Negros de buen corazón y buena verga 2-I
La cámara de la casa capturó cada segundo de lo que estaba pasando. De como un hombre musculoso de piel negra estaba sentado en un sillón con los brazos detrás de la cabeza, mientras tenía entre sus dos piernas musculosas a un hombre rubio y a sus cuatro hijos menores de edad chupándoles la polla. .
Patrick era un hombre tranquilo y amable que amaba a sus hijos. A sus 45 años les había enseñado todo lo que un padre debe inculcarles a sus retoños. Desde como comportarse hasta como recibir la polla de un hombre.
Él no era un padre reservado. Siempre pensó que el sexo no debería ser tabú en la familia, y debido a eso, le enseñó a sus hijos los placeres de tener una polla adulta a su disposición.
Su figura atlética realsaba sus músculos formados, pero sin ser excesivos. Patrick no hacía ejercicio intensivo, solo el suficiente para mantenerse sano y el que su trabajo le obligaba a realizar. Un hábito que sus hijos también aprendieron.
El cabello rubio era una característica de la familia y cada uno lo llevaba a su modo. Patrick como el progenitor siempre lo llevaba bien recortado y delineado, como un hombre profesional de una revista de moda.
Sus cuatro hijos, Isaac el mayor le gustaba tenerlo corto y peinado hacia un lado. Richard, el segundo mayor prefería tenerlo sin peinar, dejando que las hebras de su cabello rizado cayeran naturalmente dándole un aire juvenil y fiero. Louis el tercero de los cuatro lo llevaba suelto y caído en una coleta. Le daba un aire sofisticado. El último, Daniel se peinaba igual que su padre.
Los cuatro chicos mantenían una figura atlética muy refinada. Tenían sus músculos bien desarrollados y ejercitados acorde a la edad de cada uno. Sus glúteos eran repingones y difíciles de no notar cuando usaban pantalones cortos o caminaban en bóxer por la mansión.
Su piel blanca y lapiña se cubría de un rosa tierno ante el mínimo roce y sus sonrisas le daban un aire fresco al ambiente.
Su padre los veía orgulloso sabiendo que gracias a sus esfuerzos se mantenían sanos.
«Llenarlos de mi semen cada noche los ha nutrido bien», pensó el adulto.
La casa en donde vivían era una mansión de tres pisos que barcaba varios metros cuadrados en un extenso jardín.
El edificio era blanco y bellamente diseñado al estilo renacentista.
Había dos guardias en la entrada y otros trabajando en los exteriores.
En el interior de la casa solo permanecía el padre y sus hijos.
Ese día en particular, la cámara de seguridad detectó la entrada de un vehículo militar.
La presencia de un hombre musculoso de piel negra enfundado en un traje informal de viaje color gris fue lo que vio Patrick cuando recibió al visitante en la entrada de su casa.
Ambos adultos estrecharon la mano antes de entrar juntos.
Apenas dejaron de ser vistos por los guardias exteriores, un beso dominante unió a ambos en un letargo de calor.
La fuerza de aquel hombre negro era suficiente para ahogar a Patrick y se vio obligado a someterse cuando recibió la lengua de aquel espécimen masculino.
Patrick tragó la saliva y todo lo que le dio el hombre militar negro antes de ser soltado.
Patrick se veía jadeante mientras veía a su visita saborear con su lengua sus labios húmedos.
Unas voces juveniles les hicieron despertar de su deseo carnal.
Ambos adultos vieron a cuatro chicos bajar las escaleras totalmente desnudos.
El menor de todos, Daniel corrió apenas vio al hombre negro, dejando caer desde su trasero semen en abundancia.
—¡Tío Constantine!
La voz alegre del niño contagió al resto y se acercaron corriendo.
Daniel fue el primero en llegar y dio un fuerte abrazo al cuerpo del hombre militar, hundiendo su pequeño rostro en la entrepierna del mayor, sintiendo y oliendo la zona púbica.
El segundo menor miró la escena con envidia mientras se apartaba para que sus hermanos mayores pasarán primero a saludar.
Constantine sonrió al ver a sus sobrinos caminar hacia él con confianza.
Isaac fue el primero en saludar. Se puso de puntilla y besó los labios calientes de su tío recibiendo en respuesta una lengua dominante.
El menor dejó salir un quejido sintiendo la fuerza de aquel hombre y cómo lo sometia solo con su boca.
Mientra tanto, Daniel sintió como la entrepierna de su tío palpitaba y crecía en respuesta a la excitación.
El menor podía oler el afrodisíaco masculino y el característico olor del semen.
Su tío estaba deseoso de follarlos.
Isaac se apartó de los labios de su tío con la mirada tímida.
Su rostro estaba rojo sin saber como responder al beso tan dominante que había recibido.
Constantine solo revolvió el cabello del chico rubio, pasando a besar al segundo, hermano de la misma manera.
Los labios adultos se fundieron con los juveniles de aquel chico de 12 años tragándose con gula su saliva y acariciando su lengua con la suya.
El ruido húmedo del beso hizo estremecer al padre sintiendose perdido por la escena.
«Cómo amo ver a mis hijos sometidos por otro hombre», pensó el adulto orgulloso.
Su virilidad llevaba tiempo despierta y apuntaba dolorosamente en sus pantalones, esperando la oportunidad para salir y desahogarse.
El beso del segundo hijo terminó con un chasquido de labios.
Richard se retiró sonriendo y agradeciendo el saludo.
Constantine ignoró el gesto observando al tercer hermano de la familia.
Louis caminó hacia el hombre y dejó que su experiencia lo guiará.
Como un ciervo ante un depredador, sus piernas fallaron cuando sintió el tacto caliente de aquel hombre negro en su cuerpo.
Cada músculo liberaba tanto calor que se sentía ahogado y los besos de aquel espécimen masculino eran demoledores. Sentía como si le estuvieran inyectando un deseo ferviente de ser follado. Su culo plapitaba con anticipación imaginando la lengua de aquel hombre destrozando su ano.
Louis se separó con miedo y pidió disculpas a Constantine.
El hombre no se inmutó y dejó ir al chico.
Por último, tomó al pequeño de los cuatro quien ya estaba hurgando en su pantalón para sacar su virilidad despierta.
—Mi polla no es para ti pequeño. Te rompería el culo con solo la primera penetración y no podrías volver a cagar después de eso. Es mejor que disfrutes la de otros hombres.
Las palabras del hombre negro sacaron a todos de su ensoñación.
Todos miraron la entrepierna de aquel musculoso negro notando la apariencia de un pedazo de carne grueso y largo. Parecía medir más de 10 pulgadas causando tanto anhelo como miedo a los presentes.
Constantine levantó al pequeño Daniel de 10 años y lo besó.
Incapaz de resistir, el menor fue atrapado por la experiencia y la madurez del hombre militar.
Disfrutó de las caricias de un alma vieja y el calor de un cuerpo despierto.
Podía sentir en cada ápice de su ser el hambre devoradora de aquel espécimen masculino.
Era grande, altiva y furiosa. Como una serpiente negra que se enroscaba en sus presas, para luego transformarse en un puma de pelaje negro de gran tamaño.
Todo en Constantine era grande y les daba a cada uno la sensación de estar ante la definición moderna del hombre viril.
Era alto, metro ochenta y nueve, su piel negra relucia como el jade, pero los músculos bien definidos y entrenados le daban una textura rugosa, como el más crudo de los cueros. Sus ojos grises brillaban como los de un felino, sus cejas pobladas y bien delineados le daban un porte altivo. Su mandíbula cuadrada cubierta por una barba bien recortada le hacia ver varonil y su nariz romana era bien perfilada.
No tenía cabello, pero la calva le daba mayor virilidad. Como si aumentará su porte como militar al verse disciplinado.
Sus labios rojos y carnosos eran calientes, cada beso que daba podía quemar la piel con escalofrios.
Cada parte de su cuerpo era firme y dura, desde sus brazos como troncos de árbol, su gran espalda y cintura estrecha, sus pectorales inflados y apuntó de estallar, su abdomen con ocho pares de abdominales, su pelvis bien marcada, aquella piernas definidas como pilares de mármol y su trasero repingon, destacando en demasía su entrepierna por su polla de gran tamaño.
Era perfecto a niveles estéticos y su apariencia era un delirio para quien lo viera.
Tanto para hombres como para mujeres.
Constantine dejó de besar a Daniel notando un hilo de saliva pegado a sus labios.
Sonrió con sorna dejando que el hilo se estirara hasta romperse.
Cuando dejó al niño en el suelo, su segundo hermano se acercó para besar al niño.
Todos los demás parecían querer besarlo también.
Constantine y Patrick se rieron por la situación.
Dejaron a los niños desnudos solos mientras iban a la sala de estar.
Ambos hombres se miraban mutuamente, uno con un deseo ardiente y el otro con interés.
Patrick iba vestido con un pantalón corto de color beige y una camisola, pero por la forma en que se veía, parecía haber estado desnudo antes.
Constantine se sentó en el sillón central de la caza cruzando las piernas y los brazos.
—¿A qué debo tu visita General?
La voz del padre de familia era ronca, un indicio de su deseo sexual.
El hombre negro entornó los ojos y metió su mano en su pantalón, pronto dejó en evidencia una verga de gran tamaño.
Era larga, casi llegando a la rodilla, su glande era morado y cabezón, lleno de sangre y casi resplandeciente por la luz del día, la carne que lo cubría era de un tono negro como el jade, parecía brillar y las venas que se marcaban en la piel plapitaban con anticipación.
El tronco era voluminoso y rugoso, como el tronco de un árbol.
La base de aquella hombría estaba cubierta de una maraña de pelos púbicos negros en donde se escondían dos bolsas de testículos duros. Debido a la excitación estaban cargados y pesados.
Patrick tragó saliva al ver semejante herramienta y la voz tenorica de su visita lo sacó de su trance.
—Ven y complace a tu General, Patrick. Como en los viejos tiempos.
Sin esperar ni un segundo, el militar negro tenía de rodillas a un hombre rubio de 45 años, el rostro blanco de aquel padre de familia estaba pegado a su verga, oliendo y sintiendo todo de ella.
—Puedes chuparla.
Con aquella orden reverberando en la sala, Patrick inició un ritual con su lengua alrededor de aquel pedazo de carne.
Durante varios segundos, el único ruido era el de unos labios chupando y una lengua saboreando la polla de un negro militar.
La cara de Patrick estaba llena de varias emociones: deseo, orgullo, felicidad y sobretodo, amor.
Un sentimiento profundo por su General.
Constantine observó el gesto de aquel hombre rubio hacia él y asintió.
Entendía sus sentimientos.
Cuando apenas Patrick era un cadete, Constantine lo había tomado bajo su cargo, cuido de él y le enseñó como defenderse en el ejército.
Después de pasar tiempo juntos, Patrick se entregó a su General para el ritual militar de confianza.
Todo soldado debia hacerlo para jurar lealtad a su General, en el caso de Patrick, fue ser follado por Constantine durante meses como si de su puta se tratara.
Cada recuerdo de ellos juntos era placentero para Patrick.
Su General no era amable, solo hacia lo que debía y él tenía la obligación de hacer caso en todo.
Cuando fue penetrado la primera vez gritó como una perra en celo, el dolor fue inimaginable incluso con el lubricante con afrodisíaco que el doctor del ejército había recomendado.
Tomó días de práctica hacer que su ano se acostumbrara a semejante tamaño, e incluso así seguía haciendo muecas en cada penetración.
Las mamadas y los besos eran más fáciles de llevar, pero no menos intensos.
Constantine disfrutaba romper a sus hombres en cada aspecto. Desde los ejercicios físicos hasta en el sexo.
Sus besos podrían terminar en sus soldados pidiendo piedad y llorando por ser follados como castigo.
Las caricias que daba convertian hasta el hombre más viril en su perra cuando tenía su polla y su culo en sus manos.
Sus dedos largos y gruesos sabían donde tocar para someter a sus hombres.
Eso y su característico porte le daba el plus para ser el General ideal en los sueños de Patrick y cualquier soldado dispuesto a seguirle.
En combate el hombre era igual o incluso más feroz que en la cama, no tenía miedo a la muerte y varias veces lo demostró en campañas militares.
Gracias a eso se ganó el apodo del emperador del ejército y el respecto de sus hombres se convirtió en un amor filial.
Casi como el de un hijo por su padre.
Y Patrick deseaba tener la polla de su padre en cada ocasión.
Constantine dejó que su soldado disfrutará de los placeres de su hombría mientras hablaba.
—He venido hoy para pedirte un favor.
—El que quieras, General.
La voz ahogada del padre de familia fue gratificante para el militar, Patrick tenía los testículos del hombre negro en su boca, la saliva se escurria de sus labios manchando el pelo púbico del General.
—Tengo cinco hombres que serán remitidos como guardaespaldas y quería asignarlos a tu cuidado. Vendré cada mes a entrenarlos y estare una semana con ustedes.
Patrick miró a los ojos a su General notando la seriedad en su gesto.
Sacó los testículos del hombre negro y se limpió los labios con su mano libre.
—Comprendo señor. Pueden quedarse el tiempo que quieran ¿Cuándo vendrán?
El aliento caliente del soldado sobre su hombría hizo sonreir al General, tomó la cabeza del hombre rubio y alineó su polla erecta en la boca del padre.
Con una embestida, metió varios centímetros de su grueso y largo miembro viril, haciendo que su soldado se atragantara.
—No debes hablar con la boca llena.
La voz demandante y grave del hombre negro hizo estremecer a Patrick.
Aceptó el mandato sintiendo como su cuerpo recordaba los viejos tiempos.
Él más joven en la misma posición con su General dominandolo como solo él sabía hacerlo.
Constantine dejó a Patrick marcar el ritmo del sexo oral mientras continuaba su charla.
—Vendrán hoy en la noche. Dales una habitación a cada uno. Asegúrate que sea lejos de la de los demás guardaespaldas. Son hombres entrenados por mí y no es bueno que se mezclen con los otros.
Un guiño en el ojo de parte del General hizo entender al hombre rubio.
Sus hijos llegaron en ese momento notando a su padre devorar la polla de aquel hombre militar negro.
—Yo también quiero la polla del tío Constantine.
—No, yo primero.
—Tú ya tuviste la de papá.
—Sí, es cierto.
Constantine miró la pelea de los niños con las cejas fruncidas.
—¡Silencio!
La voz del General hizo que los gritos pararán.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de cada niño y el padre se limitó a seguir chupando la polla monstruosa del hombre negro.
—Ustedes no están listos para recibir mi verga. Sus culos no pueden ni soportar una mano, así que dejen sus peleas de lado. Sino quieren que los castigue con azotes en su culo, vendrán y ayudarán a su padre con lo que esta haciendo.
Cada palabra fue pronunciada con autoridad y seriedad, llenado con un matiz grave y estimulante.
Casi parecía una droga escucharlo hablar.
Los niños corrieron y se arrodillaron al lado de su padre cada quien tomando su lugar.
Las piernas de Constantine se abrieron más para dejar que la familia completa estuviera cómoda.
Su polla negra y testículos cargados de semen quedaron a disposición de los niños.
Cada uno acercó su boquita y labios juveniles para lamer la piel oscura del General.
El aliento de cinco bocas hizo estremecer a Constantine y asintió para si en satisfacción.
—Has entrenado muy bien a tus hijos, Patrick.
El padre sacó la polla de su boca para hablar.
—Gracias General. Todos están para servirle.
El hombre militar hizo un gesto con su mano para que siguiera chupandole la verga.
—Cuando crezcan y entren al servicio militar bajo mi mando, cuidare de ellos como lo hice contigo.
Patrick escuchó cada palabra y sintió como algo cálido se extendía en su corazón.
Conmovido el hombre forzó más su garganta para tragar la polla de su General.
Los sonidos de succión complacieron a Constantine y entendió los sentimientos de su soldado.
En cambio, los niños parecían perdidos. Chupaban y lamian con esmero, pero estaban más dispuestos a luchar entre ellos por tener más de su hombría que por complacerlo.
Le gustaba ver a esos chicos compitiendo por devorar mejor su polla.
Eran la viva imagen de su padre.
Constantine se relajó en el sillón poniendo sus brazos detrás de su espalda y cerrando los ojos.
Dejó que la familia de cinco degustara su hombría a su propio ritmo.
La cámara de la casa capturó cada segundo de lo que estaba pasando. De como un hombre musculoso de piel negra estaba sentado en un sillón azul marino descansando los brazos detrás de la cabeza, mientras tenía entre sus dos piernas musculosas a un hombre rubio y a sus cuatro hijos menores de edad chupandole la polla con todo y sus testículos. Desde la base llena de pelos y con dos testículos pesados e hinchados hasta el tronco carnoso de virilidad que terminaba en una punta de hongo reluciente y apetitoso.
Los sonidos húmedos y de succión no fueron registrados, pero los movimientos de cada uno fue debidamente grabado.
Desde las respiraciones ansiosas de los menores por saborear la carne adulta.
Las inhalaciones casi pornograficas de los mayores para capturar el aroma único del hombre al que le estaban chupando la polla.
Y el movimiento profesional de la boca y garganta del padre de la familia mientras devoraba varias pulgadas de un pedazo de carne viril de grandes proporciones.
La saliva se escurria por todos lados manchando los pantalones de Constantine y el suelo de losa blanca.
El reflejo de la humedad mostraba rostros acalorados y rojos por la excitación.
La familia estaba sumisa y dispuesta ante aquel hombre negro mientras el General solo descansaba sus ojos.
Sintiendo que era hora de irse, Constantine se levantó.
Su polla fue saliendo de la boca y garganta del hombre rubio centímetro a centímetro mientras se paraba.
Dejando salir el glande con un sonido sordo de la boca del padre de familia, Constantine tomó su polla y golpeó con su grosor la cara de su soldado.
Patrick entendió el gesto bajando la cabeza en respeto.
El General sonrió satisfecho antes de observar a los menores en el suelo.
Cada uno lo miraba con adoración y un deseo digno de una perra en celo.
Les sonrió y guiñó el ojo acariciando con su mano callosa su polla. Haciendo que los menores le prestarán atención.
Después, Constantine guardó su hombría en su pantalón para decepción de todos.
—Me voy. Espero estén listos para cuando lleguen mis hombres. Debo ir a la base a traer a alguien conmigo. Volveré más tarde.
El General se retiró dejando a la familia de cinco arrodillado en el suelo con el semblante aturdido.
Sus cuerpos anhelaban más y estaban ansiosos por que Constantine los follara a todos por igual.
Antes de que el hombre negro saliera por la puerta, Patrick reaccionó y corrió hacia donde iba su General.
—Señor, por favor. Tome mi cuerpo y rompame el culo como en los viejos tiempos. Hágalo en honor a mi familia. Mis hijos desean esto al igual que yo.
La voz lastimera y cargaba de deseo hizo detener a Constantine.
Giró sobre sus talones tomando del cuello a su soldado.
—El único que da órdenes soy yo. Parece que tendré que castigarte por tu insolencia. Tus hijos serán testigos de la gravedad de tus acciones.
Llevando al hombre de vuelta la sala de estar, lo tiró al suelo justo en medio de la habitación.
Los niños desnudos observaron a su padre ser echado al piso por un hombre musculoso negro.
Sorprendidos, se quedaron quietos.
Patrick sonrió encantado y levantó su trasero hacia la dirección de su General.
Constantine rompió el pantalón corto de su soldado en un arranque de fuerza y superioridad.
Sacó su polla monstruosa de su pantalón y alineó el glande en el ano rosado del padre de familia.
A pesar de verse estirado y usado con frecuencia, el agujero rosado seguía sin tener el tamaño adecuado para alojar la hombría de Constantine.
Sin importarle nada, el General empujó toda su polla de una.
El grito de dolor del padre hizo estremecer a los hijos quienes observaron temerosos y llenos de adrenalina lo que pasaba.
Constantine desabotonó la camisa de su traje exponiendo sus pectorales y abdominales.
La piel negra relucia como un diamante en bruto dándole una apariencia seductora, como la de una víbora con aires de dragón.
Jadeando por aire y haciendo muecas de dolor, Patrick dejó caer baba y lágrimas al suelo.
Se sentía impotente mientras una polla caliente como la lava y gruesa como un brazo adulto le estaba llenando el culo como hace mucho no lo hacía.
El ardor era nostalgico y solo pudo sentirse dichoso mientras percibía como aquel monstruo de carne se movia para follarlo.
Los golpes de pelvis fueron secos y ásperos.
Como si alguien golpeara la carne muerta de un ternero en una carnicería.
La pelvis de Constantine serpenteaba en un fuerte vaivén de caderas, hundiendo su polla y sacándola después con una cadencia digna de un semental.
Cada centímetro de aquella hombría negra entraba como una serpiente a su cueva y salía llena humedad.
No hubo rastros de heces y otros fluidos pese a la fuerza de las penetraciones.
El abdomen de Patrick estaba hinchado debido al alojamiento de la polla de Constantine en su culo y sentía que sus intestinos iban a revolverse en cada sacudida.
Un calor asfixiante embriagó al padre de familia mientras un aroma penetrante de hombre lo cubría como un manto protector.
Patrick miró a sus hijos a un lado notando sus expresiones ante lo que estaban viendo.
Un negro musculoso le estaba rompiendo el culo rosado a su padre y ellos solo podían mostrar un rostro de anhelo mezclado con miedo.
—¿Ves lo mismo que yo? Todos tus hijos quieren lo mismo que tú. La polla de este General. Quieren tener sus culos abiertos como vaginas después de alojar mi verga como lo haría una mujer con su hombre. Tus hijos son iguales a ti, Patrick.
La voz del General se fue tornando más cruda mientras incrementaba las penetraciones y acercaba su rostro al de su soldado sometido.
Sus labios susurraron unas palabras que sepultaron todos los deseos de la familia en una vorágime de placer.
—Todos ellos recibirán mi polla tarde o temprano. Serán las putas de este General y estarán igual que tú ahora, en cuatro levantando el culo para que mi verga les recuerde quien manda.
Incapaz de soportar el placer, Patrick soltó el semen de su polla sin siquiera tocarse.
Los menores soltaron un gemido al imaginar las palabras de aquel hombre militar negro.
La sola idea de tener a semejante espécimen masculino de gran musculatura cerca ya era una fantasía, el saber que sus culos serían de él tarde o temprano fue la gota que derramó el vaso.
Constantine sonrió satisfecho al lograr su cometido y terminó su trabajo con certeras penetraciones.
Sus testículos golpearon las nalgas del hombre blanco hasta dejarlas rosadas y luego se apretaron en señal de eyaculación.
Constantine apretó el agarre en las caderas de su soldado mientras dejaba que su polla se hinchara.
El glande se expandió hasta sus límites mientras de su agujero salían chorros de semen en gran cantidad.
Como un arma cargada, los tiros de semen blanco y espeso golpearon las paredes internas de Patrick.
Un calor viscoso y húmedo hizo sentir mareado al padre de familia asimilando lo que sentía.
El líquido blanco seguía aumentando de volumen dentro de su cuerpo, mientras los testículos de su General seguían apretandose dolorosamente.
Inyecciones de semen espeso cayeron por varios segundos en el culo rotó del padre de familia obligandole a quedarse quieto.
Su cabeza contra el suelo, babeando mientras veía a sus hijos por el rabillo del ojo, cada uno maravillado de la vista.
De como un hombre musculoso negro tenía el rostro tenso mientras los musculos de su cuerpo se hinchaban mostrando la fuerza de su orgasmo.
Las tiras de semen siguieron cayendo incluso cuando ya no había donde alojarlas, provocando que algunos chorros salieran del culo hermético de Patrick y tocarán el suelo.
Constantine frunció el ceño al ver eso.
—Niños. Coman lo que caiga, no dejen ni una gota.
La voz grave y ronca del hombre les hizo volver a la realidad.
Con el cuerpo temblando se acercaron a los cuerpos unidos del hombre militar y su padre.
Parecían estar viendo a dos perros anudados mientras el semen salía a borbotones del culo rotó de su padre.
Isaac fue el primero en saborear el semen espeso del semental que se había follado a su progenitor.
Era vizcoso, salado y simple. No tenía un sabor amargo y la textura era uniforme, no tenía bultos, se sentía como tragar crema. Una olorosa crema y proveniente de la polla de uno de los hombres más poderosos del ejército de su país.
Richard y Louis acercaron sus caras al culo de su padre lamiendo los bordes para limpiar los rastros de semen que se escurrian por los lados.
Patrick se estremeció al sentir la lengua de sus hijos cerca de donde estaba siendo penetrado por la polla de su General.
Su culo estaba muy sensible y las cargas de semen solo le hizo sentirse más al límite.
Su respiración pesada acompañó las inhalaciones y exhalaciones de su General, haciendo que un entendimiento tácito llegará a ambos hombres.
La camaderia de antaño y el respeto se mantuvo a pesar de que uno de ellos recibía la verga del otro, como lo haría una mujer a su hombre.
Patrick sabía que recibir la hombría de su General no lo volvía menos hombre, al contrario, solo lo hacía sentir orgulloso de tener a un respetable militar cuidandolo.
Darle su culo cuando lo pidiera era más una muestra de cariño de un soldado a su superior.
Ambos hombres dejaron salir un último gemido cuando las descargas de semen terminaron.
Constantine, sacó su polla lentamente dejando que su semen acumulado cayera por los bordes del culo de Patrick.
Los tres niños chuparon los restos dejando al menor de todos relegado y triste.
Cuando la hombría del militar negro estuvo fuera, los niños devoraron con avidez el culo de su progritor sacandole una sonrisa a Constantine.
Patrick suspiró aliviado de recibir atención de sus hijos despues de que le rompieran el culo.
Constantine notó a Daniel relegado a un lado y le hizo una seña para que se acercara.
La vista de un negro musculoso con la polla negra cubierta de semen espeso llenó de excitación y miedo al menor de los cuatro.
Solo tenía diez años y no estaba seguro de poder resistirse a un hombre como Constantine si éste decidía hacerle lo mismo que hizo con su padre.
Tomando su polla dormida y vizcosa, apuntó su hombría hacia la cara del menor.
—Chupa y dejala limpia.
Daniel aceptó inmediatamente la orden.
Su boquita abarcó todo lo que pudo y se pudo ver como su manzana de adán se movía de arriba hacia abajo cuando tragaba los grandes restos de semen del General.
Toda esa cantidad de semilla varonil había salido del hombre de sus sueños, algo que motivaba a Daniel a tragarlo todo como hacían sus hermanos con el culo de su padre.
Probar la carga blanca de un semental como Constantine era raro y que hubiera suficiente era todavía más extraño.
Daniel no estaba dispuesto a dejar caer ninguna gota.
Durante varios minutos, el sonido de pieles y gemido se escuchó en la habitación.
La cámara de la sala grabó cada escena guardandola en su base de datos.
Ahora captaba a un hombre militar de piel negra semi desnudo de pie dejando que un niño de diez años le chupara la polla llena de semen y fluidos anales.
Mientras tanto, un hombre rubio de piel blanca, fornido, pero cansado estaba en cuatro con el culo en alto con tres niños chupandole y lamiendole el agujero rojo de donde salía semen en abundancia.
La escena se mantuvo durante un tiempo hasta que todos estuvieron satisfechos.
Constantine se fue dejando a la familia manchada con su semilla blanca.
Los niños tenían restos de semen en la cara y el padre estaba sudoroso, con las piernas temblando mientras se escurria más de aquella leche blanca de su culo en forma de flor de loto.
Despidieron al General en la sala y Constantine se fue después de arreglar su ropa.
Su auto arrancó lejos de la vivienda como si no hubiera pasado nada, notando que faltaban casi todos los guardias de seguridad en el jardín.
Mientras tanto, en la sala de seguridad donde estaban los monitores que recibían las grabaciones de las cámaras estaba abarrotada de hombres lujuriosos.
Sus pollas estaban afuera, algunas llenas de semen y otras babeadas después de una fuerte mamada.
Habían visto la follada de su jefe con aquel militar negro y los había dejado secos.
Continuará…
Gracias por haber leído. Si quieren conversar, pueden hacerlo por Telegram.
@AlexanderTL28.
Este relato es la continuación de la Saga negros de buen corazón. Espero les guste tanto como a mi al escribirlo.
Nos leemos luego.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!