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Heterosexual, Incestos en Familia

No todos los amores prohibidos son sucios 2

La primera parte de este relato estaba escrita desde el punto de vista de Alicia, una chica que tiene que cuidar de Ababe, el mejor amigo de su hermano pequeño en un momento muy duro para éste. En esta segunda parte salto al punto de vista del chico. Espero que os guste..
La primera parte está en:

https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/no-todos-los-amores-prohibidos-son-sucios-1

En esta segunda parte cambio el estilo y el punto de vista pasa de Alicia a Ababe, y de narrar en primera persona del presente a una más clásica tercera y en pasado.

No creo que sea el más exitoso de los relatos eróticos, no creo que provoque muchas masturbaciones al leerlo, pero acompaño las partes eróticas de emociones, sentimientos y construcción de personajes, por si acaso por aquí cae una minoría a la que le guste leer algo más que los tópicos de siempre de hombres con penes enormes. O, mucho más improbable, caiga alguna mujer.

Creo que la primera parte no tuvo mucho éxito, así que si a ti te gustó lo suficiente para querer saber más, déjame un comentario, para saber que a alguien le gustado y animarme a seguir con la historia de Alicia, Ababe, y el resto de personajes . Si hay una tercera parte, habrá más personajes.

Sin más, continúo donde lo dejamos en la primera parte. Si no la habéis leído, empezad con esa parte, porque es una única escena dividida en dos mitades.

———————————————————————————————————————————

—Si notas un sabor raro —me dijo— es a ti, y he de decir que estás muy delicioso, dulce y afrutado, no amargo como la mayoría.

Le sonreí por instinto, aunque no entendí muy bien lo que quiso decir hasta más tarde que recordé la frase. En esos momentos mi cerebro estaba chapoteando en un mar de hormonas de la felicidad. Alicia me había hecho la mejor mamada de la historia, y ahora la tenía en braguitas echada junto a mí en el sofá. La reina de mis fantasías más húmedas había hecho mis deseos realidad, y ni siquiera había tenido que pedírselo. Estaba como en un sueño.

Me dio dos besos.

— Ahora me toca a mí —añadió.

Yo estaba más que dispuesto. Pero la verdad es que no tenía ni remota idea de qué hacer. 

Y ella lo sabía.

— Pero vamos a darte una clase rápida, porque si todo lo que sabes es a través del porno, no solo no sabes nada, sino que lo que crees saber es mentira. 

Se levantó de mi lado, seguía en braguitas, entre los dos besos y ver una versión joven de Jessica Alba en bragas estaba empezando a emocionarme de nuevo.

— Bien —continuó—, las mujeres tenemos numerosas zonas erógenas, más que los hombres. La primera es el cuerpo entero, nos puede gustar mucho empezar simplemente con un abrazo, quizás como entrada a un beso. Después están las zonas del cuello y cabeza: boca, cuello, orejas y nuca. Los besos y el cuello nos gustan a todas, las orejas a algunas, en mi caso aliento o susurros pero no suele gustarme notar una lengua allí. A algunas chicas también les gusta la nuca, tampoco es de las zonas que a mí me calientan. Pero te lo cuento porque a otras puede gustarles. Puedes preguntar, o intentarlo y estar muy atento a sus reacciones. 

» Luego están los pechos, como ya te dije antes, yo prefiero ser muy sutil ahí, no me gusta que me los estrujen o pellizquen los pezones. A otras chicas puede gustarles más rudo, pero yo ahí preguntaría antes de ir agresivo, porque puedes cortarle todo el rollo.

» De los pechos puedes ir bajando al estómago y vientre, pero no todavía al Monte de Venus, a algunas chicas también les gusta la parte baja de la espalda, antes de las nalgas, la misma zona que encanta a los perros y gatos. Aunque a mí esa zona no me dice nada. Ahí otras chicas disfrutan mucho.

» Voy a saltarme temas más de filias extrañas como los pies. Pero en las piernas la parte siguiente puede ser el culo. A los tíos les gusta mucho tocar ahí, pero en realidad a las chicas lo que nos excita es la cara interna de las piernas.

» Lo que me lleva a la penúltima parte. El punto central de nuestro placer es el clítoris, así que todo lo que lo rodea es la penúltima etapa: Monte de Venus y cara interna de los muslos, acercándose a nuestra vagina pero sin tocarla, tienes que crear expectación. Y eso nos lleva a las partes finales de la excitación: ano, perineo, labios mayores, labios menores, entrada de la vagina y clítoris. La clave con este último es que es mejor empezar por el prepucio del clítoris, sin tocarlo directamente, y no tocarlo nunca con los dedos secos, tienes que tenerlos lubricados, bien con sus flujos vaginales, saliva, o algún lubricante especial. Lo mejor es usar directamente la lengua, está autolubricada. Estimular todas esas zonas ya no tiene reglas, a cada mujer le gusta de una forma y orden diferente, tendrás que estar atento a sus reacciones.

Ali me sonrió.

— ¿Crees que podrás acordarte de todo esto? —me preguntó.

— Oh sí, podría recitártelo con tus propias palabras una a una —exageré—, he escuchado muy atentamente, créeme.

— Bien, vamos con una lección de anatomía.

Ali se levantó, y se sacó las braguitas.

— Labios —y se pasó un dedo por sus labios sensualmente—, incluye besos profundos con lengua —y se introdujo los pulgares en la boca, uno tras otro sacándolos húmedos—. Pechos —y se los acarició de abajo a arriba, separando los dedos largo y anular y  que el pezón pasase entre ellos—. Pezones —y se los acarició circularmente con sus pulgares humedecidos, para a continuación girarse y darme la espalda, girando la cabeza para hablarme por encima de un hombro—. Nalgas —y arqueó la espalda para sacar el culo y acariciárselo.

En mi mente comenzó a sonar una música, porque lo estaba viendo ya como una increíble coreografía erótica. Me estaba poniendo como una moto, lo que ella buscaba.

— De ahí puedes acariciar las piernas, por fuera, subiendo desde las pantorrillas —y como aún estaba de espaldas se dobló hasta casi meter su cabeza entre sus rodillas y mirarme por entre sus piernas aunque yo solo podía mirar su coñito depilado, con los labios ya hinchados y con pinta de ser muy suave y apetecible. Desde esa posición comenzó a acariciar las piernas lentamente mientras se erguía de nuevo. Después se giró de nuevo y se sentó en la mesa baja, arqueando otra vez la espalda y abriendo un poco las piernas—. Ahí ya puedes ir acariciar la parte interna de las piernas —y se las acarició todo muy lentamente provocando que yo desease hacerlo— y tanto si está depilada como si no, el Monte de Venus —y ella se había dejado solo un poquito de pelo suave y rizo con el que jugueteó con sus dedos.  

Para mi sorpresa, la cosa continuó con ella abriendo muchísimo las piernas.

— Voy a ir apurando porque toda la parte final es fácil. Estos son los labios mayores, los menores, el capuchón del clítoris, el clítoris en sí —y se retiró la piel para poder mostrar su botoncito de placer— y la entrada de la vagina. La entrada es un sitio problemático, a algunas con solo pensar un poco en sexo se nos dilata, pero muchas chicas necesitan ir muy despacio y provocar la dilatación con un dedo lubricado —y Ali se metió el dedo largo de la mano derecha por su vagina, comenzando con un metesaca ligero, y movimientos de caricia muy lentos en circular. Sacó el dedo, estaba realmente muy lubricado.

» El ano es otra zona complicada, a algunas nos encanta, a algunas chicas les da miedo. Lo más fácil es meter solo la última falange y movimientos circulares —y eso exactamente hizo.

» Bueno —añadió con un tono de voz más ligero—, creo que eso es todo. Ah, no, entre la entrada de la vagina y el clítoris hay un pequeño agujero, la entrada de la uretra, es un punto no erótico y a veces incluso molesto. Si estás pasando la lengua por todo, no lo hace falta que lo evites, pero no lo toques directamente o te pares en él.

Cerró las piernas, echó la mano bajo la mesa y sacó toallitas, con las que se limpió los dedos que había usado.

— ¿Te atreves a intentarlo tú solo? No te agobies, si algo no me gusta te lo diré, o si no lo haces como a mí me gusta te diré como me gusta a mí. 

A esas alturas yo estaba excitadísimo de nuevo ¿Quién había dicho que aprender cosas no podía ser a la vez educativo y divertido? Menudo espectáculo acababa de disfrutar. 

No le respondí siquiera, me levanté y empecé a besarla, solo que me olvidé del consejo de ir despacio, estaba tan excitado que me lancé como un loco a besarla en la boca, luego al cuello y después empecé a lamer los pechos de abajo a arriba para luego juguetear con sus pezones con la punta de mi lengua; me costó mucho no tratar de metérmelos enteros en la boca, pero me puse a lamerlos sintiendo el sabor de su piel y la forma en que se hundían cuando los lamía. Era como lamer un cachito de cielo. Tiré de ella para que se pusiese de pie y continué besándola mientras mis manos acariciaban su trasero, atrayéndola hacia  mí hasta pegarme como una lapa, disfrutando de sentir toda su piel contra mi piel. Simplemente era incapaz de dejar de besarla, como ella tenía que inclinar para poder besarme pasé a su cuello que estaba más cerca.

Creo que le estaba gustando porque echó la cabeza hacia atrás y se dejó besar, unos segundos más tarde su mano bajó a mi entrepierna y empezó a acariciar mi escroto para luego subir con un dedo hasta la punta de mi pene, que ya estaba todo lo erecto que había estado nunca. Yo notaba la presión de sus pezones también erectos, estaba claro que ella también estaba disfrutando con aquello, cosa que me encantaba. Me sentía inseguro, pero no podía ni pensar en ello, solo podía pensar en besarla, y tocarla, y fundirme con ella si fuese posible.

— En condiciones normales te diría que fueses más despacio, pero después de lo de antes ya estaba muy caliente, así que vamos a tomar un atajo por esta vez —y dicho eso se separó de mí, se echó en el sofá, y separó las piernas —. ¡Vamos!, lengua, clítoris, despacito y con mucha saliva. Retira el prepucio para atrás con cuidado y mantenlo arriba con un dedo y empieza a lamer con dulzura y cuidado, es un camelito que quiere que dure mucho, no tragártelo de golpe.

Me lancé de cabeza sin dudarlo, en cuanto comencé a lamer ella empezó a gemir. Fui probando, arriba y abajo, en círculos. Todo parecía gustarle. Solté un momento el clítoris y bajé a introducir la lengua en su vagina.

— A algunos hombres no les gusta hacer eso, por el sabor o por la textura, no tienes que hacerlo si te desagrada.

La ignoré, acaricié un poco en círculo con la lengua como ella había hecho con su dedo, luego de unos momentos volví al clítoris al tiempo que introduje un dedo, me pareció que estaba muy suelto, así que introduce un segundo dedo y ella gimió más, sin dejar de lamer el clítoris empecé a introducirlos y sacarlos muy despacio, estaban muy empapados, así que los saqué del todo e introduje uno en el ano, tal y como ella me había dicho solo la última falange, y comencé a moverlo en círculo. Ella volvió a aumentar la intensidad de los gemidos.

Ella me cogió con los brazos y tiró de mí.

— Esta parte puede durar un par de minutos o mucho más, atento a sus sensaciones. Las mías ya son incontenibles, así que súbete. Vamos a ir con la clásica posición del misionero, es la más fácil para empezar, la mayor parte de las mujeres no disfrutan solo con penetración si no se acompaña con caricias clitorianas, yo soy de las que sí. Penétrame despacio, si notas algo de oposición te detienes  y esperas a que se dilate. Adelante, hazlo ahora, te va a gustar, y a partir de ahí te dejó hacerlo a ti solo. No te preocupes si llegas al final, estoy protegida. Solo disfruta.

Le hice caso, la primerea sensación fue cálida y húmeda, deliciosa, jamás había notado sensaciones parecidas, era como si aquello estuviese diseñado para sacarme todo el placer, era pura suavidad acariciando mi glande, con un calorcito delicioso, perfecto. No encontré ninguna oposición así que fui despacito pero hasta el final. Comencé a meterla y sacarla poco a poco, estaba tan empapada que todo fluía con facilidad. El placer, incluso al moverla muy despacio, era asombroso, notaba como se abría cuando entraba y como se cerraba tras de mí cuando me retiraba, era una piel diseñada para darme placer y abrazar mi pene como si le perteneciese. Aumenté el ritmo y ella gimió de nuevo, sus gemidos me ponían a tope y me daban ganas de acelerar todo lo posible, pero instintivamente sabía que debía alargar la cosa. Me puse a pensar en otra cosa, a recitar mentalmente los números primos. Era difícil y perdía la cuenta porque el placer era increíble, maravilloso, cuando conseguía concentrarme en otra cosa venía una oleada de placer y no podía más que gemir y vibrar. Sin detenerme la besé y ella me devolvió el beso con desesperación, incluso intercambiando saliva siguió gimiendo. Soltó mi boca y echó la cabeza hacia atrás, y comenzó a mover su cadera rítmicamente. Yo empecé a jadear y a concentrarme en mantener el ritmo y ella empezó a sacudir sus caderas con más fuerza de forma sincronizada.

Casi sin previo aviso su cuerpo pareció a tener convulsiones y soltó un pequeño grito, estaba teniendo un orgasmo muy intenso, tanto que perdía el control de su cuerpo, que se sacudía con cada oleada de placer, a mí aún me faltaba un poco pero me detuve.

— No pares, sigue —me dijo con dificultad para hablar.

Continué, yo estaba disfrutando muchísimo, pero ella me había vaciado por completo antes de esto con su boca y eso seguramente había impedido que me corriese rápidamente. De hecho seguramente lo había hecho precisamente para eso. En cambio ella estaba tan caliente que llegó mucho más rápido de lo que yo habría creído. Ahora había dejado de convulsionar y gritar pero estaba gimiendo de nuevo, aquel orgasmo tan increíble no era el final de su placer. Yo seguía disfrutando, cada vez más, y cada vez que gemía yo me sentía a punto de correrme. Aceleré, y ella volvió a empezar a mover la cadera de nuevo siguiendo mi ritmo, yo jadeaba por el esfuerzo y traté de concentrarme en eso para darle algo de tiempo a ella. Ella empezó a jadear también y empezó de nuevo a sacudirse sin control, volviendo a perder el control de su cuerpo, al tiempo que gritaba. Yo no pude más y me corrí también, soltando un semen que ignoraba que me quedaba, el placer era también incontenible, me sacudía como si todo mi cuerpo fuese atravesado por un fuego arrasador. Ella pareció responder a mi orgasmo aumentando el suyo, solté un chorro y grité a mi vez, mucho más bajo que ella, luego otra vez y al cabo de unos segundos una tercera vez, traté de seguir pero no podía, me resultaba doloroso, así que me quedé quieto mientras ella seguía vibrando como una cuerda de violín. No sabía si debía seguir dentro o no, pero pensé que si había tenido dos orgasmos, quizás pudiese tener más, así que me salí y bajé la cabeza para empezar de nuevo a lamer su clítoris, al notarlo cerró las piernas y me aprisionó la cabeza.

— No —dijo de una forma apenas audible —. No sigas, no puedo más.

Levanté la vista, ella seguía con los ojos cerrados, y su cadera aún se sacudía de forma visible. Su orgasmo aún seguía, pero poquito.. su respiración era ahora muy profunda, como si estuviese necesitada de oxígeno.

— Abrázame.

Así que volví a subir para ponerme a su altura y la abrace, ella me acarició el brazo, pero seguía con los ojos cerrados y sin decir nada, solo respirando profundamente.

Estuvo así un par de minutos. Abrió los ojos y me miró fijamente, luego me dio un beso rápido.

— Muchas mujeres nos sentimos muy vulnerables tras el orgasmo, necesitamos sentirnos abrazadas y protegidas. Es algo instintivo. A otras les da un poco igual y no te dirán nada. Muy poquitas se sienten mal y te dirán que las dejes solas. Estas últimas son las menos. Así que abrazar es una buena idea, si lo necesitan o les da igual, aciertas, si quieren soledad te lo dirán, y mi consejo es que vayas con cuidado a la hora de involucrarte emocionalmente con ellas. No es fácil lidiar con alguien que quiere sexo pero luego se siente culpable.

Me pregunté si lo decía por experiencia propia, Ali siempre había sido muy erótica, en sus necesidades y en lo que transmitía, no conocía a ningún chico que la conociese y no babease con ella, mayores, de su edad o los más jóvenes. De hecho había visto a muchos padres mirarla cuando creían que nadie los veía. Pero nunca me planteé la posibilidad de que fuese bisexual, hasta donde yo sabía nunca había tenido ninguna novia, solo novios, bastantes, desde muy jovencita. Pero tampoco los había conocido a todos, si había alguna chica entre esas parejas, era posible que fuese de los que nunca nos presentó. Solo mucho más tarde pensé que quizás también había hombres que se sentían culpables al acabar y echaban a sus parejas.

Me di cuenta que estaba pensando demasiado, la chica más hermosa del mundo me había hecho una mamada gloriosa, el mejor orgasmo de mi vida, y luego habíamos follado y yo había tenido un segundo orgasmo tremendo, y ella dos super intensos. Y ahora esa misma chica, aún desnuda, estaba a mi lado y me había pedido que la abrazase. Necesité olvidarme de que estaba desnuda porque solo pensarlo empezaba a tener otra erección, pero no pude evitarlo, solo moví un poco la cadera para que ella no lo notase, pero era tarde para eso.

Ella se rió.

— Realmente eres inagotable, pero me temo que soy multiorgásmica, pero después de parar no puedo follar otra vez, al menos no tan rápido.

— No importa —respondí.

— Pero si tú puedes seguir, completamos.

La miré interrogante. 

Ella volvió a reírse, bajó la mano y me acarició el escroto como valorándolo, luego subió la mano a lo largo del pene. Debió gustarle lo que palpó porque se puso boca abajo, dobló las rodillas para apoyarse en ellas, puso el culo en pompa y lo sacudió como si fuese un pato. Me estaba ofreciendo su culo poniéndose en una posición de perrito pero con los hombros pegados al sofá, como si al tiempo que me ofrecía su culo estuviese adorando a algún dios. Quizás estaba demasiado agotada para apoyarse en las manos o los codos.

— Si quieres probar, hay lubricante bajo la mesa, junto a las toallitas. Ahí tendrás que ir mucho más despacio, si me caliento mi vagina se abre como una flor cuando nota el sol, pero mi trasero tendrás que dilatarlo despacito. De hecho si no tuvieses un pene pequeño, no te dejaría porque los grandes me resultan incómodos. Los chicos creéis que cuanto más grande mejor, pero te contaré un secreto: muchas mujeres compran un consolador grande su primera vez, como de unos 17 o 18 cms, pero en la segunda se compran uno pequeño en torno a 12 o 13, porque los grandes son para días especiales, y los pequeños son los que terminan usando casi siempre. Y con los penes pasa lo mismo, un día te encuentras uno grande y lo disfrutas, pero para tener una pareja estable prefieres alguien con un pene normal, es mucho más práctico para el día a día. Y te cuento esto porque seguramente tú terminarás teniéndolo grande, así que recuerda esto, y recuerda que tu pene grande implica mucho más tiempo de preliminares e iniciar despacito para que le dé tiempo a ella a dilatar lo suficiente, y posiblemente muchas chicas no disfruten del sexo anal contigo. Puedes sentirte todo lo orgulloso que quieras, pero la contraparte es que tendrás que ser mucho más paciente.

» Y ahora, si todavía tienes necesidad de más, coge el lubricante y ve despacito. No tengo orgasmos con el sexo anal, aunque lo disfruto, así que una vez que notes que va muy fluido, ve a tu aire y no te preocupes por mí. 

— Gracias —fue lo único que fui capaz de decir.

Tomé el lubricante y lo dejé a mano, pero aún no lo usé, en vez de eso me puse tras ella y sin vacilar metí la lengua tratando de perforarla de lado a lado. Su reacción fue contraer el esfínter, pero después lo abrió y comenzó a suspirar profundamente, puede que no fuese a tener un orgasmo, pero claramente notar mi lengua le estaba dando placer. Al cabo de un ratillo, la dilatación era evidente, así que tomé el lubricante, lo eché en los dedos y en la entrada, y metí un dedo, entró tan suave que añadí  un segundo dedo y también entró suave, masajeé un poco alrededor  y luego adentro y afuera, iba tan fácil que los saqué, me eché algo de lubricante y comencé a metérsela sin notar apenas oposición.

— No la metas hasta el fondo, y ve despacio al principio —me dijo.

Así lo hice, su culo era más estrecho y las sensaciones eran diferentes, ni mejores ni peores, pero diferentes. Era igualmente delicioso, eso seguro, y comencé a aumentar el ritmo, me estaba encantando la verdad, y Ali, sorprendentemente, comenzó a gemir, uno de sus brazos se deslizó bajo su cuerpo y su mano comenzó a acariciarse el coño por la parte de fuera de los labios mayores, sin tocarse el clítoris ni nada por dentro, su ritmo era lento, mucho más que mi bombeo. El que ella volviese a disfrutar volvió a excitarme como perro en celo, y recordé que me había dicho que fuese a mi aire, mi vista se clavó en mi pene penetrando aquel culo pequeño, redondo y firme como  una roca, la primera vez que estaba con una chica y me estaba dejando “darle por culo” en sentido literal, las sensaciones de mi pene, la imagen de verlo y entrando en aquel trasero con el que había soñado tanto, y sus gemidos… no creí que pudiese excitarme tanto en un tercer orgasmo en menos de una hora, las pocas veces que me había masturbado tantas veces tan rápido, el tercero había sido poco intenso, pero esta la combinación de todos los sentidos, me tenía otra vez a cien. Me alegré de no tener que esperarla porque esta vez no quería. Me centré en las sensaciones de mi glande, entrando en aquel agujero tan estrecho y apretado, el placer volvió a recorrer mi cuerpo, era tan delicioso que no podía más que aumentar el ritmo para sentirlo más y más, hasta que no pude más y exploté por tercera vez aquella noche, con un gemido entrecortado por el jadeo que sonó casi como un llanto. 

No sabía si ella había llegado o no, pero la saqué y me derrumbé a su lado, a estas alturas estaba realmente agotado. Esta vez fue ella quien me abrazó mientras yo recuperaba el aliento.

— Chico, que potencia y qué intensidad para ser el tercero de la noche. Me sorprendiste con la lengua, fue una muy buena idea, en ese momento me arrepentí de haberte dicho que fueses a tu aire porque si llegas a durar un poco más habría llegado a otro orgasmo, no podía ni tocar mi clítoris, pero algunas mujeres prefieren masturbarse acariciando los labios mayores, a mí no suele funcionarme, o mejor dicho, tengo modos mejores de hacerlo, pero en este momento era un buen recurso. Tu lengua me había puesto tan a tope que… bueno, cuando noté su semen dentro me sentí un poquito desilusionada.

Yo había recuperado el aliento, pero estaba agotadísimo, cerré los ojos y me entró la modorra. Me despertó notar algo frío en mi pene, Ali había tomado toallitas y me estaba limpiando a fondo.

— No es buena idea dormirse sin limpiarse tras el sexo anal, ahí puede haber alguna bacteria, y no quieres que siga ahí. Pero descansa, ya lo hago yo.

Volví a cerrar los ojos y al cabo de un momento noté como ella se tumbaba a mi lado, ella olía a toallita así que supongo que se había limpiado ella también. Me encantaba el calor de su cuerpo y el tacto de su piel, puso una almohada que supuse que había ido a buscar bajo nuestras cabezas, y nos echó un edredón de verano por encima. Me dormí antes que ella.

No sé cuanto tiempo dormí pero todavía era de noche, tenía calor y eso me había despertado. No sabía como retirar el edredón sin despertarla así que traté de moverlo un poquito para tener parte de piel al aire.

— Sácalo de todo, yo también estoy sudando —me dijo, sorprendiéndome, así que le di con los pies hasta que solo me tapó hasta las rodillas.

» ¿Estás despierto o quieres seguir durmiendo?

— La verdad es que no tengo ya ni gota de sueño.

— Entonces vamos a hablar.

Me giré un poco para mirarla.

— Nunca se me habría ocurrido que lo de esta noche pudiese suceder. Siempre has sido mi segundo hermanito, nunca pensé en ti como un posible amante. Cuando estaba sobre ti y abriste los ojos no estaba tratando de besarte, solo trataba de alcanzar el mando de la tele y tú estabas en medio. Cuando me besaste pensé que estabas vulnerable y no quise detenerte, luego noté que tus besos eran superapasionados, así que era obvio que tú sí habías pensado en esto.

Me estaba acojonando hablar de aquello, pero ella me miraba a los ojos y estaba claro que ella sí necesitaba hablarlo, era importante para ella. Pensé en mentir pero me conocía tan bien que lo notaría, siempre lo notaba.

— He fantaseado con esto desde que tengo edad para fantasear. Y antes de eso, antes de tener edad para tener sueños húmedos, me imaginaba situaciones en las que te enamorabas de mí y teníamos un idilio de por vida.

— ¿Y son solo fantasías sexuales?

Me había pillado. Noté como me ruborizaba. 

— No, estoy coladito desde que te conozco. Siempre has sido mi amor platónico y mi fantasía sexual durante mis sesiones en solitario. Pero eres más que eso.

Ella no dijo nada durante un rato y yo no quise interrumpir sus pensamientos.

— Estamos en un problema —dijo finalmente—. Si alguien se entera de esto, yo podría terminar en la cárcel porque tú no llegas a los 16. Y además quedaría marcada de por vida. Necesito tu más absoluta discreción.

Asentí y tragué saliva. Dios, por nada en el mundo haría nada que pudiese perjudicarle.

— Y si no voy a la cárcel, cualquiera de nuestros padres me matará, porque a sus ojos te habré violado aprovechándome de tu vulnerabilidad y tu inocencia.

— Te juro que no diré nada —respondí.

— Después hay un problema a mayores, si realmente estás enamorado de mí, hay un riesgo de que pueda hacerte daño. Lo único sensato es cortar esto aquí y ahora, y que los dos hagamos nuestro máximo esfuerzo para volver a como estábamos ayer. Cuanto más dure más riesgo hay de que una ruptura posterior termine con rencor y odio, y no quiero perder tu cariño, eres mi hermano postizo y te quiero demasiado para imaginarme un mundo en el que yo no pueda estar para ahí para ayudarte a crecer como llevo haciendo desde que perdiste a tu madre, me considero tu madre postiza, o tu hermana mayor un poco maternal. Y no soportaría que me odiases o te enfadases conmigo. Te quiero muchísimo, pero no del mismo modo que tú me quieres a mí.

Casi me hundo cuando escuché eso, pero ella siempre había sido muy lista, y aunque yo quisiese otra cosa, seguramente ella estaba aportando la sensatez que yo no tenía. Me entraron ganas de llorar, pero me contuve para que ella no lo notase.

— Es lo más sensato. Sé que no es lo que tú quieres, pero es lo más sensato —añadió.

Asentí.

— Dicho eso, no es que haya sido la mejor noche que he tenido con un primerizo, es que ha sido la mejor noche sexual de toda mi vida. Toda esa pasión que ponías me excitó tanto que tuve los dos orgasmos más intensos de mi existencia. Y cuando terminamos lo único que podía pensar es que quería todo eso en mi vida. Y que después de lo de hoy, definitivamente nuestra relación fraternal hermano-hermana iba a ser imposible, y no por ti sino por mí. No puedo volver a mirarte como mi niño pequeño, te miro y lo que veo es el amante más apasionado e intenso con el que he estado nunca, y he estado con muchos. Si dentro de un mes me dijeses que te has echado novia, creo que me aguantaría, pero me moriría de celos.

No podía creer lo que me estaba diciendo.

— Dentro de un par de años ya no iría a la cárcel, y dentro de cuatro cuando seas mayor de edad, incluso podríamos arriesgarnos a contar que queremos tener una relación, puede que nos miren mal, pero lo terminen aceptando nuestras familias. Pero ni siquiera sé si quiero una relación o solo quiero follar como una coneja. Y tú eres tan jodidamente niño, que no sé cómo vamos a gestionar esto, y qué pasará si uno de los dos, por lo que sea, por otra pareja que nos guste más o cualquier otra cosa, quiere dejarlo. Y si eres tú el que corta, me jodo y ya está, lo tendré que superar como pueda. Pero tú eres menos maduro, mucho más inexperto en fracasos amorosos, y me sigue dando mucho miedo lo que te pueda hacer.

Quería decirle que no me importaba, que quería intentarlo, pero cuando me dije las palabras en mi cabeza sonaron a un niño inmaduro y caprichoso queriendo que su deseo fuese realidad ignorando todos los argumentos en contra. Así que no dije nada.

— Dime qué opinas tú.

No sabía qué decirle que sonase maduro, y no quería que viese la respuesta de un niño.

— Creo —dije de forma vacilante—, que para mí ya no hay opción. Creo que ya nunca más podré mirarte sin verte desnuda, sudorosa, y recordar como temblabas debajo de mí. Si quieres que no vuelva a pasar, no me quedará más remedio que aceptarlo, pero creo que nunca te vi como una hermana mayor sino como un sueño imposible. Y ahora ya no podré pensar que es un sueño imposible. Decidas lo que decidas, yo voy a sentir que lo que hemos hecho esta noche lo estás haciendo con otro, pero no voy a quererte menos, si no me apartas de tu lado, yo voy a seguir viéndote y deseando que me abraces como me has abrazado siempre, pero para mí ya no será un abrazo platónico.

Ella no respondió inmediatamente, casi podía ver sus engranajes trabajando a toda pastilla. Tardó varios minutos en responder.

— Ha sido una mala idea hablarlo ahora —dijo, pero sonriéndome y eso me acojonó más— porque es difícil tomar una decisión en frío cuando estoy en pelotas y abrazada a ti, cada vez que mi mente se va al tacto, está tu piel ahí, y dejo de pensar racionalmente. Desde que murió tu madre siempre te he pedido que me hablases, que no me ocultases nada, siempre te he dicho que sea lo que sea lo que te pase, yo estaría ahí para ayudarte. Los dos queremos seguir, aunque sea por razones diferentes. Aunque me acojona mucho hacerte daño, jamás he tenido una relación con alguien más inmaduro que yo, siempre he salido con chicos uno o dos años mayores, pero por otro lado, he salido con chicos mayores que al final se creían que yo era de su propiedad, así que igual la solución buena es alguien más joven que yo que no se crea superior y crea que tiene que ser el que mande en la relación. No sé como terminará esto, y si termina mal voy a sufrir muchísimo porque habré perdido un amante, un hermano, y mi mejor amigo. Pero la alternativa es que dentro de unos años, ambos estemos con otras personas pensando lo que pudo haber pasado entre nosotros. Si tengo que decidir, prefiero decidir con valentía que con miedo.

Tampoco supe qué decir.

— Dime algo Ababe, yo soy la madura aquí, supongo, pero quiero saber qué piensas.

— Creo… creo que me quedo con tu última frase, prefiero equivocarme por ser valiente que por miedo -respondí.

— Si vamos a seguir tendrá que ser con dos condiciones. La primera es que no tomaremos ni el más mínimo riesgo, solo nos acostaremos si hay un 0% de posibilidades de que no nos descubran, aunque sea una vez al mes. La segunda condición es que hablaremos muchísimo, y no nos ocultaremos nada, ni lo más mínimo. Si uno de los dos empieza a mirar a un tercero, hay que hablarlo de inmediato y en profundidad, como si fuésemos el psicólogo del otro.

Sabía a qué se refería, había ido a terapia desde niño, desde la muerte de mis padres biológicos, y había aumentado la frecuencia tras la muerte de mi madre adoptiva. Sabía lo que decía, y estaba preparado para ese grado de sinceridad.

— Prometido. Las dos cosas. 

— Me alegro de que los dos hayamos llegado a la misma conclusión —dijo finalmente— porque no sé cómo habría podido lidiar con la decisión de dejarlo aquí. Y ahora es mejor que durmamos lo que queda de noche, mañana tendremos que afrontar el hecho de tu padre está en el hospital y está grave. 

Me incorporé sobre un codo y le di un beso, en la mejilla.

— Ayer solo quería llorar ante esa idea. Estaba asustado ante la idea de que muriese y me quedase solo, me vinieron a la mente todos los recuerdos de cuando se murieron mis padres y mi segunda madre. Pero con todo lo que ha pasado esta noche me has salvado. Ya no tengo miedo. Me has dado optimismo y confianza en el futuro, como siempre me pide la psicóloga que afronte ese futuro. No me importa si vamos a ser novios, amantes, o volvemos a ser solo familia. Pero mientras tú estés a mi lado, sobreviviré a lo que suceda mañana, y pasado, y el mes que viene. 

Dije todo aquello sin pensarlo. Sin evaluar como sonaría a sus oídos. Si sonaría como un niño o sonaría maduro. Simplemente me salió del alma.

Ella me miró y tenía lágrimas en sus ojos, se giró un poco y se las limpió con un gesto de sus dedos, después me dio un besito en los labios, me abrazó más fuerte, y cerró los ojos dispuesta a dormirse.

16 Lecturas/24 septiembre, 2025/0 Comentarios/por C.Vizoso
Etiquetas: bisexual, madura, maduro, mayor, mayores, minor, primos, sexo
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