REENCUENTRO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Durante toda la etapa de la escuela secundaria, en mi adolescencia, tuve un compañero de estudios (que llamaré Jorge) que fue centro de mi atracción erótica.
Él era el super héroe de la clase, de rasgos bellos y varoniles, cuerpo atlético, hermoso pelo lacio, muy varonil y dominante. Todas las chicas estaban detrás de él, que las elejía o rechazaba a voluntad. El mejor deportista, no le bastaba con la clase de educáción física en el colegio, sino que también fuera del horario de clases tenía actividades de competición deportiva en un club. Por esa razón, invierno y verano lucía su piel muy bronceada, lo que resaltaba su musculatura. Hacia el comienzo de la primavera, cuando ya hacía algo de calor, en las clases de educación física acostumbraba estar con el torno desnudo. Yo me extasiaba contemplándolo en sus ejercicios de gimnasia, o haciendo deportes, admirando la belleza de su cuerpo, sus movimientos, su musculatura. Ni que decir cuando estabamos en el vestuario, duchándonos y cambiándonos. Allí le gustaba lucir su cuerpo, vestirse lentamente para que todos contemplen su ya poderoso sexo, su verga gruesa y sus bolas grandes y pendulantes. Siempre sospeché que algo intuía de mi, porque cuando estabamos cerca en el vestuario y discretamente lo miraba, él con disimulo marcaba sus músculos pectorales o se tocaba el bulto como acomodándolo.
Pero nunca conseguí formar parte del exclusivo círculo de amigos íntimos de Jorge, él me consideraba un marginal en el grupo. Me trataba bien, pero teníamos poco diálogo y, siendo yo tímido, me sentía incapaz de insistir para acercarme e insertarme más estrechamente en su vida.
Jorge no imaginaba que todos y cada uno de los días, durante esos años, me masturbaba furiosamente pensando en él. Pero el ciclo de estudios terminó, sin que hubiera podido concretar con él lo que deseaba ardientemente. Nunca más volvimos a vernos, dado que tomamos distintos rumbos de estudios superiores.
Así fue transcurriendo mi vida, pero nunca lo olvidé y siempre mantuve mi deseo en el recuerdo. Incluso, debo reconocer que su imagen adolescente estuvo en mi mente en numerosas masturbaciones a través del tiempo.
Soy ya un hombre adulto. Hace algún tiempo recibí una invitación de nuestro antiguo colegio, para celebrar un aniversario de nuestra promoción. Concurrí entusiasmado, porque esperaba que Jorge también fuera y poder allí encontrarlo nuevamente y ver si lograba -después de tanto tiempo- concretar el cultivo de una amistad. Pero lamentablemente, él no estuvo presente en la celebración.
Un ex compañero me comentó que lo había visto, que Jorge había sido profesor de educación física de su hijo, agregando que pese al tiempo transcurrido, se mantenía en excelente estado fisico. Le pedí que si lo veía le hiciera llegar saludos míos.
Obsesionado, después de mucha búsqueda, logré ubicarlo en una red social de internet. Así me contacté nuevamente con él. Hablamos por teléfono, y Jorge se alegró mucho de mi aparición. Conversamos un rato y arreglamos un encuentro en un bar.
Ese día, cuando Jorge llegó, pude comprobar que efectivamente se había mantenido en excelente estado físico. Ya maduro, conservaba sus rasgos bellos y varoniles y un cuerpo espectacular. Estaba conmovido por el reencuentro, me contó que se había casado, tenía dos hijos y estaba separado de su esposa, viviendo solo. Fue muy grata la reunión, le hice saber de mi frustrado deseo de que fueramos muy amigos y él compartió mi inquietud. Me propuso que nos reuniéramos otra vez.
Para la siguiente reunión, Jorge prefirió invitarme a su casa para tomar algo y seguir conversando de nuestras cosas. Allí fui muy ansiosos.
Me recibió en su departamento, descalzo, con un pantalón corto deportivo -que marcaba su prominente bulto- y una camisa que se había puesto precipitadamente para recibirme, porque parecía haber estado antes con el torso desnudo (la camisa no tenía nada que ver con el pantalón).
Bebimos y hablamos mucho esa noche. Experimentado en cosas de la vida desde adolescente, Jorge se dió cuenta de los deseos que movilizaron mi búsqueda de su persona después de tantos años. Le dije que en aquella época lo tenía como ídolo y que me había sentido frustrado por no haber podido lograr en la adolescencia un mayor acercamiento con él. Jorge me dijo que siempre se dió cuenta de ello, incluso -agregó- que siempre había notado que lo miraba mucho…
Muy claras ya las cosas a esa altura del diálogo, le dije que en ese preciso momento sentía lo mismo que en aquellos años juveniles. Jorge sonrió y me dirigió una mirada cómplice. Estabamos sentados frente a frente. Jorge, sin dejar de observarme, lentamente fue desabrochando su camisa hasta que sus pectorales y todo su vientre marcado quedaron a la vista. Con una de sus manos empezó a acariciarse el pecho, y con la otra una de sus piernas.
A esta altura de mi vida ya no estoy para perder el tiempo. Entendido el mensaje, me levanté y me arrodillé frente a él, entre sus piernas. Jorge -siempre con una leve sonrisa en los labios- me tomó de la nuca y llevó mi cara a su pecho, marcando sus pectorales. Sin tardanza, lamí y chupé sus pezones y traté de abrir más su camisa, hasta que él mismo se la quitó. En el movimiento de sacarse la prenda, se marcaron todos su músculos. Observé que debajo de su pantalón ya se marcaba una importante erección de una verga gruesa y larga.
Desesperado, jadeando, levanté uno de sus brazos y lamí y chupé su bíscep y su axila peluda, disfrutando de su calor y sus olores. Siempre sosteniéndome la nuca con una de sus manos, con la otra bajó un poco su pantalón y su boxer y sacó su enorme bulto, sus huevos grandes, su verga ya enormemente erecta y roja. Aferrándome del pelo, frotó mi cara en su sexo y me pidió que lamiera su pija.
Mamé asiosamente su verga y sus bolas, escuchando sus gemidos y sus palabras: "que bien que la chupás, te gusta, te gustaa". En un momento me sostuvo la cabeza con ambas manos para inmovilizarla, y poder ser él quien bombeara su pija dentro de mi boca. Así estuvimos un rato, hasta que llevó su verga hasta el fondo de mi boca y eyaculó con fuerza, abundante cantidad de semen espeso y caliente. Me mantuvo la cabeza sostenida para que tragara su leche.
Poco después, me llevó a su dormitorio y me pidió que me desnude. Él lo hizo, luciendo la totalidad de su cuerpo bronceado y marcado, estaba todavía erecto.
Le pedí, casi gimiendo, que me dejara disfrutarlo, recorrerlo con mi boca y mi lengua parte por parte. Con fuerza, me extendió sobre la cama, abrió mis piernas y me lamió y chupó el ano. Luego, trajo lubricante íntimo y con sus dedos, profundamente, lubricó mi ano. Se acostó y me exigió que me sentara sobre él, clavándome profundamente su enorme verga en mi ano, hasta lo más hondo.
Hizo que lo cabalgara mientras él -sosteniéndome de la cintura- también movía su cadera bombeando su verga dentro de mí. Yo estaba extasiado, además de disfrutar de su cojida, en esa posición podía contemplar su rostro varonil, sus axilas peludas, su pecho, sus músculos, todo lo cual me excitaba más todavía. Mientras me movía, Jorge me decía "lo deseabas, eh? Mirá la cojida que te doy, sos mi nena, tomá, tomá…".
En un momento, sin sacarme su pija del culo, me volteó de espaldas sobre la cama, y se inclinó sobre mí, quedando mis piernas alrededor de su cintura. En esa posición comenzó a bombearme fuertemente, como un animal, y dejaba caer saliva sobre mi cara. Sentía su verga enorme, dura e hinchada entrando y saliendo con furia dentro de mí, sus huevos golpeando fuera de mi ano. Su calor y sus olores a macho me excitaban todavía más.
Acelerando sus movimientos de cadera, comenzó a eyacular como un toro, entre gemidos, gritándome "abrite puta, te lleno, mujer, mujer".
Jorge me pidió que me quedara a dormir con él. Durante esa noche, me cojió varias veces más, la última vez mientras nos duchábamos juntos.
Esto ocurrió hace una semana exactamente. En estos días hablamos con Jorge, me dijo que podríamos seguir viéndonos, que me quería de amante pero que no me ilusionara con nada estable. Lo acepté, no quisiera volver a perderlo.
A medida que viva nuevas experiencias con Jorge iré compartiéndolas con ustedes, amigos. Como verán, a veces en la vida los sueños se hacen realidad…
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