Tradición Familiar III
«Nunca te cansas de pedir, eres un devorador de vergas nato bebe» confesó acelerando las embestidas, sus brazos se encontraban tensos sosteniendo mis piernas y yo solo podía mirar al techo apretando mis manos, cerrando los ojos con mi respiración agitaba..
Mi padrastro me tenía en la cama chupandole la verga mientras el miraba un partido de béisbol, era aficionado a ese deporte y aquel día le tocaba jugar a su equipo favorito.
Como era la tarde y nadie viene a esas horas seguimos con el entrenamiento para ser un verdadero hombre, mis labios chupaban todo el recorrido del tronco, lamiendo la punta del glande para eliminar cualquier rastro de presemen.
El a veces acariciaba mi cabeza soltando suspiros bajos, cuando me metía la mitad de su hombría podía ver como tensaba las piernas, cerrando los ojos un momento, su mano dejaba de acariciar para apretar mi cabello, luego sacaba mi boca de su pene con una sonrisa.
«Has estado muy goloso bebe» confesó atrayendome a sus labios, me dio un beso rudo, amasando mis belfos con los suyos con tanta fiereza que me sentía debil, me soltó de un empujón haciendo que mi trasero rosara su verga.
Su cuerpo se tenso observando el mio, se veía caliente con esa mirada oscura en sus ojos negros y aquella sonrisa que tenía.
Luego se levantó de mi lado apagando el tele, me jaló de los pies dejándome al borde y levanto mis piernas para dejar mi agujero al descubierto.
«Han pasado dos semanas desde que empezamos, veamos si ya estas listo» dijo respirando pesadamente, acercó su rostro a mi ano el cual lamio con gula, su lengua entraba sin reparos sacándome suspiros, luego chupaba con sus labios metiendo los dedos de su mano derecha para abrir mejor mis paredes de carne.
Mis gemidos eran bajos, pero me encantaba sentirlo jugar con mi agujero, siempre me ponía ansioso de cuando me penetraria con su hombría.
«Papá, hazlo, te quiero dentro» me atreví a decir en un momento de placer, el sonrio acariciando mis piernas.
«Ten paciencia hijo, cuando esté culo pueda soportar tener mi mano dentro podré penetrarte» confesó mordiendo una de las mejillas de mi nalga, pegue un brinco mirándole, el sonrió volviendo a lo suyo.
Durante dos días la rutina consistió en besarnos, darle mamadas por toda la casa y dejar que hiciera lo que quisiera con mi agujero, siempre metiendo un dedo extra.
Mi mamá aquel día no había salido a trabajar, pero como rara vez tiene tiempo libre le gusta visitar a sus amigas, desde temprano se despidió de nosotros regalándo un beso a cada uno.
«Los quiero a ambos, vengo en la noche a preparar la cena ¿escucharon?» Habló tomando su bolso y saliendo de casa.
Mi padre solo asintió apretando su mano en mi hombro, le observe con mis ojos emocionados y el asintió.
«Hoy es el día bebe, tendrás mi verga en tu culo, vamos al cuarto» confesó apretando su entrepierna.
Caminamos al cuarto jugando con nuestras pieles, el acariciando mi espalda y yo apretando su pene.
«Quitate el short y ponte en cuatro en la cama, voy por una crema» ordenó mi padrastro sacándose el pantalón, su hombría expuesta me dejo maravillado, pero asentí corriendo al colchón, me subí dejando mi culo al descubierto.
Durante unos segundos solo se escucharon los pasos de mi padre y cajones siendo abiertos, luego el volvió agitando un bote blanco.
«Primero quiero hacer la prueba, respira como lo practicamos» dijo poniendo el frasco al lado, acercó su cara a mi ano soplando, mi cuerpo se estremeció de gusto, dio varias lamidas probando que estuviera lubricado y luego metió dos dedos.
Mi agujero lo recibió con gusto, incline mi plevis pidiendo más.
«Pequeño goloso, ten paciencia» decía riendo, puso otro dedo en mi interior provocando que gimiera, luego paso el cuarto, las sensaciones eran tan placenteras para mí que empecé un movimiento de cadera, mi padre me detuvo con la mano de la cintura.
«Te vas a ser daño hijo, espera un poco más, ya viene lo más importante» dijo sacando sus dedos, se junto crema en los dedos pasando una gran porción por mi ano, lubricante la zona tanto por dentro y por fuera dejándome con algo caliente escurriendose de mi culo.
«Respira» susurró volviendo a pasar sus dedos por mi entrada, de tres paso a cuatro y cuando trato de meter la mano opuso resistencia, mi expresión se torció sintiendo una punzada de dolor, la primera que había tenido.
«Papa» gemi asustado, el me miró y sonrió, luego se acercó aún con sus dedos en mi ano dándome un beso caliente, sentí como seguía metiendo su mano, pero su forma de amoldar sus belfos con los míos eran tan adictivo que me encontré gimiendo cuando toda su mano entró en mi agujero, en medio del beso sentí como sonreía.
«Estas listo» sacando su mano, vi como agarraba crema para ponérsela en su hombría, la cual brillaba en un tono rojo desde la punta entreviendo espasmos por todo el tronco.
Acercó la punta a mi ano susurrandome palabras sucias.
«Papá tiene un regalo bebe, esta verga quiere tu culo tragón ¿la quieres?» Decía acariciando el contorno de mi culo con su verga, asentí deseoso, el volvió a besarme esta vez metiendo la punta de su glande.
No sentí incomodidad y sin dificultad pude notar como la hombría de mi padrastro llegaba hasta al fondo, gemi emocionado cuando los testiculos de mi padre golpearon mi trasero, la tenía toda adentro.
«Voy a moverme y te quiero gimiendo como zorra» dijo sonriendo, sus caderas empezaron un vaivén lento que fue escalando, cada golpe a mi trasero era placentero para mí, su verga en mi interior rozaba mi carne con tanta insistencia que era como si la crema se derritiera en las paredes, fue tan caliente la sensación que solo podía pedir mas.
«Nunca te cansas de pedir, eres un devorador de vergas nato bebe» confesó acelerando las embestidas, sus brazos se encontraban tensos sosteniendo mis piernas y yo solo podía mirar al techo apretando mis manos, cerrando los ojos con mi respiración agitaba.
Esa vez no supe cuanto duramos, pero si recuerdo que lo hicimos varias veces, en el suelo, la pared, encima del sillón, en la cocina, fueron tantas ese día que me sorprendió el aguante de mi padre.
Apenas terminando nuestra última sección en el baño dejé que mis musculos anales apretaran el contorno de la verga de mi padre, mi padrastro me levanto unas cuantas veces antes de enterrarme su hombría de lleno dejando salir un gruñido ronco, su semen inundando mi interior de nuevo y siendo tan placentero como siempre.
«Eres la zorrita más caliente de todas, a partir de ahora te entrenare bien para cuando venga tu abuelo» dijo mi padre respirando entrecortadamente, yo sonreí acercando mis labios hinchados, esta vez sin vergüenza junte mis belfos con los suyos siendo yo quien dominaba el contacto, el se dejo hacer amasando mis glúteos con cariño, de vez en cuando me levantaba un poco para dejar que su hombría se hundiera en mi agujero, yo gemia gustoso siguiendo con lo mío.
Hasta aquí la tercera parte, me alegra saber que esta historia tiene tanto recibimiento, la cuarta parte saldrá pronto.
Ya saben si quieren charlar conmigo o compartir sus historias pueden encontrarme en telegram.
Telegram: @AlexanderTL28
Gracias por leer.
Que hermosura de relato!!!
demasiado rico, que afortunado son en tu familia
Es uno de los mejores relatos que he leído… Excelente!
Está bien. Y el protagonista no se toca?
Me fascinó la parte de la mano dentro del culo, siempre me ha excitado el fisting y verlo relatado en historias padre hijo es muy poco común. Gracias por incluir este tipo de situaciones