SEXO CON MI VECINO 3
Otra cogida.
En esta oportunidad les contaré otro rico encuentro con mi vecino.
Era el tercer domingo de junio, día del padre. Estoy en casa de unos amigos cuando recibo una llamada de mi casa.
Me decían que el vecino había ido a buscarme, inventándose una vaina.
Les digo que ahorita iba. Yo sabía que todo lo que quería era culiar.
Así que salí de casa de mis amigos sin muchas explicaciones.
Llegué a la mía, saqué algo para disimular, y me dirigí a la casa del vecino.
Cuando llego está sentado en el porche hablando con otro chamo que está igual de bueno, bello y hermoso.
No les voy a negar que me emocioné cuando lo ví, pues ya me imaginaba a esos dos papitos dándome guevo, o verga, pija, como le quieran llamar.
Mi mente voló, mi piel se erizaba de tan solo imaginarme eso.
Pero la realidad es que no fue así, al rato el chamo se fue, quedando los dos solos.
El vecino tenía sus acostumbrados short y sin boxer.
Allí, sentado en el piso, con sus piernas flexionadas, me dice:
Estoy cachuo, quiero culiar. Mira como me tienes.
Separó un poco las piernas y moviendo una pierna del short dejo ver su pene semierecto.
Que rico, le dije. Yo también quiero.
Le pregunté por el chamo que estaba allí, que sí a él le gustaba la vaina ( coger con hombres) me dijo que no sabía.
Le comenté que me daba la impresión que a él le gustara, que es gay. Mi vecino me comenta que él pensaba lo mismo. Que un día le preguntó y lo negó.
También me dijo que ellos, en muchas ocasiones debido a la borrachera, habían dormido en la misma cama y hasta en boxer, y nunca hubo ningún comportamiento extraño de ese chamo.
Me gustaría tener sexo con él, dije.
Volviendo al tema, entramos a su casa. Él cierra la puerta y de una vez empiezo a tocarle el pene por encima de la tela.
Él me aprieta las nalgas y me dice que quiere cogerme. Debo decir que estaba algo tomado.
Vamos, le dije, ya no aguanto las ganas de mamarte ese guevo.
Entramos al cuarto, se baja el short, se sienta en la cama y yo me arrodillo para empezar a mamar.
Cuando sintió lo caliente de mi boca abrazar la cabeza de su pene, suspiró.
Que rico, dijo.
Lo mame por un rato, pasé mi lengua por todo el pene hasta sus ricas bolas que se notaban cargadas de leche.
Las chupé. Siempre he sido un tanto brusco al chupar las bolas. Y él me dice siempre que lo haga con cuidado.
Voy de nuevo hasta la cabeza del pene y mamo, me lo meto hasta el fondo de mi garganta, él sostiene mi cabeza con sus manos y me coge por la boca. Al punto de casi ahogarme.
Me libera, tomo aire. Él se levanta, se quita el short, se acuesta en la cama, yo me subo quedando en medio de sus piernas y continúo mamándole el pene.
Mis manos recorren cada parte de su piel, busco sus tetillas y las aprieto, con mi boca pegada a su cuerpo me dirijo hacia sus tetillas y empiezo a chuparlas, le daba pequeños mordiscos.
Me gusta lo que haces, dijo.
Me devuelvo besando todo su pecho y abdomen hasta llegar a su rico pene, el cuál sigo mamando.
Bajo hasta sus bolas, él flexiona las piernas separándolas, permitiendo que fuera más allá. Chupé de nuevo sus bolas.
Bajé un poco más hasta llegar a su ano. Levantó más las piernas dándome acceso a su culo, el cuál empecé a chupar, pasando mi lengua por ese rico espacio de su cuerpo.
Se estremece y sale otro suspiro lleno de pasión. Yo jugaba con mi lengua tratando de entrar en su apretado culo.
Mi dedo índice lo frotaba en su entrada y dejaba pasarlo un poco más allá, aumentando su placer.
Hasta ahí, me dijo, no vayas más adentro.
Lo miro y veo que está con sus ojos cerrados, una respiración fuerte y meneándose. Todo indicaba que estaba haciendo un buen trabajo. Le estaba dando placer al macho de turno.
Después de un rato de estar en esa rica tarea, me dice:
Dame el culo. Te lo voy a mandar todo por ese culo. No aguanto más.
Me señaló la gaveta de la mesa y me dice que saque un condón que estaba allí.
Lo saco, se lo pongo, y me dice que me acueste boca abajo. Así lo hice.
Separa mis nalgas, echa una buena carga de saliva en mi culo y empieza a jugar con su cabeza en toda la entrada.
Yo empujaba mi trasero hacia él, como quien quiere atrapar el premio. Y vaya premio! Uno que mide como 18 cm, guao!
Que rico se ve tu culo palpitando, me dijo.
Mételo ya, le dije. Muero porque me cojas.
Intenta meter su cabeza haciendo algo de presión. Empecé a sentir como ese pedazo de carne buscaba invadir mis entrañas.
Traté de relajarme a pesar de la molestia. Y empezó a entrar ese rico pene.
Que rico, me dijo, estás apretado.
Yo estaba lleno de placer en ese momento, lo único que salía de mi boca eran quejidos y suspiros. Hasta en el dolor encuentro placer.
Ahora era yo que le decía que le diera despacio.
Fue entrando poco a poco pero con firmeza.
Sentía como su pene abría mi culo, ganando cm a cm más espacio. Y yo, aguantando el dolor que cada vez me llenaba más de placer.
Cuando ya sentí su pelvis tocando mis nalgas sabía que estaba completamente dentro de mí.
Espera un poco, le dije, quiero sentirte así quieto dentro de mí. Sentía como palpitaba esa carne dura. Que rica sensación.
Al rato empieza un mete y saca muy suave.
Eso aún me causaba algo de molestia, yo solo me quejaba de forma placentera. Sabiendo que pronto esa incomodidad pasaría y llegaría el placer en pleno.
De a poco fue aumentando el ritmo de la envestida.
Que rico papi, le dije.
Él separaba mis nalgas para ir un poco más adentro. Y es ahí cuando entran un par de cm más. Esos que te hacen sentir el pene aún más grueso.
Con mis manos separaba mis nalgas lo más abajo posible. Y sentía que entraba aún más. Quería sentirlo todo, se lo hice saber, al parecer lo excitó tanto que empezó a cogerme con más determinación, con mayor fuerza. Parecía poseído.
Eso me gustó mucho más. Ver a un hombre disfrutando de esa forma de mi culo. Me hizo sentir especial.
Que rico me coges, dije
Te gusta? Preguntó
Siiii, fue mi respuesta. Dame más duro papi.
Quieres más? Dijo. Aguanta pues.
Y empezó aún más frenético. Los dos suspirábamos de tanta pasión, de tanto deseo.
Yo levantaba más mi culo, para hacerle entender que todo eso era de él.
Terminé de rodillas, en posición de perrito pero con mi cabeza y mi pecho pegados a la cama. Permitiendo que mi culo quedará más expuesto, a su completa disposición.
Me cogió más fuerte hasta que no aguantó más y me indicó que ya iba a acabar.
Pegando un grito acabo en mi culo.
Dios, que rico, decía. Me gusta tu culo.
Dio un par de envestidas más y saco su pene de mí.
Casi no podía moverme, aún no me recuperaba de tan buena cogida.
El se acostó a mi lado. Me incorporé, le quité el condón, se lo mamé hasta dejarlo limpio. Y luego tragué la leche que estaba en el preservativo.
Me repuse lo más rápido que pude y salí a continuar celebrando el día del padre.
Tanto mi vecino como yo, ya nos habíamos regalado un excelente momento.
Espero les haya gustado. Si desean comentar pueden hacerlo a través de [email protected]
Bufff que rica cogida. Tener un vecino así da gusto, siempre tienes una verga lista para que te coja.