Mis Memorias – Mauricio, y mis Aventuras en la Escuela Homoerótica
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Serffer.
Luego de los sucesos anteriores en el segundo grado de secundaria, los últimos dos meses de clases no asistí a la escuela. Les dije a mis padres que me sentía mal en ese lugar y que me dejaran quedar los últimos días de clases en casa. Por supuesto, ellos no lo tomaron para nada bien, pero mi berrinche fue tal que terminaron dejándome hacer lo que quería. Les prometí que el siguiente año retomaría las clases y todo lo que fuera necesario para que no me estuvieran molestando durante esos meses. Como era de esperarse, al no presentarme el último bimestre, reprobé todas las materias de ese ciclo. Excepto inglés e historia, porque siempre tuve las notas más altas, me pasaron con el mínimo aprobatorio. Pero en Matemáticas como no iba muy bien, terminé reprobando esa materia, y me fui a extraordinario.
Durante el tiempo que pasé en mi casa, estuve muy deprimido las primeras semanas. Casi llegué al punto de querer quitarme la vida, aunque sea una vez si lo consideré, pero obviamente no me atreví, y después me arrepentí muchísimo. Luego de haber pasado mi “tiempo de duelo” comencé a recuperarme de todo lo que pasé con Ricardo. Hago un paréntesis aquí, “Mis Memorias – Ricardo el Chico Malo” fue mi anterior relato, pueden buscarlo y leerlo si gustan, pero no es necesario para seguir la continuidad de mis memorias, ya que a él no lo volví a ver, y esto es una parte diferente de mi vida de adolescente.
Retomando; Después de haberlo superado, ya solo me quedaba un mes más o menos para entrar de nuevo a la escuela, y les exigí a mis papás que si querían que regresara a la escuela me inscribieran en la misma del primer año (en segundo estuve en una diferente), y así fue, pero no antes sin ir a presentar mi extraordinario a la vieja escuela donde conocí a Ricardo. Solo se trataba de un día; unas horas, pero tenía miedo de regresar, porque no quería ver a nadie de mi viejo salón de clases. Todo el tiempo que pasé en casa sin ir a la escuela (incluyendo las vacaciones de verano) no salía a ninguna parte, ya que no conservaba ningún amigo, pero eso me ayudó a crecer como persona, ya que invertí todo ese tiempo en mí. Quería que mi regreso a la antigua escuela (la de mi primer año) no fuera un fiasco como mis dos años anteriores. Quería que este último año valiera la pena, por todo lo que no disfruté antes. Así que me propuse no volver a caer en el mismo error, y dejaría a los hombres de lado. Estaba decidido a conseguirme a una chica bonita, con la que saldría y finalmente sería “normal”. Hice ejercicio y logré ensanchar mis brazos, también recuerdo haberme puesto a dieta, aunque nunca fui “gordo” en los últimos meses de clases, comía mucho (imagino que era porque comenzaba a desarrollarme) y tenía una pansa que no me gustaba. Saliendo a correr, y comiendo más sano logré lo que quería. Tenía el abdomen plano, y hasta había logrado que se me marcara aquella “V” en la pelvis que en lo personal me enloquece en un hombre!
Con “mis nuevas armas” listas, estaba decidido a ser otra persona y dejar de complicarme la vida, con sueños imposibles. Cuando regresé a mi escuela de segundo grado a presentar mi examen extraordinario para validar la materia que reprobé, me mandaron a un salón junto con un grupo de chicos más, que irían a presentarlo también, y entre ellos estaban dos antiguos compañeros de clases. A uno solía hablarle eventualmente, era más bajito que yo, pero algo atractivo. El otro no era nada especial, y casi no lo conocía, pero ambos se habían quedado sorprendidos de cuanto había cambiado. Había crecido unos centímetros más, y recuerdo que en ese entonces medía entre 1.70 y 1.75, era más alto que ellos dos, y como tenía que regresar con el uniforme del año pasado, tuve que ponerme el mismo suéter de esa escuela, y la camisa, entonces estaban algo ajustados, y me remangué el suéter dejándolo desabotonado, por las mismas razones. Esto causó furor, porque mis brazos eran notablemente más anchos, y estaba más delgado que la última vez que me vieron. Además de un corte de cabello nuevo, nunca le había puesto mucho interés a mi cabello, hasta entonces, así que me había hecho un mohicano que estaba de moda en ese tiempo, algo largo de arriba y atrás, pero corto de los lados. Era al parecer una persona nueva, y no dejaban de observarme.
Durante el examen quedamos juntos, y uno de ellos, al que ya conocía un poco, de nombre Daniel, hasta se ofreció a pasarme las respuestas. Al final todos nos ayudamos. Cuando ya era hora de irnos, al que casi no conocía y ni siquiera recuerdo su nombre, se fue a su salón, y Daniel era un listo, siempre andaba metido en problemas, y obviamente no le gustaba la escuela. Así que cuando le dije que ya me iba, y como tenían la puerta de la entrada abierta, para los alumnos (como yo) que tenían que retirarse porque ya no estudiaban allí, Daniel se me pegó y se salió de la escuela junto conmigo. No parábamos de reír porque nadie se dio cuenta de aquello.
Cuando íbamos camino a tomar el autobús, me venía contando todo lo que pasó en mi ausencia. Que Ricardo tampoco regresó, que los profesores preguntaban mucho por mí, pero nadie sabía darles razones. Que la prima de Ricardo también dejó de estudiar en esa escuela (ella era mi última esperanza de saber algo de mi viejo amor). Poco a poco las cosas se fueron tornando más calientes, y me hablaba de que el año pasado tuvo sexo con una compañera del salón. Y no lo dudaba, el tipo era atractivo, y de esos que les gustan a todas las chicas “malos y rudos”. Y notaba que de vez en cuando se agarraba la verga, pero ya me había programado de tal manera que no me iba a fijar más en esas “simples tonterías pasajeras”, que ya no le prestaba atención a sus insinuaciones. Hasta que nos subimos al bus, y yo iba por delante, de pronto sentí que me apretó una nalga, y volteé a verlo, él solo se reía y seguimos avanzando hasta que tomamos asiento. En ese momento comencé a prenderme porque ya no era un novato, estaba claro que se me insinuaba e íbamos a comenzar con aquellos jueguitos que tanto me gustaban. Entre la plática le pregunté qué en donde vivía él, y como resultó que no era muy lejos de mi casa, decidí no bajarme, e irme con él. Porque de hecho ya me había invitado a su casa cuando salíamos de la escuela, por eso acepté, y todo se dio.
Cuando nos bajamos, me di cuenta de que su casa quedaba por lugares que conocía, así que no había problema. Cuando íbamos en la calle se encontró con unos amigos y los saludamos para luego continuar hasta su casa. Vivía en un departamento con su mamá. Era mediano, de dos recamaras. Pasamos a la suya que estaba bastante desarreglada, ni siquiera había tendido la cama en la mañana, y tenía cosas tiradas por todos lados. Él comenzó a quitarse los zapatos y el uniforme, yo solo dejé mi mochila en un rincón y pasé a sentarme en un pequeño sillón al frente de la cama. Él por su lado solo estaba en bóxers y calcetas. Era delgadito, y casi no tenía culo, recuerdo haberme decepcionado en ese momento por aquello jaja. Yo lo miraba de pies a cabeza, porque sabía que eso era lo que quería. Cuando pensé que se iba a vestir caminó de regreso, y se sentó así en la cama. Me dijo que hacía un chingo de calor y que se iba a quedar así. Por supuesto que no me molestaba, y se lo dije, que estábamos en confianza. Luego me preguntó que si yo quería quitarme el uniforme estaba bien, que su mamá iba a llegar hasta la tarde.
Yo no quise quitarme nada, porque me remordía la consciencia, en mi mente ya no quería ser así, ya que solo me causaba problemas el fijarme en hombres. Por eso evité que se propiciara cualquier cosa. Y le dije que no, que yo estaba bien así. Luego empezamos a jugar videojuegos, los dos sentados al filo de la cama, y notaba como cada cierto tiempo Daniel no podía evitar tocarme de alguna forma. Ponía su mano en mi pierna, me abrazaba o me despeinaba un poco. Yo seguía en lo mío, tratando de divertirme un rato, pero al ver que ya la tenía dura, no pude más, y me dije; que pase lo que tenga que pasar.
Recuerdo que jugábamos en el playstation, un juego de Crash, y como era de un jugador, nos turnábamos el control, vida y vida. Nos encontrábamos en un nivel complicado y nos estábamos muriendo bastante. Al ver que los controles estaban complicados, optamos por ayudarnos, uno apretaba ciertos botones, y el otro los demás. Para esto según él, era mejor que se pasara atrás de mí, y así lo hizo, yo estaba sentado al filo de la cama, y él me rodeó con sus piernas, y pasando sus brazos por debajo de los míos, tomamos ambos el control. Pero ni tardo ni perezoso, aprovechó la oportunidad de tocarme con su pene, como lo tenía debajo del bóxer no sabía que tan grande lo tenía, pero recuerdo perfectamente que me sorprendí, porque sentía que ese tipo tenía un monstruo. Comenzó a hacer movimientos de arriba abajo con su miembro en mi espalda, y con total descaro sacó mi camisa que se encontraba fajada en el pantalón, y la alzó junto al suéter, con la espalda descubierta, me restregaba el pene sin ningún pudor. Ya para ese entonces dejé de jugar y él comenzó a decirme cosas al oído, como que me había puesto bien rico, que todo el camino la traía parada por estar pensando en mí. Yo solo me reía, porque ya sabía todo eso, si no había pasado nada antes, fue porque yo no quise.
Entonces me sacó el suéter y la camisa, y con el torso desnudo me levanté y me le fui encima. Comenzamos a besarnos, y fue inevitable, los recuerdos de Ricardo llegaron a mí, podía sentir que Daniel no dejaba de apretarme las nalgas, e intentaba quitarme el pantalón sin desabrocharme nada, pero el cinturón impedía que se bajara por completo. Con el pantalón a medio culo seguimos besándonos. Pero algo extraño sucedió, me empecé a enfurecer por cómo me había abandonado, y por mí, por estar cayendo en la misma “basura” de antes. Nuestro beso se tornó violento, y lo tomé del pelo, y recuerdo que empezaba a quejarse por mi agresividad, y nos separamos. Me dijo algo como que no fuera un bestia jaja. Ahora me provoca algo de risa recordar aquello, pero en su momento me enojé aún más, y le solté una ostia en la cara. Comencé a subirme el pantalón, y sin decir nada intenté salir del cuarto, pero Daniel se levantó y me empujó contra la puerta, me tropecé, con todo su tiradero y me caí al suelo.
Estaba tan furioso en ese momento que no quería hablar, porque sabía que cualquier cosa que dijera iba a poner peor las cosas. Entonces sucedió lo inesperado, y Daniel se quitó el bóxer como pudo y todo aquél pedazo de carne enorme, salió a floté. No podría decir con seguridad cuanto le mediría, pero yo creo que rondaba los 18 a 20 centímetros. Nunca estaré seguro porque en aquél entonces el pene más grande que había visto era el mío, y medía 17 cm, aquél monstruo era mayor que el mío, y Daniel se aprovechó de que estaba en el suelo y comenzó a pasármelo en la cara. Recuerdo que cada que pasaba por debajo o cerca de mi nariz, me llegaba un ligero olor a orines, que en ese momento no sabía si me excitaba o me había enfurecer aún más.
Por supuesto yo me resistí a que la introdujera en mi boca, porque la situación me parecía degradante. Daniel comenzó a insultarme, llamándome mariconcito. Entre otros tantos insultos más. Recuerdo que decía que se la mamara, que me iba a gustar, y que después me iba a coger tan rico que iba a regresar. Ya para ese entonces estallé, y lo empujé. Cayó al suelo, y allí lo agarré a golpes, gritándole que el único puto aquí era él. Que era un ofrecido, y seguramente era la putita del salón, por eso venía a dárselas de macho conmigo. Fue entonces que me gritó que los únicos putos éramos Ricardo y yo, que todos sabían que nos la chupábamos, y quién sabe cuántas cosas más. Me quedé helado con esas palabras, y me levanté, tomé mis cosas y salí de su casa como pude. Había dejado a Daniel con la boca llena de sangre y tirado en el piso. Cuando salí me encontré a sus amigos que saludamos cuando llegábamos. Quisieron saludarme pero tenía tantas ganas de llorar, que solo me fui corriendo. Pasé un rato a un parque que estaba cerca, y ahí me calmé para poder llegar a mi casa. Al día siguiente entraba a la nueva escuela, y estaba más decidido que nunca a ser “normal”, así que en cuanto llegué comencé con mi nueva pose, en la que no dejaría que nada me afectara y tampoco tomaría a nadie en serio. Solo quería divertirme y disfrutar al máximo mi último año en lo que había sido toda una pesadilla.
El grupo que me tocó era diferente al del primer año, pero ya conocía a varios de los profesores, así que rápido pude ganar terreno, y me hice amigo de los que parecían tener más poder allí. Como era la novedad y a los 15 las niñas ya estaban con las hormonas por los cielos, enseguida se acercaron todas a mí en bola, intercambiamos números, y yo me sentía como un rey, porque todo estaba saliendo mejor de lo que pensé. Los chavos de esta escuela eran otra cosa comparados con la anterior, eran muy sociables y todos se llevaban bien. Habían sus excepciones claro, pero yo enseguida entré en su grupo, y me invitaron a formar parte de su equipo de futbol. Aunque no me gustaba para nada, quería encajar y no aislarme como antes, así que les respondí con un sí, y en una semana ya había conseguido novia. Su nombre era Brenda, y era de las niñas más hermosas de la escuela (sin exagerar). Ya estaba convertido en todo un chico popular, y eso me tenía feliz de la vida. El que haya sido el último año ayudó mucho, pues ya todos eran más maduros y se la llevaban más tranquilo.
Una de las particularidades de esta escuela, o al menos de mi grupo es que los hombres tenían un jueguito en el que siempre se agarraban el culo, cuando otros estaban distraídos, o hacían como se la metían cuando se agachaban o estaban de espaldas. Tampoco faltaban los agarrones de vergas si estabas distraído. Enseguida comencé a identificar a los que lo hacían mucho más que los demás (los más extrovertidos y desmadrosos). Entre ellos estaban un chico que llamó mi atención desde el primer momento. Axel era su nombre. Moreno de excelente cuerpo, y un perfil griego que me derretía. Cada que hacíamos deportes y llevábamos el short, me encantaba verle las piernas, porque estaban bien formadas, y muy velludas. Aquí fue cuando comenzó mi fascinación por los hombres peludos jaja. Y el otro Mauricio. Este era un rubio de ojos miel con la sonrisa más encantadora que se puedan imaginar. También ya le salía algo de barba y lo hacía ver mayor. Éramos de la misma estatura, con un cuerpo formado porque también jugaba futbol. Todo un rompecorazones, siempre andaba con diferentes chavas, pero de ninguna se sabía que fuera su novia. Desde un principio no nos caímos bien y por eso no hablábamos, pero tampoco nos peleábamos ni nada. De las veces que cruzaba más palabras con él, era cuando jugábamos partidos. Pero hasta ahí.
Luego de más o menos el primer mes de clases, me llevaba super con todos los profesores, sobre todo con los que ya me conocían, y con todos los de mi salón, exceptuando a Mauricio, que a pesar de que yo nunca le hice el feo o algo por el estilo, él nunca me hablaba, siempre parecía que se fastidiaba cuando aparecía yo. Con mis viejos compañeros hablé poco, pues estaban en otro grupo, y realmente ya no me interesaban en lo más mínimo.
Con el tiempo fui entrando en su juego de agarrones entre hombres (por alguna razón las mujeres veían esto de lo más normal, y de hecho entre las más alocadas solían darse de nalgadas también) . Cada que podía le daba nalgadas a alguno de mis compañeros, y generalmente a los que tenían mejor culo, y a Axel, que me encantaba porque era el más llevado en esto, siempre que alguien lo agarraba por atrás el seguía el juego y hacia como si le gustara (que seguramente si le gustaba), y lo mismo si le agarraban la verga. Otros enseguida se quitaban y se reían, pero él se dejaba. Más si veía que no había nadie. Una vez estábamos solos en el salón porque regresé por dinero para comprar algo en el receso, y estando allí. Me agarró la verga y le seguí el juego, comencé a decirle que le siguiera, que me la jalaba bien rico. Todo esto por encima del pantalón. Y él seguía, a mí ya se me estaba parando, y cuando lo notó me soltó. Me dijo que ahora yo se la jalara a él, favor con favor se paga… Y así lo hice, se la agarré, y él se echó las manos a la cabeza y cerrando los ojos dejó que se la agarrara tanto como quise, hasta los huevos se los apreté, y él como si nada. Luego paré porque ya no me estaba gustando para donde se dirigía aquello, y le dije algo como qué puto eres! jajaja. Nos reímos y salimos del salón. Así pasaron las semanas, aquél ambiente homoerótico que se respiraba en ese salón era lo más, recuerdo que la traía parada todo el tiempo. Axel y yo habíamos desarrollado una especie de complicidad, y cada que alguno de los dos se le paraba buscaba la forma de ponérsela en el culo al otro, y así nos quedábamos un rato riéndonos (todo esto sucedía en medio de los demás, nadie jamás prestaba atención a esos actos, era tan normal que daba miedo… o gusto).
Estaba siendo el mejor año de mi vida. Disfrutaba de autoridad, popularidad, tenía una novia con la que de vez en cuando teníamos fajes que me dejaban a mil. Y para eso de Octubre vino una fiesta de Halloween en casa de una compañera de otro grupo. Había invitado a todos los de tercer año, y como tenía un hermano de prepa, también hubo algunos de prepa allí. Ese día tuve mi primera vez, con mi novia de ese entonces, Brenda. Lo recuerdo con cariño, porque si la llegué a querer mucho, y había sido todo muy bonito, a pesar del ambiente a alcohol y cigarros de la fiesta. Nosotros nos fuimos a uno de los cuartos, que la dueña de la casa nos prestó por ser amiga de mi novia. Y allí ambos perdimos la virginidad. Me sentía más enamorado de ella que nunca, y pensé que había superado mi etapa de los hombres (al menos por esa noche). Al Lunes siguiente, de regreso en la escuela todos seguíamos con aquellos juegos. Y cuando noté que me seguía excitando aquello, supe que no estaba superado, pero igual no me importó demasiado, porque ahora tenía novia. En los días siguientes Brenda y yo comenzamos a tener muchas discusiones, porque yo quería tener sexo, y ella me decía que no podía porque no tenía más condones, luego porque sus papás no la dejaban salir, y diferentes excusas. Luego supe que se estaba viendo con su ex, y cuando la confronté, me lo dijo, y terminamos. Me pidió perdón, pero que seguía enamorada de él, que lo que habíamos tenido era muy especial, pero que lo que sentía por su ex era más fuerte y blah blah blah.
Esos días anduve muy bajoneado, pero ahora tenía un montón de amigos y amigas que me apoyaron. Y en unos días ya estaba como nuevo, pues nos íbamos a centros comerciales, al cine y todo lo que se pudiera después de clases. Luego de haber terminado con ella, tenía más tiempo para mis amigos, y comencé a juntarme con los payasitos de la clase, que siempre andaban haciendo cosas para molestar a los demás, pero todo en buen plan. Bromas nada más. Solían quitarse la camisa, y se sacaban el pene enfrente de las mujeres. Todos se reían y demás, pero ninguno de ellos tenía muy buen cuerpo, uno estaba bastante gordito, y daba más risa que otra cosa. Yo los seguí un par de días y me quitaba la camisa también, pero la metia en mi pantalón en la parte de enfrente, y les bailaba a las chavas, y a los chavos también jajaja. Recuerdo que por mi buen físico gané más popularidad, no solo en el salón sino en la escuela en general. Cuando me quitaba la camisa, dejaba que las chavas más aventadas me tocaran, y ellas encantadas. También a mis amigos, que seguramente les gustaba y jamás me lo iban a decir, veían su oportunidad de oro. Y me apretaban el pecho o me tomaban de la cintura, me decían cosas como mi amor, o cosas por el estilo. Cuando jugábamos partidos de futbol, solía quitarme la camisa también, y a raíz de eso, como el profe me dejaba, más de los de chavos del equipo lo hacían, y estaban todos bien buenos (la mayoría). Esto provocaba que chavas de otros salones salieran a vernos, y creo que impuse moda, porque luego veía a más chavos que lo hacían pero de otros salones. Al volverse esto tan famoso, la directora nos aplacó a todos, y dijo que únicamente estaba permitido hacerlo durante los partidos. Esa escuela estaba tan cargada de homoerotismo que era perfecta para una peli porno. Días después hubo otra fiesta, a la que fui con Axel, y los demás. Pero en esa fiesta se juntó gente de varias escuelas. Y me encontré con un viejo amigo de mi anterior colegio. Con Ángel el único amigo que tenía junto a Ricardo en ese entonces. Él también estaba bastante cambiado, antes era algo gordito, pero ahora estaba más delgado, y se veía mucho más varonil, con el pelo algo largo y la barba de cuatro días que se dejó. Su cabello era rizado y negro, sus ojos verdes y unos labios carnosos, uff! No sé si había sido todo lo que estuve tomando antes de encontrármelo, o que de verdad me estaba prendiendo cañón. Cuando lo vi nos saludamos, y ambos más desarrollados y creciditos, no parábamos de alabarnos. Que si yo tenía buenos brazos o él buenas piernas (llevaba bermudas). Y yo traía una camisa de tirantes. Comenzamos a hablar un poco de los viejos tiempos, y fue imposible evitar el tema de Ricardo, porque fue amigo de ambos.
Yo no quería que habláramos de eso, porque él supo que traíamos algo, y quería evitar cualquier tema relacionado a mi gusto por los hombres. Pero él fue quien sacó el tema, y me dijo que siempre había tenido la duda de que si me había ido porque él dejó de ir. Que en el salón Daniel había comenzado a decir cosas. Entonces recordé lo que pasó a principio del ciclo escolar, y ya lo imaginaba, pero tampoco me importaba. Como él siempre fue sincero conmigo y parecía aceptar mis preferencias, o al menos no les daba demasiada importancia, le confesé que sí, que lo quería pero que ya nunca supe nada de él, y que de hecho hasta hace poco tenía novia, pero que cortamos porque regresó con su ex. Para esto, estábamos en la calle, nos salimos para poder hablar mejor. Él traía unos cigarros y comenzamos a fumar, recargados en un carro. La gente era tanta que afuera había un montón de personas que tomaban y bailaban también.
Fue entonces cuando él me dijo que iba a venir con su chava, pero que al final se enfermó y estaba en cama. Que por eso vino solo él. Seguido a eso puso su mano sobre la mía, y me dijo “me gustas… Siempre me gustaste mucho”. Yo me sorprendí, y me quedé viéndolo extrañado. Y como no decía nada, estaba tratando de asimilar aquello. Me dijo que lo olvidara, que eran tonterías suyas. Entonces lo agarré de la cintura y lo besé, ahí enfrente de todos, estaba tan tomado que me daba igual que alguno de mis amigos con los que había venido nos viera. Fue un beso tan tierno, pude notar enseguida que Ángel lo había estado esperando mucho. Así que seguimos así un buen rato besándonos abrazados. Hasta que la gorra que traía puesta hacia atrás, se le cayó, por culpa de uno de mis movimientos. Entonces paramos y nos reímos por lo que había pasado. Él no dijo nada y apenas levantó su gorra me tomó de la mano y corrimos hasta la casa. Pasamos entre la multitud, y la música estaba a todo volumen.
Tocamos la puerta del baño, y abrieron un chavo y una chava que se veían menores que nosotros, así que los sacamos de allí y nos metimos cerrando con seguro. Ángel me puso su gorra y me besó de nuevo. Desabrochó mi pantalón y bajó mi bóxer, yo ya la tenía durísima. Recuerdo que en ese tiempo Lady Gaga estaba iniciando y sonaba mucho Just Dance y Poker Face, sus grandes hits del comienzo. En ese momento estaba precisamente Just Dance, y esa canción me encantaba, cerré los ojos y Ángel se sentó en la taza del baño y comenzó a darme la primera mamada en mi vida. Cuando tuve sexo con mi novia, todo fue muy simple, unos besos, le besé las tetas, le bajé los interiores, me escupí en una mano y luego de ponerme el condón se la metí. Es como dicen, tener sexo con una mujer es como ser vegetariano, siempre te hará falta un buen pedazo de carne… Y en este caso Ángel estaba siendo mi gran filete. La sensación de calor por tener mi verga en su boca era incomparable. El constante jugueteo de su lengua con mi glande, el vaivén de arriba abajo. Sus manos agarrando mis bolas. Todo me hacía sentir en el cielo. El beat de la canción me prendía todavía más. Recuerdo que comenzaron a tocar, y como estábamos demasiado ocupados en lo nuestro, no decíamos nada, y como los toquidos se volvieron más fuertes, terminé gritándoles que se fueran porque me estaban haciendo muy feliz. Fue entonces que abrí mis ojos y miré a Ángel, que se levantó y pudimos besarnos.
Continuó dándome aún más placer, porque parecía ser todo un profesional en eso de chupar miembros. A la vez que me la chupaba, me masturbaba con su mano libre. Yo sentía que estaba por venirme, y el no dejaba ningún lugar sin recorrer con su lengua. Lo tomé de la cabeza y comencé a acariciarlo, mientras él seguía hasta que le dije algo como “me vengo cabrón, sácala ya”. Pero él seguía, pensé que querría que le avisara para que no se tragara mi semen, pero no fue así. Me vine en su boca y él estaba feliz de la vida. Enseguida se levantó y comenzó a besarme aún con mi semen en su lengua. Fue una de las cosas más excitantes, sentir ese sabor salado, pero agradable, y encima directamente de su boca, me puso a mil, se me volvió a poner dura mientras nos besábamos, y yo comencé a agarrarle el culo, que no estaba nada mal, apretable y con vellos. Por si fuera poco, eso me encendió aún más. Tenía mis manos adentro de su ropa interior, y no me resistí más.
Le desabroché el pantalón y le bajé todo, dejándolo desnudo de la cintura para abajo igual que yo. La canción que sonaba había cambiado, para ese momento, ya ni escuchaba lo que sucedía fuera de ese baño. Me arrodillé y sin más me la metí a la boca. Estaba llena de precum y tenía un sabor salado pero algo dulce, y su textura era de lo mejor. No estaba circuncidado, y la tenía del mismo tamaño que la mía, quizás un poco menos, pero igual gruesa y venuda. Me la metía y sacaba con vehemencia, y ocasionalmente pasaba mi lengua por sus huevos, que sabían a sudor, y eso me prendía aún más. Los tenía algo peludos, y mientras tanto le metía los dedos en el culo. Sus gemidos de placer eran mi recompensa perfecta. Él estaba tan caliente que no tardó demasiado en venirse, y también la recibí en mi boca, pero se vino en mucha más cantidad que yo. Quizás llevaba tiempo sin eyacular, porque recuerdo que tuve que escupir una parte, porque comenzó a darme un poco de asco. Yo me había masturbado justo en la mañana, así que era la segunda vez que me venía en el día, y él parecía que llevaba una semana sin soltar nada.
Cuando me levanté nos volvimos a besar, y me decía que si yo se lo pedía dejaría a su novia, que quería estar conmigo. Le respondí con un “no digas pendejadas”, mientras le besaba el cuello y jugaba con su ano. Se sentía tan caliente, que tenía ganas de volverme a venir. Me dijo que siempre le había gustado y que quería estar así conmigo desde que supo que yo tenía algo con Ricardo. Yo no sentía nada por él más que calentura, y no quería caer en el mismo juego de siempre, así que le dije que no siguiera insistiendo, que ambos tendríamos novias, y en un futuro nos casaríamos (aunque realmente nunca he pensado en casarme, ni en ese momento) pero se lo dije para desanimarlo. Luego ambos nos subimos los pantalones y nos limpiamos. Le dimos un trago a nuestras cervezas y salimos del baño como si nada.
Esta ha sido la primera parte de esta historia. Para el próximo relato que espero subir pronto, les contaré de Mauricio más a fondo, ya que hasta esa parte de mi vida no había pasado nada entre nosotros hasta poco después de esa fiesta. Pero ya se los contaré luego. Un abrazote!
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