La mamá de mi novia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Jorge, en el instituto conocí a Karen, nos hicimos buenos amigos, empezamos a salir y nos pusimos de novios.
Una tarde fui a casa de Karen donde me presentó a su madre, Plinia, ellas son venezolanas y yo argentino.
Estábamos estudiando y Plinia nos ofrecía algo de tomar, algún bocadillo, una señora muy atenta.
Muy habladora, simpática, me gustaba mucho estar en casa de Karen y con su madre.
Plinia es una mujer pasada de kilos, se notaba que sus tetas estaban caídas, un cuerpo rechoncho, pero su simpatía hacía que uno se sienta muy a gusto con ella.
Karen es mas bien bajita, piel bien blanca, una cola bien redonda, un buen par de tetas, duras, grandes, me encantaba chuparselas.
Sus pezones bien rosados.
Pero el problema es que si bien me dejaba que le chupe las tetas, le meta mano, no se dejaba coger.
Yo tenia 16 años y Karen 15.
Siempre discutíamos por eso, yo me iba que volaba de caliente.
Un par de veces me hizo la paja, pero nada más.
Hasta que empecé a salir con otra chica del instituto también, pero era completamente distinta.
A la segunda vez que salimos, estábamos en un parque dándonos el lote, y ella me dijo de ir detrás de unos arbustos grandes que había y me chupo la pija.
Dos veces fui a su casa y la cogí.
Hasta la cola daba.
Por supuesto que yo no le rompí nada, ya estaba cogida por todos lados, pero a mi eso no me importaba.
Una tarde caminando me encuentro con Plinia, «Jorge, que pasó de Karen y tú dejaron?», me preguntó.
«Nada señora», le dije sin dar más explicación, «ahora soy señora y antes me decías por mi nombre?, vamos Jorge, dime la verdad, que pasó?», insistía ella.
Yo me veía en un compromiso, no quería decirle a Plinia que dejamos porque su hija no se dejaba coger.
«Ven, vamos a casa así hablamos más tranquilos, y no te preocupes, Karen no está», me dijo sonriendo.
Llegamos, ella sacó unos refrescos, «bueno, se sincero, Karen está sufriendo mucho, ella te quiere, que pasó que dejaron?», me dijo y me dio una lata de coca cola.
Yo no sabía que hacer, me sentía incómodo, «vamos hombre, o no tienes huevos de decir las cosas?», me dijo con voz de pocos amigos.
«Mire Plinia, no lo teme a mal, pero es que cuando estoy con Karen, me hace calentar mucho y no responde», le dije sin más.
«A ver si te entendi bien, se besan, se meten mano, pero mi hija no se deja coger, es así la cosa», dijo con la cara seria, «sí, eso es lo que pasa, y Karen no quiere creer que yo la quiero de verdad, ella piensa que una vez que hayamos estado en la cama, la voy a dejar, y no es así», le dije largando todo de golpe.
«Y tú que solución le vez?», me dijo, ya cambiando el tono de voz, mas conciliadora.
«No lo sé, no sé que hacer, a Karen la quiero, pero como me deja, ni le cuento», le dije ya totalmente relajado.
«Y a ti, te gustan las maduritas?», me dijo subiendo un poco su falda, hasta poco más arriba de las rodillas.
Plinia es una mujer que esta cerca de los 50 años.
«No lo sé, jamás estuve con ninguna», le dije mirando sus piernas, que la verdad me gustaron y sentía un cosquilleo en los huevos.
«Y no tienes curiosidad de saber que se siente?», dijo abriendo un poco mas sus piernas, yo podía verle la bombacha, «Plinia, usted me esta diciendo que usted y yo podemos.
», le dije temblando de nervios.
«Me encanta como te pones nervioso», dijo abriendo totalmente sus piernas y moviendo el elástico de la pierna, dejando que le vea la concha.
Yo le miraba su peluda concha, como pasaba su dedo por los labios exteriores, como se metía el dedo y se lo llevaba a la boca.
Yo estaba con la pija que me reventaba dentro del pantalón.
«Si vuelves con Karen, yo te saco la calentura», decía sin dejar de meter su dedo en la concha y meterlo en su boca.
«Deja que te vea la verga», me dijo dejando de tocarse.
Yo estaba impresionado con lo que había echo Plinia y con lo que me había dicho.
Me paré temblando, se notaba que mi pija estaba dura, con las manos temblorosas saqué mi pija del pantalón, «pero que tenemos acá, que hermosa verga», dijo Plinia y veo que se la mete en la boca y la empieza a chupar.
Yo estaba tan caliente, que casi enseguida de sentir la lengua de Plinia lamber mi pija, y como se la metió en la boca, di más que un gemido, fue casi un grito y me empecé a acabar en su boca, sentía como chupaba mas fuerte, como lambia mi pija dentro de su boca mientras yo seguía acabando.
Terminé de acabarme en la boca de Plinia, ella siguió chupando, a mi me temblaban las piernas.
«Esto es solo una muestra, vuelve con Karen y siempre me vas a tener para hacerme lo que quieras», me dijo dándole un beso a la cabeza de mi pija.
Yo no podía creer lo que Plinia me había echo.
Está demás decir que Karen y yo volvimos a ser novios.
«Plinia, está Karen en casa?», la llame una tarde que estaba que volaba de caliente.
«No, estoy sola, ven que te espero», me dijo y me enseguida.
«Hola cariño, como estás», me dijo y me besó los labios.
Sin decir nada me agarró de la mano y fuimos a su dormitorio, subió su falda, se sacó la bombacha y se acostó, levantando y abriendo bien sus piernas.
Pasaba sus dedos por su concha, se metía los dedos, yo la miraba, miraba esa concha gorda, peluda, «ven cariño, mete tu verga en mi concha, cogeme, quiero coger», me decia abriendo los labios vaginales.
Yo me ubique entre sus piernas y ella con su mano acomodó mi pija y la verdad, gemimos los dos cuando se la metí.
«Que rico se siente tú verga dentro mío, haz que tú pija entre y salga de mi concha», me decia con las piernas totalmente abiertas, gimiendo, se levantó la camiseta dejando sus enormes tetas al aire, «así cariño, cogeme así», me decía moviendo sus caderas para adelante y para atrás.
«Espera, sacala, deja que me acomode mejor», dijo poniendose bien en medio de la cama, paso sus dedos por su lengua, levantó bien sus piernas y pasa sus dedos por su ano.
«Ven cariño, coge mi cola, dame verga por la cola», dijo con su voz temblorosa, agarrando mi pija y se la acomoda contra el ojete, «empuja», me dijo, gimiendo de placer cuando empuje y mi pija le entró toda de una sola vez.
«Haaaa, haaaaaaa, así, asi cariño, dame verga por la cola», me decía con los ojos cerrados, metiendo y sacando tres dedos de su concha.
El gesto de placer, se notaba como estaba gozando.
Ella misma se chupaba los pezones, «no pares, dame más, dame más verga», me decia con sus piernas abiertas, levantadas, su barriga se movía para adelante y para atrás.
«Dame, dame verga que me vengo, no pares», me gritaba metiendo sus tres dedos lo más adentro que podía de su concha.
«Haaaaaaaaa, haaaaaaaaaaa», empezamos a gritar los dos, ella acabando con sus dedos bien adentro de su concha y yo acabando con mi pija lo más adentro de su cola que podía.
Temblabamos de placer los dos, no podíamos dejar de movernos.
Poco a poco nos fuimos relajando, Plinia aflojaba las piernas, las iba bajando y yo le sacaba la pija de la cola.
«Cuanto hace que no sentía mi cola así llena de leche, que rico, haaaaa, esa leche calentita y espesa», decía Plinia, relajada sobre la cama, yo seguía de rodillas, viendo su barriga cayendo casi sobre su peluda concha.
«Vez que fácil, te excitas con mi hija y te descargas con su madre», me dijo riendo y pasando uno de sus pies por mi pecho.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!