Priscila 11
Una gran amistad.
Esa tarde noche estábamos con mi esposa viendo televisión cuando sonó el teléfono. Lo más probable sería que fuera mi hija.
– Papi, puedes venir a buscarnos al mall? – que dos mujeres estuvieran recorriendo el mall todo el día, no es extraño.
– Bueno, voy saliendo. Por donde están? –
– Por la tienda de Londres –
– Ok.
No fue difícil encontrarlas, me estaban esperando y me hicieron señas. Las dos conocían el auto.
– Hola papi – dijo dándome un beso, en la boca como es de costumbre, sentándose en el asiento del copiloto.
– Hola – me dijo Priscila desde el asiento de atrás dándome también un beso en la boca. Mi hija que estaba poniéndose el cinturón de seguridad no se dió cuenta.
– Vamos a la casa – dijo mi hija.
– A mí me deja en la estación del tren subterráneo – dijo Priscila.
– Prisci, no te vas a quedar conmigo? – preguntó Lily.
– No, no puedo, tengo que llegar a mi casa –
– Pero yo creía que te ibas a quedar conmigo –
– Otro día me quedo contigo –
– Me lo prometes? – Priscila se quedó callada y me miró pidiendo ayuda.
– Pero hija, ella también tiene cosas que hacer, cómo va a prometer algo de lo que no está segura –
– Pero no le dije cuando, que sea cuando ella pueda –
– Te prometo que me voy a quedar contigo otro día – dijo para cerrar el tema.
Llegamos a la estación y mi hija se bajo, Priscila se despidió con un beso en la boca, como yo tenía la cara vuelta hacia atrás y mi hija estaba abajo.
– Llámame – dijo ella.
Se despidieron con un abrazo y un beso en las mejillas.
– Todas las bolsas son tuyas? – pregunté.
– Si, la Prisci no quiso que le comprara nada –
No podía aguantar las ganas de saber que pensaba mi hija.
– Qué te pareció Priscila? – pregunté desinteresadamente.
– Ella es genial, es linda, inteligente, simpática, tierna y amorosa –
– Si, a mi me pareció lo mismo –
– Si, verdad ? –
– Parece que tiene tu misma talla, cómo le quedó el pijama que le prestaste? –
– Si, le quedó mejor que a mí, tiene lindo cuerpo –
– Si, yo también pienso lo mismo –
– Te gusta ella? – preguntó con una sonrisa y una mirada maliciosa.
– No, es decir si, pero no pienses que tengo algún interés en ella-
– A mi me pareció que sí. Te cuento algo? –
– Si, claro, dime –
– Pero esto no lo puede saber nadie –
– Soy una tumba –
– Me hizo prometer que no se lo diría a nadie –
– De qué se trata? –
– Prométeme que no se lo contarás a nadie –
– Te lo prometo, cuénta –
– Tiene pene –
– Qué? De quién estás hablando? –
– Ella tiene un pene igual al tuyo – pasando su mano por mi miembro que estaba comenzando a levantarse. Tuve que bajar la velocidad porque su mano me distrajo del tránsito.
– Ella te lo dijo? –
– Sí, le dije que estaba bromeando. Me miró seriamente y me dijo que no era broma. Cuando salió del baño con el pijama, no noté nada extraño. De manera que puse mi mano en su pelvis, y ahí estaba.
– Quiero verlo – le dije a ella.
– No –
– Por favor, déjame verlo, sólo un poco – le dije tirando la ropa de cama hacia atrás. Se notaba su miembro bajo la tela. Se bajó el pantalón del pijama y lo vi, hermoso, muy igual al tuyo – dijo dándome apretones en mi miembro que ya estaba al 100 %.
Bajé la marcha y busque un lugar donde estacionar y oscuro. Llegamos a una plaza con árboles frondosos. Me estacioné en la parte más oscura y apagué todo.
– Se lo tocaste? –
– Si, al principio no quería, pero insistí. Me dejó tomárselo, yo estaba nerviosa, ansiosa.
– Lily, soy mujer igual que tú y no soy lesbiana, me gustan los hombres, no las mujeres me dijo ella – me dió vergüenza, se lo solté y me di vuelta hacia el otro lado. Ella me abrazó por atrás y sentí su dureza.
– Déjame – le dije sacando su mano y corriéndome hacia adelante.
– Perdona, no quise ser brusca contigo – no dije nada.
– Podemos ser amigas? – dijo.
– Quieres que seamos amigas? – le pregunté dándome vuelta.
– No tengo amigas, tu entenderás porqué – dijo. En ése momento entendí su problema y me dió pena por ella.
– Seamos amigas – le dije dándole un abrazo, sintiendo su miembro duro contra mi pelvis.
– Gracias – me dijo dándome un beso en la mejilla. Le devolví el beso en la comisura de sus labios.
– Perdona – le dije, limpiando sus labios con mis dedos.
– Esta bien, no te preocupes, tienes unos lindos labios y me gustó –
– Quieres otro? – le pregunté.
– Qué te parece si mejor nos dormimos? – dijo.
– Bueno, pero abrázame – le dije y me di vuelta.
Ella me abrazó y sentí su dureza contra mis nalgas. Tomé posición fetal y puse mi vulva contra su miembro duro. No dijo nada, no me moví más y ella tampoco.
Desperté en la mañana y todavía me abrazaba. Su miembro estaba flácido, en el mismo lugar. Me quedé quieta, no quería despertarla.
Poco a poco su miembro comenzó a tener consistencia, acomodé mi vulva contra su miembro.
Su mano acaricio mi brazo y sus labios dejaron una marca cálida y humeda en mi hombro.
– Buenos días – me dijo.
– Buenos días – le dije dando vuelta la cara hacia atrás.
– Nos levantamos? – preguntó después de darme un cálido beso en los labios.
Cuando nos desnudamos en el baño, pude ver su lindo cuerpo y aunque no tenía una erección, me gustó verla.
En la ducha me lavó la espalda y después yo ella, cuando se volvió hacia mi tomé su miembro y comencé a enjabonarlo. Ahi lo vi completamente erecto, ella estaba quieta.
– Ya? Ahora estás satisfecha ? –
– Si, aunque me hubiera gustado algo más – dije.
– Lo sé, pero quieres que actúe como hombre y yo soy mujer, igual que tú –
– Si lo se, disculpa, me dejé llevar por mis deseos –
– Ven, lo entiendo, somos amigas y podemos hablar de lo que nos gusta y de nuestros deseos – me dijo abrazándome.
Sentir su cuerpo desnudo pegado al mio, su miembro duro entre las dos, me hizo sentir muy bien.
– Bésame – le dije.
– No, no insistas por favor – me soltó y terminamos de ducharnos. Lo demás tu lo sabes.
– Sabes papá, no se qué me pasa con ella, tu sabes que antes nos habíamos juntado varías veces, nos hicimos muy amigas, pero ahora siento que la amo –
– No se que decir, uno no manda los sentimientos, pero no fuerces situaciones, nunca resultan bien, ahora suéltame para irnos – había estado moviendo mi miembro.
– Puedo? –
– Tu sabes que nunca te digo que no a nada –
– Estas pensando en ella? –
– Si, la verdad que si – dijo sacando mi erección de su boca. Yo también, pensé decirle. Con todo lo que me contó, me tenía al 1.000%.
– Si sigues me vas hacer acabar en tu boca –
– Éso quiero, hazte para atrás – corrí el asiento hacia atrás, baje el respaldo y cerré los ojos. Sentí como chupaba con muchas ganas y después tragaba como una bebé con su biberón.
Muy Romántico y Lujurioso, tanto que desearía vivir eso, la única queja es la falta de más detalles en lo sexual y la conversación fue algo mecanica… pero bueno es un 7 de 10 para una paja rápida.