Pollito es feo…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Pollito es feo, no hay nada bonito en él, tal vez…
En un galpón sucio, lleno de humedad, polvo por doquier. Ahí entro primero él, luego lo sigue “El mancha” un drogadicto, que se la pasa robando lo que encuentre en los patios de las casas. Pollito se arrodilla, tantea la erección del el Mancha, luego baja el short y sale una verga morena, llena de pelos y olorosa a que tiene tiempo sin lavarla. Aun así la engulle, devora el falo del mulato pordiosero. Pollito la traga todita, lamiendo tronco, base y luego el glande. Está llevando al éxtasis al Mancha, este aprieta la cabeza de Pollito, y toda la leche se la traga.
<< ¡Se vino rápido! >> pensó Pollito.
Sí, es feo. Le colocaron el apodo de “Pollito” porque se parece a una caricatura de la Warnes Bros. Piel canela, con algunas manchas blancas, y sus pies están cicatrizados por quemaduras a la temprana edad de 8 años. Ahora tiene 18, Pollito es feo — ¿Pero alguien ha conocido su alma? —. Zoraida, la chismosa del barrio, una vez dijo “es que aparte de feo, este carajito va ser mariquita” y siempre lo apartaba de sus hijos.
Y sucedió que una tarde de un domingo soleado, bajo el puente, Cesar puso a mamar a Pollito con tan solo 12 años. Claro era evidente, el muchachito sin padre y sin madre, andaba en la calle buscando comida, porque la abuela no tiene de que darle. Era evidente su afeminación. Cesar que es el hijo mayor de la chismosa Zoraida, con 17 años anda con esa verga, todo el día parada. Es un domingo lleno de soledad, los pensamientos de tener a una chica desnuda para él solito, le hace templar el pedazo de carne gruesa que tiene en el medio las piernas.
Casualidad que viene Pollito, acomodando sus gafas rotas, para poder ver bien el camino. Cuando alza la vista, Cesar le hace seña, este se sienta a un lado. Y mientras el adolescente le hace preguntas, con sutileza, empieza a sobarse la entrepierna. Ya el carajito sabe lo que ve — ¡No es la primera vez! —. Traga grueso, y Pollito ya no sabe para dónde ver, y vuelve a ver, y esta vez, encuentra a Cesar, con un trozo de verga afuera. Empinada hacia al cielo, morena color canela, glande morado, templado, lleno de venas. Se fue encima a tocarla, pero Cesar le detuvo, se puso de pie y se ha guardado la verga dentro del short blanco. Se notaba el bulto, Pollito lo queda viendo, luego sube la mirada a los ojos de Cesar, este no hizo ninguna mueca, tan solo miraba fijo, luego da la espalda, y bajo hacia al puente. Cuando ya hubo un poco escondido entre el monte, Pollito se puso de pie y fue tras de Cesar y llego a debajo el puente. Cesar se encontraba escondido entre un muro a su espalda, otros a sus lados y monte verde muy alto. Ya tiene la verga afuera de nuevo, templada y recta, corta pero gruesa, llena de pelos, con par de pelotas cargada de leche fresca.
Pollito llega, se agacha y se la mete a la boca. Saborea primero el glande, luego el tronco y por un empujón de Cesar, este se la mete todita en la garganta. Huele el aroma de los pelos de la ingle. Saborea las bolas, y coge el ritmo de una mamada sincronizada.
Un chorro caliente y espeso, todo lo traga, hasta dejarla limpiecita. Después que lo dejan tirado en el monte, ni un “gracias” le dan por su labor de dar una mamada.
Un merengue ochentero, tan popular de la época, sonaba esa noche. La abuela duerme, con el hambre gruñendo en las tripas, también así lo hace Pollito. Pero Roberto no, este que había llegado temprano, todo borracho, ahora despierta, y siente a Pollito a su lado. Tanteó por las piernas, y llega al trasero del muchacho, aprieta y piensa << Ya Pollito quiere que le dé verga >>. Como Pollito estaba de cucharita, este se pone de lado, y sacando su verga, se coloca en el trasero y le baja el short, para ahora ponerla en la raja pelada.
Pollito despierta, tampoco es que estaba muy dormido. No era tampoco lo que buscaba, pero al sentir el falo erecto de su tío, este sintió un escalofrío. Se deja hacer, siente la presión en su upite, luego el clavo da en el atino. Duele pero ya se lo aguanta. Él tío le sube una pierna, y se encaja mucho mejor entre las piernas de Pollito, se la mete más al fondo y comienza un mete y saca, bastante calladito.
Lo prensa hasta el fondo, y llenado su hueco anal de leche, hasta no exprimirse completo, Roberto no lo saca. Una vez terminado, deja a Pollito otra vez vejado.
A los 17 años ya era bastante afeminado, y Pollito tiene un tumbao al caminar. Se abre todo como una tijera, sus pies dan asco, pero el culo no. A pesar de ser piel canela, su upite es rosado, lampiño y aseado, justo lo que gusta a Augusto —el marido de la chismosa Zoraida—. En la misma casa de la chismosa, todo pasa. Casualidad que Augusto esta solo en casa, y la oportunidad se aprovecha. Pollito está abierto como tijera, acostado en una mesa. Solo la camisa tiene puesta, y el pantalón de Augusto cae en la tierra.
Un tipo de 48 años, mulato y rasgos gruesos, barriga prominente, y una verga tiesa a igual que un palo grueso. Apunta al huequito que tanto morbosa, ha escupido, y penetra suave. Pollito siente cada centímetro, hace sus muecas de toda hembra disfrutando del acto. Lo penetra profundo, hasta chocar sus huevos, lo prensa, y los ojos de Augusto, son como par de huevos fritos. Golpea de nuevo con su pelvis, y todo se lo hecha adentro…
¡Bastante leche! ¡Demasiado caliente! ¡Demasiado!
Nadie ha conocido a Pollito, y más todos saben de él. Es feo “un feo con ganas” — ¿Y quién se apiada de él? — si tan solo el horror es quien ha acompañado a él. Los monstruos que dañaron, justifican con susurros silenciados, miradas esquivas, cómplices que ahora señalan.
¿No es acaso culpa de las maricas, por ser maricas?
Pollito es feo, pero a todos los hombres del barrio se los ha echado él… o todos esos hombres hicieron algo con él.
¡De verdad que Pollito es feo! Feo por ser pobre y por ser marica. Aun así, a Cesar le encanta ese culo, también a Williams, a Cristian, a Goyo, a Yorvit, a Luis. Y… a mí.
Bajamos en la noche por el puente. Empinadito contra la pared se puso. Apenas podía sostenerse en esa pared lisa. Tiene el cuerpo de una hembra, un culito redondito, paradito y un hoyito que todavía se siente bastante apretadito.
Me saco la verga y le apunto mi estaca, se la meto de una, y comienzo a golpear mi ingle contra sus nalgas. Pollito apenas gime, tan solo respira profundo e intenta ver como se la llevó hasta al fondo.
Lo cojo rico, apretándome contra ese cuerpo. “¡Me vengo Pollito! ¡Me vengo! Ahhh… ahhh” y salgo de ese recto dejándole todo humedito.
Pollito es feo… tal vez. Pero por dentro es bello y a más de uno, nos tiene loco yendo tras de él.
Nota:
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ElMarques
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