Negros de buen corazón y buena verga IX (Final)
Constantine y Ryan tenían sometido al pequeño entre sus cuerpos mientras sus vergas follaban con diligencia su culo infantil. La potencia de sus embestidas era dura y certera, como la de soldados veteranos en la guerra..
En el interior de una habitación gemidos se escuchaban.
La voz ronca y gultural de un hombre negro hacia eco en las paredes mientras cubría con su monumental cuerpo la figura de un niño.
Elequeño estaba acostado en el pecho y abdominales fornido de otro negro musculoso, el menor miraba con deleite a su semental montarlo.
Había llegado a la casa después de su cita al médico, estaba ansioso por estar con sus hombres y ahora era incapas de pronunciar palabra.
El niño cerró los ojos dejándose llevar, sabía que el sobrino del General estaba durmiendo a su lado en la misma cama, pero no le importaba.
Quería a esos hombres negros.
Anhelaba sus pollas.
Su culo infantil palpitó mientras era desvestido por unas manos gruesas y curtida. Cada dedo largo estiró los pliegues de la tela desprendiendola del cuerpo juvenil.
Constantine sonrió morbidamente deleitandose con la vista.
Un cuerpo menudo, de piel bronceada, cabello oscuro y ojos brillantes estaba a su merced. Era tan pequeño que podría cubrirlo solo con sus brazos, sin embargo, su boca y su culo lo estaban volviendo loco cada día.
Era capaz de aguantar su verga de más de treinta centimetros sin esfuerzo, devoraba su carne con avidez e incluso tenía el descaro de reírse de él, como si su hombría no fuera suficiente.
Pensar que siquiera existía alguien así de traviesos lo hacía enfurecer, pero que fuera un pequeño niño el que aguantara su hombría encendía algo en su interior qué lo convertía en un demonio.
Un demonio negro.
Ryan observaba con lujuria lo que hacía su hermano. El como desvestia al niño y lo dejaba expuesto para ambos, cada centimetro del menor dispuesto a ser ultrajado por ellos.
El culo infantil se mostró en su esplendor, semen y lubricante se escurrian a borbotones mientras el agujero se había fruncido en forma de loto. Como una fruta madura de color rosado que esperaba ser comida.
Constantine salivó acercando su boca al ano fruncido del niño.
Lamió la zona devorando con avidez sus fluidos y marcando cada lugar con su lengua rasposa.
El niño gimió en voz alta, sensible.
Ryan besó su cuerpo tranquilizandole.
El General frunció el ceño y revisó el lubricante que tenía a un lado de la cama.
Su pequeño amante lo habia traído del consultorio del médico, seguro por recomendación del mayor.
El mayor revisó la etiqueta. Luego una sonrisa perfida adornó su rostro.
Abrió el bote y se lo puso en la boca, empezó a tomar líquido hasta tener un poco acumulado en su paladar, luego le pasó el bote a su hermano.
Ryan observó como Constantine acercaba su boca llena de lubricante al culo rosado del niño.
Separó sus labios y junto su lengua hasta el fondo, devorando cada centimetro del culo del infante.
Mientras lo hacía, el líquido en su boca era expulsado en escupitajos fuertes qué causaban espasmos en la carne sensible.
Apenas terminó su labor, el hombre se levantó limpiando la comisura de sus labios.
Sus ojos grises brillaron como un felino mientras agarraba su mástil de carne y lo posicionaba en el culo del niño.
—Cuando mi polla este hundida por completo en su agujero, mete tu verga. Usa el lubricante. Tiene afrodisíaco y relajante muscular. El doctor nos ha regalado algo maravilloso y que deseaba intentar hace mucho.
La voz emocionada y grave del mayor sorprendió a Ryan, jamás había visto a su hermano tan perdido en sus cabales, le costaba creer que el hombre serio y cortante se había convertido en un demonio salvaje.
Asintiendo anonado hizo lo pedido, esperó pacientemente hasta que toda la hombría de Constantine estuviera hundida en el culo del niño antes de meter la suya.
Miró como cada pulgada de carne negra, venuda y gruesa perforaba la piel tierna del infante.
Era muy placentero ver como el culo del niño se expandia hasta formar un círculo perfecto de carne. De su interior, se escurria semen mezclado con lubricante.
Además, los glúteos del menor se hinchaban apretando la zona exterior y aumentando la fricción.
Constantine quería ir lento, sabía que aun con el lubricante y el aguante de su niño podía hacerle daño, llevaba años deseando intentar una doble penetración.
Era un deseo sexual reprimido qué llevaba devorando su cordura desde que inició su vida sexual.
Jamás se quejo de sus atributos, pero si resentida la suerte de otros.
Ahora él era el afortunado.
Gruñó con una voz áspera y codiciosa mientras su polla estaba deformando el abdomen del infante.
Un bulto prominente empezaba a formarse en el estómago del chico.
Como si una serpiente se hubiera alojado en su interior.
El General retorció su polla forzando más su hombría, sabía que era normal la distensión abdominal del chico, se acostumbraría.
Mientras lo pensaba observó como el niño gemia en los brazos de su hermano.
Ryan lo acariciaba con sus manos mientras acercaba sus labios a su rostro.
—Eres nuestra mujer pequeño, el único capaz de aguantar la verga de mi hermano y pronto también la mía—susurró con lascivia el hombre negro.
El adulto lamió la oreja del niño escuchando un murmullo bajo.
—¡Sí! ¡Lo quiero! —gimió el menor.
Constantine sonrió mirando a su hermano en complicidad.
El general tensó sus músculos formando una masa herculea qué cubrió la estancia.
Desde atrás su espalda negra se veia impenetrable. Sus piernas se adherian al suelo como dos mastiles de marmol y sus glúteos estaban duros.
El pequeño soltó un gemido cuando toda la polla del General estuvo dentro.
Constantine asintió satisfecho haciéndole un gesto a su hermano.
Ryan hizo caso sacando el lubricante.
Echó abundante líquido en sus manos y paso a cubrir su polla de veintiocho centimetros con la sustancia.
Al terminar, todo su mástil de carne estaba brillante y húmedo.
Alineó el culo ocupado del menor cerca de su polla.
Su hermano mayor le ayudó sosteniendo al pequeño.
El niño gimió en voz alta al sentir aquel macizo pedazo de carne del General moverse un poco en su interior, luego el niño suspiró aliviado.
Ryan presionó el glande morado de su polla en uno de los bordes del culo del menor. Hizo fuerza notando como la piel anal se desfiguraba y formaba una especie de ovalo bulboso.
Ambos hombres soltaron gemidos roncos al ver semejante espectáculo.
El agujero del niño se había convertido en una especie de masa curva que alojaba en su interior un mástil de carne de más de treinta centimetros y también dejaba entrar las primeras pulgadas de una verga de veintiocho centímetros.
La piel rosada en forma de loto pronto terminó de devorar la polla de Ryan y ambos hombres se sumieron en un largo silencio.
Se miraron con un brillo especial en los ojos, parecían perdidos en el momento.
—Esta adentro—susurró Ryan.
—Las dos pollas, lo están, ambos estamos follando a nuestro pequeño —murmuró Constantine con la voz grave.
Su tono hizo estremecer a los presentes.
El niño en medio de ambos hombres negros abrió sus párpados confundido, había esperado qué después de recibir ambas vegas empezarán a penetrarlo, sin embargo, se habían quedado quietos, como si algo estuviera mal.
Preocupado, el menor los llamó.
Al ver que ninguno respondía, el pequeño se asustó.
Sus lágrimas brotaron de sus parpados mientras su corazón palpitaba con fuerza.
—¡Papá! —lloriqueó el niño.
Constantine sintió un escalofrío placentero recorrerle cada músculo de su cuerpo hasta llegar a su polla.
Su verga se había hinchado unos centímetros.
Ryan también reaccionó anonado, miró al pequeño encima suyo esperando que volviera hablar.
Notando que el General le estaba mirando con atención, el niño estiró sus brazos y gimoteó.
—¡Papá! ¡Por favor! ¡Follame! ¡Prometo portarme bien!
La voz húmeda cargada de tristeza hizo que ambos hombres fruncieran el ceño, una ira reverberó de sus cuerpos al darse cuenta de lo que habían hecho.
Hicieron llorar a su niño, jamás podrían perdonarselo.
—¡Escucha con atención, pequeño! ¡No has hecho nada malo! ¡Jamás serias capaz de hacerlo! ¡Así que deja de llorar! —ordenó Constantine con la voz dura.
Su tono hizo que el menor obedeciera de inmediato, luego el pequeño ronroneó de placer.
Amaba la voz de su general.
—Así es, pequeño bribon. Será mejor que dejes esas ideas fuera de tu cabeza o juro que me iré a follar a otro niño—comentó Ryan con voz dura.
El pequeño asintió preocupado por las palabras del otro hombre negro.
Luego notó como ambos adultos se inclinaban hacia él mientras juntaban sus labios en su mejilla y boca.
—Ahora, dilo de nuevo. ¿Quién es tu padre y qué deseas que haga? —las palabras salieron de la boca de ambos hombres al mismo tiempo.
Se miraron desafiantes esperando la respuesta del niño.
—¡Papá! ¡Follame! —dijo el niño besando tiernamente los labios de Constantine.
Luego, miro hacia atrás y beso los de Ryan.
—Tu también papá, los quiero.
Con esas palabras ambos hombres empezaron un vaivien lento y crudo.
La polla gruesa y larga del general se estiraba al salir del culo del niño, mientras que la verga de Ryan se hundia con fuerza en la carne bulbosa de aquel agujero.
El pequeño cerró los ojos y sintió como su cuerpo se llenaba de calor.
Cada celula de su ser estaba ardiendo mientras un picor difícil de describir estaba alojado en las paredes de su ano.
En cada embestida gemia los nombres de sus padres, agradeciendo que con sus pollas el picor disminuyera en cada embestida.
La cama rechinaba con tal fuerza que despertaron a Jonathan.
Lo primero que hizo el otro niño fue ver la fuente del ruido.
Su rostro fue de terror al ver a dos masas de musculo negro contraerse encima de un cuerpo pequeño como el suyo.
Era increíble el como dos especímenes tan perfectos, esculpidos por el ejercicio y la testosterona estaban montando a un pequeño de su edad.
Observó como las vergas monumentales de ambos sementales profanaban con facilidad aquel agujero ovalado y bulboso.
No podía creer que un culo podría tomar esa forma, pero con aquellas pollas juntas, era entendible que terminara en ese estado.
Era seguro que quedaría más estirado cuanto más usos se le dieran de esa forma.
Gruñidos y gemidos no se hicieron esperar, pero eran tan altos y estridentes que se sentía como ruido para Jonathan.
Parecía la frecuencia de bestias en celo apareandose.
El niño, preocupado de ser incluido en aquel ritual tan crudo, bajó de la cama sin ser visto.
Salió del cuarto y soltó un suspiro, pero pegó un brinco cuando vio a su padre subiendo las escaleras.
—¡Papán—exclamó con miedo.
El menor bajó la cabeza obedientemente.
El hombre negro de bigote y barba se acercó a su hijo y escuchó el ruido al otro lado de la habitación.
Su físico musculoso y lleno de cicatrices se tensó mientras acariciaba su entrepierna.
Un bulto prominente se había mostrado deseoso de salir.
Curioso, el adulto entreabrió la puerta observando lo que pasaba, una sonrisa torcida se poso en sus labios mientras sacaba su teléfono.
Se metió a una pagina privada de la base activando la grabación en tiempo real, además desabrochó su cinturón y bajó sus pantalones.
Apuntó su cámara hacía los dos hombres en el cuarto y se quito el pantalón militar quedando solo con la camisa, las botas y un suspensorio blanco en donde descansaba una polla de ocho pulgadas.
El adulto miró a su hijo un momento y analizó su figura.
Nunca le ponía atención, no le era útil para sus planes, pero al percibir marcas en su piel, la desnudez de su cuerpo y el semen qué goteaba de su culo, no pudo más que agradecer al cielo.
—¡Ven y chupale la verga a tu padre!—ordenó con voz rasposa.
El niño asintió sin decir nada y se arrodilló enfrente de las piernas duras y peludas del adulto.
Abrió su boca y sacó la lengua antes de bajar el suspensorio blanco.
Una polla gorda y repingona fue liberada. La carne abultada sobresalto al menor.
La verga de su progenitor le había golpeado la cara.
Escuchó una risa ronca provenir de su padre.
El menor se avergonzó un momento, pero pronto recuperó el valor.
El chico empezó a mamar la envergadura del adulto mientras este prestaba total atención al sexo bestial que estaba ocurriendo en la cama matrimonial enfrente suyo.
Constantine y Ryan tenían sometido al pequeño entre sus cuerpos mientras sus vergas follaban con diligencia su culo infantil.
La potencia de sus embestidas era dura y certera, como soldados veteranos en la guerra.
La cámara del celular captó cada movimiento y rasgo del sexo qué se estaba produciendo mientras lo transmitía a miles de personas en la página.
Pronto, toda la base se agitó ante las noticias.
Su general estaba follando a un niño con otro hombre.
Y lo más sorprendete era que el menor le estaba aguantando su polla monstruosa junto a la de otra de veintiocho centimetros.
Muchos fueron incapaces de creerlo, pero al ver las imágenes no podían más que celebrar.
Finalmente el hombre al mando y de mayor poderío en la milicia estaba demostrando todo su esplendor.
Era el sueño húmedo de muchos soldados el ver a semejante espécimen follarse en su totalidad y libertad a quien pudiera aguantarle toda su verga.
Ahora era posible y con un niño pequeño.
Todos estaban ansiosos de conocer al afortunado y probar de su culo.
Debía ser el mejor de todos ahora que estaba siendo bendecido por la verga del hombre más poderoso.
Mientras los soldados se masturbaban o empezaban una orgia mirando el video de la página Constantine seguía perdido en su mar de placer follando con su hermano al pequeño.
Ambas pollas soltaban abundante lubricante y el culo del niño se había amoldado perfectamente para alojar aquellas dos pollas monstruosas.
El vaivén se torno violento mientras los adultos cambiaban de posición.
Sin salirse de aquel glorioso agujero, ambos hombres negros se quedaron de pie, abrazando con sus fornidos cuerpos la figura tierna del niño.
Las piernas del infante eran sujetadas por Constantine mientras Ryan le sujetaba de la cadera por detrás.
Con un beso caliente de ambos adultos continuaron con sus penetraciones.
Jonathan degustaba el presemen de su padre mientras lo forzaban a tragarse más de su hombría con una mano mientras que con la otra el adulto seguía grabando lo que sería el video más viral de la página.
Incluso ya había pensado un nombre para poner.
«La condecoración de la mujer del hombre más poderoso de la base»
Sabía que llamar mujer al niño que recibía la polla de Constantine era una idea acertada.
Había mitos y leyendas respecto a la envergadura del general.
Y todos llegaban a la misma conclusión.
Solo quien logre recibir toda su verga podrá ser llamada la mujer del general y por tanto ser considerado su igual para todos los soldados.
Aquellos que tenían una fe ferviente en esa leyenda habían prometido lealtad a su futura mujer y hoy finalmente fueron testigos de su condecoración.
Los gemidos y gruñidos resonaron por la estancia.
El pequeño quería decir «papá» entre gimoteos, pero la saliva en su boca le impedía vocalizar, por lo que solo podía abrazar con sus brazos a sus dos padres mientras disfrutaba tener sus monumentales pollas en su interior.
Ambos hombres siguieron forzando sus vergas rectas hasta que el sudor bañaba cada centímetro de sus cuerpos.
La transpiración era abundante mientras el olor náuseabundo les cubría. Olía fuertemente a sexo y testosterona.
Jonathan percibió el aroma sintiendo como su cuerpo temblaba.
Era como si una fuerza dominante tratara de doblegarlo.
La fragancia de dos machos en celo marcando su territorio.
Su padre pareció notar algo y tomó a su hijo, lo apretó alrededor de su polla mientras veía como aquellos dos sementales jadeaban.
Ambos cuerpos musculosos temblaron mientras liberaban descargas de semen de sus pollas.
El culo bulboso fue llenado en exceso de aquella sustancia lechosa y pegajosa propaganda un olor fragante muy marcado.
Cada detalle fue grabado por la cámara antes de que el adulto apagará la grabación, tomó a su hijo y cerró la puerta sin alertar a los hombres en su interior.
Sabía que su oportunidad de mirar había terminado.
Observó a su hijo jadeante en el piso, lo llevó entre sus brazos haciendo que se colgara de su cintura. Con una mano agarró su pantalón mientras sostenía su celular.
El hombre caminó hacia su cuarto en la casa.
Ahora le tocaba disfrutar a él del sexo qué lo había excitado.
Mientras tanto, los soldados victorearon la deslechada de su general antes de que se cortara el video.
Solo algunos prestaron atención a Ryan y pensaban en quien sería y cual sería su rol en la base militar.
—Seguro su mascota.
Nadie supo quien lo dijo, pero lo aceptaron de manera inconciente.
Era imposible que otro hombre pudiera igualar a su General.
Seguro obtuvo a Ryan por aburrimiento y decidió incluirlo para jugar con él como su mascota.
Después de eso, cada quien volvió a sus labores en la base, la condecoración había terminado.
Sin embargo, en el cuarto del general, los gemidos todavía se escuchaban.
Ryan y Constantine habían dejado dormir a su nuevo hijo mientras se complacian mutuamente.
Veían con amor como su pequeño ronroneaba en el pecho del general mientras su hermano le montaba su polla como un experto.
Habían quedado con ganas de más, pero decidieron darle un espacio a su niño para que se recuperará.
Mientras tanto, aprovecharon que se tenían el uno al otro para liberar más testosterona.
Constantine soltaba gemidos roncos mientras su respiración era pausada y fuerte, como los resoplidos de un toro.
Ryan se movía con la agilidad de un tigre dejando que aquella verga de más de treinta centímetros lo perforará sin esfuerzo.
Lubricante caía de su culo redondo e hinchado.
Ahora el hombre negro entendía por que su niño había aguantado sus pollas juntas y estaba ansioso de que lo follaran.
El lubricante tenía un afrodisíaco muy potente, lo que hacía que casi no sintiera dolor, solo un picor que se aliviaba con el roce crudo de la carne viril de un hombre.
Constantine amoldó sus manos en los glúteos firmes de su hermano hundiendo más de su verga en él.
Su mirada felina y cuerpo musculoso daban la apariencia de un gato negro hambriento.
Una pantera que lo devoraba todo con su poder.
Ambos hombres se perdieron en el sexo mientras en otro cuarto Jonathan era brutalmente follado por su padre.
Sus gemidos eran una mezcla de dolor y placer a decisión del adulto.
No tenía la paciencia de preparar a su hijo y sabía que su culo ya había sido usado por lo que no le importo tirarlo a la cama para penetrarlo a penas cerró la puerta.
Lo puso en cuatro y golpeó sus caderas con tanta fuerza que tuvo que sujetarlo para no tirarlo.
El pequeño lloraba en una mezcla de deseo y quejas.
Su padre era un animal con él, pero por alguna razón no quería que se detuviera.
Escucharon la puerta abrirse.
Hijo y padre miraron a una mujer en la entrada.
La dama enarcó una ceja antes de cerrar la puerta detrás de sí y amarrarse el cabello con una liga.
Empezó a quitarse la ropa mientras admiraba como su esposo taladraba el culo de su pequeño bebé.
Encantada, la madre de familia se unió a los dos poniéndose debajo de su hijo.
Agarró la pequeña polla del menor y empezó a mamársela con gula.
Jonathan gimió el nombre de su madre mientras ella jugaba con su pene.
El hombre de la casa sonrió orgulloso de su mujer intensificando sus embestidas.
Los gemidos del niño se volvieron gritos.
Ryan y Constantine escucharon los alaridos soltando una carcajada.
—¡Parece que mi sobrino está soportando una buena cogida! —bromeó Constantine.
—¡Debe ser un animal el hombre que lo está follando! —se burlo Ryan.
—No tanto como nosotros, tú eres un monstruo en el sexo y yo un demonio negro—se jactó el General con una sonrisa lasciva.
Ryan dejó de meter la verga de su hermano en su culo cuando lo sintió tensarse, su ano fue llenado de semen.
Ambos hombres soltaron un bufido de satisfacción.
Constantine le pasó su hijo a su hermano antes de levantarse.
Estiró cada músculo negro y herculeo ante la mirada del hombre en su cama.
A pesar de haberlo visto muchas veces, el físico de su hermano mayor seguía siendo una deleite de admirar.
—Voy por comida y agua, la necesitaremos—comentó el adulto saliendo desnudo del cuarto.
Ryan aceptó tomando a su pequeño en sus brazos.
Miró el culo abierto e hinchado del niño, parecía un durazno rojo del cual abundante semen se escurria.
Un sentimiento de orgullo se alojó en su pecho.
—A partir de ahora, papá Constantine y yo llenaremos tu culito de abundante leche de macho. Prepárate pequeño bribon, por que eres nuestro para siempre.
Su voz grave reverberó en la habitación.
El niño sonrió en sus sueños sintiéndose feliz por esas palabras.
Fin.
Muchas gracias por haber leído este relato hasta el final, realmente aprecio el apoyo que ha tenido Negros de buen corazón y buena verga desde sus inicios y me alegra saber que he podido darle un cierre.
Les dedico a todos mis lectores el final de este relato, es un placer siempre escribir para ustedes.
De momento, continuaré escribiendo los relatos que tengo pendientes de terminar y si surge algún relato que me gustaría compartirles, lo publicaré.
Gracias por todo.
Nos leemos luego.
Gracias a ti por compartir nos tus historias!
Me encanta toda esta saga, al igual que todas las otras que tienes, una pena leer que es el final, pero ya se veía venir su cierre, desearía que puedas seguir con entrenador de culos hambrientos y fiesta de disfraces, espero con muchas ganas esas 2 historias
Excelente final! En verdad no me lo esperaba que fuera así!