UNA VERGA MONSTRUOSA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Este es mi primer relato…mi nombre es Alonso, y es mi primera vez escribiendo pero finalmente me decidí a contar esto que sucedió hace un par de años, actualmente tengo 18 años. En aquel entonces estudiaba en preparatoria, siempre he sido un chico muy responsable, estudioso y aplicado, tengo buenas notas y soy lo que muchos padres podrían considerar un “hijo ejemplar”, siempre me ha gustado el deporte, entreno bastante y me cuido para conservar un buen físico, la verdad, debo admitirlo, no estoy para nada mal, soy moreno, tengo ojos grandes y verdes y según mis amigas, pestañas muy largas, mido 1.78m mi cabello es castaño oscuro, debido a todo el deporte que siempre he practicado y mis horas en el gym estoy ‘mamado’. Y sobre todo, lo que más me gusta presumir es mi enorme trasero redondito. Siempre he tenido fama entre las mujeres desde pequeño, pero lamentablemente hay un pequeño detalle, no me gustan las mujeres, por lo cual, sólo soy el “amigo gay”. Bueno, en las vacaciones de verano de ese entonces conocí a un chico muy lindo, es bastante guapo, cabello rubio, ojos grisáceos, ¡Y un cuerpo para morirse! Musculoso, alto, 1. 85m, ¡Y un paquete impresionante! Desde el primer momento en que lo vi, lo primero que noté fue la gigantesca masa de carne maciza entre sus piernas, aprisionada por los ajustados pantalones caquis que llevaba puestos, y que también enmarcaban un lindo trasero. Ese día yo llevaba una camisa blanca, pantalones color mostaza y un saco azul esmeralda; fuimos a comprar zapatos, y ahí estaba el, vestido con pantalones caquis, y una camisa turquesa; inmediatamente me dirigí a él, y apuesto, estoy casi por completo seguro que notó mi trasero de inmediato, en un instante ya le había sacado el nombre, la edad y el domicilio, a qué se dedicaba y qué hacía en sus tiempos libres, su nombre era Alexis, tenía 21 años, y estudiaba medicina, lo que más le gustaba hacer era ir a patinar, ir al cine y comer en restaurantes exóticos, y por si fuera poco quedamos de salir un día. Para fortuna mía este chico también resultó ser gay. Acordamos salir el sábado, iríamos a patinar, el problema es que yo jamás había patinado, y ni siquiera sabía cómo vestir, por lo que usé lo que creí adecuado para una primera ‘cita’ no oficial, unos pantalones cortos turquesas y una camisa color lima, con un suéter naranja; cuando llegué al parque él ya estaba ahí patinando, vestía una camisa sin mangas que dejaban ver sus tonificados y forzudos brazos, y parte de su torso, y unos joggers que enmarcaban de una forma gloriosa su gigantesco paquete. Al verme se aproximó con entusiasmo y me saludó –Qué tal guapo– me dijo, pero yo sólo podía concentrarme en el gigantesco bulto que saltaba en sus pantalones cuando corría hacia mí. Al verme se rio y me preguntó que porqué vestía así si íbamos a patinar –Es que jamás he patinado– me reí –Ah pero no te preocupes por eso que yo te enseño– me dijo de manera muy dulce mientras me rodeaba por encima del hombro con su musculoso brazo. No habían pasado ni 5 minutos desde que había llegado y mi verga ya estaba dura como una roca y él se dio cuenta de ello, ya que discretamente me la tocó por encima del pantalón, lo volteé a ver y me sonrió y apuntó con sus ojos hacia abajo señalando su monstruosa verga erecta aprisionada por la tela de sus pantalones. Me ayudó a ponerme las protecciones necesarias para patinar por primera vez, y después de eso pasamos casi toda la tarde “patinando”, me caía cada segundo que podía y todo era risas y diversión, pero jamás pudimos dejar de tocarnos y excitarnos mutuamente, yo descaradamente apretaba mi culo contra su verga, y él me acariciaba las piernas cuando me ayudaba a levantarme. Después de un buen rato decidimos ir a comer. La tarde pasó muy rápido y llegó la noche casi volando, no sé cómo pasó pero terminamos ebrios riendo y cantando en una fiesta ajena hasta que nos echaron por colarnos, vagamos un buen rato por las calles riendo y tocándonos de manera indiscreta hasta que me dijo que fuéramos a un motel, porque estaba bien cachondo y tenía unas ganas de reventarme mi culote a vergazos. Yo con la calentura del alcohol y las ganas de que me follara con su vergota accedí casi suplicando, así que fuimos al motel más cercano con unas ganas tremendas de coger. Entramos casi corriendo a la habitación, besándonos desesperadamente, suplicando sólo unos segundos por aire, él me tomó de los hombros y me arrojó contra la cama y entonces se abalanzó a comerme el cuello, los labios, las orejas y todo lo que podía, mi verga estaba tan dura que podía sentir que desgarraría mis pantalones, y él estaba igual o peor que yo. Para compensarlo y no dejarlo con las ganas lo tomé de la camisa y comencé a comérmelo de la misma manera que él lo hacía, pero de una manera más pasional, era un motel bastante decente, era maravilloso en realidad, la escena era bastante romántica, pero la calentura de esos momentos nos impidieron notarlo. El aire era cálido y tenía una esencia de sudor que resultaba más excitante que desagradable en realidad, estaba iluminado con luz de tenues velas, era noche y había una calma que me excitaba aún más, nuestros gemidos eran los únicos, estaba casi vacío podría decir, y el resonar intenso de nuestro placer retumbaba en las paredes de la habitación y ni siquiera habíamos empezado con lo bueno. Cuando ya no pude más, cuando sentí que mi verga estallaría de tan dura que la tenía, le suplique que me la mamara, y casi como un perro se arrodillo y me sacó el pantalón, de la manera más erótica y lenta posible, haciéndome sufrir como nunca, y finalmente sacó mi polla, no tomó ni medio segundo para pensarlo cuando ya la tenía toda dentro de la boca. Era impresionante ver cómo se tragaba mis 19cm enteros, jamás nadie había podido meterla toda en su boca, y él como si fuese un caramelo lo tenía hasta adentro, su lengua masajeaba hasta mis huevos y sentía como estaba a punto de correrme. -¡Ale basta, me voy a correr!- grité entre gemidos. Alexis me obedeció y sacó mi verga de su boca, su mirada era como la de un toro en celo, llena de lujuria y desbordante de hormonas. De sólo mirarlo a los ojos terminé por correrme ¡De sólo mirarlo a los ojos me corrí! Mis chorros calientes salieron disparados y cayeron sobre su cara, mi pecho y todas partes. Él me miro como enojado y me dijo, -No debías correrte aún, ahora deberé castigarte- su voz era tan excitante que me sometí por completo a él, -Sácame la polla- me ordenó, y tal cual él lo hizo lo hice de forma lenta como venganza, lo cual lo llevó al límite, me tiró del cabello hacia atrás y me gritó -¡Dije que me la sacaras, ahora!- verlo de esa manera me provocó aún más morbo, y deseaba ver que tan lejos podría llegar así con él. Continué tal cual iba, y él sólo gemía y bufaba como loco. Su verga estaba durísima, se sentía como una roca, se sentía indestructible y enorme, el bulto en sus joggers casi tan grande como una tercera pierna, y yo estaba excitadísimo, estaba con la verga tan dura y expulsando líquido aún después de correrme hace sólo unos minutos antes; cuando le saqué los pantalones, vi que sobresalía de sus boxers, lo que hizo que comenzara a correrme un poco otra vez; lo mire a los ojos, y vi que sonreía con lujuria, con orgullo de su tremendo pedazo, y con unas ganas incontrolables de que se la chupara. Por fin le saqué los boxers y su titánica salchicha salió rebotando golpeándome con fuerza en la cara, lo miré impresionado por lo que acababa de pasar y él sólo atinó a reír. Mi corazón latía a mil por segundo, de sólo verla me dolía el culo, y ya me había corrido por segunda vez. Él me miró y ordenó -¡Chúpamela toda pinche putita! Métete toda mi verga en tu boquita preciosa- yo lo miré asombrado, ¡Jamás en mi vida he visto una verga tan grande! Ni en las películas porno, al primer momento debía calcularle unos 28cm, probablemente más, sí seguro, debía medirlo por lo menos 30cm. Él me miró y dijo con orgullo. -¿Qué pasa perra? ¿A que nunca habías visto una tan grande? ¿Es enorme no?- yo lo veía completamente hipnotizado y sólo pude balbucear -Es monstruosa- él rio y me dijo -Adivina cuánto mide puta, adivina todo lo que te vas a tragar- yo babeaba y dije -¿30 cm?- estaba temblando, se me hacía agua la boca y se me mojaba el culo, aparte de que estaba por correrme una tercera vez de sólo verle la verga. Él se rio y me dijo -¿30 cm? No seas pendeja, 30 me medía cuando tenía tu edad, son 34cm de pura carne maciza, y si no me crees, anda y mídelo tú mismo- al escucharlo comencé a eyacular por tercera vez, ¡34cm! Era un monstruo, y sólo para verificar y no dejar que se le subieran los humos tomé la cinta métrica y lo medí, y fue lo mejor que pude haber hecho, terminé corriéndome una tercera vez, ¿34 cm me dijo? ¡Jaja! 34cm mi trasero, eran 36 malditos cm los que iba a atravesarme todo el culo. Al saberlo se llenó de más orgullo y me empinó a su verga, forzándome a tragármela toda, no podía, era tan grande que me hizo vomitar ¡Jamás había vomitado! Y el con tan sólo la mitad de su enorme verga me hizo vomitar, y ya me había metido con pollas muy grandes, la más grande hasta entonces de un primo a quien le medía 24cm, ¡¿PERO 36CM?! Este tipo era uno entre un millón, y también era muy gruesa, casi tan gruesa como mi antebrazo, ¿Qué más podía pedir? Después de varios intentos terminé por rendirme, no cabía en mi boca y sólo lograba provocarme arqueadas, él se estaba molestando y me gritó -¡TE LA VAS A TRAGAR TODA PINCHE ZORRA! Te la voy a meter hasta el fondo de la garganta aunque se te salga por el culo- y tras esto, me clavó la verga hasta adentro, mis ojos se pusieron en blanco y sentí que me llegaba hasta el estómago, tan grande, tan gruesa y tan dura, sentía sus pelos en mi nariz y sus gigantescas bolas como toronjas rebotándome en la barbilla. Comenzó a follar mi boca, la metía y la sacaba con una fuerza impresionante que sentí que me partiría la mandíbula y me tumbaría todos los dientes, no cabe duda que mis dientes estaban en contacto con su pene, pero el parecía disfrutarlo, estaba ahogándome, no podía respirar, hasta que sintió que iba correrse me gritó -¡Te los vas a tragar todos puta! Y si te atreves a escupirlos o vomitar te voy a tener que castigar- y dejó disparar toda su leche caliente hasta el fondo de mi garganta, parecía un grifo, se corrió de una manera impresionante, desbordando semen a montón, chorros tras chorros calientes inundaron mi garganta hasta que se escurrieron por los bordes de mis labios. Parecía que jamás dejaría de llenarme de semen, nunca en mi vida había visto una cantidad tan ridículamente excesiva de semen. Cuando terminó por fin me sacó su titánico chorizo aún tan duro como cuando recién me lo metió, estaba tan agotado, me faltaba la respiración y me sentía a punto de reventar, durante ese periodo perdí la cuenta de las veces que me había corrido ya. Alexis me miró como un triunfador, pero ese era sólo el inicio. -Y bien amor, ¿Qué tal tu primera buena verga de verdad?- me preguntó burlesco, yo lo miré y traté de sonreír, él se acercó y me dijo, -Prepárate, porque tu boquita fue apenas el aperitivo, y tu culito, el plato fuerte- me tomó de la cintura y me tumbó sobre la cama, abriendo bien mis nalgas para meter su lengua; el placer era indescriptible, metió uno de sus dedos, y luego otro, y otro, me preparó lo más que pudo, y baño mi culo en lubricante, -Trataré de no ser muy rudo contigo bebé- me susurró al oído, sólo para clavarme toda su vergota de una sola estacada, sentí mi culo estremecerse y mis gritos quizás fueron audibles en toda la colonia, el imbécil ni siquiera me avisó que lo haría. Comenzó a embestirme como una bestia, tan masculino y varonil con su torpedo cargado y erecto, un pene de verdad glorioso, grande, enorme, inmenso, gigante, de verdad el mejor hombre en la cama, se corrió cuatro veces esa noche, y yo, ni siquiera logro recordarlo, galón tras galón me llenó de semen, una y otra vez me bañé en su sudor y su semen, era delicioso, me lo tragué todo, o al menos lo más que pude. La habitación quedó hecha un asco, como si un huracán hubiera arrasado por ahí. Por la mañana mi culo dolía a más no poder, no pude sentarme por dos días, excusando que tenía hemorroides, cuando en realidad sólo tenía un gigantesco hueco vacío por su monstruoso animalote, después de eso, no pude volver a tener sexo con ningún otro hombre que no fuera él, tiempo después de nuestra décima sesión de sexo salvaje nos hicimos novios, y hasta la fecha sigo disfrutando de su polla tan colosal y monstruosa. Alexis y yo disfrutamos de todo tipo de sexo rudo, me he convertido en su sumisa perra sexual, pero lo disfruto como nunca, jamás me consideré sado, pero él me ha enseñado maneras de disfrutar de una verga tan grande como no tienen idea. Me ha desgarrado dos veces, pero se ha convertido en un vicio, y no puedo dejar su titánico pene.
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