Haciendo mojar al vecinito
A pesar de que mi amante era tan joven, aguantaba bastante bien el ritmo de mis embestidas, pues tardó bastante más en venirse de lo que hubiese esperado. .
Hace algunos años, cuando tenía 25 años, yo tenía un vecinito de doce años bastante guapo y caliente para su edad. Era rubio, de ojos verdes, con el abdomen marcado. Practicaba karate, así que no era de extrañar que tuviera el cuerpo bien contorneado Nunca me había fijado en él, pero el momento en el que comencé a cambiar mi percepción hacia él había sido un día que pasaba por su casa y en el patio de enfrente se estaba mojando con su hermano menor con el aspersor del jardín. Y tenía que hacerlo venir de algún modo.
Y vaya que tenía ansias de coger con este muchacho. Por aquel entonces yo tenía ciertas frustraciones sexuales pues por ese entonces tenía encuentros ocasionales luego de terminar con mi último novio. Estaba deseando tener una aventura prohibida pensando en lo excitante que sería meterse con un puberto. A partir de que lo vi sin camisa y mojado no deje de fantasear con irme a la cama con ese niño, imaginándome todo el placer que podría obtener.
Como sus padres y yo nos conocíamos relativamente bien, no fue difícil hacerlo entrar a mi casa con el pretexto de necesitar ayuda para atrapar a mi gato y darle sus vitaminas. Una vez dentro, empezó a buscar al felino mientras yo me dirigía al baño a ponerme sexy para mi presa a la que iba a sorprender en cuanto estuviera en mi recamara. Todavía recuerdo su reacción cuando me vio en ropa interior de encaje color rojo. Se veía en su cara la sorpresa de ver el espectáculo de carne que tenía enfrente. Yo siempre me he ejercitado y alimentado bien, así que, no por presumir, tenía un buen cuerpo.
Lo tomé de las manos y lo puse de pie, pues en ese momento estaba buscando al gato debajo de la cama. Le dije que me parecía un muchacho muy guapo y sexy, que quería tener relaciones sexuales con él porque me parecía un crimen que un muchacho tan apuesto fuera virgen. Acto seguido, lo senté en la cama para ponerme de espaldas hacia él, tomé sus manos y deslice suavemente sus palmas sobre mi abdomen. Se las solté para que pudiera seguir solo y, aunque era algo torpe por ser la primera vez que estaba con una mujer, las deslizaba con hambre de lobo mayor, señal de que se estaba excitando mucho.
Me senté a su lado para meter mis manos debajo de su playera y poder hacer deslizar mis manos por toda su piel. Era muy suave, sin un solo pelo en pecho. Termine por retirar su playera para dejar al descubierto su pecho y su abdomen deliciosamente esculpidos para su corta edad. Arañé suavemente su cuerpo con mis uñas largas para hacerle cosquillas mientras veía como se retorcía de placer ante mi mirada lujuriosa. Le di un beso en los labios muy apasionadamente, era un poco torpe, se notaba que no sabía besar, sin embargo, inmediatamente tomó el ritmo. Lentamente lo fui recostando en la cama y comencé a bajar mis labios por su cuello y luego besé su pecho y su abdomen.
Cuando llegue al cinturón, se lo desabroché y baje el cierre del pantalón hasta dejar a la vista sus bóxers. Eran azul marino holgados. Su pene se veía bastante erecto y apetitoso. Saqué a su amiguito, algo más pequeño de lo que normalmente veía en el género masculino, a divertirse un poco con un sexo oral que sin duda lo volvería loco. En el momento en el que empecé a chupárselo, se resistió al principio e intentó liberarse y defenderse, pero conforme iba sintiendo el placer, se dejaba más. Empezó a gemir cada vez más fuerte por el placer que sentía. Y de repente que se le viene todo el chorro de semen dentro de mi boca. Era evidente que había llegado a un orgasmo bastante intenso.
Lo siguiente que hice fue quitarle el pantalón y dejarlo en bóxers. Lo arañé suavemente por todo el cuerpo mientras veía retorcerse por el suave cosquilleo de mis uñas rozando su piel tan suave. Deje que me quitara el brasier y lo siguiente que hice fue ofrecerle mis pezones para que los chupara. Y vaya que lo hizo bien este mocoso calenturiento, me hacía sentir riquísimo mientras mordisqueaba suavemente mis pechos, sentir el filo de sus dientes rozarlos, dios, parecía un recién nacido hambriento por la leche de mami.
Luego le quité los bóxers para dejarlo tal y como Dios lo trajo al mundo para luego quitarme las pantaletas de tal modo que pudiera hacer que me metiera su verga dentro de mí. Estaba ansiosa por sentir esa pequeña tira de carne entrar y hacer lo que la naturaleza había reservado como acción. Me puse encima de él de tal manera que la punta de su pito quedara en la entrada de mi panocha que estaba muy húmeda de tan solo imaginar que iba a tener esa pequeña verga dentro de ella. Entró con mucha facilidad, empecé a cabalgar mientras estaba dentro de mí. Se sentía muy rico, tal vez por la sensación de prohibido que envolvía a este chamaco. La cabalgata se hacía cada vez más rápida y el placer iba aumentando. A pesar de que mi amante era tan joven, aguantaba bastante bien el ritmo de mis embestidas, pues tardó bastante más en venirse de lo que hubiese esperado. Los dos gemíamos mientras esperábamos ese orgasmo, y cuando llegué a él grite como una loca, pues nunca en mi vida había sentido todo ese placer. En el momento en el que llegué al orgasmo, él se vino completamente dentro de mí, esa fue la sensación más placentera que había sentido en mi vida, quizá nuevamente por la sensación de coger con alguien prohibido, un puberto calenturiento de apenas doce años.
Para el segundo round, hice que el fuera el que estuviera arriba de mí, de tal modo que el fuera el que me embistiera mientras metía su pequeño pene en mi vagina. Y así lo hizo, aunque por la inexperiencia era bastante torpe en sus movimientos, finalmente pudo llevar su verga a la entrada de mi panocha. De vez en cuando me preguntaba si estaba bien lo que hacía, lo cual me divertía mucho. Finalmente comenzó a embestirme. La sensación de placer aumentaba cada vez más, hasta que finalmente, después de varios minutos, se vino completamente dentro de mí. Sentir ese chorro caliente de su semen entrando en mi interior era una sensación indescriptible de placer, un chorro húmedo de lujuria.
En los siguientes años perdí la cuenta de cuantas veces cogimos él y yo, pero les aseguro que nunca me cansé de sentir su verga. Cuando dejamos de acostarnos muy seguido fue cuando cumplió 20 años, pues su novia le daba todo el placer. Sin embargo, lo seguimos haciendo de manera ocasional de vez en cuando.
wow interesante relato… 🙂 😉 🙂 😉
Caliente historia, cuando una mujer mayor goza de un menor. Me gustó, sigue contando.
Excelente historia y buena ortografía. Espero que aún lo sigan haciendo xdd