Una tarde de película
Como estreno mi mayoría de edad en un cine para adultos.
Todos los días tenía que caminar frente a la entrada del cine. Era un lugar super corriente, casi no se notaba que había una cartelera. Pero yo sabia que ese era un cine de adultos, uno donde proyectaban películas sin parar y donde la gente iba a tener sexo. Había tenido pocas experiencias sexuales, pero ya sabía que me gustaba el sexo rudo y el exhibicionismo por lo que este lugar me parecía el paraíso. Solo había un problema: no podía entrar siendo menor de edad.
Habían pasado meses desde que planeaba la escena y el día que cumplí 18 decidí ejecutar mi plan. Yo blanco, de cabello rizado y un poco alto; no soy muy fit pero soy delgado y siempre he tenido las caderas anchas en contraste con una cintura bastante angosta y un culo que provocaba que mis compañeros del instituto me apretaran con descaro.
Decidí llevar un pantalón de deporte bastante ancho y una sudadera. No me realzaba para la figura pero sería más cómodo de quitar si se daban las cosas como planeaba. No me puse absolutamente nada más debajo excepto por un budplug tipo bellota con un brillante rojo en la parte externa que resaltaba muchísimo contra mi piel blanca. Me lo había regalado un chico con el que me vi varias veces, pero esa es otra historia.
Primero debía ir a la universidad. El roce, apretar el culito para que el plus no se saliera y la emoción hacían que tuviera que sentarme para que se me bajara la erección, en parte eso también me excitaba porque podía ver una que otra mirada que se quedaba fija en mi.
Al medio día por fin llegó el momento. En la entrada no me pidieron mi ID (esto me molestó un poco porque pensé que podría haber entrado antes). Pasé directo a la sala: era enorme y estaba a oscuras a excepción de La Luz del proyector. A pesar de la oscuridad se podían ver figuras moviéndose frenéticamente en los asientos o en alguna pared.
Comencé a caminar escalera arriba y fije la mirada en un hombre quizás cuarentón y bastante mi tipo: con algo de panza, brazos y piernas gruesas de hacer ejercicios de tiempo en tiempo. Me senté a su lado muriendo de nervios. Acerqué mi mano lentamente a la suya para que me viera pero el sin voltear me sujetó y llevó mi mano a su paquete directamente sin decir ni “hola”.
Comencé a frotar aquello que amenazaba con romper el pantalón y como pude abrí la bragueta y el botón. El bóxer estaba muy mojado en la punta y se veía gigante. Él se levantó para bajar un poco sus pantalones y dejar que pudiera sacarle la polla más cómodamente. Bajé el bóxer lentamente dejando que el olor a macho me inundara la cara. Su polla estaba sin circundar, olía ligeramente a orina y estaba desbordada de precum. La verdad es que no era muy larga, unos 16cm pero era muy gruesa, apenas me cabía en la mano. Estaba embelesado cuando pude sentir su mano empujándome por la cabeza y entendí lo que tenia que hacer. Primero, saqué mi a lengua para degustar aquel liquido precioso. Quería degustarlo todo. Cuando estoy solo, siempre busco exilarme solo para poder probar mi propio precum. Luego me detuve un momento a apreciar mas detalladamente aquel ejemplar.
No podía verse mucho en la oscuridad pero la cabeza era pequeña, luego se hacía muy gruesa en el centro y luego volvía a hacerse delgada en la base. Estaba echa para desgarrar culos, pero primero estaba a la disposición de mi boca. Sin perder más tiempo, la metí en mi boca procurando que entrara ajustada desde el principio. Sabía que me la podía caer entera de largo, pero de ancho me estaba resultando un desafío. Él lo entendió y acariciaba ligeramente mi cabeza como esperando a que terminara de entrar en mi boca.
Desde la posición podía ver a dos personas sentadas unos asientos más adelante en nuestra fila. Eran un chico relativamente joven y un hombre bastante mayor. Ambos habían notado lo que pasaba y ya estaban polla en mano disfrutando el espectáculo. Eso me puso a mil. Busqué la mirada de ambos, y mientras cambiaba de uno a otro, enterré aquella verga hasta los pelos. Me detuve un momento a disfrutar del magnifico olor y de inmediato comencé a meter y sacar frenéticamente de mi boca. Como tenía la boca tan abierta, sabía que no tardaría en llenarme de babas la cara. No dejé de mirar al par de delante, pero pude notar que otras personas se estaban acercando a ver el espectáculo.
Mientras yo me deleitaba por la boca, mi macho metió su mano por la elástica de mi pantalón y se dirigió directo a mi culo. Comenzó apretando todo lo que podía pero rápidamente buscó mi agujerito que hasta ahora estaba ocupado. Cuando encontró el plug y solo escuché “ufff” mientras lo sujetaba con fuerza y lo sacaba de golpe. Pensé que intentaría dedearme, pero en su lugar comenzó a meter y sacar por completo el plug. Por ningún motivo quería dejar de mamar pero aquello me tenía a mil. Como pudo, sin sacarme su polla de la boca, me bajó los pantalones para que dejar mi culo expuesto y que todo el mundo pudiera ver lo que estaba haciendo. Ya no podía más, tenía la pierna mojada de tan mojado que estaba. Ya cuando estaba por acabar por la situación, me cogió por el pelo y me sujetó la cabeza para que no me alejara. Yo sabía lo que venía y lo deseaba, pero no esperaba tanta leche, casi se me sale por la nariz, era muchísima.
Luego de unos segundos así, por fin me soltó, no sin antes dejar el plug dentro, y pude alzar la cabeza para mirar al rededor. Unos 15 o 20 hombres se habían acercado a nuestros asientos y se la cascaban viéndonos. Había de todo y ya se me estaba haciendo agua la boca cuando mi macho me cogió de la mano y me dijo “ven”.
Como pude subí mi pantalón y me puse de pie. Debo admitir que después de tanto mete saca, me costó mucho caminar escaleras abajo sin que se saliera el plug, pero no quería decepcionar a mi macho quien había decidido dejarlo dentro.
Así me llevó hasta los lavados. Estaba más limpio de lo que esperaba para ese lugar, la verdad. Ya antes de entrar había podido escuchar los gemidos, pero al entrar vi chicos en dos de los cubículos dándole caña hasta no poder y a un señor haciendo una doble mamada en los urinales además de alguno que otro que se la cascaba descaradamente viendo lo que pasaba y caminaba de un lado a otro.
Mi macho apuntó hacia los lavabos y me dijo “en la sala no se puede follar, pero de aquí no sales así nada más”. Dicho esto, me plantó un beso mientras me quitaba el pantalón por completo, quedando yo con deportivas y una sudadera. Me volteó y pude ver en el espejo como casi todas las miradas se habían tornado a nosotros; en respuesta, abrí las piernas y me recosté en el mesón de los lavabos dejando el culo en pompa para mi macho. Podía verme, me encantaba lo perra que me veía. Además lo veía a él: no era demasiado guapo, pero en ese momento era mi macho, mi dios. Sacó mi plug con rudeza y me dijo “abre la boca”, como era de plástico, pude morderlo y me quedó como una mamila. Sacó un condón, se lo puso en cuestión de segundos y antes de que lo notara ya me estaba sujetando de la cadera intentando abrirme todas las paredes. Al principio costó, a pesar de la dilatación, pero me dio dos buenos escupitajos y para dentro.
Al ser más ancho en el centro que a los extremos, me dio un momento para acostumbrarme. Pero bastante corto. Mi macho comenzó a follarme como si no había mañana. Cada vez que entraba y salía sentía que me iba a desgarrar el culo y estaba dispuesto a dejarlo. Entre gemir, casi llorar y aferrarme con fuerzas para que no me estampara contra el espejo, vi que incluso una de las parejas de los cubículos había salido a mirar lo que pasaba. Todo era sobre mi en este momento y no podía encantarme más. Mi macho también lo notó así que paró, me quitó la sudadera y esta vez hizo que me apoyara de lado en el mesón con una pierna en el piso y otra en sus hombros de cara hacia mi público. Lo miré otra vez y me dijo “Te gusta que te vean? Muestrales lo perra que eres!”. Ahora podrían ver con pelos y señales como mi macho me partía el culo.
Sin perder tiempo, empezó otra vez el mete y saca pero antes de mucho escuché que dijo “me cago en… se me rompió el condón“. “No pares” Gemí, por primera vez hablando en todo este tiempo. Él me miró con cara de malicia, se quitó el condón, me lo puso en la cara y me volvió a clavar su verga, que ahora se sentía como cuchillo en mantequilla. Mi culo era completamente suyo. En eso uno de los espectadores se acercó un poco a nosotros y le dijo a mi macho “Puedo?” Mi hombre asintió sin dejar de follarme y el espectador comenzó a cascársela con furia justo sobre mi abdomen y acabó corriendo en cantidad. Por supuesto que una parte fue a parar a mi culo. Ahora fue mi macho quien le hizo señas a los otros para que se acercaran e hicieran lo mismo. No pude más y me corrí como nunca me había corrido, me llegó hasta la cara y sentí que me desmayaba. Solo me mantuve de pie porque estaba empalado por mi macho, quien seguía taladrándome sin piedad mientras los demás de daban una ducha de leche.
Al poco rato mi macho empezó a follarme con más fuerza, si eso era posible, y se corrió dentro me mi. Tenía el culo super abierto y me habían llenado de leche por todo el abdomen, así que cuando me sacó su polla, pude sentir la leche corriéndome por las piernas.
Nada más acabó, se limpió con mis nalgas, se subió el pantalón y se fue. Dejándome apoyado sobre los lavabos, desnudo, lleno de leche por dentro y por fuera y más feliz de lo que jamás había sido.
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