Sobre mi mejor amigo y mi obsesión veinteañera
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Bueno este es mi primer relato.
Trata sobre mi experiencia con el amor y el sexo, a mis 20 años, con mi mejor amigo, al que conocí en bachillerato.
Todo empezó cuando me enamoré de él al conocerle en el instituto.
Le quería y me declaré.
Me rechazó.
Me destrozó.
Nunca me había pasado eso.
Tenía tantas ganas de besarle, de quererle.
Él, en cambio, era hetero.
Lo pasé muy mal, imaginándome cómo se lo montaba con tías sin parar, me hacía mucho daño pensar que alguien le quería más que yo.
De modo que el sexo se volvió la forma de quererle más.
Me dijeron unas amigas que se rumoreaba que tenía un buen rabo, que los chicos lo comentaban años atrás en educación física (en la ESO), cosa que me excitaba y me obsesionaba más, pensando todas aquellas guarras que se estaría follando con su enorme polla, y cómo no podía a mi corresponderme de esta forma.
Es así como le pedí de hacerle una mamada en plan colegueo, a lo que, de buena manera, se negó.
Naturalmente que sí, en qué coño pensaba.
Poco a poco íbamos siendo más y más amigos.
Un día, se hizo un tatuaje en el pecho, y al enseñármelo se quitó la camisa y pude ver su pecho musculado (no fuerte tampoco), su espalda de hombre.
y su paquete.
También se había quitado los pantalones, y me pidió que le curara el tatuaje.
No pude evitar mirar abajo un par de veces, esperando a que no se viera nada.
Ahí la cosa fue a peor, no podía para de pensar en su polla en mi boca.
Me lo imaginaba follando con tías, me desquiciaba, me masturbaba pensando en él siempre.
Pero bueno, nunca pasó nada hasta unos meses después.
Quedábamos en su casa, mirábamos series, hablábamos.
me quedaba a dormir.
Si.
Un día que quedamos en abril de 2015, me quedé a dormir en su casa.
Estábamos hablando en su habitación mirando Youtube y de repente miro al suelo.
Tenía unos calzoncillos sucios en el suelo, y mi amigo estaba en el ordenador, sin enterarse de lo que yo hacía fisgoneando.
Me los metí en la mochila, y fui con esta al lavabo.
Cogí esos calzoncillos gastados y viejos, y vi muchas manchitas blancas sobre la tela roja.
Sin dudarlo, empecé a olerlo y a lamerlo.
Estaban manchados también por el culo, y había rastro de pelos.
Estaba más que a cien.
Olían a su polla, me los puse por la cabeza de manera que donde había estado su paquetón me daba en la boca y la nariz.
Mi obsesión crecía sin parar, intenaba verle desnudo.
Intenté ver su rabo de mil maneras distintas.
Pensé en poner una cámara en su baño, a través de redes sociales haciéndome pasar por chicas guarras, mamarle por la noche mientras durmiese, ponerle alguna pastilla para que se durmiese y mamarle ese pollón rumano a saco toda la noche.
De hecho no me parecía tan mala idea.
Así que me puse en marcha.
Estaba empalmado sólo de informarme.
Era agosto, habíamos estado en mi pueblo unos días.
Durante nuestra estancia ahí, él se lió con una chica, cosa que me jodía y podía poner excusa para mi futuro plan.
Esa misma noche, ya que dormíamos juntos y es un poco guarro y desordenado, cogí la bolsa de ropa sucia de debajo de su cama mientras dormía, alcancé los 3 calzoncillos que había estado usando esos días, subí a la buhardilla y olí y lamí todo.
Con la linterna del móvil vi como no habían manchitas esta vez, en ninguno.
Aún así olía a su polla.
Ese fuerte olor.
Por motivos varios, volvimos antes de lo planeado a nuestro pueblo natal.
Para compensarme el resto de días que deberíamos haber estado de vacaciones en mi pueblo, propuso ir a su casa y estar ahí unos días, ya que sus padres no estaban.
Me hice de rogar, pero obviamente acepté.
Llegamos a su casa, y yo voy a la mía a por unas cosas (y para darnos un respiro de unas horas ya que llevábamos muchos días juntos).
Al llegar a casa, pensé en todo lo que podría ser una de esas noches, si mi plan funcionaba.
Es por esto que decidí meterle unos somníferos la noche que a mi me tocaba hacer la cena, puesto que mientras uno cocina, el otro mira la tv/play etc.
El corazón me iba a mil, me sentía tan pero tan mal y tan pero tan bien.
La cena transcurrió con normalidad a eso de las 10 de la noche.
Creía que empezaría a bostezar a lo largo de esta, pero no.
No hizo nada, como si no le hubiese hecho efecto nada.
Me estaba empezando a hacer la idea de que quizás mi dosis era insuficiente pero ya con lo poco de moral que me quedaba y toda la culpa que acumulaba, decidí cancelar el plan.
Apenado, fuimos arriba y decidimos mirar una serie que él decidió.
Mientras la mirábamos, yo para no estar pensando lo que pudo haber sido el plan que tenía pensado y ya que no me concentraba mirando la serie, decidí mirar el móvil en el transcurso de esta, para mirar facebook, instagram.
La serie cada vez es más aburrida, y ya son casi las 3 de la mañana.
Miro la litera de abajo, dónde él está, y veo que está dormido.
Me vuelven a venir todos los pensamientos, me late el corazón a mil.
Siento la adrenalina por mi cuerpo.
Bajo lentamente por las escaleras de madera, con miedo a que hicieran algún tipo de crujido a mi paso.
Llego a la litera de abajo y veo que se ha dormido con su pijama y sin mantas ni sábanas de ningún tipo, puesto que estábamos en agosto.
Le susurró su nombre, primero silenciosamente.
De manera gradual me acerco y subo el tono de voz, tratando de averiguar si estaba, tal como su cuerpo indicaba, dormido.
Mi mano llega a su cara gracias a la poca luz del ordenador que seguía transmitiendo la serie.
Le toco.
Le palmeo un poco la cara.
Le doy una pequeña torta.
Nada.
Ahí estaba con la polla a tope, por fin podría verle desnudo, después de tantos años esperando.
Es así como bajé la mano tratando de ir directamente a su paquete.
Estaba boca arriba, con la cara de lado, a la serie.
Oía su lenta y tranquila respiración, cosa que me calmó al saber que estaba bien.
Por fin llegué a su paquete.
Pude tocarlo por primera vez.
Era algo blando, pero definitivamente con unos grandes huevos que no me esperaba.
La polla era gorda, tampoco tan grande como la imaginé, pero eso era sólo estando dormida.
Es así como decidí despertarla.
Levanté un poco su camisa, y vi que no reaccionaba.
Aquí fue lo peor, bajarle los pantalones y calzoncillos.
Traté de bajarlos pausadamente, estirando la goma de cada lado, pero tenia que tocarle demasiado puesto que estaban apretados.
Después de un cuarto de hora, decidí bajarlos de un tirón.
Tampoco reaccionó a esto, cosa que me calentó muchísimo.
Vi por fin su polla.
Tenía más pelo de lo que creía puesto que casi no tiene en pecho, brazos y piernas.
Era morena como su piel.
Empecé a menearla, esperando que se despertara.
Le acariciaba los hueves suavemente, notando cada arruga y cada pelo, llegué incluso a tocarle el culo.
Mmmmm si algo había que me pusiera tanto como que me follase él es que yo le follase a él.
Ese culo blandito, no fofo, bien marcado y moreno.
Ojalá hubiese podido saborear su agujero.
Al rato de estar pajeándole y pajeándome, su polla empezó a crecer.
Y no me lo podía imaginar, superaba con creces mis 16 cm españoles tanto en largo como en ancho.
La tenía un poco curvada hacia la derecha, como yo.
Uní nuestras pollas.
Por fin se hacía la unión.
Y sin dudarlo ni un segundo, me metí su pollaza en mi boca.
Sabía algo más suave de lo que creía con su olor.
Se la mamé tanto, y él no estaba ni inmutándose.
Preferí no intentar girarlo para comerle el culo, ni tratar de meterme su pollón, puesto que eso seguro que si le despertaría, y ahí ya no tenía excusa alguna.
Al cabo de un rato, su rabo se empieza a poner más duro aún.
Con la mano derecha alrededor de su polla, noto como empiezan a pasar líquidos a través de su miembro.
Sin pensarlo dos veces, abro mi boca y al segundo noto un chorro caliente en mi boca, muy espeso, algo salado y dulce a la vez, con un sabor distinto.
Tragué.
Dejé que acabara de correrse en mi boca, y le estuve lamiendo un par de minutos más, hasta que acabé sobre su colchón.
Un charco de semen cubría la funda del colchón, de la mía y algo de la suya, que cayó de mi cara.
No sabía como explicar eso, si preguntaba al día siguiente.
Después de asearme, fui a dormir, con temor a ser descubierto al día siguiente por la inmensa mancha.
Al levantarse a eso de las 10 de la mañana, y ya que yo poco había podido dormir por la travesía de la noche, me dijo que había tenido un sueño muy raro, y que parecía muy real.
Como habían confianzas, le pregunté que de qué era, y dijo: "sentí como si una pava me la chupara tío, fue increíble".
Y prosiguió: "Y creo que me he corrido que flipas, mira mis sábanas (se refería a la funda).
No sé si es lefa tío, pero hostia no me extrañaría porque llevo semanas sin pajearme, he estado a tope esta noche supongo, jaja".
Los siguientes y últimos días transcurrieron con normalidad, con una vez ya se me habían pasado las ganas de probar su pollón, ya era algo cumplido, y la verdad es que una vez lo hice, todo lo que sentía desapareció.
No había ningún rencor, y mi cabeza se despejaba por momentos.
Fue increíble.
FIN
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