A veces pasa…
A veces una va con los pensamientos en quién sabe qué lugar y, de golpe, al ver a un sujeto desconocido, pero majo y bien proporcionado, me entran unas ganas locas de saber cómo se verá en pelotas y tirármelo..
Lo siguiente me pasó hace muchos años, cuando tenía 35 y sentía yo que mis tetas empezaban a colgarse. Ya había amamantado a dos niños y tenía tres de mis primeros amantes. Mi esposo ya se había resignado a que yo disfrutara mi ninfomanía, y él también cuando yo le contaba sobre lo que había ocurrido en mi encuentro, mientras olía y lamía mi pucha recién usada por otro.
Esa mañana, yo regresaba a casa después de haber ido a un mercado ambulante que se colocaba los martes en un camellón, bajo las torres de alta tensión, a unas seis cuadras de mi casa. En mi trayecto, pasaba frente a una casa donde había un perro que no era de raza, más bien se trataba de varias cruzas, pero su cara parecía alegrarse cuando yo pasaba y me hacía fiestas moviendo la cola. Así, tomé la costumbre de lanzarle entre los barrotes de la reja un poco de carne, cada semana que yo regresaba del tianguis, la cual llevaba exprofeso.
–Buenos días –escuché mientras le soltaba la carne al perrito.
–¡Oh…! Hola –respondí turbada, pues estaba un señor, al parecer el dueño, que me dejó con la boca abierta y la pepa muy mojada.
–¡Con razón…! –expresó el papito.
–¿Hago mal? –pregunté acariciando al animal.
–No creo, él está feliz, y eso es raro pues es muy bravo.
–¡Ah, caray! y yo siempre le acaricio el hocico, que es lo único que puedo por lo cerrado de los barrotes – dije inclinándome para acariciarlo como de costumbre.
–¡No lo creo, aunque lo veo! –dijo al abrir la reja, pero le empezó a crecer el pene al ver mi escote.
–¿Puedo acariciarlo bien? –pregunté sin levantarme, pero el galán se quedó turbado al mirar que el monte que hacía su pene en el pantalón estaba cerca de mi rostro.
–¡Claro, no te hará nada! –dijo en alusión a su perro y se acomodó el bulto para disminuir su notoriedad y yo acaricié al perrito.
–Sí, él no me hace feos, ni se oculta para las caricias –le contesté, primero mirándolo a sus ojos, y después dirigí la mirada hacia su monte–, pero éste… –dije y, sin miedo al rechazo ni a los escasos viandantes porque él estaba detrás de la reja semiabierta acaricié su protuberancia.
El guapo se quedó asombrado por mi atrevimiento, pero seguía viéndome el pecho. “Mejor pasa” dijo abriendo bien la puerta. Me incorporé y entré.
–¿No te causará algún problema? –pregunté con sinceridad, pero con mucha calentura ya.
–No, hace dos meses que vivo solo y hoy me tocó descansar –Me llamo Ramsés, soy piloto y me divorcié hace poco –dijo como presentación.
–Yo soy Tita, ama de casa, con esposo y dos hijos, pero hoy me gustaría que volaras conmigo… –dije al entrar a la sala y soltar mi carrito plegable que contenía las compras del día. El perro, “Toby”, se quedó afuera, en la cochera.
–Pues yo ya estaba en las nubes, mirándote –dijo y me apretó las chiches.
–Pues sigue volando, porque quiero que lleguemos juntos al cielo –dije al desabotonarme la blusa.
Nuestra ropa quedó en el sillón. Ramsés no dejaba de mamar y estrujarme las tetas, su pene, de unos 16 centímetros, circuncidado, soltaba presemen y con mi pulgar lo distribuí en el glande.
–¡Qué chichotas tan hermosas! –exclamaba al cambiar la boca de uno a otro pezón.
–¿Te gustan así, caídas? –pregunté y recordé lo que Eduardo me contestó cuando le hice la misma pregunta, hacía seis años: “¡Se caen, pero de buenas!”
–¡Qué pezones tan duros y guindas, parecen cerezas! El tamaño y el amamantamiento feliz con el que abrevaron tus hijos, le han dado la caída perfecta –afirmó al llevarme al sillón obligándome a acostar bocarriba sin despegar su pene de mis vellos.
Abrí las piernas y dirigí su erección hacia la entrada de mi panocha, restregando el glande en mi clítoris y mis labios interiores. ¡No hubo más, me penetró de golpe haciendo que sus huevos chocaran en mis nalgas! Volvió a mamarme y comenzó a moverse. ¡Sí, su calentura excesiva se debía a los meses de abstención! Crucé mis piernas en su cintura para sentirlo lo más adentro posible. Me besó y mis orgasmos iniciaron estrechándole el tronco con mis contracciones vaginales hasta que sentí, muy adentro en mi vagina, el calor de su chorro de semen. “¡Ahhh, ahhh!” gritamos simultáneamente y escuchamos los rasquidos y chillidos de “Toby” que se puso inquieto y lo acompañaron los jadeos que causábamos al jalar el aire necesario para equilibrar el gran esfuerzo que resulta de un coito satisfactorio. Sentí en mis nalgas un pequeño río que formó su esperma y mis flujos cuando salió de mí oquedad su falo ya exangüe.
–¡Nunca había volado tan alto!, ¡llegué al Paraíso! –exclamó varios minutos después, con una sonrisa enorme que dejaba en claro su felicidad.
Al levantarnos, saqué de mi bolsa un pañuelo y limpié el pequeño lago que se formó en el forro de piel del sillón. Me hizo ver que debía limpiarme las piernas pues yo seguía escurriendo nuestro mutuo placer…
Me negué, poniéndome la pantaleta cuidadosamente, sin que se enjugaran las chorreaduras. Ya me limpiaría Saúl, mi marido, cuando le comentara esta increíble aventura no planeada. Antes de irme intercambiamos números telefónicos porque Ramsés seguiría requiriendo un poco de compañía, de vez en cuando.
Cuando llegó mi marido a comer, saqué el pañuelo de mi bolsa y se lo enseñé cuando me preguntó cómo me había ido en el día. Aunque ya estaba seco, al verlo estrujado y con partes pegadas por la lefa, lo mojó con la lengua lo olió. Me miró con una sonrisa y tomándome de la mano para llevarme a la recámara.
–Primero comemos –le sugerí sonriéndole coquetamente.
–Quiero probar un poco del plato fuerte que me darás en la noche –y cerró la puerta de la alcoba.
Me subió la falda, e hincándose me bajó las pantaletas, lamió mis verijas y la entrada de mi vulva. “Con eso…” dije al separarme para dejar caer mi falda, y concluí como justificación a mi negativa de continuar: “Los niños aún no han comido”.
¡Esa es la Tita que admiro desde hace años! Al parecer, no pensabas en eso, hasta que apareció el sujeto que te pareció ensabanable, es un decir, porque ni a la cama llegaron. Sabía que me habías entendido cuando publiqué «Inició en el bus», las cosas se dan…
Por eso lo publiqué, y hay otros así, también con casi 40 años de ocurridos. Claro que hay una diferencia entre lo tuyo y lo mío y es la actitud del marido cornudo.
Dama caliente…
Así era y sigo igual de caliente con los que me quedé…
¡Sí que sí! Las tetas jalan, se quedan hipnotizados. Tú si sabes usarlas para pescar lo que se te antoja.
En ese relato, retratas la facilidad con la que atraías y atrapabas a los 35 años, y supongo que así lo hiciste desde los 22 o 23, cuando Roberto se quedó prendado de ellas para el resto de su vida.
A mí, me gusta ser admirada por mis chiches, y a los 45 años, le sacaré provecho, por eso el mote de «Vaquita»
Pues vas muy bien, ya tienes a tu marido en la mano. Ya sabe que es cornudo y le gusta, compártele tu dicha y tus aprendizajes.
Bueno, a los 35 años una las luce muy bien, aunque seas mamá. Lo cierto es que va mermando la firmeza. Pero lo bueno es que, y tú lo sabes muy bien, Tita, quienes las conocieron y mamaron en su plenitud, no lo olvidan y siguen con el gusto por ellas. Me pasó hace unos días y lo escribiré.
Espero leer tu nueva experiencia, usando los odres viejos… Ja, ja, ja, me quedé pensando que en ambos casos se acumula leche, perdón por la expresión.
Hola, que caliente y hermosa historia,, ya he leído algunos de tus relatos y me fascinan,, Te dire que yo quisiera que mi esposa fuera tan siquiera un poquito de lo que tú eres, que fuera muy caliente, o que cogiera con alguien mas, pero creo qué ella perdió el deseo sexual porque antes casarnos me contó qué la habían violado, y no se si eso le afectó un poco. Yo le dije no había problema, qué ese era su pasado, así haiga estado con alguien más, Por un momento pensé como un machista, porque quería agarrar a alguien virgen, Pero me dije quien soy yo , si yo ya había cogido con alguien mas,,, Ademas yo sufrí de violación también, y de tantas veces que me cogieron, me gustó, Eso no se lo pude decir a ella, que Ami también me habían violado,, Porque pese que eso si no le gustaría,, Bueno el caso es que todo iba normal ella era cachonda en nuestros encuentros antes de casarnos si era caliente dejaba que le acariciara todo, la mamada las tetas, la concha, le me tenia mis dedos,, y unos días antes de casarnos cogimos, y si era muy fogosa,,, lo único malo es que a ella casi no le gusta mamar mi verga,, y eso es lo que a mi mas me gusta, Pero a ella si le encanta que le mame su concha, y yo lo hago con mucho placer. Me encanta mamar mucho,hacerla que se retuerza de placer, Desde que nos casamos todo fue bien , pero después de unos años su calentura comenzó a abajar, y la mía a subir. Pues yo quería cada vez mas y pues ella ponía o pone cualquier pretexto para no dejarse coger, Y por eso ahora tengo fantasías, muy locas. Quisiera que alguien mas se la cogiera. O que alguna mujer la llevara a la cama y le hiciera de todo,,, porque yo pienso, que una mujer sabe como satisfacer a otra mujer,,, haber si así se le despierta la calentura…
Hola, Lusina41. No sé qué edad tengan ustedes, pero sí va disminuyendo el deseo sexual con el tiempo. En mi caso, ya no busco nuevas parejas, pero cómo gozo a las que cultivé…
Ahora que escribes que «después de unos años su calentura comenzó a abajar, y la mía a subir», me quedé pensando en que mi marido sí se sigue cogiendo a nuevas mujeres, incluso 30 o 35 años menores que él, porque «necesitan un consuelo, por eso se acercaron a mí», ¡él es muy puto y yo muy calosa!
Hola gracias, por contestar ,, mi edad es de 54 y ella 48. Y la verdad estos 2 últimos años casi no hemos tenido sexo, yo quiero que ella sea mas caliente, quiero llevarla a uno de esos lugares dónde dan masajes, para que sienta algo diferente, y si el masaje es con final feliz. No importa, yo estoy dispuesto a que alguien mas le de una calentada, tal vez así despierte su libido sexual.. Yo tengo que masturbarme. para satisfacerme, las ganas de coger no se me quitan,, Fantaseo con muchas mujeres que veo en todas partes..
Usa Viagra, amigo, no falla. Además, trata de no venirte antes que ella tenga varios orgasmos. Si ella quiere otra verga, déjala que la busque y no te metas tú en el asunto.
Creo que deben hablar seriamente. A los 48 años una sigue queriendo amor y teniendo fantasías… Quizá ella tenga realidades donde tú no estás. Sea como sea, habla con ella y ayúdale a que haga lo que ella quiera, no le inventes tú momentos en los que tú no te puedas controlar. Si ella quiere probar otra cosa, muéstrale que la amas y que, supongo, estás dispuesto a apoyarla. Claro, déjale ver que tú también tienes fantasías que te gustaría cumplir.
A esa edad ya hay amor a toda prueba. Ánimo.
Eso es lo que trato de hablar y platicar, cosas de sexo pero siempre me cambia la conversación, yo no trato de forzarla a nada, y también lo que me pasa es que cuando tenemos sexo, a mi se me baja muy rápido mi pene y tarda en volver a pararse,, yo siento que eso es lo que le molesta,, por eso cuándo comenzamos a tener sexo, siempre le hago sexo oral hasta casi cansarla y con mis dedos, eso si le encanta, pero ya cuando la penetro y me vengo, siento que se queda con las ganas, trato de seguir con mi lengua y ya no quiere, Por eso he tenido la fantasía de que alguien mas, le de una cogida , pero sin que sepa que yo estoy enterado.
Pues si ya probaste lo que Ber_El te dijo, tu caso está para el analista. He estado pensando en ello. Dicen que los tríos los desean algunos para ver la verga de otro (o las mujeres para tener cerca a otra); el caso es que a veces no sólo se conforman con ver al del mismo sexo sino que se van sobre él (yo lo vi y lo viví con Ber_El y mi amante, lo cuento en https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/infidelidad/ber-bernabe-y-yo/). También le pasó a la Vaquita (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/intercambios-trios/quisiera-ver-como-te-hace-el-amor-otro-5-y-ultimo/). No sé por qué se da, aunque también hice algunos comentarios al respecto (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/fetichismo/afloracion-de-complejos-con-los-trios/).
Por otra parte, dice Rikardo (un autor en Cuento Relatos) que las parafilias son un «potenciador del sexo, dispara la libido a fronteras inimaginables». Eso podría justificar que tú quieras que se cojan a tu esposa. En los COMENTARIOS de «Parafilias y guarradas» (https://www.cuentorelatos.com/relato/parafilias-y-guarradas/) puedes leer más sobre lo que opinamos algunos al respecto.
Sin embargo, pienso que tu deseo es más profundo: deseas que te vuelvan a penetrar y piensas que si se tiran a tu mujer, también te estarían tirando a ti, pero eso no solucionaría el asunto.
Resumiendo: tienes que acudir con un analista (quizás algunas veces con tu pareja), y aguantar las sesiones para que descubras algunos de los problemas y vislumbres la manera de solucionarlos.