisaje, al fútbol, etc. Habíamos parado a comer en un restaurante de carretera, pero enseguida volvimos a ella para adelantar kilómetros, mi tío me dijo que a la altura de Estrasburgo seguramente nos cruzaríamos con mi primo Lucas que volvía precisamente de nuestro destino; aquello me alegró, podría conversar por algún rato con alguien de mi edad, ya que aunque me ponían muy cachondos aquellos maduros, sus conversaciones eran pésimas.
La noche había llegado, y tal como habían acordado Esteban y mi tío se volvieron a ver en el aparcadero de Frida, allí cenamos los tres juntos. Esteban se mostró muy cariñoso conmigo, a veces incluso un tanto empalagoso, sus manos no dejaban de sobar mi cuerpo mientras mi tío observaba sin darle demasiada importancia, imaginaba que tenía plena confianza en su colega y que aquellas groserías, toqueteos, y demás indirectas cachondas, eran fruto de un tipo gracioso y cachondo.
Al terminar la cena y después de que ambos se tomarán unas copas viendo el partido de turno, nos retiramos a dormir; Esteban tenía su camión varios metros alejado del nuestro, mi tío y yo nos despedimos de él dándole las buenas noches, me invitó a irme a su cabina entre risas, mi tío le dijo que no fuera más cabroncete conmigo, y después nos separamos.
Al subir a la cabina, cerró las cortinillas, nos pusimos cómodos y mi tío preparó el catre del camión, no era muy grande pero lo suficiente como para dormir una noche dos personas, además, prefería el estar pegaditos para intentar volver a poner a mi tío cachondo.
– ven aquí, arrímate Pedrito.
– qué pasa tío?
– bájate los calzones.
– qué vas a hacerme?
– no seas caliente, enséñame tu agujerito, te veo todavía escocido.
– ah… ya mucho menos, no duele.
– bueno, a ver
Me bajé los pantalones y calzoncillo juntos, mi culo quedó a su disposición, alargó su mano, pillaba el bote de crema, después untó sus dedos y acarició mi ano sutilmente, muy despacio, me entró un escalofrío placentero, mi polla se puso dura como el hierro, mi tío se dio cuenta, siguió acariciando mi trasero unos segundos más, después me nalgueó con fuerza haciéndome chillar de dolor.
– ay… joder, qué daño.
– anda súbete los pantalones, estas casi curado. No tienes nada.
– pues si estoy curado ya, podrías continuar no?
– venga picha loca… a la cama y a dormir.
Mi tío se enroscó en el catre, me metí pegado a él, intenté excitarlo, rozar mi cuerpo al suyo, estaba muy caliente, lo deseaba, pero en segundos empecé a oír sus ronquidos, no podía dormirme, estaba entre excitado y malhumorado por haberme calentado y después dejado tirado con la verga apunto de explotar.
Salí a tomar el aire, de pronto vi la figura de un tipo apoyado en un camión, era el de Esteban, me acerqué un poco más, efectivamente era él, se fumaba un puro en mitad de la noche, un tipo rudo, fuerte, solitario, seguí su dirección, no se percató de mi hasta que estuve encima.
– joder… qué susto, qué haces aquí tu solo?
– no podía dormir, estaba agobiado.
– fumas?
– no, no, gracias, y menos ese cacho.
– eso es en cierto modo mentira, yo creo que sí, que te los fumas y mucho más gordos.
– ja, ja, ja… qué gracioso el señor Esteban.
– mira chaval, son muchos años los que tengo y sé diferenciar cuando un tío le gusta coño y cuando prefiere polla.
– sií? Y qué crees entonces que prefiero yo?
– claramente?, de verdad quieres que te diga lo que tú quieres hoy y ahora? Lo que tú tío no te ha dado.
– y qué es lo que no me ha dado mi tío.
– un pito duro y gordo como este viciosillo… (Esteban había agarrado su pene por encima del pantalón). Te gusta?
– bueno, podría ser.
– ven, acércate.
Me acerqué, me agarró casi en volandas y me pegó a su cuerpo, llevaba una camisa abierta, su pecho peludo canoso y su vientre gordo y duro chocó contra mi cuerpo, su boca buscó la mía, su barba inundó mi cara y su boca empezó a lamer mis labios, en un principio me resistí, pero fue mayor el morbo que la diferencia de edad, abrí mi boca y dejé que su lengua invadiera mi garganta, las dos chocaron, su sabor a puro y a whisky me cautivó, era una mezcla de asco y mucho calentón, seguíamos morreandonos, su saliva me inundaba, su olor a sudado me atrapaba, sus fuertes brazos me estrujaban contra él, sus manos habían agarrado mis nalgas y las acariciaba y azotaba sin parar de comerme la boca a lengüetazos.
De pronto paró, se desabrochó el pantalón, lo dejó caer hasta los tobillos, y después bajó sus calzoncillos, se agarró un tremendo pedazo de carne a medio empalmar, gordo, babeante, empezó a meneársela y seguía comiéndose mi boca.
– quieres probar mi verga, chaval?
– bueno.
– venga, arrodíllate y tragatela como seguro que tú sabes hacer.
Me arrodillé directamente, soltó su polla, todavía no estaba dura del todo, la agarré con mi mano y fue acción- reacción, se le puso dura como una piedra, gimió y se retorció sobre el camión, después pegó un bufido de placer, mi lengua repasó su gordo capullo, lo succioné y masturbé, sus gemidos eran descontrolados, temía que nos oyeran, estaba disfrutando de mis chupetones, agarró a mi cabeza y penetró mi boca, su picha me hizo pegar una arcada al hacer tope con sus huevos, me mantuvo con ella dentro , después me soltó, volví a coger aire, a toser y salibar para después volverme a tragar su polla hasta el fondo, ahora no me ahogaba, un continuo mete y saca de su polla dentro de mi boca lo hacía suspirar, gozar, decirme cosas
– Uf cabroncete, qué putita eres, como la chupas maricona… um.… oh.… ah… sigue chaval, sigue, qué suerte tu tío tenerte y follarte todos los días.… um.… chupa, chupa…..
Yo no podía más que tragar esos 22 centímetros de estaca gorda, respirar cuando podía y hacerle gozar, que es lo que él quería, sus gemidos, sus jadeos, sus bufidos eran enormes, no se cortaba para nada en ser silencioso, y a mí no me importaba, solo tenía miedo por si mi tío despertaba y nos pillaba, pero a esas alturas de mi calentón ya no pensaba ni en ello.
Llevaba un buen rato mamando verga a Esteban, las quijadas empezaban a dolerme, pero yo seguía como buen putito sin parar, su pollón estaba impregnado de mis babas, empecé a sobar sus pelotas colgantes, su capullo era succionado cada vez que salía, su precum era enorme, de pronto Esteban me agarró de los hombros, tiró de mí hacia arriba, su mano se clavó en mi culo, empezó a sobarlo, metió sus dedos en su boca y luego los metió entre mis nalgas, como empecé a retorcerme de placer a gemir, a agarrarme con fuerza a su cuello, a mamar sus pezones, a mordisquear sus tetas gordas y restregar mi pecho contra su cuerpo, sentí como metía uno dedo en mi ano, empezó a moverlo dentro, a meterlo y a sacarlo, y yo a restregarme contra él y gemir, y querer ser follado…..
-um… oh… qué ricooo.
-te gusta mamoncete, eh? Quieres más, quieres mas?
– claro, claro.… quiero tu pollón, fóllame, oh.
Esteban me agarró con fuerza, me empujó contra el camión, abrió mis piernas con sus pies y después sentí sus gruesos dedos lubricar mi ano con su saliva, volvió a meterme dos de ellos de golpe, chillé, tapó mi boca con una mano y siguió penetrándome con sus dedos, dejó de tapar mi boca, agarró su pollón, lo arrimó a mi culo, yo me relajé del todo, una mano suya azotó mis cachetes y la otra undió su polla en mi ano, solo tuvo que dar un par de empujones y estaba completamente dentro de mi.
Me costó acostumbrarme, dolía bastante, pero Esteban empezó a bombear aquel pedazo de verga; primero fue sensible y gentil y lo hacía despacio, pero como buen camionero, me agarró con fuerza a darme embestidas mucho más fuertes, me cruzó el brazo por el cuello, su otra mano se agarró a mi cadera y sus continuas enculadas hacían que su pollón me atravesara de fuera a adentro una y otra vez.
Los dos gemíamos, los dos gozábamos como bestias, su panza rebotaba en mi espalda, cada vez que su pene me atravesaba el cuerpo, su continuo mete y saca me sumía en el más profundo de los placeres, mi pene reventó de gusto, mi semen salió en tremendos trazos, yo convulsionaba y me desvanecía por momentos mientras Esteban no paraba de taladrar mi culo cada vez con más fuerza, por fin su respiración acelerada, sus gemidos más fuertes sus brazos apretandome casi hasta ahogarme, empezó a bufar y su polla descargó una tremenda lechada caliente y espesa dentro de mi sin dejar de suspirar y gritarme lo rico que estaba mi culo……
– pero, qué es esto?
– Pero Cacho cabrón, qué haces?
– no tío, noooooo… no lo hagas, yo vine por él.
– eres una zorrona sobrino, eres todo una putita.
– déjalo Gerardo, no seas cruel con él, al chaval le gustan las pollas y es joven.
– tu cállate cacho cabrón, no quiero ni mirarte, vámonos Pedrito.
Me subí los pantalones como pude, la lefada de Esteban me salía del trasero todavia y corría por mis piernas, mi tío me llevaba arrastrado de mi brazo, iba cabreado, no paraba de decirme, puton, puton… yo empecé a llorar, los dos subimos al camión, me dio toallitas y me aseé como pude, el se metió al catre y no volvió a decirme nada más.
Y hasta aquí
comos igue