A mi niñero le gusta desvirgar niñas
Dick dejó las bolas chinas un momento y tomó el elástico de su ropa interior. El padre de la niña pareció recobrar el sentido. —No lo hagas —su voz se escuchaba rota. Dick sonrió sin dejar de bajarse la tela de su bóxer mostrando su miembro y culo. —Ella lo quiere y tu lo sabes..
El reloj de la casa marco las 8 de la noche.
Un hombre bajó las escaleras a prisa cuando escuchó el timbre de la entrada ser tocado.
Su hija de 7 años fue la primera en abrir la puerta.
El padre de familia se detuvo al ver quien se había presentado para cuidar a su hija.
Un hombre de piel negra como la noche, ojos razgados, pestañas largas, nariz romana, labios chatos, mandíbula cuadrada, orejas pequeñas y cabello asfro. Vestía un traje profesional negro, portando un maletin de igual color. Su figura musculosa estaba cubierta por aquel traje y su altura de casi dos metros daba la sensación de estar frente a un gigante.
Tragando saliva, el dueño de la casa habló.
—¿Quien es usted?
El negro de ojos grises le observó antes de sacar una tarjeta de su bolsillo y leerlo.
—Calle 13, Identificación de domicilio #36678, del barrio Spencer Fill ¿Esta es la casa? —preguntó el hombre de piel oscura.
Su voz era grave y profunda, como el de un cantante de opera.
—Así es —dijo el padre de familia acercándose a su hija.
La pequeña de siete años era incapaz de quitarle la mirada a semejante hombre.
Su altura le parecía intimidante y había algo en él que le atraía.
—Soy un trabajador de la casa hogar «Negros de buen corazón», usted llamó solicitando una niñera. Me han enviado a mi por el trabajo. Aquí tiene la orden.
El hombre de piel negra le entregó un documento firmado y sellado.
Notando que todo era verídico, el padre no supo como articular palabra.
—Pensaba que enviarían a una mujer, talvez a un chico más joven —comentó el adulto tartamudeando.
Su invitado le quedó mirando un momento antes de suspirar.
—Si le molesta, puedo retirarme. No es mi intención incomodarla a usted o a su hija.
Aquella disculpa sorprendió al padre y procedió a pedir perdón.
—No es el caso. Pasé. Agradezco que se haya tomado el tiempo en venir.
Con esas palabras, el hombre negro fue invitado a entrar a la casa.
El padre llevó a su hija en brazos mientras le hacia un tour al niñero.
—Aquí esta la cocina. Emily ya comió, pero si pide algo, hay leche y galletas en la nevera. El baño esta en el segundo piso, a mano derecha. Llegaré tarde por lo que puedes dormir en mi habitación. El cuarto de Emily está al frente del mio. Ella tendrá sueño como a las 9, así que a esa hora acuestala ¿Alguna pregunta?
El padre parecía agitado mientras terminaba de hablar, su hija se chupó el dedo pulgar derecho mientras inspeccionaba al hombre que sería su niñero.
—Ninguna. Prometó cuidar de su hija.
Con esas palabras el padre sonrió y le estrechó la mano al niñero.
—Gracias ¿Cómo puedo llamarte?
—Dick.
—Un placer Dick, Soy Smith Tompson.
El hombre negro asintió dejando su maletin en un lado y desabrochando los botones de su traje.
El padre miró la hora en el reloj de la pared y se sobresaltó.
—¡Es tarde!
El hombre bajó a su hija y le dio un beso en la frente.
Corrió por sus cosas al segundo piso mientras el hombre negro y la niña se miraban.
—Eres muy grande.
—Todo de mí lo es. Lo verás cuando tu papá se vaya —comentó Dick con voz grave.
La pequeña sonrió escondiendo sus brazos en su espalda.
—¿Porqué tu piel es negra? ¿Te echaron carbon? —preguntó la menor haciendo un puchero.
Dick levantó una ceja ante la duda y entornó los ojos.
—Mi piel es negra porque es el mejor color del mundo ¿No te gusta como se ve? —dijo el hombre mostrando parte de su pecho al desabotonarse la camisa debajo del saco de vestir.
La menor observó el pectoral lleno de pelo y se carcajeó.
—Eres peludo.
—Lo soy…
Dick dejo de hablar cuando el padre bajó las escaleras, observó al niñero y a su hija en un concurso de miradas.
El adulto sonrió por lo curiosa de la situación.
—Me voy. Adiós Dick, Emily.
—Adiós señor Tompson.
—Bye, Papi.
Viendo que su hija estaba bien, el hombre salió de casa rumbo a la reunión con sus amigos.
Dick se dio la vuelta tomando el maletin a un lado suyo y caminando a la mesa de la cocina.
Emily le siguió curiosa.
El hombre negro abrió el maletin sacando varios objetos.
Una botella transparente con líquido dentro.
Unas bolas de diferentes tamaños unidas a una liga larga.
Un dildo de 12 cm de color rosado.
Y una bolsita de pastillas.
—¿Qué es todo eso? —preguntó Emily curiosa.
Dick la miró de reojo mientras se iba a la nevera.
—Son mis herramientas de trabajo.
—¿Para qué sirven?
El hombre negro sacó la caja de leche y la llevó a la mesa donde estaban sus cosas.
—Lo sabrás pronto. Son para ti.
—¿Enserio? ¿Vas a regalarmelas? —cuestionó la menor ilusionada.
Dick sonrió.
—Si te portas bien lo haré ¿Papá ya te ha preparado antes? —la voz profunda del adulto captó la atención de la menor.
—No entiendo.
El hombre negro sacó dos pastillas de su bolsa y las echó en la caja de leche, la removió un poco mientras hablaba.
—Quiero decir si papá ha jugado con tus partes íntimas.
La menor negó.
—Nunca. Papá dice que eso es malo.
—Entonces es primerizó —murmuró el hombre negro ignorando la última frase.
Volvió a meter la leche a la nevera y agarró la botella trasparente.
—Sígueme. Si vas a convertirte en mujer, debo prepararte.
Ante el comentario del adulto, la niña le siguió corriendo.
Sus piernitas le siguieron hasta el segundo piso.
Dick se metió al cuarto de su padre, empezando a quitarse la ropa.
—No deberías hacer eso enfrente de mi.
—Te acostumbraras. Cierra la puerta.
La niña hizo caso mirando la espalda descubierta del hombre negro.
Era ancha y maciza, cada músculo estaba bien tonificado dando la sensación de ser una muralla inexpugnable.
Los brazos bien definidos del hombre se estiraron mientras se quitaba el saco y la camisa.
Su piel negra y tersa parecía brillar ante la luz del cuarto dándole una apariencia como de jade.
El hombre se dio la vuelta mostrando sus pectorales hinchados cubiertos de pelo, sus pezones erectos apuntando hacia abajo, un camino de abdominales negros y peludos que terminaban en una pelvis pronunciada en forma de V.
Dick desabrochó el botón de su pantalón mientras veía a la niña.
—¿Porqué no te acercas?
La menor negó.
—No quiero.
—De acuerdo.
El hombre negro se bajó el pantalón exponiendo sus piernas musculosas, sus glúteos levantados y una polla gorda dormida en su bóxer de lana blanca.
—Sigues haciendo cosas malas enfrente de mí. Papá se enojara si lo sabe.
Dick sonrió dejando su ropa acomodada a un lado de la cama.
Caminó hacia la pequeña a paso seguro y dominante.
La menor se encogió por la diferencia de tamaño, pero no se resistió.
Fue tomada en los brazos fornido del hombre mientras la llevaban a la cama.
—Tu papá me contrató porque yo hago estas cosas ¿No te lo dijo?
La menor inclinó la cabeza confundida.
—¿De verdad?
—Veo que no te lo dijo. Para resumir, soy un niñero distinto al que has tenido. Me especializo en cuidar de otras maneras a los pequeños que me encargan.
—¿Y para eso debes hacer cosas malas como desnudarte? —cuestionó Emily cubriendo su boca con las manos.
—Así es. Es mi trabajo. Tu papá me contrató para eso. Si es la primera vez que contratan mi servicio debo asegurarme de prepararte ¿Entiendes?
—¿Prepararme para qué? —preguntó la menor inocente.
Miró con ojos brillantes al hombre negro esperando que hablara.
El mayor acercó su rostro al de la niña golpeando su aliento y su voz en ella.
—Para recibir la polla de hombres como yo.
La menor tapó su rostro soltando una risa suave.
—Dijiste una mala palabra. Eres un niñero malo.
El hombre negro se rio por lo que hacía la menor y asintió.
—Lo soy. Pero te gustara. Te lo aseguro. Ahora quítate la ropa.
—Pero eso está mal.
Dick entornó los ojos dejando a la niña parada en la cama.
—Haz lo que te digo. Seguro eres una buena niña que hace caso a los adultos.
—Lo soy, pero papá dijo…
—Papá me contrato para cuidarte, por lo que yo también puedo decirte que hacer o no hacer ¿Entiendes?
La menor pensó en sus palabras y no vio ninguna falla.
—Tienes razón. Pero ¿y si papá se entera?
El hombre negro sonrió burlon.
—Yo hablaré con él. Te aseguro que estará más sorprendido que enojado contigo.
La niña asintió y empezó a desvestirse.
Se quitó su vestido celeste quedando solo con un calzón verde con flores.
Su pecho era plano y regordete, las mejillas de su trasero eran tiernas con un color rosado.
Su piel blanca relucia ante la luz como una tela de seda.
Dick mordió su labio provocativamente analizando la figura de la menor.
—Tienes una cintura estrecha. No estas hecha para pollas grandes.
La voz del hombre denotaba decepción.
—¿Eso es malo? —preguntó la niña inocente.
Su niñero negó con la cabeza tomando el frasco transparente de la cama y abriendolo.
—Significa que deberás ser preparada varias veces antes de soportar una polla más grande que la mía. Ponte boca abajo en cuatro patas.
La menor hizo un puchero mientras acataba la orden.
Cuando se puso en posición, el hombre negro le bajó el calzón, dejando expuesto las partes íntimas de la pequeña.
Un ano rosadito y tierno, y más abajo, una vagina blanca como la leche con un agujero rojo brillante.
—¿Porqué debo ponerme como perro? —reclamó la niña moviendo su trasero.
Dick la sujetó de la cadera y le dio una suave nalgada.
La pequeña se asustó y dejo de moverse.
—¿No te gustan los perros? —cuestionó el mayor con una sonrisa.
Llenó sus dedos de lubricante mientras observaba con detenimiento los dos agujeros de la menor.
Tragó saliva sintiendo como su polla se ponía dura.
—Son ruidosos. Soy más de gatos, pero papá los odia.
Dick se rio al imaginar algo.
—Tiene sentido. Tu papá tiene cara de ser un perro muy manso.
La menor frunció el ceño molesta.
—Papá no es un perro. Es un gato como yo.
Dick sujetó las caderas de la menor de nuevo y le dio otra nalgada.
La niña dejo de moverse.
—Seguro que sí. Eres una gatita muy linda.
La voz de Dick se volvió más suave y tersa mientras tanteaba con los dedos índices de ambas manos en los agujeros de la niña.
El ano se resistió más que la vagina, pero gracias al lubricante, lograron entrar.
El cuerpo de la menor se estremeció por el contacto.
—¿Qué haces? —preguntó ella.
—Reviso que todo esté bien en tus partes íntimas. No queremos un accidente durante el sexo.
La niña inclinó la cabeza hacia un lado dejando caer su cabello en su hombro.
—¿Sexo?
Dick entornó los ojos de nuevo.
—¿Tu papá no te dijo del sexo? Vaya que debe ser un hombre muy pasivo.
La menor volvió a fruncir el ceño.
—Papá no es pasivo. Él es muy valiente.
Dick sonrió al escuchar el malentendido, siguió jugando con sus dedos dentro de la menor notando como sus paredes se iban ampliando, sin embargo, la vagina no cedia tan fácil.
«Demasiado estrecha. Sigue siendo virgen», pensó el hombre negro.
Su polla palpitó al llenarse más de sangre y sus ojos se concentraron en donde sus dedos estaban penetrando.
La textura era suave y carnosa, caliente con una humedad que impregnaba sus uñas.
«No tiene problemas de lubricación, parece que el problema es solo el tamaño de su vagina», pensó el hombre.
Su mente empezó a divagar ante la idea de lo que tendría que hacer para que aquel agujerito rojo se convirtiera en un pozo digno de albergar vergas de gran tamaño y grosor.
—Todavía no me has dicho que es el sexo.
La voz chillona de la niña sacó del trance al hombre negro.
Dick siguió moviendo sus dedos en el interior el ano y la vagina de la niña mientras respondía.
—El sexo es cuando un hombre y una mujer quieren darse placer con sus partes íntimas. La verga del hombre se hincha y la vagina de la mujer se lubrica para luego ser penetrada por la polla del varón.
Dick pronunció cada palabra con un profundo deseo haciendo que la niña se sorprendierá.
—Pero la vagina y la polla es para ir al baño ¿No es poco higiénico el sexo? —preguntó la menor curiosa.
Su voz se volvió más suave notando como los dedos del hombre se empezaban a sentir bien.
Al inicio era incómodo, pero pronto estímulo algo en ella que le hacia difícil pensar con claridad.
Dick se dio cuenta de eso.
«Finalmente hace efecto el afrodisíaco del lubricante», pensó él.
Las paredes del ano y la vagina empezaron a estirarse con mayor facilidad, haciendo que fuera posible meter dos dedos en cada uno.
Usando ambas manos, Dick lo hizo.
Emily pegó un brinco y soltó un quejido.
—¿Te duele? —preguntó el hombre con la voz ronca.
La menor asintió.
—Duele.
—Pronto dejara de hacerlo. Sigamos hablando ¿De acuerdo?
La niña aceptó con una sonrisa.
—Respondiendo a tu última pregunta. Lo es, pero si nos limpiamos después del sexo, no pasará nada.
Emily aceptó las palabras del hombre negro sintiendo un calor extraño extenderse por su abdomen.
Una sensación incómoda le obligaba a moverse mientras sus partes íntimas se humedecian e hinchaban.
Sintiendo una picazón inexplicable, empezó a sobarse contra los dedos gordos y largos de Dick para aliviar lo que sentía.
El hombre negro no pudo evitar burlarle de la escena.
Una pequeña niña blanca se estaba frotando el culo y su vagina contra sus dedos para darse placer.
Sus caderas se movían suavemente mientras soltaba pequeños suspiros.
La piel suave se tornó roja mientras el calor impregnaba la carne.
Dick relamió sus labios con la lengua, mientras sentía como sus dedos se estiraban en el interior de la niña.
«Ahora está pegajosa y caliente. Es momento de prepararla», pensó él.
Dick retiró los dedos de los agujeros de la niña.
Emily miró hacia atrás confundida.
La picazón en sus partes íntimas seguía y no podía eliminarla sin los dedos del adulto.
Dick acercó los dedos húmedos de sus manos a la boca y los metió lentamente.
El aroma y el sabor eran serenos y amizclados, como si la inocencia se combinara con el sudor y el deseo para dar pie a dicha esencia.
Sus pupilas brillaron al reconocer lo que sus sentidos degustaban.
—¡Perfecta! —susurró con la voz perdida.
Dejó a la niña sola en la cama mientras bajaba al primer piso por sus cosas.
La menor se dejó caer en las sábanas retorciendose por el calor en su cuerpo.
Acercó sus dedos a sus partes íntimas tratando de emular lo que el hombre hacia, pero no se sentía igual.
Dick volvió trotando al cuarto y miró lo que hacía la menor.
Soltó una carcajada por la vista.
Dejó el dildo y las pelotas chinas a un lado para tomar las manitas de la menor y sujetarlas contra su espalda baja.
—No debes tocarte sin mi permiso. Te has portado mal —comentó el hombre con la voz ronca.
Estiró su mano libre y le dio una nalgada a la niña haciendo que la carne de sus glúteos rebotara.
Una suave marca roja se formó en el lugar que había golpeado.
—Perdón —susurró la pequeña.
Dick la soltó y tomó primero las bolas chinas, les echó lubricante en abundancia y empezó por la más pequeña de todas.
Cuando estuvo lubricado el juguete, lo acercó al ano de la niña.
—Respira hondo.
La menor se puso nerviosa, pero asintió ante la orden del hombre.
Con un suave empujón, la bola entró sin problemas.
La niña se sintió incomoda, pero rápidamente la picazón en sus partes íntimas se calmo al sentir aquel juguete en su interior.
—Se siente bien.
Dick sonrió empujando la segunda bola un poco más grande.
No costó meterla y la niña pegó un brinco.
—Y aun quedan más ¿Quieres jugar un juego conmigo?
La niña asintió interesada.
—Sí evitas gritar o quejarte hasta la quinta bola, te regalaré lo que tu quieras.
—¿Enserio? ¿Cualquier cosa?
—Cualquier cosa.
—Hecho.
La menor se acomodo en la cama levantando su culo con las bolas chinas metidas en su agujero.
Dick no pudo evitar suspirar por la vista.
La argolla rosadita de la niña se había abultado hasta formar un suave cono por donde podía entrar o salir cualquier objeto duro.
«Poco a poco su ano se está volviendo un agujero perfecto para vergas», pensó él.
Dick jugueteó con las dos bolas chinas en el interior de la niña mientras hacía que se acostumbrara a su tamaño.
La tercera bola era más grande y podría dolerle sino estaba lista.
Emily se limitaba a tararear una canción de cuna mientras dejaba que su ano se abriera y cerrará con cada embestida de aquellas bolas.
Cuando Dick notó qué no había resistencia en meterlas, intento con la tercera bola.
La niña dejó de tararear y apretó sus labios.
Su ano se resistía ante la intromisión de algo más grande.
—Trata de relajarte ¿Porqué no me hablas de tu vida?
La niña miró al hombre negro sobre su hombro y asintió.
El ano se había relajado un poco, pero no lo suficiente para meter la tercera bola.
—Tengo dos mejores amigas. Lucy y Gaby. Siempre voy con ellas a la escuela. Me gusta ir a la casa de Lucy, sus papás son muy amables y me dejan quedarme a dormir…
Mientras la niña hablaba, Dick se limitó a asentir con la cabeza mientras su atención estaba en el culo de la niña.
Su ano se había aflojado lo suficiente para intentar meter la bola sin resistencia, pero había una parte que se quedaba atascada. Podía forzarlo, pero haría que la niña gritara de dolor o se quejara.
«Necesito que se dilate más», pensó él.
Dick tomó el consolador pequeño y lo encendió.
Un sonido como de un abejorro volando se escuchó y la niña se rio por eso.
—¿Qué es ese ruido? —preguntó ella.
—Un juguete muy divertido.
Con esas palabras, el hombre negro puso la punta del vibrador en la entrada de la vagina de la niña.
Gracias al estímulo y las vibraciones, la pequeña le fue imposible concentrarse.
—Mis amigas… Mi papá… Vacaciones…
Su voz se iba entrecortado mientras el sonido del consolador aumentaba.
Mientras sucedía, la tercera bola china fue absorbida por el culo de la niña.
Fue tan repentino que tomó a Dick por sorpresa.
Curioso, intentó meter la cuarta bola, que era un poco más grande, y notó como el ano la aceptaba sin problemas.
Se resistió un poco a entrar a mitad de camino, pero esta vez con un empujon de sus dedos, la bola entró sin problemas.
Dick se detuvo y apagó el consolador.
Emily fue recobrando el sentido y volvió a preguntar.
—¿Qué era esa cosa? Hacía mucho ruido y me hacia cosquillas.
Dick sonrió girando las bolas chinas en el culo de la niña.
—Solo un dildo. Sirve para complacerse cuando no hay un pene de hombre disponible en el momento que lo quieras.
La niña asintió y volvió a hablar de su vida.
Dick simuló que la escuchaba mientras jugueteaba con su culo.
Las bolas chinas entraban y salían suavemente haciendo que el agujero rosadita de la niña se tornara rojo.
La suave piel se fue estirando y un contorno arrugado se formó.
Era casi imperceptible y desapareceria si no se estimulaba la zona con frecuencia.
«Solo una bola más y podrá ser follada por el culo», se dijo el hombre mirando el ano de la niña.
Su polla llevaba mucho tiempo deseando salir, pero debía aguantar hasta que la niña estuviera lista.
«Parece que no podré quitarle la virginidad vaginal, pero al menos le romperé el culo como Dios manda», pensó Dick.
Sus dedos siguieron moviendo las bolas chinas en el ano de la menor estimulando y estirando la zona.
De pronto, se escuchó ruido en la puerta de entrada.
Curioso, el hombre dejó lo que hacía y caminó hasta el barandal del segundo piso.
Notó como la puerta se habría y un hombre ebrio entraba a la casa.
Era el padre de la niña.
«Llego antes de lo previsto»,pensó Dick.
Una sonrisa torcida se formó en sus labios.
—¿Qué sucede? —preguntó la niña confundida.
Sin el estímulo en sus partes íntimas, la picazón había vuelto.
—Quedate ahí y no hagas ruido. Ya vuelvo.
Con esas palabras, el hombre negro cerró la puerta del cuarto y bajó las escaleras en bóxers.
El padre estaba dejando su abrigo en uno de los percheros cuando vio bajar al hombre negro.
Su rostro parecía consternado.
—¿Qué haces solo con un boxer? —preguntó el adulto observando la polla erecta remarcada en la ropa interior de su niñero.
—Estaba por ducharme —contestó Dick.
—¿Y mi hija? ¿Dónde está?
Dick cruzó los brazos antes de hablar.
—Esta en su cuarto jugando. Cuando pase por el, me gritó que le trajera galletas con leche, pero ya ves que no puedo dárselas en este estado ¿Porqué no vamos a la cocina para que tu se las des?
El hombre asintió a las palabras de Dick y caminó con él hacia la cocina.
El tamaño del hombre negro y su musculatura hacían sentir pequeño al padre, pero sus sentidos embriagados por el licor le hacían difícil concentrarse.
Llegaron rápido a la cocina y el padre sacó la caja de leche.
Tomó un vaso y empezó a verter la leche hasta la mitad del envase, luego guardó la caja y sacó las galletas de la nevera.
Estaban dispuestas en un plato pequeño.
Eran de vainilla con chispas de chocolate.
—Debes venir cansado. Lamento no ser yo el que haga esto —comentó el hombre negro viendo al padre confundido.
La mente del borracho se ponía en blanco de vez en cuando haciendo que le fuera difícil recordar lo que estaba haciendo.
—Esta bien. Es mi hija. Gracias por cuidarla ¿Ha sido mal educada? —preguntó el padre arrecostandose en un mueble.
Evitó mirar el cuerpo musculoso del hombre negro y se limitó a observar el suelo.
Dick se burló del gesto y tomó el vaso de leche.
—Se ha portado bien. Tienes una niña muy inteligente y pasiva. Debes sentirte orgulloso de ella.
—Así es.
El padre no sabía porque Dick había tomado la leche, pero parecía solo sostenerlo con la mano mientras tentaba sus labios a probarla.
—¿No quieres? —preguntó el hombre negro.
El padre sonrió y negó.
—Prefiero un café.
—¿Quieres qué te lo prepare? —consultó el hombre negro.
El padre asintió y se sentó en una de las sillas.
No tenía prisa en ir a dejarle las galletas y la leche a su hija, podía esperar.
Dick se puso de espaldas al hombre mientras preparaba el café en la cafetera.
Cada movimiento de su cuerpo fue captado por los ojos moribundos del padre quien parecía en transe.
—¿Porqué los músculos? —preguntó de repente el adulto.
—¿Qué? —dijo Dick volteando a ver al padre.
Por la manera en que lo veían, el hombre negro era consciente de lo que estaba pasando.
—¿Porqué tienes tantos músculos? ¿Es la norma en su casa hogar?
La pregunta del hombre era genuina, aunque su interés estaba en otro lado.
Dick meditó la respuesta mientras echaba el azúcar en la taza donde iría el café.
—Así es. Todos tenemos un físico musculoso en nuestra casa hogar.
—¿Y eso porqué? —cuestionó el hombre.
Dick apagó la cafetera cuando el café estuvo listo y vertió el contenido en la taza.
—Se podría decir que además de niñeras, servimos como guardaespaldas. Tenemos asociación con el ejército de Estados Unidos y recibimos entrenamiento militar antes de trabajar en la casa.
El padre sonrió al imaginar lo que había escuchado.
Dick puso la tasa en la mesa y agarró el vaso de leche para verter la mitad en el café, luego lo revolvió con la cuchara para entregárselo al padre.
—Entonces son como niñeras aprueba de balas.
Dick se rio por el chiste y asintió entregando la taza al hombre de la casa.
—Así es.
Sin dejar de mirarse, el padre tomó un sorbo sintiendo como sus sentidos se aclaraban un momento.
Pudo admirar a mayor detalle la piel negra de su trabajador y como sus músculos relucian como un jade negro de la más alta calidad.
El pelo en algunas partes del cuerpo le daba un toque exótico y salvaje.
Los únicos lugares lampiños parecían ser sus axilas, que estaban bien recortados los pelos.
Ambos se sumieron en silencio mientras el padre terminaba de beber su taza de café.
Dick se limitó a observarlo con una sonrisa en sus labios.
Cuando el hombre de la casa terminó, dejo la tasa a un lado y se dispuso a llevar la leche y las galletas.
Dick lo acompañó sin decir nada mientras el padre se sentía curioso por el comportamiento de su trabajador.
—Estas muy callado, Dick.
—Estaba pensando si debería irme ya. Mi deber era cuidar hasta que usted volviera.
—No tienes porque irte a estas horas, son las 9:30 PM.
—Todavía puedo agarrar un bus.
—Tonterías, quedate en mi casa. Te prestare el sillón…
La voz del hombre se fue apagando mientras empezaba a sentir un mareo.
Dick lo ayudo a no caer mientras terminaban de subir las escaleras hasta el segundo piso.
Caminaron lentamente hasta la puerta del cuarto del padre.
—Mi hija no está aquí —murmuró el hombre de la casa suavemente.
Su mente estaba dispersa mientras su cuerpo empezaba a calentarse por alguna razón.
Le costaba concentrarse y poco a poco iba perdiendo el sentido.
—Tu hija esta aquí. Dejame abro la puerta por ti.
Con aquellas palabras cargadas de morbo y con la voz ronca, Dick abrió la puerta.
Una niña estaba acostada en una cama matrimonial café mientras tenía el culo expuesto con unas bolas chinas en su interior.
Toda la escena hizo temblar al padre quien casi deja caer el vaso y el plato.
—¿Qué significa esto? —susurró sin fuerzas el hombre.
Dick apretó la entrepierna dura del hombre y acercó sus labios al oido del progenitor de la niña.
—Solo estoy haciendo mi trabajo. Preparar a tu hija para recibir la polla de cualquier hombre.
El hombre negro lanio el lóbulo de la oreja del padre antes de tomar el plato de galletas y el vaso con leche.
El hombre de la casa se quedó estático viendo como aquel hombre corpulento de piel negra caminaba con orgullo hacia su cama donde su pequeña hija estaba expuesta como la más sucia de las rameras.
Incapaz de moverse, solo se quedó mirando.
Dick dejo las cosas a un lado, en una mesa de noche cerca de la cama, y sabiendo que tenía un expectador continuo en donde lo había dejado.
Movió su cuerpo un poco, para dejar que el padre de familia mirara lo que hacía con su hija.
Primero siguió estimulando las bolas chinas en el año de la menor hasta que la pequeña se aburrió.
La niña saludó a su padre apenas lo vio, pero este seguía sin decir nada.
Dick le dio una suave nalgada a la menor mientras metía y sacaba las bolas chinas del culo de la niña.
—Tu hija es muy estrecha. Perfecta para ciertos hombres, pero no muy buena para pollas grandes, pero con mi ayuda, su culo estará listo para devorar cualquier verga que le pongas enfrente ¿Verdad, Emily?
La voz ronca del hombre negro hizo que la niña le mirara y asintiera.
—Así es. Cualquiera podrá jugar conmigo como lo hace Dick ¿Porqué no te unes papá? —preguntó la niña inocente.
Su padre trató de decir algo, pero decidió cerrar los labios sin moverse.
Dick tomó eso como un no y decidió forzar la quinta bola china.
La pequeña sintió la presión en su culo y trató de no gritar.
Esta vez, gracias a la estimulación constante y el efecto del lubricante con afrodisíaco, la bola entró de un solo empujón.
El cuerpo de la niña se retorció un momento antes de sonreír.
—¡Lo he logrado! ¡No he gritado ni me he quejado!
Dick sonrió satisfecho acariciando las nalgas de la niña.
—Así es. Lo has hecho bien ¿Qué quieres que te de tu papá Dick?
La niña frunció el ceño.
—¿Papá Dick?
—Es solo un apodo. Así como a ti te gusta que te digan gatita.
La niña asintió ante la aclaración.
—Esta bien ¿Puedo decir lo que quiero?
—Claro, pero debes decirme papá Dick, sino no te escucharé.
La niña hizo un mohín con las mejillas antes de aceptar.
—Bueno.
—Bueno ¿Qué?
—Bueno, papá Dick.
—Dilo gatita ¿Qué quieres que te de tu papá Dick?
La niña sonrió recordando algo.
—Mi amiga Gaby tiene un teléfono, yo quiero uno como el de ella. Papá no me lo quiere comprar porque dice que es malo para mi, pero me gustaría tener uno.
Dick sonrió mirando hacia donde estaba el progenitor de la niña.
Sus ojos estaban nublados mientras con una de sus manos apretaba dolorosamente su erección.
Las bolas chinas no dejaban de moverse en el culo de la niña desde que Dick las había metido.
El las sacaba y las volvía a meter, incluso las giraba para que la pequeña gimiera, algo que Emily hacia en fuertes suspiros.
La niña se iba acostumbrando a un ritmo alarmante y eso era bueno para Dick.
«Lo siguiente es mi polla»,penso el mirando su erección.
Una verga erecta estaba palpitando en su entrepierna cubierta por un bóxer blanco.
Dick dejó las bolas chinas un momento y tomó el elástico de su ropa interior.
El padre de la niña pareció recobrar el sentido.
—No lo hagas —su voz se escuchaba rota.
Dick sonrió sin dejar de bajarse la tela de su bóxer mostrando su miembro y culo.
—Ella lo quiere y tu lo sabes.
El padre miró a su hija quien sonreía ilusionada admirando el cuerpo de aquel hombre negro.
¿Cómo habían terminado en las garras de aquel hombre?
Esa pregunta rodaba la cabeza del progenitor mientras lágrimas adornaban sus párpados.
Dick dejó la ropa interior a un lado de la cama junto al resto y se acomodo junto a la niña.
Su trasero negro era muy regordete y se movía con cada gesto de sus piernas.
Esta vez, Dick cubrió con su cuerpo la figura pequeña de la menor.
—Papá Dick te comprará ese celular que tanto quieres, ahora es momento de terminar de jugar.
—Entendido.
La niña se quedó quieta esperando que aquel hombre macizo se moviera.
Dick acarició con sus dedos las curvas de las nalgas de la niña delineando la carne.
Pellizcó las dos mejillas hasta ponerlas rojas y sacó lentamente las bolas chinas del culo de la menor.
El padre no podía ver lo que estaba pasando debido al cuerpo musculoso del negro que estaba en su cama con su pequeña, aquella espalda voluminosa tapaba todo, pero por los gemidos de su hija, parecía ser algo placentero.
Cuando la última pelota fue sacada, Dick procedió a lamer cada una de ellas con su boca y lengua.
Saboreo el contorno disfrutando del lubricante y la esencia que había quedado impregnada.
Después de probarlo todo, se puso de pie arriba de la cama exponiendo su gran cuerpo musculoso y la pequeña figura en cuatro de la niña entre sus piernas.
El padre observó a su hija a los ojos mientras ella le devolvía la mirada.
La niña estaba feliz mientras el progenitor parecía querer decirle algo, pero sus labios no se despegaban para hablar.
Lentamente, la figura del hombre negro se encorvó poniéndose de cuclillas y posicionando su pelvis justo en el eje donde estaba el culo abierto de la niña.
Una polla gorda y erecta colgaba pegada a dos bolsas de testículos hinchados de sangre.
El culo del hombre negro se levantó dejando un contorno redondo y carnoso para la vista del padre de la niña.
La figura grande de aquel negro cubrió la de la niña mientras aquella polla de hombre se posicionaba en el agujero de la menor.
El padre se acercó lentamente, mientras la polla de Dick iba entrando en el culo de la niña.
Primero, el glande morado forzó su entrada suavemente.
La carne del ano se abría con facilidad dando la bienvenida a todo aquel pedazo de carne masculina.
Cuando el progenitor estuvo a un metro de su hija y el hombre negro, se detuvo.
Terminó de observar como aquella polla negra, gorda y erecta pemetraba el culo de su hija de una suave embestida.
Cada centímetro venudo fue tragado por aquel agujero virginal, desde la punta con el glande pasando por el tronco carnoso hasta la base donde descansaba una maraña de pelos públicos sudados.
La niña cerró los ojos soltando un gemidos y Dick soltó un gruñido de satisfacción.
El padre solo observaba como la inocencia de su hija se iba perdiendo en cada movimiento.
La voz chillona y juvenil se había tornado deseosa, como la de una gata en celo.
Su cuerpo limpio y virginal, ahora estaba cubierto de sudor y lubricante.
Todo en ella había cambiado y era culpa de aquel hombre que la estaba montando como caballo a su yegua.
La primera embestida fue seca.
Un golpe que aturdió los oidos del padre por lo rápido y contundente que fue.
La segunda fue más lenta, parecía estar volviendolo loco mientras esa polla salía y entraba del culo de su hija como si ese fuera su lugar.
La tercera y cuarta embestida fueron seguidas una detrás de la otra.
Fue lo último que bastó para que el padre se rompiera a llorar mientras escuchaba los gemidos de su pequeña.
Dick empezó a follarla como el solo sabía mientras escuchaba por igual los sollozos y los gemidos de padre e hija.
Era lo más placentero que había vivido hasta ahora y jamás lo olvidaría.
Con cada penetración, el hombre de piel negra se deleitaba con lo caliente y húmedo que era el culo de la niña.
A pesar de haber usado las bolas chinas, seguía estando estrecho. Tan delicioso para su polla deseosa de romperle el culo.
La niña gemia como gata en celo y Dick solo podía susurrarle cosas sucias mientras seguía empujando su pelvis en su trasero.
—¿Ahora quien es una niña mala? Mirate, gimes como una gata en celo ¿Qué pensarían tus amigas al verte en cuatro siendo follada por la polla de un negro? ¿Te gusta? ¿Adoras que papá Dick te rompa el culo?
La niña asintió a cada palabra sintiendo como la picazón en su cuerpo era reemplazado por un ardor placentero.
Jamás se había sentido así y era tan adictivo que su mente no podía pensar.
Su padre seguía llorando mientras veía como el culo de su hija se abría en cada penetración.
Al inicio era pequeño y rosadito, imposible que un dedo pudiera entrar, pero ahora, estaba rojo, lleno de lubricante y estirado hasta formar una enorme círculo de carne.
Las paredes internas se podían observar desde cierto ángulo y no parecían dejar de estirarse con cada embestida.
Dick la estaba follando como un hombre follaria a su mujer.
Fuerte y duro, sin contemplaciónes.
Le había dado el afrodisíaco para eso, así no gritaría, solo gozaria y le dejaría hacer lo que quisiera con ella.
La menor apretó sus manos en las sábanas de la cama y escondió su rostro en el colchón.
Toda su piel estaba roja y le costaba respirar.
Su cuerpo se movía en un vaivén rápido mientras sentía como su culo era abierto de par en par con fuertes golpes de piel.
Un pedazo de carne caliente se metía por su ano y hacia destrozos en su interior mandándole descargas de placer que la volvían loca.
Baba se escurrió de su boca mientras sus ojos se nublaban.
El extasis de la droga estaba llegando y era el mejor momento para Dick.
Su dominio del cuerpo de la niña y su cadencia en las embestidas eran dignas de un semental.
Era rápido y certero, fuerte y contundente, firme y inmutable ante cada penetración.
El sudor surcaba su cuerpo y el calor impregnaba sus alrededores.
Un olor a afrodisíaco masculino empezó a extenderse en la habitación envolviendo al padre y a la hija.
Confundido, el progenitor de la niña dejó de mirar el culo de su hija siendo profanado por una polla negra para observar el culo del hombre que la estaba follando.
Su ano era arrugado y suave, como una ciruela recién cosechada.
Un pensamiento cruzó la mente del padre antes de fruncir el ceño.
Su polla llevaba erecta mucho tiempo y su mente ya había perdido el sentido de las cosas.
Lo único en lo que podía pensar era en que su hija estaba siendo follada por un hombre y él no estaba haciendo nada.
Mientras Dick continuaba con las penetraciones, sintió que el padre de la niña se levantaba.
«Parece que ha tomado una decisión. La droga ya debió fundirle la cabeza», pensó él.
Unos segundos después, escuchó la hebilla de una faja junto a un pantalon caer al suelo.
Dick miró hacia atrás y notó como el progenitor se estaba desnudando.
A diferencia de él, el hombre de la casa era un hombre rubio lampiño sin ninguna masa muscular, no era delgado, pero su físico distaba mucho de ser fornido.
Se podría considerar promedio y estándar, lo suficiente para gustarle a alguien.
El padre tomó su polla gorda y pequeña mientras acercaba su rostro al culo fruncido del niñero de su hija.
La niña seguía gimiendo mientras Dick la penetraba con fuerza y cadencia.
Dick había dejado de estar de cuclillas encima de la menor para arrodillarse detrás de ella y embestirla con mayor comodidad.
El padre tocó el culo del hombre negro haciendo que este bajara la velocidad de sus embestidas.
Sin detenerlo, Dick se movió un poco con el cuerpo de Emily a cuestas para darle espacio al padre.
Pronto, en la cama matrimonial, habían dos adultos y una niña.
Dick se quedó quieto con toda su polla negra hundida hasta el fondo en el culo de la pequeña Emily mientras esperaba que el padre hiciera su movimiento.
Confundido, el hombre de la casa tocó las nalgas musculosas de aquel hombre negro hasta que pudo ubicar su ano fruncido.
Posicionandose para penetrarlo, hundió su polla en aquel culo maduro y masculino.
Dick sonrió sintiendo como algo duro y grueso lo penetraba, sin embargo, no se inmuto.
Dejó que el padre disfrutará mientras veía a la niña debajo suyo respirar con dificultad.
«Finalmente todo ha salido bien», pensó el hombre de piel negra sintiendo las embestidas del hombre de la casa.
Siguiendo el ritmo de quien le estaba rompiendo el culo, Dick siguió follandose a Emily.
Cuando la polla del padre llegaba hasta el fondo del culo de Dick, el hombre negro hacia lo mismo en el ano de la niña.
Cada movimiento fue coordinado hasta formar un tren del sexo.
Ambos hombres empezaron a gruñir con fuerza mientras se movían para penetrar.
Sus pieles estaban rojas por la sangre y el sudor perlaba sus cuerpos.
La droga había inundado los sentidos del padre de la niña y lo único que podía percibir era el placer del sexo.
El culo de la niña estaba abierto y roto mientras recibía las embestidas de la polla negra de Dick, mientras tanto, el culo del hombre negro se mantenía sin cambios mientras dejaba entrar y salir la verga del padre de la niña.
Del blanco al negro y del negro al blanco otra vez.
Lo que uno daba lo recibía la niña, haciendo que un pensamiento rondara la mente de Dick.
—Indirectamente estas follando tu hija a través de mi.
Sus palabras roncas fueron ignoradas por el padre, quien seguía embistiendolo con fuerza, sin embargo, eso mismo Dick hacia con la hija de aquel hombre.
El hombre de piel negra se rio por la situación.
—Muy bien. Fingiré que no descubrí tu secreto.
Ante esas palabras, ambos se asumieron en el deleite de follarse el culo de alguien más.
Emily había llegado a varios órgasmos en todo ese tiempo que llevaba siendo follada, pero Dick y su padre nisiquiera se habían deslechado una vez.
No obstante, sabiendo que no quedaba mucho, el hombre de piel negra no pudo evitar suspirar.
—Me hubiera gustado repetir, pero esta claro que esta será la última vez. Así que tocará aprovecharlo todo lo que pueda.
Dick aguantó las ganas de soltar su sdmee en el culo de la niña y continuó follandola a un ritmo más lento, quería durar todo lo que pudiera para terminar todo en una sola deslechada.
El padre de la niña seguía golpeando con fuerza, pero talvez debido a que estaba por correrse, disminuyó las embestidas hasta casi ser suaves penetraciones.
Los dos hombres se movieron en coordinación pegando la pelvis de cada uno donde debían, el padre en el del hombre negro y el de Dick en el de la niña.
Cerrando los ojos, Dick recordó su infancia y un recurso vino a su mente.
—Me siento igual que cuando padre me desvirgo. Jamas pensé que volvería a sentirme así.
Su voz era suave, como un susurro ronco lleno de deseo y amor.
El padre de la niña escuchó su comentario y escondió su rostro en la espalda musculosa del hombre negro.
El hombre de la casa besó la piel de Dick con sus labios mientras se deslechaba en su culo.
Dick hizo lo mismo en el de la niña apretando los dientes y tensando sus musculos.
Dejó salir un fuerte bramido antes de empezar a respirar con fuerza.
Se sentía dichoso mientras el sudor y el calor lo cubrían.
Dick miró el culo rotó de aquella niña lleno de semen y su polla. Era incapaz de ocultar su mirada de orgullo.
—Oficialmente he cumplido con mi deber.
Dicho eso, sacó su polla semidormida del culo de la menor para dejarla descansar.
Sintió el peso del hombre de la familia en su espalda y pudo imaginar que había pasado.
—Se quedó dormido.
La voz rota del hombre negro se escuchó en la habitación mientras se volteaba con cuidado y tomaba el cuerpo del padre de la niña.
Lo arrecostó en la cama junto a su hija y observó el como dormían cada uno.
—Son idénticos.
La voz de Dick se escuchaba ronca y sin aire.
Trató de lubricar sus labios resecos con la lengua sin exito.
Había sido el mejor sexo que había tenido y era posible que no volviera a ocurrir.
Dick acercó sus labios al rostro de la niña y besó los belfos tiernos de la menor.
Metió su lengua para saborear todo de ella hasta que la escuchó quejarse.
La soltó saboreando la saliva de la niña, luego miró al padre.
Acercó sus labios a los del varón y los junto.
Fue suave al principio, pero luego metió su lengua para probar todo lo que pudo.
Cuando se sintió satisfecho, se alejo.
Esta vez sus labios estaban húmedos y se sentía listo para irse.
Agitado y con la piel roja, Dick tomó sus cosas al lado de la cama.
Se vistió, guardo sus juguetes en el maletin y salió de la casa cerrando detrás de si.
La noche era fría y ruidosa, las estrellas no se veían, pero la luna respladencia en el firmamento.
Con un sentimiento nostálgico, Dick se fue.
Gracias por leer. Deseo les haya gustado el relato tanto como a mi al escribirlo. Si desean hablar conmigo pueden hacerlo a través de telegram:
@AlexanderTL28
Nos leemos luego.
holi a todos, pongo a disposición mi cuenta de tg por si alguno se anima, tengo poca experiencia en rolear, pero es una experiencia deli más cuando es con algún hombre morboso y pervertido uwu. Puedo hacer de bbtªs pke (máximo _03_Añts) uwu
@uwu_holi
Buen relato Bro, espero con ansias una segunda parte. Ok saludos @AlexanderTL28
Excelente relato bro eyaculé bien sabroso imaginado todo lo que escribes y cada uno de los detalles continua… Aún tengo la verga dura
Te felicito es un excelente relato cargado de morbo al imaginar a la nena siendo penetrada por un gran moreno y su padre mirando. Tengo algunos similares publicados si buscas por FX1 te saldrán todos. Un abrazo