Negros de buen corazón y buena verga IV
«Pon atención, no queremos gritos, quejas, ni lloros, aquí todos somos machos, y aunque serás nuestra puta, deberás actuar como uno de nosotros» ordenó el hombre peludo arrodillandome enfrente suyo, los demás adultos se acercaron quitándose la ropa, sus vergas erectas palpitaron alrededor mio. .
Desperté al sentir una lengua saborear el contorno de mi agujero, gemí gustoso mientras apretaba las sábanas y escuchaba los murmullos roncos de Ryan a mis espaldas.
Era de madrugada, me encontraba en la habitación donde dormían los niños, miré a mi alrededor notando qué la mayoria dormía, y como siempre la luz del baño estaba encendida, al fijarme en el piso note la silueta de un hombre follarse a un niño contra la pared.
Volví mi atención al hombre detrás mio cuando metió su lengua en mi ano, aguante las ganas de gemir alto escuchando una leve risa.
«Llevamos una semana cogiendo sin parar ¿Por qué me buscas tan temprano?» dije ronroneando por el placer de aquel pedazo de carne bucal jugando con el contorno de mis paredes anales.
Escuché una succión de mi culo antes de que la lengua en mi ano se apartara, hice una mueca por el suceso.
«Parece que has olvidado que hoy te vas de aquí, no puedo dejarte ir sin mínimo marcar lo que es mio» murmuró el hombre apuntando su glande en mi agujero, escupió en la zona lubricando antes de introducirse de una embestida, apoyo sus brazos a los lados de mi cuerpo tensando los músculos de su piel oscura.
Mordí la almohada mientras el vaivén se hacia presente, sus labios jugaron con mi oreja mientras disfrutaba de enterrarme su pedazo de carne con maestría.
«Te extrañare pequeño bribon, tus travesuras, los celos que le causas a Tobias, las ganas que nunca podré saciar de follarte con mi hermano Lucas» susurró el adulto con su aliento caliente acariciando mi piel tierna, asentí a sus palabras dejándome llevar por su cuerpo.
Acopló su pelvis en mis glúteos en cada vaiven de sus caderas, el vello púbico de sus testículos picaba en mi ano sensible, podía notar como su glande se expandia en cada penetración, el lubricante saliendo de mi agujero en cada embestida, el calor de su cuerpo sofocando mi respiración, su aroma a sudor y afrodisíaco masculino que impregnaba mi cuerpo hasta hacerlo suyo.
Pegó su rostro en mi cuello dejando un beso, después junto sus labios con los míos mientras seguía follandome, su lengua saboreo el contorno de mi boca sacándome un suspiro, su verga erecta golpeó justo en mi próstata logrando que llorara su nombre.
«¡Ryan! » dije con lágrimas en mis ojos, extrañaría a ese hombre, sus besos, las caricias que me daba, el calor qué solo sus músculos habían logrado calmarme ante la furia de mis deseos sexuales.
«Estoy aquí bribon, siempre lo estaré, no lo olvides cuando te estén follando» murmuró el mayor con voz cansada mirando mis ojos, parecía igual de afectado, pero se limitó a sonreír, dio una última embestida en mi culo deslechandose.
Sus musculos tensos fueron un deleite para mí, bese sus labios justo cuando la luz del sol empezaba a filtrarse en el cuarto, pude admirar por última vez aquella hombría morcillosa descansar en mis glúteos después de penetrarme como a mi me gustaba, admiré su cuerpo bien trabajado y susurré su nombre antes de verlo irse de mi cama.
Limpié mis lágrimas mientras él salía por la puerta, desnudo, como a mi me gustaba verlo.
Cerré los párpados tratando de conciliar el sueño, talvez por el cansancio, o por lo triste que me sentía, me quedé dormido hasta tarde.
Al despertar fui ayudado por dos hombres negros a vestirme para irme, solo obte por un short y una camisa de tirantes, no quería bañarme, deseaba conservar hasta donde pudiera el encuentro con Ryan.
Calcé mis zapatos y tomé mi maleta preparada desde hace días, baje las escaleras encontrando la entrada de la casona abierta, el jefe del lugar me recibió con una sonrisa llevándome de la mano hacia una limosina estacionada afuera.
«Te gustará la base militar, hay muchos buenos hombres dispuestos a cuidarte, le he pedido a un amigo que te ayude si necesitas algo, buena suerte» dijo el mayor tomandome de los hombros, acercó sus rostro al mio dándome un beso en los labios, acepté el gesto acostumbrado a los belfos de Ryan, no eran iguales.
Se separó saboreando la saliva qué quedo en su boca, luego me ayudó a entrar al auto con mi maleta.
El conductor acomodó su verga erecta en su pantalón arrancando el vehículo, miré por última vez la casa esperando ver a mi hombre, sin embargo, no había nadie ahí.
Cerré los párpados queriendo dormir el resto del camino.
Así fue durante unas horas, fui despertado cuando llegamos al aeropuerto.
Una mujer de baja estatura y sonrisa galante me llevo de la mano hacia el edificio, pasamos recepción recogiendo el boleto hasta la zona de seguridad, cuando terminaron de registrarme fui llevado por la misma mujer hasta el asiento de mi avión, ella se sentó a mi lado regalándome una galleta.
«No se me permite hablar mucho contigo, pero estoy aquí para acompañarte durante el recorrido en avión, come y duerme, será un viaje largo» dijo la mujer, asentí haciendo lo solicitado.
Incapaz de recordar el momento en que caí dormido, desperté por el movimiento brusco del avión aterrizando.
Bajamos del mismo hacia el aeropuerto, tomamos mi maleta después de unos minutos y salimos del lugar.
Un auto negro nos esperaba con un chófer saludando, la mujer me ayudó a subir al auto y se despidió de mi.
La vi quedarse en el lugar mientras el auto me llevaba en una carretera alejada.
El recorrido fue más corto que antes y pude mantenerme despierto para apreciar el paisaje, había muchos árboles, pinos qué se extendían hacia el cielo nublado, el viento frío hizo que temblara un segundo, el chófer cerró la ventana para evitar que me resfriara.
Doblando por una interseccion llegamos a un puesto de vigilancia con militares apostados, saludaron al conductor antes de pedir sus papeles, me miraron un momento y se codearon entre ellos.
El auto siguió su camino hasta toparse con otro puesto de vigilancia, esto ocurrió unas cuatro veces antes de divisar un extenso campo vacío con edificios negros que se contaban por decenas, sorprendido miré como un pelotón de hombres pasaba al lado nuestro rumbo al bosque, todos ignoraron la presencia del auto como si no importara.
Finalmente, nos detuvimos en la entrada de la base, en ella nos esperaban dos personas, uno era un hombre calvo con barba de candado, su cuerpo era corpulento, pero a diferencia de su compañero no se veía en forma, lo único destacable eran sus grandes manos con dedos tan gruesos qué me recordaron a la verga de uno de los amigos de Ryan.
Luego, posé mi vista en el otro hombre, aquellos ojos grises me observaban con atención, su rostro estoico se mantuvo serio delineando una barba bien recortada, unos labios rojos apetecibles, dos cejas pobladas que al juntarse en un ceño fruncido remarcaban su masculinidad, a pesar de eso, sus párpados contenían una cortina de pestañas qué te hacían maravillarte por lo bien proporcionado que era su belleza, su cabello negro había sido recogido hacia atrás con gel.
Estaba enfundado en un traje militar negro, este parecía querer estallar en cualquier momento, cada parte del mismo apretaba con fuerza unos músculos tan firmes y marcados que era difícil creer que un hombre así podía existir, desde sus hombros anchos, pectorales duros, bíceps, tríceps, piernas, espalda, glúteos, cualquier lado que vieras tenía la proporciones adecuadas, lo que permitía disfrutar del placer visual de su presencia.
Recuperé la conciencia cuando abrieron la puerta del vehículo, baje del auto tomando mi maleta, camine hacia los dos hombres y sonreí tímidamente.
El hombre de gris se agachó tomando mi rostro con sus dedos callosos, inclinó su rostro para observar mi cuerpo y negó.
«Necesita entrenamiento, llevalo con la unidad tres, ellos sabrán que hacer, cuando terminen dejenlo en mi habitación» murmuró el mayor en tono áspero, su voz grave hizo que me desconectara por un momento, era tan profunda que deseaba arrodillarme al oírla.
Notando el temblor en mi cuerpo el hombre sonrió, una hilera de dientes se mostró levantándose, mi rostro quedo delante de su entrepierna observando un bulto prominente marcarse con fuerza, luego se retiró llevándose mi maleta.
El doctor se acerco a mi y tomó mi mano llevándome adentro.
«Soy Taylor, creo que el jefe de la casona debió decirte de mi, cuidare de ti el tiempo que dures aquí, espero estés acostumbrado a durar mucho en la cama y tener buenas vergas en tú culo niño, en el ejército encontrarás soldados bien entrenados para durar en el campo de batalla, cada uno portando su armamento especial»explicó el doctor agarrando su entrepierna, asentí sintiendo las miradas de soldados, algunos se reían de mi, otros parecían sentir lastima, pero la mayoría me veía con deseo, como carne fresca.
Nos detuvimos en una puerta cerca de lo que parecía ser una cafetería, el doctor tocó antes de que un gorilon nos abriera, era alto, su cuerpo fornido era opacado por el vello qué tenía, cubriendo cada rincón como un gorila, sus ojos se fijaron en mi soltando una risa seca.
«Al general sigue gustandole romper sus juguetes antes de usarlos» dijo el adulto, silbó al resto de soldados llamando su atención.
Eran más de diez hombres corpulentos quienes se fijaron en mi, algunos desnudos mostraron sin vergüenza sus vergas erectas, otros en cambio, se limitaron a apretar sus entrepiernas con deseo en sus miradas.
«Escucha niño, la unidad tres cuidara de ti el resto del día, haz caso a todo lo que te pidan, cuando terminen te llevarán con el general ¿Has entendido?» dijo el doctor, asentí anonado, con un empujón entré a la habitación escuchando la puerta ser cerrada detrás mio.
Sin previo aviso fui tomado por el gorilon llevándome hacia el centro de la habitación.
«Pon atención, no queremos gritos, quejas, ni lloros, aquí todos somos machos, y aunque serás nuestra puta, deberás actuar como uno de nosotros» ordenó el hombre peludo arrodillandome enfrente suyo, los demás adultos se acercaron quitándose la ropa, sus vergas erectas palpitaron a mi alrededor, mis pupilas brillaron encantado.
«¡Ahora chupa! » ordenó el mayor, gustoso tomé su hombría morcillosa de 15 cm, metí su glande en mi boca devorando su carne en un instante, le escuche gemir encantado, sentí dos vergas golpear mi cara, las agarre con mis pequeñas manos masturbandolas, saque la hombría del gorilon de mi boca para tomar otra polla en mis labios, succione hasta escuchar un gemido ronco y luego pase a la otra verga lamiendo el contorno con mi lengua.
Cada hombre suspiró ante la maestría de mi boca y solo pude llorar de alegría al ver que me faltaban varias pollas más por chupar.
Recorde un momento a Ryan antes de sonreir, talvez algún día podría volver a verlo, está era una oportunidad para mejorar mis habilidades en el sexo, así nuestro próximo encuentro seria el mejor de todos.
«¡Jodido niño! ¡Que bien chupas! » dijo el gorilon embistiendo mi boca con su hombría erecta, casi no podía respirar, pero aguante lo mejor que pude masturbando las vergas de otros soldados.
Sentí como algo espeso y caliente inundaba mi boca, supe que era la semilla del gorilon quien gruñia al deslecharse, se retiró tambaleante mientras otra polla ocupaba su lugar.
Esta vez era la de un pelirrojo, era gruesa, de 13 cm, pero difícil de meter en mi boca, apenas pude saborearlo con mis labios antes de ser follado por el, me force a abrir mi boca lo mejor que pude resintiendo el esfuerzo.
Después de unos movimientos me dejó hacerlo a mi ritmo, saque su polla un momento para respirar y chupar la de otro soldado, luego de deslechar a uno de los hombres, otro llego con su verga lista para mi, sonreí disfrutando del festín de hombrías que tenía.
Algunos se masturbaban mirando y unos pocos decidieron empezar a follarse entre ellos en la lejanía, sin embargo, también habían impacientes, se acercaron por detrás bajandome el short qué tenía exponiendo mis pequeñas nalgas.
Encantados amasaron los montículos de carne antes de juguetear con mi ano, al notar que estaba bien abierto y con semen en su interior no dudaron en penetrarme.
Gemí apretando mis labios en la verga del pelirrojo, éste se deslecho en mí con una maldición, trague todo su semen antes de terminar mi trabajo con las otras dos vergas en mis manos, mientras tanto detrás mio mi ano era profanado repetidamente por un hombre rubio de baja estatura, sus pectorales tensos golpeaban sus cadenas de honor, gemí encantado cuando la fricción me causó una descarga eléctrica en mi ingle, tres nuevas vergas se posicionaron enfrente mio demandando atención.
Durante lo que fueron cuatro horas estuve a merced de aquel festín de pollas, cada una más deliciosa que la anterior, algunos se complacieron en follarme el culo, otras en correrse en mi boca, incluso repitieron cuando muchos se habían retirado a descansar del esfuerzo.
Suspiré encantado notando los últimos vaivénes del gorilon en mi ano, su polla dura golpeó mi próstata una última vez antes de llenarme con su semen, noté como el charco blanco en mis pies solo aumentaba mientras la semilla del hombre caía de mi agujero abierto.
Apartandose hizo un gesto a dos de sus soldados.
«Vistandolo y llévenlo con el general, ya esta listo» ordenó el mayor.
Fui tomado por dos hombres, me arreglaron y sin importar que semen se escurriera de mis piernas me llevaron por el pasillo repleto de soldados, algunos se carcajearon por mi estado, otros silbaron diciendo alguna obcenidad.
Sin embargo, eso fue hasta que doblamos una esquina, después el recorrido fue más silencioso, nadie se veía aparte de algunos guardias armados.
Llegamos a un jardín exterior hacia un edificio con ventanales lujosos, se podía ver el interior sin problemas, un hombre corpulento con una vata me miraba desde lo alto.
Me llevaron hasta él subiendo aquellas escaleras de marmol blanco, cuando estuve delante del general los soldados se retiraron con un saludo militar.
«No pareces cansado» dijo el mayor curioso, sus ojos brillaron un momento antes de negar, quitó su bata exponiendo su cuerpo tonificado.
Su piel negra delineaba a la perfección su musculatura, realsandola hasta el punto de causar un orgasmo visual, gemí inconscientemente al ver a semejante espécimen masculino, sin embargo mi atención pronto se dirigió a su hombría dormida.
Era enorme, más grande que cualquier polla qué había visto, incluso más que la del jefe de la casa para niños, su hombría iniciaba desde sus testículos peludos hasta sus rodillas, el glande tocaba una de ellas sin problemas, trague saliva dando un paso hacia adelante, el general se interesó por mi actitud y me dejó acercarme.
Acaricié su piel con delicadeza antes de tomar con mis dos manos su pesado mástil de carne, obligué a mi boca a tragar su glande hasta que un tercio de su hombría estaba dentro de mí, acaricie sus testículos peludos iniciando un vaivén lento.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando la carne morcillosa palpito en mi boca, estirándose, llenándose de sangre.
Mientras más erecto se ponía el general más forzaba a mi boca a tragarme su hombría, hasta el punto que logre meterme la mitad sin tener arcadas, continúe con el vaivén lento mirando desde mi posición hacia el rostro del hombre.
Admiré el contorno de sus musculos negros y pezones duros, sus ojos grises estaban fijos en mi mientras sus labios rojos estaban entre abiertos aspirando aire.
Hasta ese momento me había dado cuenta que ninguna palabra salía del adulto, como si le costará hablar.
Inseguro aumente las embestidas en mi boca y finalmente escuche un gruñido bajo, tomó mi rostro con sus manos callosas y apretó sus dedos en mis mejillas.
Forzandome a seguir su ritmo empezó a follarme, controlé mi respiración para mantener su ritmo el cual me causaba algunas arcadas, su glande golpeaba la coronilla de mi garganta cada cierto tiempo, era incomodo sentirlo, pero me obligué a soportarlo escuchando su voz.
«¡Si así se siente tu boca debe ser increíble tú culo! » dijo el mayor cerrando los ojos, una sonrisa surcó sus labios dejándose llevar.
Apreté mis manos en sus musculosas piernas tratando de no caerme por la fuerza de sus embestidas, lágrimas salieron de mis párpados por el esfuerzo y sudor perlaba el cuerpo del hombre.
«¡Sí! ¡Como me gusta esto! ¡Podría hacerlo por horas! » murmuró con voz grave el adulto, su tono profundo me hizo apretar los labios en su carne causandole un espasmo de placer, continuo hablando al notar que eso me excitaba.
«¿Te gusta mi voz? ¿Tú cuerpo desea obedecer cada cosa que diga con ella? Nunca imagine que un pequeño como tú fuera tan susceptible a mi» comentó el general, cada palabra con un tono tan melódico y contundente que me hizo llorar de placer, cerré los parpados disfrutando del sonido que salía de su boca.
«¿Sabes lo qué te haré? Voy a cogerte todos los días, a todas horas, hasta que todo en ti esté lleno de mi semen, profanare cada agujero qué pueda, haré que mi voz haga eco en tus sueños, no descansaré hasta que lo único que pidas para vivir sea mi verga» dijo el adulto enfatizando cada oración, descargas de placer golpearon mi cuerpo mientras su verga erecta seguía profanando mi boca, solo podía apretar mis dedos hasta encajar mis uñas en su carne, me era difícil sostenerme por todas las emociones que habían en mi sistema al mismo tiempo.
El general se detuvo de repente, abri los párpados curioso notando qué otra persona estaba en la estancia, un pequeño niño de mi edad, con rasgos parecidos al adulto, pero más joven.
«Papá ¿Qué estas haciendo?» preguntó el menor.
Continuará…
Gracias por haber leído, espero les haya gustado el capitulo tanto como a mi al escribirlo, si desean hablar conmigo pueden contactarme por telegram.
Telegram:AlexanderTL28
Nos leemos luego.
Wooow q rico relato espero más 😋me encanta tu saga una de las mejores q e leído ❤️🫶👏
Increíble, uffff, qué pena por Ryan, pero qué rico por el nene y el militar, fueron hechos el uno para el otro, ojalá puedas publicar pronto el siguiente capítulo
Wooow que relato más delicioso me encanta todo lo que tenga que ver con militares ojalá ese niño reciba la mayor cantidad de verga posible y si se puede agregar una violacion estaría muy bien… saludos y continua escribiendo camarada.
wow disfruté cada línea de esta obra