matinal
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por oli.77.
Escucho, cuando entro al departamento, el agua que cae de la regadera; sigilosamente avanzo hacia la recámara.
Dejo en el buró los dos vasos de café y el croissant que me pediste; como gato voy hasta la puerta del baño, que dejaste entreabierta, te veo desnuda.
El vapor te da un manto de magia y te hace parecer como un hada; un hada de lujuria que acaricia su seno con la diestra, haciendo endurecer su pezón sonrosado, mientras la izquierda juega con el tesoro que está entre sus muslos.
Chupas los dedos que han estado hurgando en tu cueva de placer y ahora es la derecha la que entre en esa fuente de pasión y deseo.
Esa imagen hace que mi corazón lata con rapidez y la sangre llegue a cierto lugar, haciéndolo despertar irguiéndose como sabueso que huele a su presa.
Me despojo velozmente de la ropa y mi mano acaricia lentamente mi erecto miembro, jugando con el glande, recorriendo el tronco de arriba hacia abajo.
Viertes shampoo en tu cabello pero, al intentar poner la botella en la repisa, se escapa de tus manos y cae al suelo; con los ojos cerrados por la espuma te pones en cuatro puntos buscándola.
Tu vagina, mojada y depilada, se ofrece como un plato suculento.
Entro de puntillas y sin que lo esperes te tomo de la cadera y penetro esa dulce cueva rosada y tibia.
Al principio te sorprendes, tratando de resistirte, pero después colaboras moviendo la cadera facilitando el ingreso de ese cuerpo erecto y caliente en tu vientre.
Te jalo del cabello, para besarte el cuello, la nuca, el lóbulo de las orejas.
Tus jadeos son el ritmo que me indica la velocidad que debo usar para seguir disfrutando de nuestra unión.
Una de tus manos juega con tu clítoris y acaricia ocasionalmente mi pene, mientras tanto con la otra juegas con tus pezones endurecidos.
Rechinas los dientes y arqueas la espalda; la señal infalible de que estás al borde del orgasmo, mi ritmo aumenta y mi dedo índice acaricia y estimula tu ano; introduciéndose poco a poco; jugando en ese recinto estrecho y cálido.
Explotas y en el pene y mis dedos percibo tus contracciones cuando explotas de placer, salgo de tu caliente coñito y ahora es tu boca la que se encarga de atender mi miembro, tu lengua (con esa habilidad tan grande que tienes) acaricia la cabeza, las bolas, lame el troco hasta que recibe como premio mi descarga; la cual devoras con gusto.
Salimos abrazados, envueltos en toallas, el café y el croissant están fríos; pero eso no importa.
Son el pequeño refrigerio que nos permitirá tomar fuerzas y seguir con esa mañana de fiesta de la piel.
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