Negros de buen corazón y buena verga VI
El soldado agarró el cuerpo del menor desde sus piernas usando sus antebrazos, colocó los pies del niño en sus hombros dejando su culo expuesto a su verga erecta, de un movimiento ensartó su tronco venudo en el agujero del infante.
En la oscuridad de la noche, el viento soplaba mientras el ruido de pasos se escuchaba en la instalación militar, soldados caminaban haciendo vigilancia mientras de vez en cuando observaban hacía una casa de grandes ventanales en sus cercanías.
Sus pupilas brillaron apretando sus vergas erectas, luego continuaron su camino pensando en lo que habían visto.
Una voz infantil gimió entre los brazos de un hombre musculoso, cada parte del cuerpo adulto estaba tan bien delineado que desprendia una presencia sensual y erotica, su piel negra brillaba por el sudor mientras sus manos callosas agarraban con fuerza las piernas de su joven amante.
Compartieron un beso en donde sus lenguas danzaron y sus labios chocaron, sus respiraciones eran erraticas mientras las sábanas rojas caían de la cama.
A través de movimientos pelvicos la figura masculina de gran tamaño moldeó el cuerpo pequeño del niño, el vaivén de las caderas serpenteando hacía parecer que sus pieles se fusionaban.
«Sigue así, lo haces de maravilla» comento el adulto con voz grave, una descarga recorrió la ingle del joven al escuchar aquel tono tan dominante elogiarlo.
Estiró los pliegues de su culo amasando en su interior un pedazo de carne de enormes proporciones, cada centímetro de su ser había sido tomado por una verga que le quemaba por dentro, sintió las palpitaciones de aquella bestia recorrerle el abdomen, luego el glande se hincho hasta tapar los alrededores.
«¡Recibe toda mi leche!» Gruñó el adulto con voz cansada, semen fue liberado de su hombría hacia las profundidades de su amante, el pequeño se limitó a suspirar mientras acariciaba con sus dedos las gruesas manos del mayor.
Entrelazó los dedos notando la diferencia de tamaños, sintió un apretón y miró hacía atrás, el hombre que lo tenía sodomizado con su verga le sonreía con un brillo plateado de sus pupilas, se besaron acariciando el contorno de sus labios, saboreando sus bocas y jugando con sus lenguas, delinearon con parsimonia lo que cada uno tenía, disfrutando de la humedad que compartían.
Soltaron sus belfos retirando la saliva que se había escapado, luego el mayor observó como sus guardias entraban a su cuarto.
«General, le han solicitado su presencia en la sala de reuniones trescientos diez»dijo el hombre de bigote observando la escena.
Un adulto de cuerpo tonificado, incluso mayor que el suyo, de pectorales tan fuertes como murallas, abdominales de cinco pares, bíceps, tríceps, hombros y espalda de gran tamaño, con líneas profundas que se marcaban en su pelvis, tenía descansando una verga mostruosa qué devoraba el culo de un niño hasta que sus testículos peludos acariciaron sus tiernos gluteos, alrededor del menor dos piernas talladas en marmol negro le cubrían mientras las manos del general se entrelazaban con las del infante.
Aquellos ojos grises se fijaron en sus soldados, luego en el contorno duro de sus pantalones, una sonrisa seca adornó su rostro estoico soltando una de sus manos con las de su amante, acomodó algunos mechones de su cabello suelto en su rostro antes de besar el cuello del menor.
«Debo irme, mis guardias cuidaran de ti mientras no estoy ¿Quiéres algo?» Preguntó el general, su voz profunda sacó un suspiro al menor, éste negó acariciando la barba bien recortada del adulto, luego besó sus labios con los del mayor en un contacto suave.
«Vuelve pronto» pidió el niño con una sonrisa, algo se ablando en el general, junto sus belfos con los del joven robándole el aliento, saboreó su boca una última vez antes de tomarlo de las caderas, sin romper el contacto de sus labios el mayor fue sacando su verga monstruosa del agujero del niño, gemidos salían del chico en cada centímetro que era retirado.
Los guardias observaron incrédulos como la herramienta viril de su general era liberado de aquel agujero infantil sin ninguna resistencia, como si ese lugar fuera su nuevo hogar.
Cuando la polla del adulto terminó de salir, el pequeño en sus brazos soltó un último gemido que envió una descarga de placer en el mayor, separó sus belfos de los de su amante mirándolo a los ojos, acarició su rostro con sus manos callosas antes de acostarlo en la cama.
Como un puma al acecho, el hombre de piel negra estiró su cuerpo musculoso frente a sus hombres, delineó las marcas que le había dejado el infante en sus pectorales, los brazos y las piernas mientras se ponía su traje militar.
Enfundó sus botas y se levantó observando como su pequeño niño le miraba con una sonrisa, devolvió el gesto antes de salir de su cuarto.
«Atiendan sus necesidades un rato, espero que al volver hayan terminado» ordenó el general a sus hombres, los guardias aceptaron con un saludo militar.
Retirándose el mayor, ambos adultos observaron con un brillo peligroso a la figura tierna en la cama, notaron al pequeño estirandose como un gatito en su nido exponiendo sus gluteos redondos, su piel lampiña y un culo abierto por donde semen salpicaba.
Tragaron saliva mientras iban desabrochando sus pantalones y quitandose las camisas.
El menor se giró a mirarlos con una sonrisa traviesa, se bajó de la cama lentamente exponiendo su pequeño cuerpo a los mayores, caminó hacia ellos hasta estar de frente a sus vergas erectas, una de veinte centímetros y la otra de veintiun centímetros, ambas con venas en el tronco que le daban una textura tosca.
Los suaves dedos del menor acariciaron aquellos pedazos de carne de los soldados antes de sonreír, los adultos entendiendo que el menor no se resistiría lo tomaron entre sus brazos.
El hombre del bigote empujó al niño contra el suelo poniéndolo en cuatro, abrió sus piernas exponiendo su culo roto, apretó su verga dura con su mano derecha antes de forzarla en el ano del menor, mientras tanto, su compañero agarró el rostro del chico introduciendo su hombría carnosa por la boca del niño.
Ambos adultos soltaron un suspiro de alivio, iniciaron un vaivén lento con sus caderas observando con deleite como el infante se dejaba follar, se miraron cómplices y uno de ellos agarró sus pantalones en el suelo, del bolsillo sacó un celular, prendió la cámara grabando con ella lo que estaban haciendo.
Primero apuntaron hacía el culo abierto donde su verga negra desaparecía con cada embestida, sus venas resaltaron en el video mientras el pequeño devoraba con maestría su pedazo de carne.
Luego la cámara recorrió el cuerpo del infante hasta llegar a su cabeza, en donde está era movida en un vaivén tosco mientras una polla gorda y venuda le profanaba la boca.
Aquellos labios del menor se amoldaban a la carne negra apretando el contorno, acariciaba las venas provocando qué la sangre hinchara los pliegues de la verga, el glande se tornó morado de tanta presión mientras golpeaba la campanilla del niño, se escucharon jadeos ahogados, luego una respiración pesada qué succionaba con avides la polla en su interior.
Satisfechos, los adultos siguieron bombeando sus vergas, saliva y semen lubricaron sus carnes mientras la cámara seguia grabando, desde los dulces ojos del niño, su rostro sonrojado, el cabello alborotado, la piel roja, su culo goteando leche y la boca que escupía saliva entre cada embestida.
La escena era tan erotica que uno de ellos no pudo aguantar, tensó su cuerpo apretando sus manos en la cabeza del menor, pegó su pelvis en los labios del niño mientras su hombría palpitaba en su interior, tres chorros de semen inundaron aquella cavidad bocal causando qué el menor se ahogara, tragó a como pudo escuchandose una respiración erratica.
El hombre negro soltó al pequeño con una sonrisa satisfecha, tomó la cámara de su compañero grabando como el niño tenía restos de su leche en sus labios.
Lo obligó a limpiarle el miembro mientras el hombre de bigote aceleraba sus embestidas, cuando estuvo limpio el adulto se separó del menor enfocando el video en su compañero follando el culo del niño.
Aquella verga gorda y venuda entraba con fuerza agitando las nalgas en duras sacudidas, luego con un gesto brusco sacaba toda su hombría dejando que el semen chorreara en el piso.
Continuó embistiendo mientras su piel se tornó roja por el esfuerzo, agarró al menor y se tumbo en el suelo, el joven estaba encima suyo acostado en su pecho mientras su culo era perforado vilmente por su polla carnosa.
La rapidez con la que entraba y salía aquel mástil venudo era digna de admirar, los testículos golpeaban el culo del chico de manera rítmica mientras el semen seguía saliendo.
Gemidos se escucharon en la habitación, unos agudos del niño, otros graves del adulto.
Apretó el agarre en las piernas del infante dando tres embestidas fuertes, luego apretó su pelvis en el culo del niño mientras temblaba de placer; cuatro chorros de semen se dispararon en el interior del menor llenándolo otra vez de leche.
Satisfecho, el hombre del bigote sacó su verga del pequeño, tomó la cámara de su compañero quien se había puesto duro de nuevo y grabó lo que hacía.
El soldado agarró el cuerpo del menor desde sus piernas usando sus antebrazos, colocó los pies del niño en sus hombros dejando su culo expuesto a su verga erecta, de un movimiento ensartó su tronco venudo en el agujero del infante.
Con un gemido del menor las embestidas iniciaron, desde la punta del glande hasta la base de los testículos, veintiun centímetros de verga atravesaban el culo del pequeño a una velocidad vertiginosa, el golpeteo de las pieles eran sonoro mientras el sudor perlaba sus cuerpos, el aire se tornó pesado llenándose de una fragancia amizclada.
Testosterona y afrodisíaco masculino cubrían la habitación mientras el menor soltaba grititos de placer, su culo era fuertemente golpeado por aquel negro de gran tamaño que hinchaba sus musculos antes de usarlos para empujarlo hacía su verga.
Cada vaivén fue grabado como una danza cavernicola, donde una polla maciza atravesaba sin contemplaciónes un agujero lleno de semen.
Gruñidos acompañaron el golpeteo de pieles hasta que las respiraciones se tornaron pesadas, el mayor apretó su agarre en las piernas del niño antes de sentir como una descarga eléctrica recorría su pelvis.
Tres chorros de semen salieron de su verga manchando las paredes del menor, éste sonrió al sentir aquella sustancia caliente resbalar de su ano, acercó sus labios al adulto y besó sus belfos.
El hombre correspondió devorando con avides al menor, chupó su boca y succionó su lengua hasta dejarlo seco, luego estiró el labio del niño de manera juguetona.
La cámara grabó todo el gesto antes de que el hombre soltara al pequeño, su compañero le paso el celular tomando el cuerpo débil del niño.
Poniéndolo contra la pared, levantó su culo y hundió su verga erecta de una estocada, su bigote se agitó al hablar.
«¡Joder! ¡Como me calienta follarlo! » dijo el hombre con la voz ronca, le costaba hablar por la excitacion.
Su físico se movía en fuertes vaivénes qué obligaban al menor a presionar su cuerpo contra la pared, luego al separarse estiraba sus caderas hasta agarrar suficiente impulso para volver a arremeter con fuerza.
Aquel choque de pieles era rudo, con sonidos crudos que hacían gemir en voz alta al niño, aquellas embestidas parecían querer romper su próstata, el glande del mayor golpeaba la zona con tanta precisión que su pene goteaba orina.
El menor lloró de placer disfrutando de aquel cuerpo musculoso golpeando su próstata mientras lo aplastaba contra la pared.
Sudor chorreaba en cada poro de su piel, la vista se le tornó borrosa mientras escuchaba a los hombres reír, disfrutó del placer que su agujero estaba recibiendo antes de que sus paredes se inundaran de semen.
La cámara grabó el momento en que las piernas del soldado se levantaron hundiendo aquel pedazo de carne hasta el fondo, desde abajo se veía una abertura del ano por donde el semen caía.
Apreciando como el glande se tensaba ante cada chorro de esperma ambos adultos sonrieron liberando al menor.
El del bigote lo tomó en sus brazos llevándolo a la cama, su compañero cortó el video y lo subió a una pagina web.
Cubierto por sábanas el niño tenía una sonrisa mientras descansaba, los mayores se vistieron y observaron en el celular como su publicación recibía muchas visitas.
«Espero tener más oportunidades para follarlo» dijo el hombre del bigote excitado, su compañero asintió.
«Igual, pero estaba pensando que si grabaramos al general teniendo sexo con él ganaríamos más visitas» comentó el soldado, su amigo negó.
«Sabes que es imposible, vámonos, no quiero que el general llegue y nos vea aún en su cuarto» con voz nerviosa el hombre de bigote salió de la habitación, su compañero miró por última vez al pequeño durmiendo, luego se fue.
Unas horas después, el general regresó de su reunión, miró el desastre en el suelo y sonrió, se quitó la ropa exponiendo su físico hercúleo, se subió a la cama quitando las sábanas de su amante, besó su rostro dormido mientras lo tomaba entre sus brazos.
Alineó su hombría en aquel culo tierno y lo profanó, escuchó quejidos del niño, pero no se despertó, poniendo una de sus manos en el abdomen del chico, sintió como la zona se hinchaba mientras su verga seguía entrando en él, cuando toda estuvo metida soltó un suspiro de felicidad.
«Eres mio, pequeño» murmuró con voz grave el adulto, cerró los párpados entregandose al sueño, entrelazó sus dedos con los del niño mientras su respiración se tornaba suave.
Mientras tanto, los soldados en la base estaban eufóricos, se había subido un video del niño que habían visto en la tarde siendo follado por dos de sus compañeros en el cuarto del general, sus vergas estaban por estallar incapaces de creerlo.
Se masturbaron con fuerza imaginando qué eran ellos quienes profanaban aquel agujero, amasando su piel tierna y respirando su aroma.
Muchos se deslecharon en ese momento, pronto la noche se convirtió en día.
Bostezando, el general sintió la humedad recorrer su hombría erecta, su amante no estaba en sus brazos.
Curioso, levantó la sabana encontrando una cabellera revuelta perderse entre los vellos púbicos de sus testículos.
Toda su verga había sido comida por la boca del menor, notó como su garganta estaba más grande de lo normal mientras el niño movía su rostro para acomodar mejor su herramienta, preocupado el mayor lo tomó del rostro.
El joven le miró con un brillo en los ojos, el adulto sonrió.
«Tan temprano y quieres comer, eres muy travieso pequeño, pero la próxima vez despiertame, te puedes hacer daño» dijo con cariño el adulto, ayudó al niño a sacar su verga de su boca centímetro a centímetro, observó como el contorno inflamado de la garganta iba desapareciendo mientras su mástil de carne salía del menor.
Cuando su glande fue liberado acarició con sus dedos los labios hinchados de su amante, acercó su rostro al del niño sin besarlo todavía, solo acariciando sus belfos con los suyos, respirando su aroma.
El calor de sus alientos se fusionaron mientras sus manos se entrelazaron, pegaron sus frentes y cerraron los párpados.
Después, juntaron sus labios en una danza lenta, dominaron y se dejaron dominar por el otro, se permitieron soltar gemidos qué reverberaron en sus cuerpos, acariciaron sus pieles con ternura mientras lentamente abrían sus párpados.
Se miraron, el iris gris conecto con el iris marron, sus pupilas se dilataron antes de proferar una sonrisa.
Luego, el menor bajó la cabeza hacia la entrepierna del general, el mayor tomó su hombría con una mano permitiendo que el niño se la tragara de un bocado, acarició su cabello mientras centímetro a centímetro desaparecía en la boca del joven.
«Despacio, pequeño, hazlo lento» ordenó con voz grave el mayor, el tono demandante sacudió el cuerpo del niño quien cerró los párpados complacido.
Sus labios se amoldaron a la carne, su lengua devoró el semen seco en la piel y su garganta recibió gustoso el sabor dulce de su presemen.
Continuó engullendo la verga del general hasta que su nariz rozó su vello púbico, los testículos del hombre acariciaron sus labios, el adulto soltó un gemido grave, acariciando el rostro del menor.
Con un suave gesto le ayudó a sacar un tercio de su polla antes de volver a engullirla.
Ambos cuerpos sintieron una descarga eléctrica de placer, se miraron complacidos antes de hacerlo de nuevo.
La siguiente embestida fue con la mitad de aquella monstruosa verga, fue lento sacarla y meterla, pero cuando toda volvió a ser engullida el general tensó su cuerpo.
«¡Demonios! ¡Que maravilloso infierno!» Murmuró en tono ronco, cada palabra fue pronunciada con tanta necesidad que el menor tembló de placer, con ayuda de su hombre sacó tres cuartos de aquel pedazo de carne, una respiración suave acompañó al niño observando al adulto, sin despegar sus ojos de la pupilas grises volvio a tragar toda su verga.
«¡Por Dios! ¡Eres perfecto! «Dijo el general cerrando los párpados, sus manos temblaron mientras sentía como el niño en sus piernas sacaba toda su hombría poco a poco, cada centímetro le causó una descarga de placer que se acumulaba en su pelvis esperando el momento de explotar.
Apretando el contorno de la carne con sus labios, el menor sacó el glande del adulto, acarició la piel llena de su saliva antes de volver a meter todo la hombría del general en su boca.
Primero la punta se introdujo hasta tocar su campanilla, parte del tronco se alojó en su lengua y el resto seguía afuera amoldado por sus labios, succionó con avides metiendo el glande hasta ocupar un tercio de su garganta, la zona se hinchó obligando al menor a respirar.
El niño siguió tragando hasta que la mitad de la monumental verga estaba en su interior, el general se encontraba con las pupilas dilatadas observando todo el acto, una sonrisa morbosa adornaba sus labios, delineó con sus dedos el rostro juvenil de su amante mientras este continuaba devorando su herramienta viril.
Pronto soltó un ronco gemido que sacudió todo su cuerpo, su polla se hinchó mientras el orgasmo recorría su sistema, tiras de leche inundaron al niño obligándolo a tragar.
Su garganta se estiraba ante el cúmulo de semen y luego este era empujado por las paredes internas del menor hacía su estómago, cada movimiento fue captado por el adulto maravillado por lo que veía.
Cuando toda su leche fue drenada sacó lentamente su verga del niño y besó sus labios, luego suspiró incapaz de hablar.
Sus brazos se aferraron al cuerpo del menor mientras el calor emanaba de sus poros, el niño se sentía dichoso, una mirada de comprensión surcó sus ojos.
«Ryan me trae paz con su cuerpo, Constantine me llena de un amor tan profundo» pensó cerrando los párpados.
Mantuvieron el abrazo durante unos minutos escuchando el sonido de sus corazones, luego se separaron para ir a bañarse.
El pequeño gemía contra la pared mientras el general le follaba el culo con la lengua, se tragó todo el semen que tenía el menor sin importarle si era suyo o de sus hombres, cuando estuvo limpio continuó enjabonando sus cuerpos.
Se vistieron en su cuarto y fueron al comedor de la casa, ahí una mujer con su hijo desayunaban.
«Finalmente despiertas primo, es raro verte en la cama tan tarde» bromeó la señora limpiando su boca con una servilleta, el menor a su lado bajo la cabeza con miedo de mirar a su padrino, el recuerdo de sus guardias follandolo y la amenaza de meterle toda su hombría si lo molestaba aún estaba latente.
«Tuve una noche ocupada» dijo el general sentándose, su amante se acercó al mayor bajando el cierre de su pantalón, sacó la verga morcillosa del adulto, luego el menor se quitó su short con todo y boxers tirándolo a un lado, con una sonrisa complacida el hombre observó a su amante sentarse en su verga, cada centímetro fue tragado por su culo hasta que sus nalgas acariciaron sus testículos, su hermana enarcó una ceja, mientras su hijo abría la boca incapaz de creer lo que veía.
Luego, el adulto y el niño empezaron a comer.
«¿Quién es el pequeño en tú regazo?» Consultó la mujer ignorando la desnudez de ambos, el hombre masticó su comida mientras acariciaba el abdomen hinchado de su amante.
«Un regalo de mi padre, el único bueno que he tenido en años» bromeó el adulto, besó el cabello del pequeño cuando esté se arrecostó en su pecho bebiendo de un vaso de jugo.
La mujer observó sus acciones con una sonrisa.
«Puedo notarlo, espero que dure mucho» con esas palabras la mujer se levantó.
«No te tardes hijo, tu padre desea vernos en quince minutos, estaré en mi cuarto» comentó la madre al niño a su lado, el chico asintió despidiendola con la mano, luego el menor se quedó viendo a su padrino comer con aquel pequeño en su regazo.
«¿Le duele?» Preguntó el chico en voz alta, el adulto le miró enarcando una ceja, luego tragó lo que tenía en su boca.
«¿Mi verga en su culo? ¿Te duele?» Interrogó el mayor a su amante, el chico negó haciendo un movimiento para follar su culo, el adulto lo detuvo con un gruñido.
«Termina de comer primero, pequeño travieso» dijo el mayor, el niño hizo caso.
Su ahijado no despegaba su mirada de ellos y una idea surgió del hombre.
«¿Quiéres ver como aguanta mi polla?» Sugirió el general a su familiar, el pequeño asintió sorprendido por la pregunta.
Con una sonrisa perfida el mayor se levantó empujando el cuerpo de su amante en la mesa, el niño terminó su comida apoyando sus manos en el mueble, el adulto se quitó los pantalones exponiendo sus piernas musculosas y glúteos grandes, tiró hacía un lado la ropa desabotonando su camisa, su pecho firme e inflado con los pezones erectos se mostró, la piel negra relucía como el jade con la luz del sol.
Su verga monstruosa devoraba el culo del infante ante la mirada de su ahijado, sin despegar sus ojos del chico al otro lado de la mesa el mayor empezó un vaivén lento.
Un tercio de su hombría salió antes de volver a introducirse con fuerza, su amante gimió con una cara de placer, el otro niño se sorprendió levantándose de su lugar, se acercó para mirar mejor el cuerpo de su padrino.
Observando como aquel pedazo de carne desaparecía en el cuerpo del niño un pensamiento surcó su mente.
«¿Puedo ser capaz de aguantar eso?» Se dijo, adivinando lo que pasaba por la cabeza del menor, el adulto sonrió.
«Talvez cuando seas más grande y hayas probado muchas vergas aguantes la mía, de momento, solo este pequeño es capaz de hacerlo, es especial para mí» comentó con la voz ronca el mayor, su tono de voz se tornó profundo mientras sus gemidos se hicieron audibles, hasta tres cuartos de su mástil de carne salía del ano del pequeño antes de perforarlo de nuevo con un movimiento pelvico.
Su físico serpenteó mientras se follaba el culo de su amante ante la mirada de su ahijado, el niño a su lado no se perdió de ningún movimiento mientras el adulto y el pequeño debajo suyo se perdían en el placer.
Las pieles chocaron fusionandose en el calor del momento, el contraste entre el blanco tierno y el negro crudo hizo marear al ahijado del general.
Incapaz de resistir decidió retirarse ante la mirada de su padrino, el mayor se burlo de él acelerando las embestidas en su pequeño.
Las patas de la mesa rechinaron en el suelo mientras los platos temblaban, los gemidos se alzaron mientras sus cuerpos se reclamaban con pasión.
Aquel agujero se amoldó a la carne palpitante alojada en él succionando cada centímetro con avidez, el mayor gruñó apretando el agarre en la cintura del niño.
Bombeó su polla hasta que sus venas se hincharon y la sangre se alojó en su pelvis, los glúteos del niño estaban rojos por los golpes constantes.
El cuerpo musculoso del mayor se contrajó mientras el orgasmo recorría su piel, tiras de semen se disolvieron en el culo del pequeño hasta perderse en lo profundo, con un suspiro el mayor agarró su teléfono y marcó un número, miró a su amante respirar cansado en la mesa mientras una sonrisa adornaba su rostro infantil.
«Hola papá, sí, me gustó tú regalo, quiero que me hagas un favor, mi niño desea a un trabajador de tú casa, se llama Ryan, debes saber quien es, traelo ante mí, él también será mio» comentó el adulto con aquel tono dominante, el pequeño en su cuerpo disfrutó escuchando su voz y cerró los párpados.
Constantine pellizcó el glúteo de su pequeño amante escuchando la confirmación de su padre, luego colgó.
Acercó a su niño hasta tenerlo pegado a su fornido pecho y duros abdominales, sus pezones perforaban la piel tierna del menor.
Sus labios acariciaron la oreja derecha del pequeño susurrando con voz apacible.
«El hombre que quieres vendrá en la tarde» murmuró, luego su verga palpitó en el interior de su amante.
«Así que disfrutemos de lo que resta de la mañana» dijo el mayor volviendo a poner al niño en la mesa y dándole la vuelta, cara a cara se miraron complacidos, se besaron mientras la verga monstruosa del adulto empezó a follarse el agujero del niño.
Continuará…
Gracias por haber leído, espero les haya gustado leerlo tanto como a mi al escribirlo, si desean charlar pueden enviarme un mensaje por telegram.
Telegram:@AlexanderTL28.
El siguiente relato será de Escuela para aprender a Follar.
Nos leemos pronto.
Increíble, el nene sabe quiénes son sus machos, pero no deja de disfrutar de las vergas que se le ofrecen, una verdadera putita, ahora Ryan llegará y seguramente también será follado, serán un trío con un machote a la cabeza y el otro macho con ellos que da culo y el nene que le encanta recibir vergas, ya estoy esperando su doble penetración con sus 2 amantes
Como siempre excelente!! Me acabo de masturbar con tu relato antes de irme a trabajar al rancho pienso en lo afortunado que es ese negro general al tener a ese crío a su disposición y que bueno es saber que Ryan pronto estará de nuevo ante su niño… buen relato. Gracias
Que buen relato siempre espero a leerte me encanta la saga espero q aya más rico 🤤 está te felicito muy bien escribís !!!
sigue así