Pequeños fragmentos de mi vida como el semental de niños

Pedro es un granjero amado por la gente de su pueblo, sus vecinos nunca sospecharon que bajo su sonrisa amable escondía un deseo insaciable de follarse a todos los niños de su pueblo.

Pedro estiró cada musculo de su cuerpo al levantarse de su cama, el color canela en su piel relucia ante la luz que se filtraba por sus cortinas rotas, el delineado de su físico se torno tosco mientras respiraba pesadamente, el olor a sudor llenaba la habitación.

Aclaró su vista agarrando su cabeza con una mano, su cabello cayó en pequeños rulos qué fueron apartados por sus dedos, el dolor de cabeza era insoportable.

Su voz ronca fue apaciguada por el rechinar de la cama, rascó con su mano izquierda su abdomen marcado estirando la piel dura, su barba negra le causó picazón, pero decidió ignorar la incomodidad de momento. Paso su lengua por sus labios rojos humedeciendolos e hizo una mueca por el leve olor mañanero.

Con un gesto se puso de pie exponiendo su contextura trigueña y musculosa, desde la raíz de sus pies pasando por sus fornidas piernas velludas, sus glúteos redondos qué se apretaban con fuerza, una cintura estrecha dejando entre ver una espalda que se extendía hasta unos hombros oblicuos y caían en dos pedazos de brazos venudos.

Giró su cabeza hacia atrás observando con avides un cuerpo pequeño dormir en su cama, tenía el culo expuesto, la carne interna había sido estirada hasta formar un pliegue doloroso que goteaba semen y sangre, sin embargo no había expresión de dolor en el dueño de aquel agujero abierto.

Una descarga recorrió el ingle del adulto observando como su mullida verga de 15 cm empezaba a crecer hasta tomar su forma original, la piel oscura se tornó tersa mientras formaba una estructura recta y magnanima de carne con venas, el glande se infló hasta crearse una coronilla en los bordes, semen de la noche pasada salió del orificio lubricando la hombría del hombre.

Estiró su bolsa de testículos observando como se hinchaba, por la textura suave y el peso podía notar como estaba cargado de semen.

Un gemido de gusto salió de su boca mientras inhalaba el aire a sudor de la habitación, dio media vuelta sobre si mismo y se puso de rodillas encima del infante en su cama.

El rechinar de la madera se escuchó, pero el menor no despertó, el adulto puso su hombría entre el pliegue de las dos nalgas con moretones, la gigante verga acarició el culo roto haciendo un vaivén lento, el semen que lubricaba la hombría se corrió hasta caer en el pliegue rojo del niño, mojandolo.

Facinado por como su gran cuerpo cubría al menor, el adulto cruzó sus brazos en su espalda, respiró el aroma de sus axilas disfrutando del apestoso olor que desprendian, debía tomarse una ducha.

Ignorando el ruido insesante de la cama golpeando la pared y el rechinar de la madera, el adulto siguió frotando su hombría venuda con mayor fuerza mientras observaba como la piel roja del menor estaba llena de su semen.

Se detuvo cuando una oleada de placer llegó a su pelvis, apretó su cabello mientras su semilla caía a borbotones en el cuerpo del menor, su voz ronca profirió un gemido cuando contrajo su espalda, soltó un suspiro de alivio al terminar de eyacular.

Una hilera de dientes blancos se mostró al observar las manchas de semen cubrir toda la espalda de su pequeño amante.

Bajo de la cama satisfecho y camino hacia el baño con su verga morcillosa danzando de un lado al otro.

Lamento la inactividad, el trabajo me ha consumido, pero he querido volverá escribir iniciando una pequeña saga de relatos cortos para recuperar el ritmo, si desean hablar conmigo tienen mi telegram, confío pronto vuelva a mi actividad usual, gracias por leer.

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