Feita pero putita 1
La mayor de las hijas era bajita, un poco rellenita y realmente era fea, pero siendo fea era simpática porque todo el tiempo estaba sonriendo pero lo que más destacaba era su culito prominente..
Por azahares del destino llegué a vivir en un barrio pobre de una ciudad de la sierra peruana, me encontraba solo porque enviudé y mi hijo, que vivía en la capital, ya era independiente. Me establecí en una pequeña casa, de unos parientes lejanos, donde puse una tienda de abarrotes, sólo para mantenerme activo, no había uno en los alrededores, estaba ubicado en una avenida, pero con la puerta hacia una calle que tenía sólo dos cuadras. La mayoría de los vecinos eran campesinos o hijos de campesinos que venían de pueblos pequeños, se dedicaban a diversos oficios, como peones, albañiles, moto taxistas, entre otros.
Poco tiempo de haberme establecido llegó una familia campesina a un terreno ubicado a unos 50 metros de mi casa, tenían varios niños y venían a la ciudad para darle mejor estudio a sus hijos, vivían de la producción de sus terrenos que estaba relativamente cerca de la ciudad. Poco tiempo después construyeron una pequeña casa sobre el terreno. La mayor de las hijas tendría unos 10 años, era bajita, un poco rellenita y realmente era fea, pero siendo fea era simpática porque todo el tiempo estaba sonriendo, la menor tendría unos 8 años, era blanca, flaquita, casi más alta que su hermana y era muy habladora. Los otros niños eran muy pequeños y no vale la pena describirlos.
Las dos chicas casi siempre venían juntas a la tienda a comprar diversos artículos, la menor era muy curiosa y preguntaba muchas cosas. Luego de tener un poco más confianza me pedía que la invitara un caramelo, un chocolate, y era muy insistente; la mayor no se quedaba atrás, se abrazaba a mis piernas y se sentaba encima de uno de mis pies y disimuladamente frotaba su cosita, al parecer encontraba placer al hacerlo. Como era feíta no me llamaba la atención, pero cuando empecé a fijarme me llamó poderosamente la atención sus pompis, sus nalgas eran bastante pronunciadas y cuando caminaba movía en vaivén con una gracia especial. También me fijé que cuando movía su cosita sobre mis zapatillas me miraba fijamente y yo también movía mis pies haciendo presión en la dirección de su vagina.
Uno de esos días, Ada (así la llamaremos puesto que su nombre verdadero es otro) vino sola, le pregunté por su hermana y me dijo que se había ido a trabajar como niñera en el centro de la ciudad, estaba más cohibida por estar sola, estuvimos hablando de cosas triviales por poco tiempo, no hubo más que palabras cordiales de ambas partes. La siguiente vez que vino seguía con la misma actitud, así que le pregunté si no quería un chocolate, me respondió sonriendo que sí. Saqué un chocolate, me acerqué a ella y levanté tratando de que alcance, alzaba más cuando intentaba alcanzar y cuando lo hizo la agarré por la cintura y la alcé bajando mis manos a sus nalgas, y mientras la bajaba presioné contra mi pene que ya estaba dura, ella trataba de zafarse, pero sin mucha fuerza y más bien presionaba su pubis tratando de encontrar el bulto de mi verga, la froté un poquito contra su ingle y la solté, ella se puso muy colorada y salió corriendo de la tienda.
Otro día, como a las cuatro de la tarde, hora en la que casi nadie viene a la tienda, se apareció Ada y ¡oh sorpresa!, se había puesto una faldita con la que pocas veces salía a la calle, se veía muy graciosa puesto que su culito levantaba la parte de atrás. Luego de hablar alguna cosa me pide un chocolate de los caros, pero me dice que no tiene plata, luego de pensar que eso significaba una invitación, saqué el chocolate de su caja y levanté como siempre haciendo que trate de alcanzar, como era pequeña se empeñaba en alcanzar pegando su cuerpo al mío hasta que se colgó de mi cuello, aproveché para bajar mi otra mano y tocar su pierna que había quedado descubierta al empinarse sobre sus pies, avancé hacia arriba hasta tocar su vulva por encima de su calzoncito, ella se quedó quieta colgada de mi cuello, con mis dedos hice presión sobre su bultito que formaba sus labios vaginales y ella permaneció quieta, respirando cada vez más agitadamente, aparté el borde de su calzón y llegué a su pequeña rajita que estaba muy húmeda, mi mano izquierda había bajado hacia su cintura y la presionaba contra mi cuerpo, ella seguía abrazada a mi cuello, mi dedo ya se deslizaba por su rajadura húmeda una y otra vez tratando de masturbarla, despacito le susurré al oído, dándole el chocolate en sus manos.
—Vamos adentro— ella se suelta de mi cuello y me dice
—Pero me das cinco soles ¿ya?
—Ya, te voy a dar luego
Salí a la puerta para ver si se acercaba alguien, por suerte la calle estaba desierta, la conduje de la mano a la trastienda donde estaba mi habitación, mientras me sentaba en la cama y la tomaba de esas deliciosas nalgas que me hacían temblar por los nervios, aún la pregunté.
—¿Tus papás?, no vayan a venir a buscarte si te demoras
—Se fueron a la chacra, sólo están mis hermanitos, ya van a regresar en la noche.
Ya no pude aguantar, levanté su falda y palpé sus hermosas nalgas por encima del calzón, de sus nalgas pasé a su pubis, emanaba un calorcito desde abajo, por un costado del calzón intenté introducir mi dedo, estaba muy ajustado, ella se acomodó y abrió ligeramente sus piernas facilitando el ingreso de mis dedos con dirección a su rajita, sentí una humedad caliente, al introducir un poco más los dedos en su rajita sentí que estaba muy mojada y caliente, empecé a pasar los dedos masajeando su rajita, ella había cerrado los ojos y respiraba muy agitadamente, abrió más las piernas permitiendo que mis dedos se mojen más al masajear su vagina, al presionar la yema de mi dedo pude sentir la hendidura de su pequeño ojal virgen, al presionar un poco se incomodó y desistí, seguí masajeando un poco más su rajita pasando mis dedos de abajo hacia afuera y viceversa.
Mi palo estaba por reventar, abrí mi bragueta y saqué la verga totalmente erguida, con mi otra mano agarré su mano derecha y la puse sobre mi verga caliente, ella se sobresaltó y miró intrigada hacia abajo, hice que rodeara con su mano alrededor de mi verga e hice que me masturbe lentamente, ella pasaba su lengua por sus labios, acomodé sus piernas a ambos lados de mi rodilla y acerqué mi pene a la entrada de su rajita, por el costado de su calzoncito, el contacto de la cabeza de mi pene con su vulva caliente y húmeda casi me hizo venir, aguantando la sensación poco a poco se fue adentrando en sus labios mayores pasando de abajo arriba y de arriba hacia abajo.
En un momento me paré e hice que se eche de espaldas en la cama, miré su vulva sumamente hinchada y destilando un líquido transparente que bajaba hacía el asterisco de su ano, no me resistí de mojar mi dedo y colocar sobre su ano haciendo una pequeña presión, luego de un sobresalto se quedó tranquila y mientras puse nuevamente mi pene en su vulva masajeando de arriba abajo, presioné más mi dedo logrando introducir la punta de mi dedo, cuando aceleré el movimiento de mi pene ella aflojó su esfínter logrando introducir casi la mitad de mi dedo, después de unos cuantos movimientos de meter y sacar lo saqué, agarré mi pene que estaba como un fierro y presioné tratando de penetrar su himen, cuando intenté hacerlo con más fuerza ella reacción y trató de quitarme de su encima balbuceando – No, no …. – a lo que me asusté un poco y dejé de presionar, ella se relajó y me masturbé con la cabeza de mi pene dentro de su vulva hasta que me vine echando unas primeras ráfagas dentro de su hoyito y otras afuera que mancharon su calzón e incluso llegó hasta su pecho que en todo momento estaba cubierto con su ropa. Poco a poco nos recuperamos y nos arreglamos las ropas, luego cogí los 5 soles y la entregué, mientras le decía.
—¿Te gustó? — Sólo movió la cabeza afirmativamente, sonriendo coquetamente.
—¿Y por qué no has querido que te lo meta?
—Es que me vas a hacer doler
—Te va doler un poquito sólo al principio, después te va a gustar, en la próxima te vas a dejar meter ¿ya?
—No, no quiero
Mientras tanto que le hablaba, mis manos estaban sobre su culito, por encima del calzón, acerqué mis dedos a su entrada posterior.
—Por aquí ¿ya? — y la masajeaba su culito con mis dedos
—Pero me va a doler— hablaba con queriendo lloriquear
—Te va a doler sólo al principio, ¿no quieres ganarte 10 soles?
—Ya, pero cuando mis papás se vayan a la chacra, el otro viernes.
Para entonces ya estaba anocheciendo, dentro de poco llegarían sus padres y escuché que alguien llegaba a la tienda, felizmente sólo era un niño, la dejé en la habitación para atender al niño y cuando se fue le dije para que venga otro día cuando sus padres no estén, le di además el chocolate, se fue contenta meneado deliciosamente su trasero, mientras mi pene se volvía a poner duro con sólo pensar que pronto sería perforado ese culito.
Continuará ………
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!