Visitas placenteras
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por robertojrz.
Alejandro y Andrés se conocieron vía Chat e inmediatamente congeniaron, y no era para menos, ya que compartían algo en común: el gusto por los culitos apretaditos, los labios rosados y tiernos y las verguitas nuevas y sin un pelo.
Aun cuando había distancia de por medio, no permitieron que eso demeritara la relación, cada vez que tenían oportunidad compartían sus experiencias y fantasías, haciéndose unas pajas descomunales mientras uno veía al otro mediante una web-cam.
El tiempo pasó, y esta amistad se fue fortaleciendo, hasta que ya no fue posible conformarse con escribir y releer la fantasía que tanto les gustaría compartir: coger juntos a un desprevenido, pero finalmente la oportunidad se dio.
Andrés estaría sólo unos días, ya que su esposa saldría de vacaciones, y, afortunadamente, Alejandro estaría en periodo de vacaciones en su trabajo por las mismas fechas, así que sin pensarlo un instante decidieron que se reunirían.
Alejandro viajaría a la ciudad de residencia de Andrés, quien lo esperaría entusiasmado con un pequeño de nombre Miguel, su putito de planta.
Miguel, o Miguelito, como mas le gustaba llamarle Andrés, para recalcar su corta edad, era un chico de 10 años de edad, delgado, de cara delineada y fina y con unas suaves maneras afeminadas que fueron las que alertaron a Andrés de su existencia.
La noche que lo conoció, Andrés esperaba en un kiosco de venta de hamburguesas, cuando de pronto lo escuchó, con una voz suave, melodiosa y una sonsonete que inmediatamente hizo pensar a Andrés: A este le gusta la verga, y si no le gusta yo me encargo de que así sea.
Andrés se sentó de tal forma que forzosamente Miguelito lo viera, lo cual sucedió.
Fue un flechazo, Miguel lo vio fijamente y le sonrió tiernamente, por su parte, Andrés, enarcó las cejas y abrió un poco las piernas y discretamente rozó su paquete con una de sus manos.
Miguel observo atento el rápido ademán y después se fue detrás de un grupo de niñas con el que había llegado.
Ese fue el primer contacto, el cual no tardo en dar frutos:
Días después, mientras Andrés regaba su jardín, lo vio pasar.
Ahora caminaba solo, y Andrés podía casi jurar que no fue una casualidad.
Miguel pasaba justo frente al jardín, sin siquiera voltear a verlo, pero había algo en su forma de andar que le hacia pensar que el pequeño estaba esperando que hiciera algo.
Lo primero q se le ocurrió para hacer contacto, fue desviar “accidentalmente” un chorro de agua de la manguera con que regaba, con lo que mojó al desprevenido Miguelito.
Miguel lanzó un leve grito de sorpresa ahogado por el estremecimiento por el agua fría.
—Perdón—le dijo Andrés—no te vi pasar.
¿Estas bien?
Miguelito se rió con una risita que término de cautivar a Andrés, quien comprendió que estaba completamente perdido.
—Mira como te dejé—continuó Andrés—estas empapado, deja te traigo una toalla para que te seques.
Andrés entró a la casa dejando la puerta abierta y desde dentro le hizo la invitación a pasar, mientras buscaba una toalla.
Miguel entró con naturalidad, observando todo a su alrededor.
Realmente estaba mojado, aun que no tan empapado como Andrés quería hacer creer.
Sus cabellos caían sobre su frente por el peso del agua, la camisa azul celeste era surcada por una marca húmeda que lo atravesaba diagonalmente y el pantalón caqui solo mostraba unas cuantas salpicaduras.
Su uniforme escolar había quedado hecho un desastre.
—De verdad que lo siento, mira nada mas como te deje—se lamentaba Andrés mientras entraba con una toalla en sus manos—.
Sécate pronto antes de que te vayas a enfermar.
El niño tomó la toalla y comenzó a frotar sus cabellos, Andrés no lo perdía de vista seguía cada movimiento, estaba en shock, hasta que reacciono:
—Si quieres puedo plancharte la camisa para que se sequé mas pronto.
Lo dijo común ligero temblor de voz, por que sabía que ese paso sería crucial.
Miguel retiró la toalla de su cara y lo vio con una expresión difícil de describir, como preguntándose si de verdad seria buena idea seguirle el juego a aquel extraño, sin embargo finalmente aceptó, se desabotonó la camisa dejando al descubierto poco a poco su pecho, después se la quitó y frente a los ojos maravillados de Andrés se mostró la mitad de su cuerpo desnudo.
Delgado pero con los músculos delineados, Andrés pensó que con seguridad Miguelito llegaría a ser un hombre de cuerpo atractivo, aun que en realidad para él sería mejor que el pequeño permaneciera así por siempre.
Miguel seguía con la mano extendida, ofreciéndole la camisa, pero Andrés estaba petrificado, hasta que Miguelito lo sacó del trance.
—Señor—le dijo tímidamente—,aquí esta la camisa.
Andrés se estremeció al salir de la ensoñación.
—No me digas señor—le solicitó mientras tomaba la camisa—, dime Andrés, ya somos amigos ¿no?.
El niño asintió.
—¿Tu como te llamas?
—Miguel.
—Que bonito nombre, ¿te puedo decir Miguelito?
El niño se encogió de hombros.
—Si quiere.
—Bueno, Miguelito, ahora vuelvo, voy a secar tu camisa.
Miguel se dio vuelta para retirarse, pero luego giró en redondo y agregó:
—No quieres que de una vez también te sequé los pantalones, también se mojaron un poco.
El niño se rió.
—No, como cree, ni modo que me ande en calzones.
Andrés se rió junto con él, para relajar la situación.
—No te preocupes, estamos en confianza, además va a ser rápido.
Anda quítatelos.
Es mas si quieres yo también me quito la ropa para estar iguales, además yo también me he mojado un poco.
—Bueno.
Y diciendo esto Miguelito se desabrocho el cinturón, el botón del pantalón, abrió el cierre y bajo sus pantalones, mostrando sus calzones blancos con unos pequeños dibujos a los que Andrés no prestó atención.
Cuando Miguel trato de sacarse el pantalón casi se va de espaldas por que sus zapatos se atoraron con las piernas del pantalón.
El pequeño dio unos pasos atrás y se sentó en el sofá, levantó las piernas para desabrochar las cintas de los zapatos y entonces Andrés pudo ver como se marcaban sus nalguitas y su pequeño paquete.
Andrés ya estaba muy caliente, con la verga muy dura, quería lanzarse sobre el niño para comenzar a acariciarlo, sentir su piel, sus nalgas y esa verguita con sus huevitos que se veían tan ricos debajo del calzoncillo, pero debía esperar, él sabia que esta parte sería la mas complicada, el terreno mas delicado donde cualquier paso en falso podría echarlo todo a perder.
—Listo, tenga—le dijo Miguel dándole el pantalón.
Andrés lo tomó y se quedó inmóvil observándolo—Señor… digo Andrés, ¿usted no se va a quitar la ropa? dijo que…
—Ah si, si—lo interrumpió—, lo había olvidado.
Diciendo esto comenzó a desnudarse rápidamente, casi con desesperación, y en menos de un minuto ya estaba solo cubierto por un bóxer ajustado que dejaba ver su verga bien marcada y dura debajo.
Miguelito no perdía detalle de la acción, y cuando vio la verga de Andrés bien marcada en su bóxer no le quito la vista de encima.
Andrés al ver esto, procedió a llevar su mano a su paquete y se lo frotó.
—¿Que pasa Miguelito, nunca habías visto a un hombre el calzones?—le preguntó tratando de ocultar la malicia del tono de su voz, haciéndola sonar como una pregunta cualquiera.
—Si, pero es que su pito se ve muy grande.
Andrés se rió.
—Y lo es, ¿lo quieres ver?
Miguelito asintió.
No tuvo q repetirlo, Andrés metió su mano dentro del bóxer y enseguida saco su verga, gruesa, grande, durísima.
—¡Órale!, si esta bien grandote, mi primo no lo tiene tan grande.
Andrés volvió a reír.
—¿Tu primo te enseña el pito?
—Si.
—Órale, y ¿Cuántos años tiene?
—Creo que 16.
—Ah, y por que te lo enseña o que.
Durante la conversación Andrés no dejaba de sobarse la verga, ahí de pie, a unos cuantos pasos de Miguelito que seguía sentado en el sofá con la mirada fija en la verga de su nuevo amigo.
—Es que mi primo viene a mi casa a veces y cuando estamos solos me dice que se la agarre.
«Justo lo que pensé, a este putito le gusta la verga »
Andrés fingió sorpresa.
—Wow, ¿y si se la agarras?
—A veces.
El terreno ya estaba bien medido, así que ya no había riesgos, Miguelito era un putito con experiencia, así que no dudó en continuar.
—¿Y no te gustaría agarrármela a mi?
—No se.
Andrés dio unos pasos al frente hasta quedar a un palmo de distancia de Miguelito.
—Ándale, no pasa nada, es igual que como lo haces con tu primo, solo que mas grande—dijo entre risa para relajar al niño.
—Bueno pues.
Miguelito extendió su mano y tomó la verga de Andrés.
—Esta bien duro—se sorprendió el niño.
—Si—le dijo riendo—, es q me puse muy caliente.
—¿Por qué?
—Por que me gustas mucho.
El niño respondió con una risita, mientras seguía con su mano entorno al duro garrote de Andrés.
Él por su parte tomó la manita de Miguelito y comenzó a moverla para recorrer con ella toda la extensión de su verga.
El pequeño comprendió la indicación y comenzó a mover su mano por si solo y después involucró su otra mano.
Andrés comenzó a gemir, encantado por la experiencia, no apartaba la vista del pequeño, que se veía tan lindo ahí sentado, solo con sus calzoncitos infantiles, y con una vergota entre sus manos.
Andrés se apartó y sin decir nada se arrodilló frente a Miguelito y ya fuera de si le quitó el calzón.
El niño no decía nada, se dejaba hacer, un poco atemorizado.
—Tranquilo, no te va a pasar nada—lo tranquilizo Andrés, que notó la reacción del pequeño—, ya verás que cosas tan ricas vamos a hacer.
El niño le sonrió y se abandonó a los deseos de su amigo.
Ya completamente desnudo, lo observó con detenimiento.
Su verguita, lógicamente era pequeña, rosadita, sus huevitos arrugaditos muy pegados a su cuerpo y levantando un poco sus piernas pudo ver su culito, rosa, arrugadito.
Andrés ya estaba fuera de si, quería todo, sin decir nada hundió su cara entre las piernas del niño, comenzando a lamer como demente todo lo que encontraba a su paso.
Lamía una y otra vez los huevitos, la verguita, bajaba hasta el culito, luego se metía verga y huevos a la boca.
Miguelito se retorcía de placer, aun que el decía que eran cosquillas.
Andrés reía divertido y emocionado por su inocencia.
Así estuvo cerca de 15 minutos.
Toda la entrepierna de Miguelito escurría húmeda por la saliva de Andrés.
En instantes Miguelito comenzó a retorcerse con mas fuerza.
—No, ya, ya no—le pedía sin dejar de retorcerse, pero Andrés no prestó atención a su suplica, él sabia que el pequeño estaba cerca del orgasmo, pero que el no entendía que pasaba y por eso se sentía atemorizado, pero también sabia que tan pronto como llegara el pequeño aprendería a gozar de aquella maravillosa sensación.
Así fue, Miguelito comenzó a gritar de placer, Andrés tuvo que taparle la boca para que no los delatara.
Siguió chupando el pequeño pene, duro, hasta que el niño dejo de estremecerse.
—¿Te gustó?—le preguntó.
El niño sólo asintió, aun reponiéndose de la nueva experiencia.
—Sabía que te gustaría, pero ahora es mi turno.
Diciendo esto se levantó poniendo su dura verga justo frente a la cara de Miguel.
No fue necesario decir nada, el niño tomó la verga con ambas manos y comenzó a lamer la cabeza, húmeda de tanta excitación.
Andrés no pudo evitar preguntarse si Miguelito haría lo mismo con el dichoso primo y por un instante lo invadió una oleada de celos, pero enseguida desechó esa idea, al fin de cuentas si lo había hecho antes le ahorraría el tener que enseñarle.
Y así fue, su experiencia quedó de manifiesto desde el primer instante.
Mamaba con tal destreza que Andrés estuvo a punto de terminar en varias ocasiones y tenía que detenerlo para prolongar semejante goce.
—Miguelito, que rico la mamas, a este paso no tardas en sacarme la leche.
Miguel ni siquiera lo miraba estaba entretenido degustando esa gruesa verga que apenas si le cabía en su pequeña boca, y tan larga que apenas lograba tragar la mitad antes de sentir arcadas.
Era un experto puto mama vergas.
Andrés tenía unas ganas enormes de meter su dura verga en ese culito, quería sentir como se abría para recibirlo, deseaba desesperadamente escucharlo sollozar por el dolor de su culito al ser penetrado y después oírlo gemir y pedir más.
—¿Tu primo te mete el pito en la cola?—le pregunto casi bufando, a punto de perder el control.
—No porque me duele.
Esto le devolvió un poco de lucidez.
En verdad deseaba hacerlo e incluso el pensar que le dolería lo excitaba, pero por otro lado le daba miedo hacer algo que lo pusiera al descubierto.
Decidió que era hora de terminar con la aventura, ya había pasado casi una hora y tal vez la madre de Miguelito ya lo estaría buscando.
—Mamamela muy bien porque ya te voy a dar tu lechita.
Como si de un militar se tratara, Miguelito obedeció la orden al instante.
Comenzó a mamar con glotonería, intentando tragar toda la verga, chupando como cachorro hambriento la cabeza y acariciando con sus manitas los huevos.
Andrés gemía mas y mas, casi hasta no poder contener sus gritos, mordía sus labios para hacerse callar.
—!Así cabroncito! Pinche putito la mamas bien rico.
Ya te voy a dar tu premio, no dejes ir ni una gota.
Diciendo esto estalló dentro de la boca de su pequeño amante, que por su parte no dejó escapar ni una gota, mantuvo la verga adentro, tocando su garganta, por lo que los chorros de semen cayeron de lleno haciéndolo sentir que se ahogaba.
Después siguió mamando y lamiendo hasta dejar completamente limpia la verga de su amo.
Andrés se tiró en el sofá, a un lado del niño.
Respiraba trabajosamente.
Lo tomó entre sus brazos y luego lo besó en los labios apasionadamente invadiendo su boca con la lengua.
—Que rico lo haces—le dijo separándose de él—espero que podamos hacerlo otra vez.
Sólo no se lo digas a nadie y no vengas hasta que yo te diga.
No quiero que mi esposa o tu mamá sospechen nada.
Miguel asintió con una sonrisa.
Así pasaron varios meses, viéndose de vez en cuando, aprovechando las salidas de la esposa y los descuidos de la mamá.
Tiempo después Andrés conoció a Alejandro, quien de tanto oír de las virtudes de Miguelito no pudo menos que hacer todo lo posible por conocerlo personalmente.
Alejandro llegó muy temprano al aeropuerto, donde lo esperaba Andrés.
Su esposa había salido de viaje el día anterior y estaría fuera por lo menos una semana.
Antes de ir a casa los dos amigos llegaron a desayunar a un restaurante.
Pasaron las horas platicando de cualquier cosa procurando no tocar su tema favorito por si algún oído indiscreto estaba cerca.
Ya en casa dieron rienda suelta a sus gustos, paseando desnudos por toda la casa, con las vergas duras casi todo el tiempo, contando experiencias y nuevas fantasías, pero sin tocarse, querían guardar toda esa excitación para el pequeño Miguel.
Cerca de las seis de la tarde tocaron a la puerta.
Alejandro que seguía desnudo, acostado en la cama, dio un salto y a punto estuvo de correr a abrir la puerta, pero Andrés lo adelantó, ya vestido, por si alguien pasaba por la calle al abrir la puerta.
Ahí estaba Miguelito, puntual y listo para su pasatiempo favorito.
—Pasa Miguel, te estábamos esperando.
El amigo del que te conté ya está aquí.
Le he hablado muy bien de ti, no me hagas quedar mal.
El niño no dijo nada, caminaba a lado de su amo, con una gran sonrisa, le gustaba la idea de tener dos pitotes para mamar.
Entraron a la habitación.
Alejandro seguía acostado, con la verga bien parada, impaciente.
—Alex él es Miguelito, mi putito complaciente.
Alejandro lo veía sin parpadear, sosteniendo su verga perpendicularmente a su cuerpo para remarcar su excitación.
—Anda Miguel, no seas mal educado.
Saluda como es debido.
El niño caminó con tanta seguridad y sensualidad que la verga de Alejandro dio un brinco poniéndose mas dura, cosa que Alejando ya no creía posible.
Lentamente Miguelito se acercó, se sentó en el borde de la cama, muy cerca de Alejandro, luego extendió su mano y sin mas tomo la verga.
—Mucho gusto, señor—le dijo moviendo si mano de arriba abajo en esa verga, como si de un saludo de mano se tratara
—Puedes decirme Alex—le dijo acariciando con ternura sus cabellos—.
Vaya Andrés se nota que lo tienes bien educadito.
Andrés sonrió satisfecho.
—¿Quieres que se desnude para nosotros o lo hacemos por él?
—Déjame desnudarlo a mi.
Andrés le respondió con un ademán, invitándolo a hacerlo.
Alejandro comenzó inmediatamente, con desesperación y excitación descontrolada le sacó la playera con estampado de Mickey Mouse, y comenzó a besarlo por todas partes, en su pecho, sus axilas, lo cual hizo reír al pequeño, chupó una y otra vez las pequeñas tetillas del niño, mientras tanto desabrochaba el cinturón y el pantalón.
Se hincó frente al niño que estaba de pie, bajo su pantalón dejando al descubierto sus calzoncitos blancos con pequeños carritos azules.
De un solo jalón brusco le bajó el calzón y sin mas se abalanzó sobre su pequeño pene y sus huevitos tiernos, lamiéndolo todo, el pequeño tomó la cabeza de Alejandro con sus manos, incitándolo a continuar.
Andrés seguía atentamente el espectáculo, acariciando su verga dura sobre su pantalón.
Luego se acerco al niño y le dijo con señas que hiciera lo que tenia q hacer.
Miguelito lo entendió enseguida, comenzó a desabotonar la camisa de su amo, y después su pantalón, lo bajo con todo y bóxer liberando de golpe su dura verga, la cual tomo con sus manitas y comenzó a masajear mientras Alejandro seguía comiéndose sus pequeños genitales.
Andrés se apartó para terminar de desnudarse, una vez hubo quedado completamente desnudo se dirigió a Alejandro:
—Levántate Alex, es hora de que sientas las maravillas que hace este putito.
Alejandro se puso en pie.
—Siéntate—le ordenó Andrés al niño.
Ya con el niño sentado en el borde de la cama Andrés se acerco a él, poniendo su verga justo frente a la cara del putito.
—No te quedes ahí viendo, ven que este pinché goloso puede con las dos vergas.
Desde que le dije que tal vez vendrías no ha dejado de mencionar emocionado que ya quería tener dos pitos en la boca.
—Cuando me dijiste que era todo un putito pensé que exagerabas, pero ya veo que no.
Alejandro se acercó y las dos vergas duras se rozaron frente a la cara del niño.
—Mamalas cabroncito.
Miguelito tomó una verga con cada mano y comenzó a meterse una y otra en la boca, chupando con maestría.
Chupaba con tanta intensidad y entusiasmo que la habitación se lleno de los sonidos de succión.
Luego dejaba de mamar verga y masturbaba los dos penes al mismo tiempo, mientras bajaba para chupar los huevos de uno y luego los del otro.
—¡Carbón—se dirigió Alejandro a Andrés—, este putito es un mamador experto!
—Te lo dije.
Además al puto le encanta la leche.
¿Verdad putito?
—Si, me gustan mucho los mecos.
Esto encendió aun mas a Alejandro, que de inmediato se descontroló.
—¡Métete las dos a la boca pendejo!—le ordenó tomando la cabeza del pequeño y ensartando su verga con fuerza.
El niño sintió ahogarse, pero no retrocedió, se mantuvo firme y abrió mas la boca para tratar de recibir la otra verga.
Pero fue imposible, su boquita no aguantaba los dos gruesos garrotes.
Se volvió a hacer cargo y siguió alternando las mamadas.
De pronto alguien toco a la puerta.
Andrés sonrió mientras que en la cara de Alejandro se dibujo una mueca de decepción, pensado que la diversión había llegado a su fin.
—Parece que ya llegó la otra sorpresa.
Ahora vuelvo.
Se puso una bata de baño que estaba junto a la cama y salió de la habitación.
Fue hasta la puerta principal y la abrió haciéndose a un lado para que no pudieran verlo desde fuera.
—¿Esta Miguel?, me dijo que iba a estar aquí y que viniera.
—Si, pásale, esta adentro esperándote.
Era Luisito, un amiguito de Miguel, de 8 años, un poco regordete, de cara simpática y vocecilla chillona.
El niño entró y Andrés cerro la puerta, aprisionando a su nueva victima.
—Pásale hasta la recamara, Miguel esta ahí.
El niño obedeció y caminó hacia la recamara.
A unos pasos de el iba Andrés pendiente de todas las reacciones del pequeño.
La puerta de la habitación estaba abierta así que Luisito entró directamente.
Cual fue su sorpresa al encontrar a su amiguito Miguel arrodillado metiéndose en la boca el pene de un hombre.
Cuando se dio la vuelta para salir se topó con Andrés que ya se había quitado la bata, vio que ese hombre también tenia un pene grande y parado y se asustó.
—Tranquilo Luisito, no pasa nada, solo estamos jugando, a Miguelito le gusta mucho este juego y nos dijo que te quería invitar, ¿verdad Miguel?
Solo entonces el goloso niño se desprendió de la verga de Alejandro, quien estaba con una sonrisa enorme, fascinado pro la llegada del nuevo niño.
—Si, Luis, no te asustes, esta padre.
El regordete niño no estaba muy convencido.
—Miguel, ayúdalo q ponerse cómodo y a relajarse.
Miguel se levantó y se dirigió hacia su amigo, Andrés se hizo a un lado acercándose a Alejandro y ahí permanecieron los dos, viendo como el experto Miguelito desnudaba a su amiguito, el cual petrificado se dejaba hacer, sin apartar la vista de los duros penes de los dos hombres.
Antes de darse cuenta ya estaba con los pantalones y calzones abajo, sin camisa.
Miguel comenzó a chuparle el pene a su amigo, Luisito en cuanto sintió el contacto tibio de la boca de su amigo trato de hacerse para atrás, pero Miguel lo agarró con sus manos, apretando sus nalguitas y haciéndolo meter todo su pene dentro de su golosa boca.
—Relájate Luisito, se siente muy rico, ya verás—le dijo Andrés.
Aun con el nerviosismo y el susto, Luisito comenzó a sentir las “cosquillitas”, comenzó a mover su cuerpo involuntariamente metiendo y sacando su pene, ya paradito, de la boca de su amiguito.
Esta era la señal esperada por los dos hombres expertos.
Andrés le indico con los ojos a Alejandro que Luisito era para él y se acercó a Miguel haciéndolo dar vuelta hacia a el di dándole su verga para mamar.
Miguel comenzó con su glotona manera de mamar.
Alejandro se acerco al pequeño Luis le acaricio los cabellos y empujándolo suavemente lo llevo hasta la cama, sonde le indicó que se sentara, luego se acerco a el, poniendo su verga frente a la boca del niño.
—Abre la boquita, mira como a tu amiguito le gusta mucho.
El niño temeroso pero curioso abrió la boca, Alejandro metió la cabeza de su verga dentro.
—Ten cuidado de no morder, y chupalo como una paleta.
El niño inicio tímidamente, sacaba la lengua un poco y lamía la cabeza.
De vez en cuando volteaba a ver a su amigo y fue así como comenzó a imitar lo que él hacia, se fue relajando hasta llegar a disfrutar la situación.
Ya lo hacia muy bien, chupaba la verga una y otra ve, mientras masajeaba los huevos con sus manitas.
—¿Les comemos el culo?—preguntó Alejandro a modo de invitación.
—Claro—aceptó entusiasmado Andrés.
Entonces subieron a los dos niños a la cama, poniéndolos en cuatro uno frente al otro, Alejandro y Andrés detrás de su correspondiente culito.
—Besa a tu amiguito—le ordenó Andrés a Miguelito, quien enseguida obedeció.
Lo beso primero suavemente, con cierta timidez, que enseguida olvido dando paso a una serie de besos mas cachondos de los que muchos adolescentes han dado.
Luis no sabia que hacer, solo dejaba q su amigo le metiera la lengua, hasta q fue comprendiendo la mecánica y le correspondió, con besos igual de intensos aun que algo mas torpes.
Mientras tanto Alejandro y Andrés hundieron sus caras entre las nalguitas de los pequeños y comenzaron a mamar, ensalivando todo el hoyito, empujando con la lengua tratando de entrar en el apretado orificio.
Así estuvieron un buen rato, cuando los dos niños tuvieron el culo bien ensalivado comenzaron a meter el dedo meñique dentro, con lo que rezongaron un poco, pero enseguida olvidaron y siguieron gozando de los apasionados besos y de la sensación de sentir su culito invadido.
Poco a poco fueron cambiando de dedo, haciendo que el culito se fuera dilatando, ya aguantaban los dedos dentro sin sentir mas q una leve molestia, minutos después ya había tres dedos dentro de esos culitos.
Andrés y Alejandro se miraron y se sonrieron, ya los tenían listos.
Por fin Andrés cumpliría su sueño de cojerse el culito de su putito Miguelito.
Andrés se levantó y fue hacia Alejandro y sin decir nada comenzó a mamrele la verga con el fin de dejársela bien ensalivada y lista para entrar en el culito de Luisito, Alejandro que enseguida entendió la idea luego hizo lo mismo con Andrés dejándolo bien mojado.
—Ahora si—dijo Alejandro emocionado—, vamos a bautizar estos culitos.
Se pusieron detrás de los niños y sin mas apuntaron sus duras vergas al culito de su niño.
Iniciaron rozando la cabeza en el orificio palpitante, y empujando lentamente.
Los niños dejaron de besarse, estaban pendientes de lo que pasaría a continuación y algo temerosos de que les fuera a doler, pero sus amantes eran cuidadosos, lo hicieron muy lentamente, dando suficiente tiempo para que los culitos se fueran adaptando al grosor de sus vergas.
Cuando termino de entrar la cabeza se quedaron así un momento, metiendo y sacando lentamente solo esta porción de reata.
Con cada metida agregaban unos milímetros mas de verga y así sin que se dieran cuenta en cuestión de minutos los putitos ya tenían toda la verga adentro.
Después de esto todo fue gozo para los cuatro, con movimientos suaves pero constantes se cogieron esos culitos, ya podrían sacar todo el garrote y ver lo abierto que les quedaba el ojete, para después volverlos a ensartar de un solo golpe.
Los cabroncitos no dejaban de gemir.
—Así putitos—los alentaba Alejando—.
Les gusta la verga verdad cabroncitos.
Los niños decían que si entre gemidos y quejidos.
—Intentemos cogerlos mientras se la maman entre ellos.
—Propuso Andrés.
Acostaron a Miguelito en el borde de la cama, con las piernas sobre el colchón dejando su culo bien expuesto, luego Luicito fue puesto en cuatro sobre su amiguito, de tal forma q su culito quedo parado y su cara entre las piernas de Miguelito.
Los pequeños comenzaron a chuparse sus verguitas, Andrés y Alejandro los dejaron gozarse un momento, viéndolos detenidamente, después dándose una señal, se colocaron en sus respectivos lugares, Andrés en el borde de la cama metió su verga en el culo de Miguelito, luego, Alejandro, poniéndose detrás de Luisito le dejo ir toda su verga por su culito dilatado.
Era un espectáculo increíble, los cuatro gemían suavemente, apaciguando sus gemidos para que los vecinos no pudieran oírlos.
Así estuvieron un buen rato, hasta que sentían que no podían mas.
Andrés quería bañar al su putito con su leche, mientras que Alejandro decidió que prefería llenarle el culo al suyo.
Miguelito mamaba la verga de Andrés quien ya estaba a punto, luego le indico que no se tragara la leche, y así justo en el momento en que Andrés se venía, sacó su verga chorreando toda la cara de Miguelito, espesos chorros de leche llenaron sus mejillas.
—Ahora ve con tu amigo para que te limpie con la lengua.
Cosa que Miguelito hizo, fue a donde su amiguito, que seguía en cuatro siendo enculado por Alejandro.
Ya son pudor ni prejuicio alguno el pequeño Luis saco su lengua y como un cachorrito que bebe su leche comenzó a lamer los mecos de Andrés de la cara de Miguelito.
Esto calentó mucho mas a Alejandro quien ya no pudo mas y se vino muy intensamente dentro de ese caliente culito, siguió moviéndose hasta que los espasmos pasaron.
—Miguelito ahora te toca a ti tomarte tu lechita, chupale a ti amiguito la leche que le salga del culo.
Miguel obedeció inmediatamente, Luisito seguía en cuatro, quejándose un poco por que las ultimas envestidas de Alejandro fueron brutales, pero tan pronto como Miguelito comenzó a chuparle el culo, el dolor paso, Miguel no dejo ni una gota en el culito de su amiguito.
—Cogetelo—le ordenó Alejandro a Miguelito.
—Si, métele la verga.
Enseguida lo hizo, Miguelito introdujo en el dilatado culo, sin ningún esfuerzo su pequeñita verga dura.
—Dale duro, asi, dale.
—No te detengas, goza de se culito putito.
Andrés y Alejandro seguían alentándolo entusiasmados, mientras uno jalaba la verga del otro que ya estaban nuevamente al punto.
Pasaron unos minitos y vieron como Miguelito comenzaba a moverse involuntariamente, con mas rapidez y fuerza, como gemía y respiraba con intensidad, hasta que se estremeció, estirando todo su cuerpo y después calló sobre su amiguito, exhausto y satisfecho.
Pero sus insaciables amos no le darían tregua:
—Levántate puto—le dijo con autoridad Andrés—, todavía no acabas, ahora sigue tu amiguito.
Miguelito con sus manos y sus piernas temblorosazas se puso en cuatro mientras Luisito se colocaba detrás de el y metía su verguita dentro de sus fatigado amiguito.
Luisito imitó a su amigo, cogiendolo con fuerza, incluso con mayor entusiasmo que Miguel, en su cara se veía una expresión de insaciable deseo, Alejandro y Andrés enseguida identificaron esa expresión, Luisito seria un cabronazo como ellos.
Finalmente Luisito también llegó al clímax.
Los dos niños quedaron tendidos en la cama, respirando profundamente, como si acabaran de correr.
Andrés y Alejandro seguían masturbándose uno al otro de pie frente a los niños, que estaba boca arriba.
—Abran las boquitas chiquitos, les vamos a dar mas vitaminas.
Los niños abrieron la boca, Andrés y Alejandro le jalaron la verga al otro con mas fuerza y rapidez, hasta que casi simultáneamente estallaron una vez mas, lanzando unos chorros menos abundantes, pero igual de fuertes dentro de la boca de cada niño.
—Así pequeños tómense su lechita para que crezcan fuertes y sanos.
Habían pasado casi dos horas de aquella caligulezca orgía.
Sólo entonces fueron concientes Andrés y Alejandro de lo torpes que habían sido, las madres de los dos niños ya los deberían estar buscando, además aun faltaba tiempo para que los niños pudieran salir, primero tenían que lavarlos bien, poner un poco de ungüento en sus culitos y vestirlos para que quedaran tal como habían llegado.
En esa preocupación estaban cuando Miguelito intervino.
—Nuestras mamás no están, fueron a una fiesta desde temprano y van a llegar tarde.
Fue un alivio para los dos hombres, que ahora pudieron tomarse mas que suficiente tiempo para atender a sus pequeños amantes, lavarlos a conciencia, untarles con ternura y cuidado cremita en sus abiertos culitos, y vestirlos con cuidado y dedicación.
Al anochecer los niños salieron cuidando que nadie los vieran, contentos y satisfechos, aun que con un ligero y extraño modo de caminar que a Andrés y Alejando les volvió a poner dura la verga.
Alejando se regreso al siguiente día por la noche, prometiendo volver para gozar de esos dos putito que Andrés juró cuidar y mantener bien entrenados para cuando quisiera regresar.
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